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Celoso imprudente, anotaciones y memorias del padre Fray Pedro de Mesa
El Capitán Esteban Rodríguez de Figueroa, adelantado del reino de Mindanao como encomendero que era de Tigbauan, juntó unas pocas vacas de las le vendían los socorros que pasaban a Ternate y en Punta de Naso. Hizo un corral donde las tenía juntas y pastoreándolas y [aposendo] apacentándolas en dicho paraje. Y llegaron a procrear en bastante cantidad, sirviendo en dicha estancia algunos pocos vaqueros. Para la administración de dicha gente, pagaba al Convento de Tigbauan doce pesos y medio en cada un año, los cuales pagó el dicho capitán mientras vivió. Y después de su muerte lo continuaron los padres de la compañía que heredaron dicha estancia por más de cincuenta años. Si bien para la fundación de dicha estancia nunca constó tuviese merced de gobierno. Y así se llamó siempre ganado de Esteban Rodríguez, y no estancia de Suaraga, Damilisan ni Tapican ni de otro paraje.
{por como ahora se llama}
El padre Fray Tomás de Villanueva se halló en la primitiva de dicha estancia y los padres Fray Martín de Mancilla y Fray Anselmo de Andrade decían que estos dichos doce pesos y medio los daba el encomendero, no como al prior de Tigbauan por administrar sus vaqueros, sino a los indios de dicha encomienda como por satisfacción de grandes cantidades que les debía de puercos, gallinas y otros bastimentos que les había pedido, así para su gasto como para su matalotaje cuando se embarcó para la toma de Ternate y así mismo por haberse servido mucho tiempo de los indios de su encomienda sin pagarles, de que resultó un pleito entre los padres ministros y contra el dicho encomendero. Y se ajustó con
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{perdido algunas sementeras}
la paga de dichos doce pesos y medio en cada un año.
Sucedió asimismo que con la nueva fundación de dicha estancia y los muchos agravios que con semejantes fundaciones [roen] los indios, se habían destruido dos otros pueblos que
tocaban a Antique como eran [Cataan, Bacong y Mabunan] y como por satisfacción de todos los agravios causados por dicho ganado, daba el dicho encomendero dichos doce pesos y medio. Pretendía el prior de Antique entrar en la parte de dicho dinero, alegando el agravio y despojo hecho a los indios de Antique de sus casas y sementeras, palmas y cañaverales. Pero se determinó por orden del padre vicario provincial que entonces era general padre prior de Tigbauan [que] percibiese ese dinero así por la deuda referida como por la administración de dichos indios. Con que se continuó dando dicha cantidad al Convento de Tigbauan, con más cuatro veces el año al padre y otras tantas a los indios. Y duró hasta el segundo año del rectorado del Padre Contreras que empezó a no querer pagar dicho dinero ni las reses por ocasión de un grande pleito que hubo por parte de los [principales] de los pueblos de Damilisan, Tapican, Oyungan, Bacauan, Miagao, Tan-agan y otros pueblos allí cercanos, que por agravios y vejaciones grandes se querellaron ante el alcalde mayor capitán Don Francisco Zúñiga. Y por vía de apelación interpuesta por el Padre Contreras, vino de la real audiencia una real provisión, cuyo original quedó en el archivo de Iloilo, para que los padres de la compañía sacasen el ganado que tenían en las tierras de los indios y pagasen todos los daños causados por parte de la estancia. En cuya conformidad dicho Padre Francisco de Zúñiga despachó mandamiento que después diré en su lugar. De manera que estos dichos doce pesos y medio se pagaron continuadamente desde el Capitan Esteban Rodríguez de Figueroa, quien los pagó, viviendo, al prior de
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Tigbauan y luego al clérigo [rauelo] a quien dimos dicho partido por falta de religiosos y haberse ahogado los ochenta que venían en las carabelas. Y cedieron dichos doce pesos y medio hasta el año de sesenta como consta por los libros de gasto y recibió del Convento de Tigbauan y Colegio de Iloilo. Y a la margen de su libro de data puso el Padre [choba] esta anotación. Estos doce pesos y medio no se pagan desde el tiempo del Padre Contreras si bien por el caso y en demanda de dicha cobranza hubo varias altercaciones, y los padres [priores] de Tigbauan, viendo que no se los pagaban, procuraban hacerse pago como mejor podían. Y en esta conformidad, el padre rector de Iloilo puso una demanda ante el padre Fray Juan de Borja que visitaba entonces esta provincia contra el padre Fray Bartolomé de la Torre por cuatro caballo que decía haberles hecho prender en la sábana. Y el general Padre Durán, que era alcalde mayor entonces le hizo la respuesta al dicho padre, diciendo que doce pesos y medio en cada un año hacían treinta y siete pesos y medio en un trienio. Y que si evaluasen los cuatro caballos, que a lo sumo valdrían cuarenta pesos. Y que si en esos topaba la demanda que con efecto daría el resto que eran veinte pesos. Con que no se habló más en esta materia, si bien nuestro padre Fray Alonso Quijano que era entonces provincial la primera vez, por la queja que se le dio sobre este punto, afeó reprendió mucho el caso. Y en una carta que escribió a los padres [priores] de Tigbauan y Guimbal, les mandaba que si hubiese alguna diferencia con la estancia que no se hiciesen pago a propia mano, sino que se remitiesen a unos conciertos, que firmó a grandes instancias del Padre Colín, los cuales eran totalmente contra el derecho parroquial de aquellos ministerios y del buen cobro de los [triulos] de su majestad y muy en favor de la dicha estancia.
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Y aún siendo de esta calidad dichos conciertos, el Padre Vicente Choba y el Padre Francisco Lados decían que no querían guardarlos ni estar a ellos, por decir no querían por medio ajeno, lo que por la propia sí tenían. Si bien en esto hubo de todo porque siendo alcalde mayor, el sargento mayor Juan Tirado y cortador Simón de Torres, a diligencias del prior de Tigbauan, se sacó una grande cantidad de tributos más de las cuarenta casas de reserva. [Mas] sin embargo no han querido desde entonces [acá] dichos padres de la compañía guardar dichos conciertos. Y de este punto se tratará más a la larga en su lugar.
Por falta pues de ministros religiosos para Tigbauan dio la religión dicho partido a un clérigo portugués llamado Ravelo, como dio otros muchos de esta provincia en interín como fueron Dumarao, Dumalag, Aklan, e Ibajay, Masbate y Binalbagan. En este intervalo murió el santo don Fray Pedro de Agunto
{primer obispo de estas islas que dio la jurisdicción espiritual a la religión de nuestro padre San Agustín en el ministerio de estas dos provincias de Otón y Panay, menos la villa de Arévalo que cedió a Don Beltrán de Ovalle}
y en el consejo se trocaron los nombres en las provisiones de los dos obispados de Cebú y Camarines porque por poner al señor don Fray Matías, que era fraile franciscano en Camarines, lo pusieron en Cebú y al señor don Fray Pedro de Arce en Camarines, con que ambos [lados] se desconsolaron, hallándose el agustino entre franciscanos, y el franciscano entre agustinos con que trataron entre sí de permutar como lo hicieron, informando a la real audiencia y al consejo de Indias para nuevas cédulas, y a su santidad para nuevas bulas. Entre tanto salió el señor don Fray Matías a visitar esta provincia. Y por no sé qué accidentes, multó al dicho licenciado Ravelo en una grande suma de plata y oro, y al fiscal mayor en cincuenta taeles de oro y a otros principales de dicho pueblo con lo cual, o sentido el dicho Ravelo o privado de beneficio, dejó el partido. Y los indios principales multados dejaron sus pueblos y se fueron a poblar en Bongol.
Por falta de ministro en dicho pueblo de Tigbauan y con haber ido a Manila el dicho Esteban Rodríguez de Figueroa, con ocasión
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de traer padres de la compañía para que fundaran en la villa de Arévalo y hallando su encomienda sin ministro, puso allí un padre de la compañía. Tenía con licencia del ordinario, el cual administró allí poco tiempo hasta que viniendo el señor don Fray Pedro de Arce a visitar esta provincia hizo volver dicho priorato a la religión, aunque dicho Esteban Rodríguez hizo grande empeño para que cediese a la compañía. Y entonces los principales que de Tigbauan se ausentaron por la razón dicha. Pidieron les hiciesen pueblo y ministerio aparte independiente de Tigbauan, como se hizo, fundando nueva encomienda y ministerio en Bongol. Y para que alcanzase al número bastante, se le [agregaron] los tingues de Otón que hoy se llama [Calabgao], la cual dicha nueva encomienda se le dio al capitán Don Juan de Zayas y dicho partido de Bongol se dio a religioso agustino. Y aunque el señor Don Juan de Silva hizo empeño para que dicho ministerio de Bongol se diese a los padres de la compañía, no pudo conseguirlo porque se opuso a ello el señor don Fray Pedro de Arce, alegando dos cosas. La primera que aquel nuevo ministerio constaba así en la cabecera como en las visitas de feligreses de San Agustín criados, baptizados y doctrinados por dichos padres. Y la segunda, una cédula de su majestad que prohíbe el que se mezclen los religiosos de una religión con los de otra. Véase el instrumento original del dicho señor don Fray Pedro Arce donde claramente lo dije. Más porque Don Francisco Vázquez, que era bienhechor de la religión, pidió para su consuelo, se le diese dicho partido por tener cerca a su madre y hermanos. Convino la religión en ello, dándosele por los días de su vida, y asimismo se le dio por visita al pueblo de Antique, de quien se desagregó la visita de Cuyo que se dio a los padres recoletos al mismo tiempo que