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estancia, con que el alcalde mayor sentenció en favor de los indios.
De la cual dicha sentencia apeló el Padre Juan de Contreras, rector que
era entonces, para ante los señores de la real hacienda donde
comparecieron los indios con poder que otorgaron al
capitán Don Juan de Arceo, encomendero que era de Miagao. Y
vino confirmada dicha sentencia por dichos señores con real
provisión para que se cumpliese y ejecutase lo mandado por
dicho alcalde mayor. En cuya conformidad proveyó nuevo auto para
que se pagasen a los indios todos los daños causados en
sus perros, sementeras, bueyes y vacas, como se hizo. Y asimismo
mandó por auto al mayordomo, caporal y vaqueros
que aventasen en el ganado a su asistencia antigua de Punta
de Naso, sacándolo de Tapican y Damilisan, lo cual
no se ejecutó enteramente. Antes escribió el padre rector de Iloilo
a Manila cómo los padres priores de Tigbauan y Guimbal habían
causado aquel alboroto por sus fines particulares, y que eran
enemigos de la paz. De la cual queja resultó que el provincial
de la compañía se valiese de Manuel Estacio, que era el privado
del señor Don Diego Fajardo, y tenía sus hijos en el
Colegio de San Joseph. El cual dio la queja muy criminosa
a nuestro padre Fray Gerónimo de Medrano, quien considerando
como principal que era, que podía serle de grave inconveniente
el tener disgustado al dicho Manuel Estacio, se determinó
sin atender al informe que le hicieron los padres priores de Tigbauan
y Guimbal a escribirles una carta harta pesada.
Y por satisfacer a dicho Manuel Estacio se la dio abierta.
Y éste al provincial de la compañía de cuya mano vino al padre rector
de Iloilo. El cual la entregó abierta como venía a dichos
padres priores de Tigbauan y Guimbal, los cuales antes de
recibirla tenían entera noticia de lo que en ella venía
porque en Iloilo se había leído públicamente, haciendo