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para matar al dicho padre ministro mientras dijese misa. Lo cual
no consiguió porque el dicho padre estaba prevenido y él se ausentó. Por cuya
causa envió el alcalde mayor a prenderle por mano del ayudante Juan de Savala.
Y estando preso, intercedió por el dicho padre ministro para que no fuese
a galeras sino que antes le diese libertad, amonestándole que viviese
bien y dejase la segunda mujer, la cual tenía escondida en el monte
dando por excusa que ya la había despedido. Desde esta ocasión se fue este
tal Mateo a vivir a Suaraga.

Compuestas ya las cosas y sosegado aquel motín o alzamiento, se volvieron
los indios a poblar sus pueblos y fabricar sus casas de nuevo como mejor
pudieron con perjuicio de mil y más tributos que no pagaron aquel
año, de muertos ausentes, según [constó] por las cobranzas de las encomiendas.
Más un barangay entero de la encomienda de su majestad de Tigbauan, cuyo cabeza
era un principal llamado Gregorio y vivía con todo su barangay en Oyungan,
pueblo antiguo del rey no le consintieron de parte de la estancia que volviese
a poblar ni labrar sementeras, él ni sus sácopes, en el dicho paraje de
Oyungan, tierra suya antigua, por decir que aquel paraje era ya
de la estancia. Mas que si querían volver, había de ser con condición
que entrasen a ser sácopes de la estancia. Este dicho principal se presentó ante
el alcalde mayor, pidiendo restitución de sus tierras. Y respondió el padre rector
de Iloilo que su majestad mandaba que no se consintiese a los indios
vivir en rancherías cerca de las haciendas por el bien común. El dicho principal
gastó algunos reales con su petición y, no teniendo más que gastar, desistió de la
demanda. Y por volver a su tierra, se metió a sácope de la estancia, él
y todo su barangay. Vive aún este dicho principal Gregorio que está hecho sácope
de la estancia, que diga dónde está su barangay, y a quién ha pagado
el tributo de veinte y ocho años a esta parte.

Dio aviso de todo el dicho alcalde mayor al señor Don Sabiniano. Y como aquel alboroto
estaba ya sosegado y al mismo tiempo el prior despojado de Tigbauan
se embarcó para Manila a dar cuenta de su persona. Cuando
llegó allá, ya estaba el caso muy criminoso con más circunstancias
de las que acá habían pasado. Y el Padre Miguel de Solana de la compañía le
prometió a dicho señor Don Sabiniano que como su señoría diese a la compañía
los dos partidos de Tigbauan y Guimbal; que se obligaban los padres a [apaciguarlos]

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