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de las dichas islas Filipinas que guarden
y cumplan y hagan guardar y cumplir y ejecutar
precisa e inviolablemente la cédula
aquí insertas según y cómo en ellas se
contiene y declara, sin innovar, alterar ni
remover en cosa alguna lo que en ellas se
dispone. Y mando no embargante cualquier
otra orden que haya que así conviene a mi servicio.
Y de lo contrario me daré por desservido.
Hecha en Madrid a treinta días del mes
de septiembre de mil seiscientos y treinta y
nueve años. Yo el rey. Por mandado
del rey nuestro señor. Don Gabriel de
Ocaña y Alarcón. Y por haberse tenido
noticia en mi consejo real de las Indias,
que en contravención de lo dispuesto
y determinado por las cédulas en esta
insertas, y en grave perjuicio de los vecinos
y naturales de las dichas islas Filipinas,
en el arqueamiento de las naos que
hacen los gobernadores de ellos reparten su
carga a la gente de sueldo, estándoles prohibido
y ocupan mucha parte de las toneladas
en sus intereses y de sus aliados
y dependientes. Conque las más veces
carecen de carga los vecinos aunque
hayan registrado sus mercaderías
y se hallan obligados a pagar
fletes a los oficiales de las naos sin
gozar de la gracia que les está concedida