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otoño de tantos mártires, parece que se olvidó
de las flores que en la China solo aprecian
en la primavera de tantas esperanzas.
Pasados casi más de cien años desde la primera
entrada en la China del Padre Fray
Martín de Rada fue nuestro señor servido de resucitar
en algunos religiosos de la provincia aquellos
antiguos intentos de pasar a la China, pero
los medios se representaban tan difíciles, que
hacían parecer imposible la consecución de
su fin, y se tenía por materia de visa solo
el polaticar de esta materia, pero las con-
veniencias, y aún la necesidad parece obligó
a algunos religiosos no solo ha proponerla
más ha tratarla muy deberás entre ellos
fue nuestro señor servido de que me hallase
yo, y si bien en el espíritu era inferior a to-
dos, no me juzgaba tal en orden al mane-
jo estorbó de la negociación, dos cosas empero
me de tenían, la una no conocer en mi
alguna minima suficiencia para pasar a la
misión de la China cuyas dificultades tenía
por insuperables, y cuyos trabajos se me
representaban gravísimos, aún mayores
de lo que los tengo experimentados, pero estas
persuasión solo me convencía para no in-
tentar introducirme a misionero, no pa-
ra dejar de procurar que la misión por otros
religiosos mejores que yo se efectuase, no per-
diendo en el manejo de este negocio el
conocido, y no merecido favor que tenía en
nuestros padres provinciales presente y absoluto
por haberlos servido de secretario. La segun-
da cosa que me detenía y acobardaba era
ver la falsa de medios que entonces se sentía,
así por parte de los religiosos, de que estaba
la provincia muy necesitada, como por parte
de los subsidios temporales, que casi imposibi-
litaban los crecidos empeños que la barcada
antecedente había ocasionado, no obstante
estos cosas los impulsos interiores, eran tan va-
lientes, y repetidos que llegue ha tener por culpa
grave la omisión en este negocio, el cual con-
municado con personas de dentro y fuera
de la religión fueron de parecer que no de-
base de aplicar efectivamente aquellas dili-
gencias, que yo juzgase favorables al despa-
cho de la misión de la China y por que no pa-
reciese que guia de lo mismo que proponñia
por conveniente, que me ofreciese yo por uno
de los primeros misioneros, en defecto de
otros sujetos que fuesen más apropósito para
la empresa, creyendo de la fidelidad de nuestro
señor que o ha partiría de mí este empleo, o me-
daria caudal para ejercitarlo en caso que
para el los superiores me escogiesen en esta
no conocer en mi conformidad escribí un papel el en que así?
Ver, y de otras personas de mejor talento, pro-
be con toda evidencia no solo convenien-
cia, sino la precisa necesidad que había de que
la Agustínos tomase sobre si esta carga, y
con efecto fundase una misión en la China
este papel lo presente al difinitorio del capí-
tulo que se celebro el año de 1680 en que yo
me hallaba difinidor, y por esto mismo me
fue mas penoso, por haber de tolerar personal-
mente la nota que el difinitorio quisiese
ponerle, la cual fue la misma que yo me-
Prometía, y la razón parece que dictaba
respondieron los Jesuitas que las razones eran
fuentes y no se podía negar que era necesa-
ria la misión de la China, pero que si al pre-
sente aún no había suficientes ministros
para las doctrinas, que tiene la Provincia
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