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Mi padre Fray Álvaro de Benavente y señor mío
[P.C.]
La de vuestra reverencia que vino este año por Fo kien recibí, y con ella el sumo consuelo que tengo de saber de su salud, menos el asma, que siendo originada de causa fría como vuestra reverencia escribe, no faltando canícula en Manila, no irá tantas veces a la horca. Aquí nuestro Fray Blas padece bastantemente de este mal, y vuestra reverencia le dio el alivio cuando le aprietan los cordeles con los cigarrillos de [Hien Kie], y muchas veces le he oído dar las gracias a quien le enseñó el remedio. Por acá ha Dios bendito por todo. No hay al presente enfermos de consideración, aunque no le falta a cada uno sus achaques, que la China bien sabe vuestra reverencia que cría malos humores. Las nuevas que este año nos enviaron de Manila todas fueron unas peores que otras, y más con la pérdida de dos naos y una arribada. Consideramos los moradores de esa tierra bien afligidos y castigados con fuerte mano del Señor. Y si los seculares lloran pérdidas y desgracias, no hay duda que lo mismo pasará en las religiones, sintiéndose y experimentándose el común trabajo. El Señor nos acuda a todos por su infinita misericordia.
La falta de los viajes de Manila a la Nueva España habrán detenido y frustrado las diligencias que hacen las religiones con el gobierno para acudir a estas misiones, dando noticias a nuestro rey, para que acuda por nosotros con el remedio a Roma. No sé si pudo lograrse alguna vía pasando la noticia a España. Vuestra reverencia nos avise de este punto para nuestro consuelo. Este año que esperábamos por la vía de Portugal algunas novedades, y más con la venida del [Min Lao Ye] a China nos hemos quedado tan a oscuras como antes estábamos. Primero publicaron los padres de la Compañía, que ya estaba en Macao, la revocación de los vicarios apostólicos con otras órdenes de Roma. Llegó el Padre Grimaldi a China y no mostraron nada, diciendo [que] lo traía todo otro padre que venía detrás llamado el Padre Espínola, y su padre compañero un portugués, el Padre Sa. Murió el Padre Espínola en el viaje de Goa a Macao y quedó su compañero con los papeles que traía. Llegó este a Macao, y pensando saldría luego a luz
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a luz el decreto revocatorio de vicarios apostólicos, que es el que les importa a los portugueses para sus intentos, hasta ahora no hemos visto nada. El señor obispo de Macao quiso publicar un jubileo en Cantón, nombrando primero por vicario de vara al Padre Turcotti. Resistióle el señor provicario Don Luis de Cisse, diciendo que a él le pertenecía el ver la bulla del jubileo y publicarlo hasta que le mostrasen nula su autoridad con decreto dimanado de la silla apostólica, y que si lo tenían se lo mostrasen luego, que él estará pronto a obedecerlo. Esperaríamos [que] se [concluya] el pleito con él, mas no ha aparecido hasta el presente, aunque el señor obispo de Macao certifica haberlo visto y leído. Por último el jubileo se ha quedado sin publicar en nuestras iglesias, impidiéndole el [Señor] de Cisse, y sólo los padres de la Compañía lo publicaron en su iglesia. Este obrar nos causa admiración, no pudiendo penetrar el misterio de decir [que] hay decreto [revocatorio] de vicarios apostólicos, y no querer sacarlo para fuera los portugueses y más, viéndose el señor obispo de Macao atadas las manos para no poder ejecutar lo que pretende de jurisdicción. Algunos discurren que lo que se dio en Roma en favor de los portugueses no es a su gusto, y aunque acaben los vicarios apostólicos, deben de quedar las misiones con alguna particular disposición en favor de los misionarios, y de disgusto para los portugueses padres de la Compañía. Las noticias no han llegado por ninguna vía. Si en Manila se sabe algo vuestra reverencia nos avisará. Y si no, esperamos siempre algún buen efecto de lo que en nuestro favor trabajare nuestro Rey Carlos, que Dios guarde.
Lo que traían de nuevo el Padre Espínola difunto y el Padre Sa, su compañero, fue una carta que los padres de la Compañía diligenciaron en Roma del pontífice para el emperador, agradeciéndole el favor hecho a los ministros europeos. Acompañaron la carta con un [zaguate], que buscó la Compañía, diciendo que el Papa lo enviará de particular afecto y memoria. Dio aviso el Padre Min al emperador luego que llegó a la corte, diciendo ser muerto el padre que lo traía y [] que dispusiese Su Majestad lo que gustase. Despachó el emperador un [tapi] de la corte, con orden que fuera a Macao acompañado del virrey y otros mandarines de Cantón, ordenándoles [que] hicieran al difunto su ceremonia de sentimiento de su muerte, y recibiesen la carta y la
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y [zaguate] del Papa, y lo trajeran a la corte. Todo se ejecutó puntualmente, y la carta y [zaguate] va caminando hacia la corte, sucediendo más bien de lo que se pensaba, aunque no sabemos de qué cosa hará más estimación el emperador: o del [zaguate], o de la carta del pontífice.
Las historias de padres de la Compañía en la corte entre franceses y portugueses ya vuestra reverencia juzgo que tiene noticia por el padre Fray Agustín. Pasó el negocio bien adelante con notable escándalo público por las descomuniones que echó el Padre Pereira a todos los cristianos que iban a comunicar con los franceses, diciendo que si morían en tal mal estado serían privados de eclesiástica sepultura. Fue la cosa tan pública que dicen que el emperador y los [muon chens] ya saben hoy la materia de descomunión. Mucho se ha temido alguna destrucción de esta misión originada de ellos mismos. Si el emperador no fuera tan político y prudente tratando de aprovecharse de unos y otros en su servicio, el Min Lao Ye dicen que traía autoridad de su general para componerlo todo, ello dirá. Lo que sabemos es que los padres franceses son los que más reinan en la gracia del emperador, de quien nuevamente han conseguido un grande territorio, cerca de la casa que tienen, para en el fabricar una iglesia grande.
El socorro nuestro y de vuestra reverencia que vino por Fo kien está ya, gracias a Dios, en casa. Que fue muy acertado el enviarnos algo por allá, pues faltando el barco de Cantón, todo falta, y así paciencia y aguantar esperando el mejor tiempo. El señor obispo de Argolís, sin bullas y sin sustento, ni juzgo que lo tendrá mientras quiera ser obispo de Portugal, pues el de Macao se lo dan los nobles hidalgos de la ciudad, amenazándoles con descomuniones. Harto me he alargado en esta carta, y porque podrá ser [que] no escriba tanto a otros. Suplico a vuestra reverencia [que] la comunique a los amigos y deseosos de saber algunas cosas de China, no olvidándose de nosotros en sus santos sacrificios y oraciones, recibiendo las saludes que todos le mandan. Y a Dios que a vuestra reverencia guarde. Cantón. 20 de noviembre de 1694.
De vuestra reverencia humilde siervo y más afecto Fray Jaime Tarin