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firmar una carta que en recomendación y crédito de su persona y servicios
supuestos y falsos, dispuso con la mano y poder de sus oficios, valimientos
y privanza que ocupaba en la gracia del dicho señor gobernador
Don Diego Fajardo. Los regidores Don Juan de Salinas, Don Fernando
de Contreras y Don Diego de Morales los hizo desterrar de esta ciudad.
Y que el dicho Don Fernando murió en su destierro de la pesadumbre
e incomodidades que padecía por haberla enviado a las Fuerzas de
Zamboanga, muy distante de esta ciudad. Le impongo culpa y lo remito al final.

12. En cuanto al cargo duodécimo que se le hizo sobre haber tratado
y hecho tratar con inhumanos rigores y crueldades, en las prisiones
en que estuvieron, al Factor Iñigo de Villareal y a los sargentos mayores
Don Rodrigo de Guillestigui, Diego Felipe de Rivera. Y que por
causa de las dichas crueldades, murieron en las dichas prisiones, cargados
de grillos y cadenas, y asimismo a Don Alonzo Centeno, General
Cristóbal Romero, Capitán Juan del Castillo, Blas Polo, escribano
real. Y a Doña Lucrecia de Salazar Maldonado, remitiéndola desterradas
de esta ciudad a la provincia de Cagayán con el Capitán
Gregorio de Dicastillo, confidente y hechura del dicho Manuel Estacio,
a quien hizo instrumento de estas rigores, ordenándole por cartas los
que había de usar con la susodicha. Por lo que incluye este capítulo
o cargo tocante al Factor Iñigo de Villareal y sargento mayor
Don Rodrigo de Guillestigui, le absuelvo de la instancia de este
juicio al dicho Manuel Estacio, reservando como reservo su derecho
a salvo al real fisco, y a quien fuere parte legítima por
los dichos Factor Iñigo de Villareal y Don Rodrigo de Guillestigui
para que sigan su justicia contra quien y como les convenga. Y
en cuanto a las demás personas inclusas en este dicho cargo
o capítulo, declaro por culpado al dicho Manuel Estacio
y lo remito al final.

13. En cuanto al cargo decimotercio que en las causas
criminales y capitales que actuaba como juez que decía ser
de la guerra en primera instancia, el dicho Manuel Estacio
se apasionaba contra los reos, hablando en público grave
y pesadamente contra ellos para que no hubiese quien
se atreviese a testificar en los descargos y defensas de los
dichos reos, reconocida su indignación. Y que inducía,
intimidaba y amenazaba los testigos que examinaba
o llamaba para la averiguación de las sumarias y
que hacía poner y añadir más de lo que los dichos testigos