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éscribia el Atalaya, por evadirse de la presun-
cion, que como siempre, se hace de él, como
de escritor conocido en tales y tales clases de
papeles. Sepa el publico de que Jose María
Pachece, es hijo de su hombría de bien. Ja-
mas Ia labrado fortuna como escritor mercena-
rio siempre ha dependido de la confianza que
la inspirado su conducta. Sepa el señor Mi-
randa, que Pacheco tiene tan buena delicadeza
como él y cualesquiera, y defenderá su honor
como lo haria todo hombre honrado — Si él sa-
be tirar la piedra y esconder la mano; yo no
la tiro por no esconderla; ni jamas demostraré
semblante adulador, risueño y ocultador de la
negra traición, á presencia do los mismos con-
tra quienes quiera armar redes. Soy hombre
franco, y por consiguiente jamas sé encubrir el
resentimiento que tengo. Si por algún motivo
quiso el doctor Miranda vengarse de mi, pudo
hacerlo de hombre à hombre, y no inventar tan
atroz calumnia como la presente; calumnia que
protesto perseguirla como hombre franco, y no
de reveces. Paso à demostrar las razones por-
que no puedo ser el Editor del Atalaya
1a. Por empleado en una oficina que no
deja por su recargado despacho, lugar para de-
dicarme à un periódico que demanda una aten-
cion esclusiva. Mi sueldo no es mas que de
[45 $ 6.5 reales:] otra prueba de que no puedo
ser escritor; pues quien gana solo esta suma ri-
dicula, no puede costear lo que vale sesenta y
ocho pesos al mes, como por lo menos cuesta
la impresión de 4 pliegos incluso el papel; y
aun cuando ganase 100 pesos primero el mi sub-
sistcncia, y no por pagar por escribir, me que-
daría sin atender a las necesidades de mi casa.
2a. El señor Miranda no manda en la im-
prenta, ni puede mandar, pues no es dueño ni
administrador, para ver los papeles que se im-
primen: ¿y como sabría, este buen hablador de
lijereza, que yo soy el autor del Atalaya? Pue-
de probármelo? Lo desafio à ello. Para per-
suadir que no es él Editor del espresado, no
tenia necesidad de enredar à otros. Si no po-
dia escribir, claro es, pues ni en la Minerva,
por la que mama cincuenta pesos mensuales, es-
cribe una oracion.
3a. Carezco de lugar, de dinero, y de lu-
ces, para sostener un periódico como el Atala-
ya. Me ha honrado demasiado el señor Miran-
da haciéndome Editor. Si verdaderamente lo
fuese, me descubriría lisonjeándome de ser un
buen patriota, animado de bastante espíritu pú-
lico, pues todos los rasgos. Editoriales que he
visto en los números de UU. son decorosos, de-
centes, y patrióticos. Que hayan remitidos fuer-
tes, no me atrevo à decir, que sean obras de
UU. mismos; pues en este caso seria un abuso,
porque los de muchos se mezclarian entré aque-
llos, y quien escribe, debe escribir editorialmen-
te cualquiera cosa, como lo ofrecieron UU. en
su prospecto.
Exijo pues, del señor Miranda, me dé, si es
hombre de bien y si no es calumniador falso,
una satisfacción en el numero siguiente, al en
que se inserte esta vindicacion. En caso con-
trario protesto perseguirlo por la ley, tendrá que
sujetarse á un juicio, ò satisfacerme al menos
delante de veinte personas decentes.
Tengo el honor de ofrecer á UU. señores
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editores, consideracion del mas alto [...]
con ellas me subscribo atento S. S. Q.
Jose Maria Pachece.
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Señores editores. Vayan dos Anecdotítas po-
que sirvan. las [...]
...................................
En 1486 el obispo de Meaux presentó á la
facultad teológica de Paris muchas proposiciones
para su censura. La 5a. estaba concebida en
estos terminos: No hay, sino es san lbo, salvo,
entre los abogudos. Esta proposición es verda-
dera, dijo la facultad. La 7a. decia: Los boti-
carios las armcros, los medicos, y aquellos que ha-
cen profesión de otros oficios, irán al Parayso; si
ellos son llevados por todos los diablos, ó sobre la-
cola de un mulo. Esta proposición, dijo la fa-
cultad: es temeraria, y presuntuosa.
Un cura de Brescia, habiendo leído en su
directorio, ó Almanak estas palabras, Sol in can-
cro; creyó, que este era algún nuevo santo, cu-
ya fiesta, habia instituido su obispo. Previno à
su Maestre escuela en estos términos: Nosotros
haremos hoy memoria, de sun Sol in cancro; y
como yo no encuentro ni oracion, ni antifona pa-
ra esta fiesta, yo saldré del caso como quiera
Dios: na tengáis cuidado. En efecto, cantadas
les vísperas, nuestro Pastor, se apresuró à gri-
tar en un cantó muy melodísoso, y sobre el to-
no O filü, et filiae &c. (porque era el tiempo de
Pescua) Sol in caneris, Sol in canero, neque már-
tir neque virgo, erat tamen bonus homo, Sol in
cunero. Amus D. Filos.
No permita Dios que tengamos curas, co-
mo el de Brescia; y si hay algunos en la Dió-
cesi, estudien, con este ejemplo. El curioso.
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SEÑORES EDITORES.
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AI fin la Sinodo habló
Y si algo dijo, en substancia
Es una erasa implicancia
La que en su octava encerró;
Porque según creo yo,
Los sabios de qué es compuesta
Saben que la materia esta
Tiene claras desiciones,
Y las interpretaciones
No son aqui la respuesta.
El Concilio Tridentíno,
El Papa san Pío Quinto;
Y sin salir del recinto
El Cardenal Lambertino
Que fue por orden Divino
Benedicto catorceno
Deciden judicio pleno
Que el que es reprobado, no
Puede ser cura; y yo
Con esto quedo sereno
El mismo curioso.
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Señores editores: se han propuesto UU. lle-
nar su periodico Atalaya con comunicados;

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