A Digital Repatriation of a Lost archive of the Spanish Pacific: The Library of The Convent of San Pablo (Manila, 1762)

Pages That Mention Juan

Información del milagro del panecito de San Toletino

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{Al margen izquierdo: Declaración de Luis Alangan}

En el pueblo de Panay en doce días del mes de febrero de mil y seiscientos y veinte y cuatro años el dicho Padre Fray Antonio de Porras juez y vicario de este dicho pueblo para la dicha averiguación hizo parecer ante sí a Luis Alangan indio natural de este pueblo de Panay para le tomar su declaración del cual mediante Don Carlos Mayrug intérprete fue recibido juramento y lo hizo por Dios nuestro señor y una señal de la cruz en forma de derecho y declarando el susodicho por el tenor del auto que está por cabeza de esta información: Dijo que lo que pasa en el caso es que un día miércoles como a las diez de la mañana estando este declarante [rozando] y haciendo su [cayngin] para a su tiempo sembraros en términos de Cariotan y juntamente con él un hijo suyo llamado Juan y Buyayao su esclavo en [trasvosados] muchachos acertaron a descubrir y topar con una laguna pequeña en el mismo lugar donde estaban haciendo el dicho [cayngin] y entraron todos tres en ella para efecto de pescar y este declarante apercibió a los dichos muchachos que si cogiesen algunos pescados llamados Poyo no los metiesen en la boca para les tronchar las cabezas y matarlos como se suele haber entre los naturales a causa de que no les sucediese alguna desgracia entrándoles en el gaznate y morir de ello según que otras veces había sucedido a algunas personas. Y habiendo dado este consejo acertó este declarante acoger uno de los dichos pescados al cual revolviéndolo en su [chininas] que llevaba puesto para intentarlo matar y troncharle la cabeza con sus dientes en el mismo instante antes que llega el [con] a su boca rompió el dicho pescado por la parte y lugar donde estaba en la dicha [chinina] y saltando de improviso dentro de la boca de este declarante se le entró en el gaznate quedando atravesado y tan atorado en él que no le fue posibles poderlo despedir de allí aunque hizo mucha fuerza para tragarlo y viéndose tan atribulado y [que] el dicho pescado le ahogaba mandó al dicho Juan su hijo y al dicho Buyayao su esclavo lo [trajesen] a este dicho pueblo

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Al Virrey de la Nueva España, sobre la jurisdicción que han de tener en Acapulco los generales y almirantes de las naos de Filipinas para castigar a sus marineros y soldados en tierra.1638, 1670, 1707.

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Francisco Joseph de Leon.

Francisco [Juan] Leon.

A Doctor [Juan].

[Guardia sargentos ca. y s.s]

1-2-121.

[Guemas] Loperez Islas

Tho

Tomás

Amigo

[Guardia sargentos]

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Sobre las mentiras de Don Juan de Rosales, escrito por el General Don Franco de Figueroa

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a ver si a cierto cuidado no nos cojan. Diréis no gobierna lo militar el Señor Coloma, aunque firma primero y es más antiguo, porque el padre comisario pidió a Don Juan Manuel no gobernase. Juan, como mentís tanto, juzgo no han de creer que el padre comisario tal mandase. Porque si no ha estado impedida la persona, no lo ha estado como lo puede estar en el ejercicio y beneficio a ella. Anexo por cédula de su merced. Segundo, si no queda impedido para el gobierno político que es más, como para lo militar que es menos, ni digáis que del militar se podía recelar peligro, lo uno porque de armas españolas nunca se recela peligro en lo católico y sagrado, lo otro porque esas armas estaban y están siempre sujetas al gobierno superior político. Y quedando el Señor Coloma por gobernador superior a ellas, siempre quedaba a su mandado. Veis como por todas partes estáis cogido.

Pero quiero daros de barato que no lo estéis y que el Señor Coloma pase por impedido con que lo está el Señor Mansilla. Tenéis por hay otro auto que fingir del padre comisario porque si no, por Dios, que ha de ir allá otro argumento cornudo, y es

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Celoso imprudente, anotaciones y memorias del Padre Fray Pedro Mesa

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el padre Fray Antonio Carrión. Y les hizo un razonamiento tan elegante que ni Marco Tulio le igualara porque lo primero les significó el caso de la carta tan pesada que su mismo provincial en su mismo negocio les había escrito cuando debiera darles muchos agradecimientos. Y lo segundo que dos años antes había escrito el señor Don Diego Fajardo otra carta mucho más pesada al Sargento mayor Palomino, gobernador de Zamboanga. Y ambas a dos cartas las ocasionaron quejas de dos padres de la compañía: la primera por el Padre Juan de Contreras, rector de Iloilo, y la segunda por el Padre Alejandro López, rector de Zamboanga. Y por último se puso a rodillas el dicho general y les pidió a los dichos padres que por amor de Dios les excusasen de aquel lance, y que no permitieran que lo que había ganado de tantas veces de honra y reputación lo perdiese en sola una. Con esto y otras razones que había de parte de dicho vicario provincial, se dejó el negocio y fueron tomando otro cuerpo las materias.

Era ya gobernador en este tiempo el señor Don Sabiniano. Y por causa de las continuas pérdidas de naos que hubo en su tiempo y no tener con que socorrer la infantería, mandó que en todas las provincias se eligiesen maestros de campos, sargentos mayores capitanes y demás ministros de guerra, a los cuales cobrasen la media anata y se remitiese en reales a Manila. Lo puso en ejecución en esta costa de Oton el dicho general Don Francisco de Atienza. Y con esta novedad, echaron una voz los sácopes y vaqueros de la estancia de los padres de la compañía, diciendo que la orden del gobierno que se había ejecutado en alistar compañías y oficiales de los indios era para llevarlos a todos hombres y mujeres al puerto de Cavite. Los caudillos de esta facción fueron Mateo y otros sácopes de la estancia. Con esto se alborotaron todos los indios y tomaron las armas con intento de defender a sus personas, hijos y mujeres. Juntó el dicho Mateo y otro Juan, su compañero, hasta cien hombres y en una tropa acometían a los pueblos, quemándolos, robando, forzando mujeres y matando hombres. Quemaron en esta ocasión los pueblos e iglesias de Tapican, Damilisan, Oyungan, Bacauan, Miagao, [Ottas] Tan-agan, Samalague, Rumbang y Lanot, con otros

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muchos, amenazando de muerte a los que no les [quisiesen] seguir. Con esta tropa acometieron a los conventos de Tigbauan y Guimbal donde se defendieron y los rechazaron Don Fernando Sulabao y Don Miguel Pagontalan, sus gobernadores, y a balazos los hicieron retirar. Con esto, y viendo que de Iloilo venía el castigo, se hicieron fuertes en un monte.

Tres semanas había que había llegado el Capitán Francisco de la Rea a suceder en estos oficios al dicho general Don Francisco de Atienza, a quien envió dicho nuevo alcalde con una tropa a castigar y reducir a los alterados. Los cuales unos daban por descargo que los traían forzados, Mateo y sus secuaces. Otros decían que, porque los querían llevar al puerto de Cavite. Y por último el dicho Mateo y dicho Juan cargaban la culpa de su alteración al padre prior de Tigbauan. Si bien no probaban cosa alguna más que decir que les hacía muchos agravios. Se dio parte al padre vicario provincial para que hiciese los cargos a dicho padre prior de Tigbauan, el cual respondió y probó enteramente que a Mateo envió a prender porque, estando actualmente casado y viviendo la primera mujer en Ajuy, se casó segunda vez en Damilisan. Y a Juan lo había castigado porque dejó a su mujer y estaba públicamente con otra. Pero lo que resultó de todo esto fue que a estos dos malhechores, después de haber quemado tantos pueblos e iglesias y causado tantos daños, les hicieron capitanes. Y al padre prior de Tigbauan le quitaron el priorato sin más razón que decir convenía hacerlo así para sosegar aquel motín. Mas no se aquietaron los dichos Juan y Mateo porque prosiguieron ambos mucho peor que de antes, diciendo en público que habían de matar al dicho padre prior que los había castigado. A pocos días murió mala muerte. El dicho Juan y Mateo se fueron a vivir a Bugasong ya en el pueblo, ya en los montes. Y buscándole el padre ministro para que se confesara porque constaba por el padrón no haberlo hecho, le reprendió en la iglesia, previniéndole se preparase para el día siguiente después de misa confesarse. Mas él se previno con otros dos compañeros

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