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Carta de Fray Álvaro de Benavente al Padre Zamora desde Cantón, 1684.
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que no admita epiqueia) ha esto digo, que se considere el desamparo de estas misiones, y que si hay mala intención de la otra parte (que quizá no abra y yo no juzgo esto) es cosa dura dejarles libre un campo en que fuero de la Compañía que amas de 100 años, las demás religiosos de Sto. Domingo y San Francisco trabajan más a de 50, nosotros casi nada hemos trabajado, mas entiendo que lo que a nosotros se ordenaré, se ordenará a todos; y cierto que si esto se ordena, con ser así que casi todos, en general hablo, estamos, violentos en cuanto toca al natural en este Reino, y cada uno desea un resquicio para poder escapar del, sin descontentar a Dios y su conciencia, con todo es materia, que por lo que toca a lo sobre natural nos ha de quebrar el corazón, y no menos a los Agustinos que a los demás por que no se siente aveces menos la muerte de un hijo niño que la de un hijo adulto, antes en los padres suele ocasionar mayor dolor, y más si daban de si esperanzas; resolución es esta que todos juzgamos se debe antes pesar, y considerar mucho pues de ella pende el bien de un tan gran imperio, y si hay malicia de la otra parte, aun es más ponderable. Y cuanto a lo temporal dejado esto totalmente a los franceses, si sube alguno al estado que los padres Juan Adamos Chel y Fernando Verviest dicho se esta lo que se puede temer. Mejor ponderará vuestra reverencia padre nuestro y otros prelados de esas islas, quero esto, y así bástame haber apuntado estos inconvenientes:
Supuesto todo lo dicho me atreveré ha decir una alcaldada confiado en que vuestra reverencia padre nuestro me sufrirá cualquier necedad, y más estando tan acostumbrado ha tolerar disparates mios, y han digo que lo que parecía de menor inconvenientes. Que supuesto el empeño de la Sede Apostólica, y la poca esperanza que hay de que ni por intervención de su majestad católica se temple, antes si se irritemas, como ha hecho con las instancias de Portugal, y supuesto que el Señor Pallu procede con toda sinceridad, y no confines ocultos y deseo de echar de aquí los regulares, pues aunque se ofrezcan algunas sospechas, no es justo sin mayor fundamento y prueba creer esto de un obispo, ha quién en salza consumas alabanzas la Sede Apostólica aprobando Su Santidad, Zelo y demás virtudes en estas suposiciones los prelados de esas islas podían (con despachos Implicados) proponerle los inconvenientes de la ejecución de los decretos, y la imposibilidad moral de que los españoles se sujeten aquí a ellos, y juntamente proponerle alguna forma de concordia al modo de la que los regulares párrocos tienen con los señores ordinarios de Filipinas o ha modo de la que tienen con los de la America, de suerte que la autoridad de los vicarios que dase, reconocida, y los regulares que da sen con gobierno durable y tolerable, y pacifico, para en adelante, lo cual si el Señor Pallu quisiese admitir, asi el, como el Señor Argolicense (de quien tenemos alguna confianza por ser regular, y decirse no lea gradan las disposiciones francesas) y el Señor Basilitano, y las religiosos podían proponerlo a la Sede Apostólica, para que viniese en dicha concordia, y así parece se obraba a los grandes inconvenientes, que se ven en los otros caminos, y si el Señor Pallu no quisiere oír concordia alguna, sino con fuentes dictamen es llevan adelante lo comenzado delante de nuestro señor me parece se justificará más la causa, y de aquí a que por parte de los prelados se le propongan esta concordia aquí procuraremos pasar lo mejor
Carta de Juan Bautista de Olarte desde Macau al governador de Philipinas. 1709.
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fue el señor don Fray Álvaro a Macao, no porque seguía el dictamen del dicho señor patriarca, sino por ser ministro inmediato de la sede apostólica, (salió de China por quitar la nota que podía haber). Fue le a visitar dicho señor don Fray Álvaro, y no se dejó ver. Escribió le, y respondió le dicho señor patriarca una muy cruda carta, porque no seguía su dictamen. Con estos y otros trabajos, fue servido nuestro señor de llevarle para sí al dicho señor don Fray Álvaro a 20 de marzo, próximo pasado. Y adviértase que haberle resistido en la ciudad de Macao al dicho señor patriarca ha sido por no haber manifestado el poder que trae de su santidad sobre dicha ciudad de Macao y tierras sujetas a la corona de Portugal.
Por julio, del año próximo pasado, dicho señor patriarca publicó un edicto en que manda con censuras reservadas, así que ningún sacerdote clérigo o religioso pueda entrar ni salir de China sin su licencia y que ningún superior de cualquier religión que sea pueda gobernar a sus súbditos sin licencia especial suya.
En el reino de Tun king, confinante con el de China, hay dos vicariatos apostólicos. El uno es de un clérigo francés que juntamente es obispo titular con otro obispo también clérigo francés con la futura sucesión y cuatro o cinco clérigos franceses y algunos naturales también clérigos. En el otro vicariato estaba un padre domínico milanés también obispo auxiliar [ha cerca] dos años que murió, y el señor patriarca nombró por vicario apostólico en su lugar al padre Fray Juan de Santa Cruz, domínico natural de cerca de Valladolid en Castilla la Vieja. A este todos los ministros de su vicariato le han dado la obediencia como a tal, menos los padres de la Compañía que se han resistido, diciendo que aquel reino es del patronato real de Portugal, y así que no le han de reconocer por vicario apostólico hasta que venga decidido de Roma, adonde apelaron.
En el reino de Cochinchina, que se sigue a el de Tun kin, está por vicario apostólico un clérigo portugués de la India, y tiene otro obispo clérigo sucesor suyo. Este reino hay pocos clérigos franceses y algunos padres de la Compañía, y entre ellos el Padre Juan Antonio Arnedo de la Compañía de Jesús y natural de la ciudad de Tarazona en el reino de Aragón. Este es muy estimado del rey por la matemática del rey, y ha servido y sirve