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creyó posible y llamó en su auxilio á Bermudez
y Pando. ¡Bermudez! ¡el compañero del -general
La-Mar en la adversidad, el que recibió su úl¬
timo aliento para venir luego à someterse al
perseguidor de entrambos! Parecia llamado por
el voto popular para ocupar la presidencia; pero
él identifica su causa con la de su enemigo, se
somete á él y le jura ser su fiel servidor. Ni
la naturaleza ni la religion inspirarán jamas un
sentimiento ignoble, una y otra dictan al hom¬
bre de bien que olvide las injurias, que no con¬
serve en su corazon ni una gota de amargura
contra su enemigo, y que esté dispuesto á ser¬
virle; pero ni la naturaleza ni la religion apro¬
baràn en ningun caso que pierda su reputacion,
que haga suya la causa del malvado, que se en¬
tregue á él para ser el instrumento de sus ma¬
quinaciones y de su perfidia. Esto seria repro¬
barse él mismo, dar por bien hecho cuanto hizo
su adversario en contra suya, condenar sus an¬
tiguas quejas, y pedir perdon al mismo ofensor.
¡Manes del virtuoso La-Mar! mirad unidos á Ga¬
marra y Bermudez; ambos son vuestros enemigos.

Gracias al general Gamarra porque hemos
venido á descubrir el corazon del general Ber¬
mudez: no es lo que creiamos. Vemos á un mi¬
litar que une á la ambición de su clase y de su
edad la irreflecsion de un niño, y la estupidez
de un insensato. La hipocresia es uno de sus
principales caracteres; pero tan desgraciadamente
que cuando cree engañar á los demas se enga¬
ña él mismo. Dice que detesta el mando, y men¬
digaba votos de los diputados para obtenerlo;
tenia hecha la renuncia de la presidencia para
el caso de ser elegido, y tenia ya nombrados
ministros: en la mañana del tres de enero re¬
partia targetas de despedida para Tarma, y por
la noche se dejó proclamar por la soberana volun¬
tad de la guarnicion Gefe Supremo del Perù. No
solo hipócrita, impudente también: por salvaros
de la anarquia y de los delitos me encargo del
mando, fueron sus primeras palabras á los pue¬
blos, y á este efecto disuelve la Convencion, y
toca la trompeta à la guerra civil,. Alega en su
favor la aprobación del vecindario de Lima á pesar
de que nadie lo reconoce, y de que todo el mundo
lo desaira. Pèrfido ademas: de palabra y por es¬
crito es buen amigo, y poco despues dà las ór¬
denes que no nacen del corazon de la amistad:
predica la necesidad del órden y de la tranqui¬
lidad, y luego la perturba por amor al pais. ¡En
el silencio de su gabinete cuando se halla entre¬
gado à si mismo, que vil debe aparecer á sus
propios ojos el general Bermudez! Vil también
aparece á los nuestros, y ademas un triste ju¬
guete de Gamarra.

¡Pando! este fanfarron famoso nacido en el
Perú por desgracia nuestra, y salido de la co¬
bachuela de Fernando para lanzarse en nuestras
costas en servicio de todos los tiranos, y en con¬
tra del pueblo; el que en verso pedia leyes al
Dictador; que despotizó en el Consejo de gobier¬
no, y que poco despues cual humillado reo ante
el Congreso Constituyente confesò sus yerros y
ofreciò sus servicios: que ensalzò á Bolivar hasta
el cielo y lo abatió muy luego : que recibia una
mesada del general La-Mar, y escribia en el Mer¬
curio contra su gobrieno: que en la tribuna em¬
pleaba alguna vez el lenguage de la Ley, y en
el ministerio constantemente la servilidad de un
ministro del absolutismo: que bajaba, y subia sin
pudor las escalas de palacio y que estropeado por
Bermudez, le agradeció con las demostraciones
mas vivas que lo llamase cerca de si: este in¬
chado protéo, cobarde y áltanero, siempre mise¬
rable y siempre orgulloso, ciudadano sin opinion
formada; funcionario pùblico sin conciencia po¬
litica, hombre atrabiliario y en perpetua contra¬
diccion consigo mismo, cual hambriento Can que
debora una y otra vez su propio vómito.

He aqui nuestros tutores, los hombres des¬
tinados por su propia voluntad para ser los re¬
generadores del Perú, y poner en planta su pro¬
yecto patriótico. Honor y gloria á nuestra cau¬
sa; estos son sus enemigos.

VERDADERO PATRIOTISMO.

Un ciudadano cualquiera como individuo de
la sociedad tiene sin duda todos los derechos
para procurarse su conservacion y tranquilidad
porque no envano ha hecho pacto con todos los
demas, ni la patria seria un dulce nombre pa¬
ra el que se hallase fuera de su seno sin nin¬
guna relacion con ella. Pero es tambien induda¬
ble que el bien de la mayoria debe ser prefe¬
rido, y que siendo esta obligacion reciproca, vie¬
ne à ser por lo mismo la salvaguardia de to¬
dos los derechos, y la Ley fundamental de la
sociedad. El verdadero patriota deja para otra
vez el uso de sus derechos, y reserva sus jus¬
tas quejas para hacerlas valer en otro tiempo.
No es en el conflicto de la patria cuando deben
manifestarse ciertos sentimientos que tienden á
la division de que sabrán aprovecharse nuestros
enemigos que nos atisban, porque una vez es¬
tablecida la discordia entre nosotros, el triunfo
de ellos es seguro. Asi pues nuestra principal
divisa en las actuales circunstancias debe ser
la union: con ella habremos adelantado la mi¬
tad de la carrera, y arrebatado á los sediciosos
su mejor esperanza. El honor mismo nacional
se interesa en esta conducta, pues se rebajaria
sin duda el crédito que tan justamente tenemos
adquirido, si despues de haber dado los prime¬
ros pasos de un modo digno de hombres libres,
nos distragesemos en otras atenciones, olvidando
el asunto principal en que se interesa la suerte
de todos y cada uno. El bien de la Patria es
el primer bien, y nuestra primera obligacion es
la de procurarlo à toda costa. No son fuera del
caso estas reflecsiones, y deseamos que cau¬
sen todo el provecho posible en los corazones
de nuestros compatriotas.
[Continuará]

FEE DE ERRATAS.

Columba 2a. linea 13—imprudencia—lease
impudencia.

Columna 5a linea 28 dice—Convencion—
léase—conveniencia.

Columna 8a. linea 25 dice—17—léase—71

Imprenta del Constitucional administrada
por L. de la Lama,

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