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EL ATALAYA
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Al que sea virtuoso (El simbolo) Al que mal obrare y abuse
mi dedo señalará del sol por siempre lo apuntará
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Este periódico se publicára una vez á la semana. Se venderá en la tienda de don Pedro Vargas, calle de la espaderia y en la imprenta. Se insertaran él remi-
tidos, proyectos, avisos &c. Todo papel se entregará al administrador de la imprenta con el garantido correspondiente, pagando su justo valor al mismo.
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Numero 2.) CUZCO OCTUBRE 5 DE 1833. (Un real
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CONTINUA EL DETALL DEL NUM. 1.
La caballeria enemiga fugó cobardemente,
y en la persecucion que le hizo la nuestra, lo-
gró lancear oficiales motores de la revolucion y
soldados relajados con la leccion del asesinato
mas infame que se há visto jamas en nuestro
suelo. La victoria se alcanzó completamente por
las armas de la justicia, y nuestros bravos cam-
peones. Los criminales espiaron su delito, su
cumbiendo con el estandarte de rebelion que le-
bantaron. ¡Cuantas inocentes victimas espusie-
ron al sacrificio por sostener sus temerarios pla-
nes y formentar el loco freñesi que ocupaba sus
cabezas! Los soldados al par de una manada
de ovejas fueron arrojados á la cuchilla de la
muerte, preparada por sus mismos amigos, defen-
sores del pabellon peruano. ¡Que escandolo pa-
ra los otras naciones! ¡Que dolorosa escena pa-
ra los admiradores de la tranquilidad é integri-
dad del pais, que por genio es enemigo de las
revoluciones adorador de las leyes, obediente á
los magistrados! Leccion tan funesta de inmo-
ralidad movió la indignacion aun én la clase in-
ferior: ¿quien aprobria tan desenfrenada con-
ducta? Quien apoyaria tan temeraria revolucion?
¿Habrá habido alguna que aun á la distancia ha-
ya oido con indiferencia la triste referencia de
los hechos horrosos de la autores y cómpli-
ces de la revolucion? ¡Quien no ha pronunciado
maldiciones á estos hombres desalmados, entes
de degradacion y dignos de la execracion de los
mortales!
Los desgraciados comprendidos en la revo-
lucion, que bien sea por la ambicion del acenso,
bien por saciar la del pillaje, ó bien los; que
forzados por las armas, ceducidos con la vana
esperanza de su precario engrandecimiento, ala-
grados con la falsa promesa de que se contaba
con apoyos y convinaciones; se mezclaron en
ella, han sido otras tantas victimas que se han
inmolado en las aras de la rebelion.
Los caudillos prófugos, perseguidos por el
arrepentimiento, verán solo cerca de sí espectros
que les llenen de confusion. Su conciencia los
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acusará á todos instantes, y no se creerán se-
guros ni en los desiertos. Buscarán un recinto
doade asilarse: solicitarán hospico en las caba-
ñas de los moradores de los bosques, y sus mis-
mo delito los avergonzará para no temer ser mi-
rados con desprecio, como proscriptos sin dude
por delitos públicos. Ellos cubieron á la na-
cion de afrenta, ellos vivirián hundidos en un
caos de desperacion y cubiertos de su negra
infamia. ¡Desgraciados! Vosotros mismos os ha-
beis labrado el suplico. ¿A quien acusareis en
vuestras desdichas? ¿Con que razon os disculpa-
reis? (1) Preguntareis á las rocas y montañas
que os abriguen ¿que os há sucedido? y su si-
lencio será la muda respuesta de vuestra pre-
gunta. ¿ Donde ireis que no os siga la memo-
ria de vuéstro crimen abrumando vuestros ce-
rebos, y presentando os motivos de confusion
y de en pesar eterno?
No hemos desviado del intento porque he-
mos tocado á lo mas delicado; volvemos la plu-
ma á él. En las notas se cuentan muchos par-
ticulares dignos de la curiosidad de los que nos
honren con su lectura; porque por no interum-
pir la série de nuestra relacion hemos tomado
este órden.
Individuos de la tropa revolucionada que murieros
en el campo de batalla.
Empleos á que asendieron.
Capitan don José Maria Lebano.
Id. don Santos Bermudez.
Teniente don Manuel Medina.
Id. don José Delgado.
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[1] Para dar mayor importancia á sus inicuas
operaciones: para alucinar al pueblo y á la tropa
y para altraerse partidarios, alarmaron como pudie-
ron con el pretesto el mas vil, que fué hacer las
mas negras acusaciones al mas viejo y virtuoso
campeon, al hombre mas republicana y liberal, al
Jeneral Presidente Gamarra. Publicaron pepeles
subersivos, en los que la impostura y la maledicen
cia atacan la vida de tan respetable majistrado.
Los jefes y aun los subalternos proclamaron, fin-
gieron cartas é hicieron cuanto les sujeria su per-
versidad para sostener sus atrocidades.
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