A la Nacion Peruana

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A LA NACION PERUANA.

Ningún individuo ni reunion de individuos ni corpracion lelegal puede hacer peticiones à nombre del Pueblo, ni menos arrogarse el titulo de Pueblo Sobe¬ rano. La contravención à este y al anteriror articulo, es un atentado contra la seguridad pública. art. 169 de la Constitucion.

Por el correo del Cuzco que llegó à esta Ciudad el 16 del corriente Julio, se ha remitido un impreso titulado A los Pueblos. Su objeto está esplicado por estas ter¬ minantes palabras: "O la convención no tiene lugar en Lima, o los Departamentos de " Ayacucho, Cuzco y Puno datan la época de pertenecer á si mismos, rompiendo sin " crimen la integridad de la Republica" Y se añade: "No dudamos que Arequipa mar" che uniforme con los departamentos segregados, por que la deliberación de estos es" t en una razón común, y en unos comunes intereses con aquel" El papel es anóni¬ mo è impreso en el Cuzco en la imprenta publica por P. Evaristo Gonzales.

A primera vista es imposible creer que los ilustrados y beneméritos Cuzqueños, hayan tratado ó convenido en semejante proyecto: lo es mas que el gobierno departamental tuviese noticia del abusoque se iba à hacer de la libertad de imprenta. La fuer¬ za militar de esos departamentos debe haberse escandalizado, con un papel que la supone disponible para sostener un desorden de primera magnitud, que por si solo traheria la mas espantosa conflagración. ¿Los militares que derramaron su sangre para dar vida à la nación, serán los que sepulten! vergonzosamente junto con su patria los laureles que ganaron en los campos de batalla? ¿Por que se les hace la alta injuria de suponer que hollarán la Constitución, ó de que ignoran que la fuerza publica es esen¬ cialmente obediente y no puede deliberar, (art. 146 de la Const.) si han dado repe¬ tidas pruebas de que sus votos son por la paz, por la ley y por el orden? Como te¬ ner el atrevimiento de suponer maquinas á los jefes, y de que obrarán a merced de un desconocido? Es bien raro que un escritor se avance en tan arduo negocio, con tal

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seguridad y satisfacción, á hacerse el interprete o el apoderado de tres departamen¬ tos, insultando á nombre de ellos á los demás. Al contestar el anónimo no tenemos la vanidad de afirmar que nuestro pobre voto lo sea de todo el departamento de Are¬ quipa, á pesar de que su opinión está bien pronunciada por actos repetidos que no desmentirá jamas, y de que ha sido general el disgusto al leer el papel que nos ocupa. LEY y ORDEN, son y serán sus principios. Hablamos pues como particulares y no¬ tamos con dolor que el anónimo haya creído necesario para desenvolver su plan, de¬ sacreditar al pueblo de Lima y ponerlo bajo del punto mas odioso y detestable: un pue¬ blo que á pesar de cuanto se diga es llamado à ocupar un lugar distinguido por sus es¬ fuerzos continuos en pro de la independencia, de la libertad, de la ilustración y del bien general, y de la paz suma de todos los bienes. Lima quiza es delinquente por ha¬ ber sido tan constantemente muy plegada à la ley: pero sea lo que se quiera; la corrupción que se le supone sera causa para que infrinjiendo toda ley, se le intime á la Conven¬ ción con insolencia y se le ponga en la mas vergonzosa alternativa? ¿No es un crimen, á la faz de todos los pueblos cultos de la tierra, atacar la libertad de un cuerpo el mas respetable por los individuos que lo componen, por los poderes que ejercen, y por el grandioso objeto á que está destinado? El principio de que los departamentos se hallan en el caso de romper sin crimen la integridad de la Republica, es fálzo y criminal. El pacto no está disueltó mientras exista la Constitución, y la Constitución existe y exis¬ tirá mientras la Convención no de otra que la subrogue. Cualquier acto anticipado es violento y atentatorio contra la integridad nacional; pues la nación peruana es la asocia¬ ción politica de todos los ciudadanos del Peru ( art.l. ° de la const. )E1 acto de fraccionar¬ se de propia voluntad bajo pretexto de ciertas conveniencias politicas, abre la puerta á la disolución del estado: el mismo anonimo confiesa los pueblos no son jueces de los pueblos, mucho menos lo podrán ser de la Convención para à nombre de ellos tra¬ sarle el camino que deba seguir. La opinión de los pueblos del Perú y de los mismos departamentos por quien se toma la libertad de hablar, es obedecer à lo que dispongan sus legítimos representantes. El Perú ha temblado siempre al dirijir sus miradas a las provincias argentinas, y tratando de aprovechar de lo que pasa á su vista ha exijido incesantemente el respeto por su constitución y por sus leyes. Detesta la anarquia y el despotismo, y es incapaz de capitular ni con la una ni con el otro. Supone el anónimo que muchos de los diputados por el Cuzco, Puno y Ayacucho han protestado, que ó la Convención saldra de Lima ó se negarán al ejercicio de sus tareas en esa capital corrompida. Esta imputación, si fuese cierta, hária muy poco honor a los diputados que verifiquen sus ofrecimientos. Es difícil creér esta aserción de hombres que tienen honor, que esta en sus intereses corresponder á la confianza que les han hecho los pueblos, y que deben temer deshonrarse ante la posteridad y ante los pueblos todos. Los diputados a la Convención no pueden ignorar que para el ejercicio de sus poderes, necesitan libros, que no los hallarán en Jauja colocados re¬ pentinamente en bibliotecas; de consejos de hombres sabios, que no los habrá fuera de Lima con abundancia, y que en los casos apurados no se ocurre á libros, que es preciso haberlos leido con mucha anticipación para hallar lo que se quiera: de escritores que den luz sobre las materias, y que versados ya en el teatro dirijan la opinion hacia el bien: de ministerios à donde es preciso ocurrir casi diariamente para ponerse al alcance de la administración: de las oficinas de todo ramo, por que la Convención no es solo para reformar la constitución, siendo el único y supremo cuerpo lejislativo. La barra, á quien parece despreciar el anonimo, es importante con su rumor y à la vez con su si¬ lencio. Allí concurren hombres que ojala por suerte de la patria ocuparan mejor asiento La barra contiene los desmanes de algunos diputados y alienta la honradez de otros. El voto publico de esa barra forma parte de la fuerza moral de los congresos: unica fuerza por la cual se sostienen en toda parte del mundo, y que va haciendo marchar a la especie humana hacia su dignidad y su dicha. La barra ni el pueblo de Lima no corrompen á nadie, y si los corrompen será hacia la libertad, hacia el bien: corrupción oportuna y digna de desearse. Es bastante sospechoso el nombre de demagogos, que el articulista dá á los escritores por injuriarlos. Siglos ha que bajo de este nombre son conocidos, los que olvidados de si mismos se entregan sin reservar sacrificio al bien de los pueblos, y a luchar con el despotismo y la tiranía, y á establecer el imperio de la razón y de la ley. Los escritores se honran ya con este dictado y será menester in-

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ventar otro para ajarlos tentando hacerlos despreciables. A pesar de eso no callarán, y en sus últimos momentos pronunciarán aturdiendo á sus perseguidores Ley, Liber¬ tad. Por desgracia, aunque animados todos de estas mismas ideas, no se expresarán con arte y elocuencia, pero dirán verdades desnudas que de suyo no necesitan de adorno. Al traves de una elocuencia aparente sabrán distinguir al hombre y á las cosas, y na¬ da mas. Para arrancar la Convención de Lima á paramos desconocidos no se dán otras razones, sino que la constitución hecha en la Capital no ha dado impulso á los agoni¬ zantes ramos que costituyen la riqueza pública; y ha estrechado al ejecutivo en un cir¬ culo tan extraño que poco le falta para llamarse ridiculo. ¡Ha! ¡Carta adorada! ¡Que hado fatal os persigue para sufrir aun en tus agonias un insulto tan cruel y tan inaudito! El anónimo insulta no solo á la carta, sino al ejecutivo. Da á entender que trabajando la Convención fuera de Lima, hara por que esta rompa el circulo en que se le cree maniatado, y lo llene de facultades para poder hacer el bien que no ha podido hacer. Es estraordinaria la licencia del escritor para no respetar á nadie. El ejecutivo ha protestado ser el único venerador de la ley; los pueblos confian en su palabra, y están muy lejos de hacerlo complice en plan tan inicuo y tan traidor. El bien no resulta de las Leyes sino de su ejecución; y cualquiera constitución sera mala sino se ejecuta. El ejecutivo lo mismo que los demás poderes hacen el bien cumpliendo lo poco ó mucho que les concede la carta: nadie ha reconvenido al ejecutivo porque haga lo que no le prescribe la constitución: por el contrario se ha querido que él, pero no solo él sino los demás poderes, no salgan de la orbita de la ley. Con solo esto está hecha la felicidad de los pueblos: ni estos exijen otra cosa. Mien¬ tras menos obligaciones se impongan por la nación à un mandatario, estará mas expe¬ dito para desempeñarse á satisfacción de sus comitentes: esto es un hecho. Exijir am¬ pliaciones para el ejecutivo cuando se habla de defección, es tentar alhagarlo para que sirva de apoyo á un plan revolucionario, que sistema la inmoralidad y el desor¬ den, y que contradice á sus deberes y á su propio honor, y al bien estar de la patria de que se halla encargado. No es el ejecutivo el juguete de aspirantes biso¬ ños para desertar de la causa publica, y entregar desgarrada una Republica que se le confió integra y sin lesion. Y que cargo puede hacerse á los congresos de que no hayan prosperado la agricultura, mineria y demás ramos de riqueza publica? ¿Es culpa de los congresos el que hayamos estado en guerra ó alarma continua careciendo de reposo y de bra¬ zos, sin los cuales puede haber prosperidad,: Que hombre se alentara en medio de tantos vayvenes à pensar en fijar su carrera y hacerse de una fortuna,si le llaman con preferencia su seguridad individual y los males de la patria que tiene que llo¬ rar en su retiro, fastidiado con cuanto le rodea y con cuanto podia en otra situa¬ ción ir teresarle con demacia? Fraccionándose los tres departamentos tan lejos de conseguir esa prosperidad que se ofrece, desaparecerán los pocos recursos que hoy cuentan los pueblos para subsistir. Unida la Republica ha sido respetable á las Republicas vecinas; y dividida, despertara las ambiciones amortiguadas y crea¬ rá en su seno rivalidades que traerán consigo la ruina de los que las han prepa¬ rado, y de los caudillos que se levanten y de los pueblos á quienes violentan á marchar en sentido contrario de sus intereses y de sus opiniones. Si se intentara federar á los pueblos en Estados de regular extension que sin amagar los unos á los otros por su preponderancia, se sirviesen como de cadena para hacer el bien, tendría lugar el proyecto y podía proponerse licitamente por medio de la prenza para que la Convención decidiera: pero intimarla con una disyuntiva es violar los principios de la politica y aun de la decencia publica. Los representantes estan facultados para dar à los pueblos la ley fundamental que juzguen convenirles, examinada primero la opinion jeneral que es el regulador de las sociedades. Una constitución contraria al común sentir aunque dictada por la Convención, tendria la misma suerte que la que dio el dictador en el año 26. Las sociedades de America no retrogradan en sus principios. El haberse equivocado el Jeneral Bolivar en es¬ te punto le ha valido la perdida de su gloria militar, y la del reposo y tranquilidad su desgraciada patria y de la nuestra.

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La invitación indirecta que hace el anónimo al departamento de Arequipa para li¬ garlo á la fracción indicada, no merece consideración, sino en cuanto es un insul¬ to hecho a un pueblo respetable. Se le hace el favor de creerlo ilustrado, y esto bas¬ taria para que se hablara de él con mas circunspección y con juicio. Se le propo¬ nen por ventajas, el que Arequipa con sus puertos seria llamada á llenar el vacío que dejase la Capital de la Republica en el doloroso caso de romperse su integri¬ dad. Arequipa es llamado unicamente a ocupar el lugar que tiene al lado de la ley, y á llenar el vacío que deja el escritor del Cuzco al separarse de la opinión del Peru y de la integridad. Si el anónimo quiere que su papel se mire como el iris que brilla después de la borrasca ó como la negra nube que anuncia la tempestad, nosotros pensamos que puede mirarse como el delirio de un escritor que deshon¬ ra á los beneméritos ciudadanos del Cuzco, Puno y Ayacucho, y á sus Jefes por quie¬ nes se ha tomado la licencia de hablar.—Encargada la segundad de la Republica al Jefe supremo, es de su deber tomar medidas imponentes contra el que pervi¬ erte el orden publico é incita á la desobediencia á la constitución vijente, y ataca la libertad del primero de los poderes. El Jeneral Prefecto de este departamento tan decidido como está por la prosperidad del pais y por sostener las institucio¬ nes patrias, hara su primer deber en velar por la integridad de la Republica, y apo¬ yar las resoluciones libres de la convención. Llamado está à llenarse de gloria y á conspirar con el supremo Jefe y sus compañeros de armas, para que la Republi¬ ca se constituya y aparesca ante las naciones con nuevo esplendor y majestad. La discordia no osara levantar su horroroso pendón, y sus pocos fautores tendrán que bajar á la tumba cubiertos de oprobio y de ignominia. Arequipa se pondrá á la van¬ guardia del órden. Este es el lugar que le ha dado su ilustración y la indole de sus habitantes.

AREQUIPA 1833

Imprenta Publica de Francisco Valdes y Hurtado.

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