El Mosquito

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EL MOSQUITO.

TODOS los países han tenido que pasar por la esfera desgra¬ ciada de la barbarie. Sin remontar a las épocas de Troya ni de Atenas; sin apelar al testimonio autentico de Tiro ni de Sesostris: sin recordar la rival de Cartago, cuyo primer recinto demarcó Dido con el cuero de una res, y sin alterar el imperio que el intruso aventurero Rómulo formó: podemos también citar otras naciones, cuyos datos nos son más recientes y conocidos. La Rusia, que desafiando los polos del norte al sud, abrazó disformemente la mayor del continente europeo y asiático, necesitó todo el jenio de Pedro y la constancia de Catalina para sacudirse del áspero semblante que la naturaleza le habia formado; fue necesario que Napoleon tremolase sus águilas triunfantes sobre el palacio de los Czares. La Gran Bretaña, que es la madre de la moral, y marcha orgullosamente al frente de un gobierno sólido, era víctima del fanatismo, cuando el impetuoso caracter de Enrique VIII y el entusiasmo de Elisabet le libraron del yugo pontifical; le fue de primera necesidad derramar la sangre del desgraciado Carlos I en el cadalso para que el pueblo británico reasumiese sus derechos, que por un corto tiempo fueron usurpados por el bárbaro Cromwel. Nada diremos del fiero yugo que oprime á la Alemania toda......donde no se observa más voz que la del absolutismo.....y el cañon .... Callaremos la desdichada condición de los habitantes de la hermosa Italia; y el rápido ínteres que han tomado las demás naciones por la felicidad de la Grecia.

Cuando tenemos á la vista el Perú que por ser nuestra patria debe interesarnos. Pasaremos en silencio los grandes y jenerosos esfuerzos que se han hecho por emanciparlo del ignominioso coloniaje; tampoco mencio¬ naremos las rápidas mudanzas de sus mandatarios, que por razón natural debían labrarle su desgracia: nos contraeremos solamente á indicar á nuestros conciudadanos el celo que debe acompañarlos en las actuales cir¬ cunstancias, en que por espirar el periodo legal de la presente majistratura, nos hallamos en la precision de elejir un presidente y vice-presidente. Es difícil hallar un ciudadano que sea digno sucesor del jeneral Gamarra, si en la elección no concurre la imparcialidad, el desinterés personal y el amor á la patria bien entendido. ¿Y de qué pais pueden esperarse mejor estas virtudes que del pueblo ayacuchano que v ó en su territorio sucumbir la tiranía española?

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Sí, conciudadanos: el primer domingo de majo está mandada por la ley la reunion de colegios electorales para la elección de presidente y vice-presidente: ea pueblos del Perú: dispertad del letargo en que os hallais: estended la vista sobre vuestros intereses: velad en vuestras opiniones; no os sometáis por caprichos, pasiones ni falsas persuaeiones: no desatendais las virtudes de vuestros hijos cuyas elecciones os van á hacer felices ó infelices, desapareced la timidez con que podais obrar por vuestro interes propio, ni olvi¬ deis los grandes conocimientos de vuestros ilustres y virtuosos jefes que á la par os presenta la naturaleza para vuestra felicidad: en ellos encontrareis hombres capaces de ser unos verdaderos imitadores de Washinton y de Tomás Jeferson, siendo de estos los primeros políticos un Riva-agüero, un Orbe¬ goso y Telleria, como de los intrépidos un Vidal y un Bermudes que están llamados á ser unos fieles cumplidores de la ley; examinad sus operacio¬ nes y aptitudes que no harán otra cosa que aumentar vuestras relaciones con los gavinetes estranjeros.

Es visto que en un gobierno bien sistemado descansan sus ciuda¬ danos en sus leyes, y es feliz toda su nación; indispensablemente cesan las aspiraciones, cesan también las contínuas desavenencias, y últimamente no reina mas que la paz, porque en ella se cultivan las ciencias, las artes y todo ramo de industria, y al mismo tiempo florece su juventud, porque desde su infancia se educan bajo las mejores bases. El sacerdote santo eleva su culto à sus altares, y todo, todo es un porvenir satisfactorio; y al fin de vuestras tareas concluireis diciendo ante todas las naciones: somos peruanos enemigos de la discordia.

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AYACUCHO 1833. IMPRENTA LIBRE DE CARDENAS.

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EL MOSQUITO N. 4.

UNA larga esperiencia nos ensena que al constituirse una republica, indis¬ pensablemente tiene que pasar por la dolorosa escena de una guerra civil. Solo la multitud de contrastes la llega à conducir por la verdadera senda de ia prosperi¬ dad. En este intervalo sus hijos son los primeros que la destruyen, porque guiados por una ambición de mandar, no hacen otra cosa que precipitarla . El Perú que hace nueve años que vió sucumbir la tirania española, se halla amenazada por to¬ das sus partes: ¿á que esa gran fermentación de partidos en los pueblos que lo com¬ ponen? ; à que ese gran temor de no poder elegir libremente los dos majistrados que la ley señala? ¿á que esa desinfamación de los candidatos que están sindicados por los pueblos à ser unos fieles cumplidores de la ley ? O esto acredita que están suje¬ tos á una mano secreta, ò que los pueblos se decidan à tomar el arbitrio de dele¬ gar sus facultades, permitiéndoles se eternicen en el mando. ¡Feliz la provincia de Andahuailas, que á la par de otras, ha podido obrar con libertad, y no ha sido dirijida por una facciosa idea!!!.....

Si los hombres se constituyesen verdaderamente republicanos, y se despojasen de aquella timidez ó letargo en que se hallan, no habria poder que se atreviese à profanar sus leyes, ni á prolongar el termino de su mando, como hicieron los de¬ senviros en Roma con el de un año.

Los atenienses en un tiempo fueron los primeros en la carrera del republi¬ canismo; después los romanos le siguieron hasta que Cesar guiado de su ambición fre¬ netica quiso subyugarla; y en el capitolio Bruto consultó el bien de su patria, y de este modo se envolvió en su misma sangre: esta república después de haber sido una de las primeras que rompio sus cadenas, se halla hoy desgraciadamente bajo el gobierno más despotico colosal. Los venecianos se constituyeron independientes separandose del imperio romano, aprobecharon las primeras lecciones de la espe¬ riencia, bajo de cuyas bases permanecieron felices mientras marchaban por la ver¬ dadera senda de la virtud; tan luego que se olvidaron de estas maximas se anarqui¬ saron hasta el estremo de ser destruidos, y entonces la Austria se aprobecho de esta discordia, agregandola á sus dominios.

La libertad de los hombres es natural, la obediencia á sus magistrados es forzosa: de esto se deduce el principio de reducir á la razón: ambas son opuestas entre si y de donde nacen las fuertes conspiraciones. Mas el ciudadano por obtener la gloria y el concepto de su nación debe ser primero, superior á sus pasiones: segun¬ do, tener amor á su pueblo: y tercero, un grande desinteres al mando supremo, y estas son las armas que le caracterizan á todo ciudadano. El gobierno para ser querido y merecer un buen concepto aun de las naciones limitrotes: debe respetar las leyes: amar á sus ciudadanos: protejer la industria: fomentar la hacienda; hacer progresar las ciencias: y manifestar siempre una dulzura en sus rectas deter¬ minaciones. Solo asi convertiría la adhesión que tiene un ciudadano á sus leyes, asi á su persona, sería feliz él, y la nación que gobierna.

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REMITIDOS.

SS. editores del mosquito: sirvanse VV. insertar en su periodico el siguien¬ te remitido. Personas muy fidedignas nos aseguran que ha salido un alcance á la miselanea num. 841, con el objeto de dirijir sus saetas venenosas, disfamando en. ellas la conducta del ilustre jeneral Orbegoso: en donde tratan de derrocarle ante la opinion pública con negras imposturas, obscureciéndole de este modo su fiel ad¬ heción á la patria, con pretestos demasiado frivolos. Este virtuoso jefe desde el prin¬ cipio de la independencia ha dado tantas pruebas de honrradez á favor de la cau¬ sa del Perú, sacrificando su persona é intereses á la libertad común, y de este modo se elevó al rango de jeneral: este no ha abusado de las facultades am¬ plias, que como á prefecto de la libertad, le concedió el jeneral Bolivar, según lo acreditará su departamento: este no ha mirado con indeferencia los ultrajes he¬ chos por Colombia al Perú, porque ha sabido avandonar sus hogares con prejuicio de su familia, concurriendo á las filas como un soldado: este no ha necesitado de las dos haciendas que le adjudicó el jeneral Bolívar, en recompensa de sus fatigas y desvelos por la emancipación, porque desde su infancia disfruta un mayorasgo pingüe: este no ha aspirado al menor destino, y solo ha deseado la tranquilidad de su pátria. Por lo único que se le puede sindicar es, por no haber querido concurrir á los sucesos políticos de Piura....

Si se oyera al departamento de la libertad hablar con sus sentimientos, y sin que los allegados al poder, se tomaran el trabajo de hacerlo por él, estamos ciertos que haría justicia á su mérito y diría: ¡grandes son los servicios que el Perú debe á la dirección del jeneral Orbegoso, á su empeño en hacernos conocer lo vergonzoso de un coloniaje, y los beneficios que reporta á un pais un gobierno re¬ publicano! Pero muy al contrario, las rastreras pasiones han dirijido el dicho alcance sin que le liberte diatribas, ni su retiro de la vida pública, ni el comporta¬ miento honrado que le caracteriza.

Creemos en parte haber manifestado las virtudes y meritos del jeneral Orbegoso ante la opinión pública con datos demasiados interesantes: y harto sentimos no tener un conocimiento estenso de sus servicios, para apagar la malignidad de suplemento á la miselania. Al hablar en su favor no nos arrastran ni el intéres personal, ni el que¬ rerle buscar partido para una de las dos magistraturas que la ley señala; porque con esto no hariamos otra cosa sino desagradarlo y estamos persuadidos de ello.

Los imparciales de Tambo-Grande.

SS. editores del mosquito,, sirvanse VV. insertar en sus columnas lo si¬ guiente. Hemos estrañado la continuación de algunos diputados departamentales; despues de haberlos declarado el Juri criminales, por la acusación que les hizo el sindico, ante ese respetable tribunal: por lo tanto, no sabemos á que atribuir la para¬ lización de esta caúsa: como el nombramiento de los pueblos en elegirlos para dipu¬ tados convencionales, contra el articulo 19 de la constitución: esperamos con la me¬ jor fé, que el juez de derecho en cumplimiento de sus deberes, pida la caúsa pro¬ movida por el sindico sobre los compredidos en esta materia.

Los iquichanos observadores del orden.

AYACUCHO 1833: IMPRENTA LIBRE DE BRAULIO CARDENAS.

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