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regresar á reunirseme, ya á dos oficiales más
que tengo en el Cuzco con contestaciones de
Gamarra á las convocatorias que le mandé de
oficio. No será estraño que los detenga; lo que
también sabremos pronto.

Estoy apurado, pero no concluiré esta car¬
ta sin decir á U. otra vez que influya en que
se separe á Zabala que es el objeto de los odios
y de las desconfianzas y de la alarma de mu¬
chos. El Jeneral Orbegoso creo que lo conoce
y capitula con él no se por que, y este cono¬
cimiento que otros tienen le hace perder de su
dignidad é independencia.

Mando impresos y me repito su afectisimo
amigo.
SANTA— CRUZ.
—
Una feliz casualidad ha puesto en nuestras
manos la carta antecedente, y nos apresuramos
á publicarla, aun sin las correspondientes obser¬
vaciones, por no privar á nuestros lectores de
la importancia de su contenido, y porque esta¬
mos persuadidos de que su sola lectura basta¬
rá para inflamar todos los ñimos y poner en
acción todos los medios imaginables, á fin de hu¬
millar la altivez del insolente agresor y de sus
desnaturalizados secuaces. Arrojó la máscara
de mediador que habia tomado con ofensa del
buen sentido y con que queria alucinar á los
incautos, y hoy, seducido por su desmedida am¬
bición, descubre las deformes y horribles faccio¬
nes de conquistador, y conquistador atevoso y
sin fé. Ya se manifiestan á toda luz sus pér¬
fidas protestas, sus dolosas insinuaciones, sus pla¬
nes, sus maniobras, sus arbitrios, su objeto in¬
mediato y sus futuros designios: las armas es¬
tán destinadas á llevar al cabo el nefando pro¬
yecto que iniciaron la traición, la intriga y la
ingratitud. ¡Y qué! ¿Prodría el Perú ser con¬
quistado por Santa—Cruz y por los bolivianos?
¿Habriamos nacido para ser esclavos de Santa—
Cruz........????

¡Compatriotas! hagamos ver á este insen¬
gato que se engañó torpemente cuando concibió
la nécia esperanza de imponernos su yago; ar¬
mense todos los brazos para castigar á esos mi¬
serables Ilotas, y la inmortal cuna del imperie
de los Incas, destinada por el insano invasor
á ser el primer trofeo que deben ofrecerle sus
huestes opresoras, sirva de tumba á los vánda
los del nuevo mundo y á su perverso conductor.

EL CIUDADANO JUAN BAUTISTA ELES
puru, Jeneral de división de los ejercitos naciona¬
les, Prefecto y Comandante jeneral del departa¬
mento,
A LOS CUERPOS DEL EJERCITO.

Soldados— Cuando el Jefe supremo del Es¬
tado marchaba tranquilo á Sicuani, descoso de
restituir la paz y el reposo á nuestros pueblos,
que tanto acaban de sufrir con los acaecimien¬
tos públicos de estos tiempos desgraciados; he¬
mos visto dolorosamente burladas nuestras ala¬
güeñas esperanzas. La entre-vista á que fue in¬
vitado el Jefe supremo por el Presidente de Bo¬
livia, fue un perfido lazo tendido á la sinceri¬
dad y buena fé, para descargar con más segu¬
ridad un golpe que pueda producirle alguna ven¬
taja. Ha sido traidoramente sorprendida una de
nuestras abanzadas en el punto de Aguacaliente;
y rotas asi las hostilidades, con una escandalo¬
sa violación de las reglas sagradas á que deben
sujetarse en los actos preliminares de una de¬
claración de guerra, nos hallamos ya invadidos
de hecho por una fuerza estranjera, que amena¬
za directamente la existencia politica de nues¬
tra patria.

Soldados— Nos hallamos en la terrible al¬
ternativa de sucumbie á un enemigo estraño,
que solo puede traernos la esclavitud y el opro¬
bio, ó de sostener á todo trance la indepen¬
dencia de la NACIÓN, sean cuales fueren los
sacrificios que se nos exijan. Quien prodrá du¬
dar de nuestra elección? La libertad nacional
está en nuestras manos. Quien será el peruano
bastante vil que permita se le arrebate? Vues¬
tro valor y disciplina son los garantes sobre que
reposa la patria para contar con el triunfo; y
ya presiento, que volando á la victoria, prepa¬
rareis á la nación dias de gloria y contento.

Cuzco agosto 6 de 1835.

JUAN BAUTISTA ELESPURU.

Guerra sin tregua, servidumbre O muerte
este es nuestro deber— Las alianzas,
la amistad de un contrario es un oprobio,
ó yo perezca ó mi enemigo caiga—

CONDESA DE CASTILLA.

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CUZCO AGOSTO 6 DE 1835— IMPRENTA LIBRE POR P. EVARISTO GONZALEZ.