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rriendo una larga serie de crimenes y atentados,
se encamina impavido á cumplir sus execrables
juramentos trayendo en una mano la cuchilla
exterminadora, y en la otra el codigo de la ti¬
rania. El cielo mismo se irrita al contemplar
que el cobarde é imbecil que hizo pisotear los
estandartes del primer Ejercito peruano, sacri¬
ficando millares de valientes y burlando la
confianza de los amigos de la independen¬
cia, sea hoy el osado que intenta arrebatar¬
nos ese bien inestimable, que no supo conquis¬
tar, y despojarnos de la preciosos dones que
nos concedió la benéfica mano del Padre uni¬
versal—Desde el trono del Exelso ha partido
ya el terrible decreto contra el inicuo agresor
y sus bárbaros satélites: somos los destinados
a su ejecución, y nos está reservada la gloria
de ser los vengadores de la justicia, de la ra¬
zon pública, de la humanidad y de los derechos
conservadores de las sociedades. La voz varo¬
níl del viejo guerrero fundador de la indepen¬
dencia acaba de resonar; es la voz de la pátria—
que nos llama en su socorro, y ¿habrá desna¬
turalizado que desoyga su enérjico acento? Bus¬
quemos la muerte, pero que sea gloriosa nos dice:
palabra mágica, palabra abrazadora ¿serás ver¬
tida en la soledad del desierto ó en la hela¬
das regiones del egoismo? No! ilustre Caudi¬
llo; vuestros compatriotas participan del fuego
sagrado que inflama vuestro noble pecho, vues¬
tra heróica resolución ha penetrado á todos los
corazones: millares de hombres libres corren
presurosos á defender el suelo quierido bajo vues¬
tra dirección: vuestros votos serán cumplidos,
porque habrá muerte y gloria donde nos condu¬
cis; pero la muerte será para los esclavos, y
la gloria será para nosotros.

APUNTES PARA LA HISTORIA DE NUES
TRA INVASION.

Por noticias fidedignas recientemente llega¬
das, se sabe que en el Departamento de Puno
pesa ya el cetro de hierro del despota de Boli¬
via; y que nuestros hermanos Basagoitia, Her¬
mosilla y varios otros, se hallan sumidos en las
mazmorras y jimiendo entre cadenas, por no ha¬
ber traicionado á su pátria. El Jeneral San
Roman ha sido sorprendido en Sicuani por una
partida de genizaros, sin haberse roto las hosti¬
lidades pendiente la entrevista provocada por el
mismo invasor, y para cuya concurrencia se ha¬
bia adelantado aquel Jeneral, como uno de los
expresamente designados en la carta dirigida al
Gran Mariscal Gamarra; de que se deduce que
la tal entrevista no fué mas que un ardid ale¬
voso para apoderarse del Jefe Supremo y su
comitiva, y realizar traidoramente el plan inicuo
de sojuzgarnos. Un enemigo tan infame y tan
bajo, que desconoce hasta las reglas más vulga¬
res de la guerra, debe ser tratado como las
nacions cultas se han visto forzadas á tratar á
los salvajes.

Guerra sin tregua, servidumbre ó muerte
este es nuestro deber—Las alianzas,
la amistad de un contrario es un oprobio,
ó yo perezca ó mi enemigo caiga—

CONDESA DE CASTILLA.

Cuzco agosto 7 de 1835.

Imprenta libre por Pedro Evaristo Gonzalez.

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