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siones que de hecho 6 en amago han impedido hasta aho-
ra el desarrollo total de las ventajas y recursos de que
la naturaleza los ha dotado prodigamente.
No pueden ocultarse a vuestra sabiduría las conve-
niencias que la federación ofrece alos estados que van a'
tomar parte en ella.—Sin duda Bolivia no ha necesitado
hasta ahora de esta nueva estructura para presentar al
mundo el ejemplo de la moralidad administrativa, de la
sumisión a las leyes, y de un estado perfecto de orden y
de quietud. Pero la historia nos demuestra en cada una
de sus pajinas que la felicidad de los pueblos, no depen-
de esclusivamante de las condiciones de su ecsistencia
interior, y que el indujo indirecto y la operación positiva
de los estados limítrofes pueden alterar en un momento
la obra de los siglos, y arruinar hasta sus bases los mas
consolidados edificios. Dichosos en nuestros hosgares,
afianzados en la conciencia de nuestro patriotismo, liga-
dos entre nosotros mismos, y con las autoridades supre-
mas por los vínculos mas estrechos y mas sagrados, en
vano saborearíamos las venturas que de este orden de
cosa emana, si se continuasen preparándosenos mas alla'
de nuestras fronteras esas asechanzas, esos ataques insi-
diosos a' que no han sabido resistir las naciones mas fuer-
tes y mas bien constituidas. Las garantias recíprocas que
establece la federación, la responsabilidad mutua que ella
impone ã cada uno de sus miembros, alejan para siem-
pre los recelos de tamaña catástrofe. Desde los siglos
mas remotos ha reconocido la política, la necesidad de
amoldar las insitituciones a' las localidades jeograficas, y
de someter las regulaciones domésticas â las ecsijencías
inestinguibies de los puntos de contacto estemos.
Aunque nuestra independencia é individualidad, se
hallan asentadas sobre cimientos inconmovibles, no han
podido desarraigarse, ni quizás se desarraigarán nunca
las intimas simpatias, las relaciones estrechas, los rasgos
homojéneos de caracter y de fraternidad, y mucho menos
la comunidad de necesidades é intereses que nos ligan
con nuestros antiguos socios y hermanos. El pacto fede-
ral conservando todas estas semillas de benevolencia, y
de mútuo bienestar entre los estados, mantiene à cada
uno en el pleno goce de su soberanía, y reúne tan solo
en un foco común aquellos grandes ramos que no pueden
dividirse sin destrozarse; y que se funden en un centro
fínico para adquirir en él la acción enérjíca y pronta, de
que necesariamente habían de carecer en fracciones ais-
ladas.
Tubisteis sin duda presentes estas ventajas innega-
bles; considerasteis la analojía de los pueblos que van ã
entrar en el nuevo compromiso, y los mutuos intereses
que los llaman á estrechar sus vínculos; y por tan pode-
rosos motivos sancionasteis la promesa de federaros con
el Perú dividido en dos estados. La condición està ya
cumplida: el estado sud-peruano clama por la realización
de sus votos, que ya hemos acojido: ya no nos resta sino
desempeñar el deber que tan solemnemente nos impusi-
mos. Así el gobierno al convocaros para someteros està
importante materia, espera fundadamente que en concor-
dancia con lo mismo que iniciasteis el año pasado, lo au-
torizeis especialmente a nombrar ministros plenipoten-
ciarios que con los designados por el sur y por el norte
del Perú formalizem y arreglen el pacto federal que ligue
en lo succesivo ã los tres estados.
Faltaria ã mis mas sagrados deberes; traicionarla
los impulsos de mi conciencia; y aun seria indigno del
nombre boliviano, si en esta reunion estraordinaria, no
llamase vuestra atención en favor de nuestro inmortal
ejército, modelo de todas las virtudes cívicas y militares,
ejecutor de tan grandes hechos, conservador de nuestra
quietud y de nuestro decoro; terror de la anarquia y del
desorden. Me presentaría ante vosotros como reo de
una criminal ingratitud, sino os dijese, à lo menos una
palabra en favor del Restaurador de la Patria, cuya tác-
tica sabia y profunda, cuyo impertérrito valor, han abier-
to por todas partes à nuestros bravos la senda del triunfo.
Confieso desde luego que mis esfuerzos, serian vanos pa-
ra describir sus portentosas hazañas, por que la debilidad
de mis espresiones, no podría proporcionarse jamas á la
grandeza del objeto. Por tanto os remitiré solamente á
lo que ha pregonado la fama. Bolivia que hasta el dia
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no figuraba sino por su moderación circunspecta, figura
ya en el orbe por el brillo desús armas, y concurriendo
á la ventura de otros pueblos, como eficaz protectora del
orden legal y de la justicia politica. Este noble carác-
ter de que acaba de revestirse se debe á la bravura de
sus soldados reconocida ya solemnemente. Nuestro ejer-
cito educado en la escuela del honor, por un jénio á
quien obedece la fortuna, y cuyas divisas son el valor y
la prudencia, no ha dejado que desear mas en la difícil
empresa ã que fué llamado. En sus penosas marchas,
en la rapidez de sus movimientos y maniobras, y en la
constancia con que supo arrostrar todo jénero de priva-
ciones y la inclemencia de la mas rijida y prolongada
estación, dando muy clásicos testimonios de su moral y
disciplina, ha hecho à la vez admirar su intrepidez irre-
sistible en las acciones del Pampas y del Uchumayo: y en
las por siempre memorables jornadas de Yanacocha y
Socabaya, en las que se ha igualado con las mas afamadas
huestes de los siglos antiguos y modernos. Demasiado
notoria os es la conducta del capitán jeneral en dias tan
peligrosos: sabeis cuanto han entusiasmado al ejército en
momentos mas críticos su ejemplo y su persona, pa-
ra que le debiese esclusivamente todo desde la subordi-
nación que supo inspirarle en tiempo de paz, hasta la
sangre fria que ha desplegado en el campo de batalla.
La república ha granjeado un aumento considerable de
poder y celebridad por efecto inmediato del brillante
comportamiento y proezas de sus guerreros. Un mérito
de tal naturaleza, pedia en justicia la demostración públi-
ca de la recompensa condigna. El gobierno habría da-
do sobre la marcha algun decreto en este particular;
pero ha sabido abstenerse de este deshaogo de su reco-
nocimiento y de su patriotismo, reservándolo para el
cuerpo lejislativo y cediendo voluntariamente esta hon-
ra á los primeros órganos de la voluntad nacional. Es
en este concepto que me permito someter á vuestra con-
sideración un proyecto de decreto de premios, esperan-
do lo acojáis favorablemente y lo sancioneis para memo-
ria indeleble de nuestro reconocimiento.
De resto pudiera ser que el congreso à semejanza
del estraordinario de 835, tenga ahora por conveniente
determinar la suspension de la lejislatura ordinaria has-
ta el año próesimo de 837, á fin de poder obrar en ella
con conocimiento de las deliberaciones de la Asamblea
de Huaura. Para tal caso os haré presente que debiendo
renovarse en este periodo los miembros del consejo de
estado y los síndicos departamentales, es necesario q' pro-
cedais â elejir los que han de reemplazarles, con vista de
las listas de candidatos que han propuesto las juntas res-
pectivas: es también preciso que se haga el sorteo de
los senadores que hayan de cesar, para que puedan ser
subrogados en las elecciones inmediatas.
Senadores y representantes del pueblo boliviano:
un júbilo inefable inunda mi corazón al saludaros bajo
los resplandores de la gloria que la república y sus armas
han conquistado en el esterior, y al podernos felicitar
mutuamente por la perfecta paz, orden y seguridad que
hemos disfrutado en el interior, durante todo este año
en que los destinos de la pátria, han estado confiadas so-
lo al patriotismo, al buen juicio y à las virtudes de sus
hijos. Ellos colocándose en torno del gobierno, le han
dado incesantes pruebas de amor, de fidelidad y del es-
píritu público mas pronunciado. Hubo un momento de
amagos de invasion, y puedo afirmar que fué el mas sa-
tisfactorio de mi administración, por que vi á los cuer-
pos nacionales disputar á porfiia por ser destinados â los
puntos del peligro. Si es justo envanecernos de entu-
siasmo tan universal, permitid, señores, que yo me glo-
ríe también de que las facultades extraordinarias con que
me honró vuestra confianza, no hayan tenido absoluta-
mente otra aplicación ni uso, que las necesidades de la
guerra; y sin que se hayan resentido de ellas en lo mas
pequeño el orden administratiivo, el judicial y el eco-
nómico de la república.
La divina Providencia que nos ha tomado bajo su
especial protección, quiera derramar sobre vosotros las
luces y el acierto con que hasta ahora se ha distinguido
la representación nacional de Bolivia—Tapacari junio
15 de 1836. --------Mariano Henrique Calvo.
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