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WriteonDude at Dec 04, 2023 02:42 AM

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haberse cometido cooperando à ella, sin haber franquea-
do elementos de guerra para su realización. El infras-
crito nunca ha podido querer, que se castigue á los co-
merciantes que inocentemente hayan vendido armas y
otros utensilios para la empresa. Lo que él ha pedido
y loque interesa â la delicadeza del gobierno peruano,
es que se indague quienes los han comprado y con que
dinero. Negarse a ello, es desconocer los medios por
los cuales el gobierno puede conseguir que los complices
sean descubiertos.
El infrascrito no comprende, como ha podido mi-
rar el señor jeneral Moran el caso presente, para que
comparándolo con el del jeneral arjentino, que el infras-
crito citó en su nota del 13, deduzca que no son igua-
les, y se niegue á observar la misma noble conducta,
que en la evasion de este jeneral, observó el gobierno
de Bolivia. "El largo tiempo que han tenido de residen-
cia en esta capital los emigrados chilenos; las relaciones
que han contraído en esta época; las oportunidades
y ventajas que disfruta el comercio, y la falta de noti-
cias que dejaron ignorante al que suscribe de los planes
de los chilenos residentes en Lima, hasta después que
habian salido del Callao," no tienen nada que hacer con
la diferencia õ semejanza de los dos casos. Bien com-
prende el infrascrito la diversidad que hay entre uno y
otro, pero ella en lugar de retraer al gobierno del Peru
de tomar una parte activa para buscar á los criminales,
debería estimular su celo para perseguirlos. La verda-
dera diferencia entre los dos casos, esta, en que el jene-
ral arjentino y los que lo siguieron, fueron mucho me-
nos delincuentes, que los chilenos que han salido del
Peru. Aquellos abandonaron el territorio de Bolivia
con solo sus personas; estos han salido del Perú con un
armamento completo. Aquellos faltaron a la ley que
les prohibía salir sin pasaporte del territorio en donde
estaban asilados: estos han agregado el crimen de enga-
ñar al gobierno que les había concedido hospitalidad, y
emplean los buques de la armada peruana en llevar á Chile
la guerra y la discordia. Allá el gobierno de Bolivia, que-
riendo castigar á los complices, espontaneamente, de mo-
tu propio, mando averiguar estrictamente quienes habian
contribuido á la clandestina espedicion de los arjentinos;
quienes resultaban cómplices, por ausilios suministrados,
por haberse ofrecido a un servicio personado porque, sa-
bedores de semejante marcha, no hubiesen dado el respecti-
vo conocimiento à la autoridad local. Aqui el gobierno del
Perú, no solo ha permanecido en inacción, sino que deso-
ye las justas pretensiones del representante de Chile, y
se niega à emplear su autoridad para ecsaminar el he-
cho, y perseguir à los que hubiesen coadyuvado á eje-
cutarlo. Estas son las diferencias que el infrascrito en-
cuentra entre el suceso de los arjentinos en Bolivia,
y el de los chilenos en el Perú.
El infrascrito se persuade que ecsaminada con mas
detención la cuestión presente por el señor jeneral jefe
superior del departamento, y dando á las observaciones
espuestas en esta nota el valor y la fuerza que tienen, se
servirá acceder à la solicitud del infrascrito mandando
levantar el sumario q' pidió en su comunicación del 13.
El infrascrito tiene la satisfacción de repetir al se-
ñor jeneral Moran, la cordial estimación y el respeto
con que se suscribe su muy obediente servidor—Ventu-
ra Lavalle.
Al señor jeneral D. Trinidad Moran jefe superior del
departamento de Lima, y encargado de las relaciones
esteriores.
........................................
Republica Peruana—Jefe superior mili¬
tar del departamnto—Lima á 18 de julio
de 1836.
Señor—El infrascrito jefe superior del departa-
mento ha recibido la apreciable comunicación que con
fecha de ayer se ha servido dirijirle el señor D. Ven-
tura Lavalle consul jeneral de Chile haciéndole re-
flecsiones sobre la que le escribió ú dia 14—relativa-
..................................................................................
mente á los chilenos fugados en los buques Monteagudo
y jeneral Orbegoso.
El sr. cônsul se empeña en su citada en esforzar su
proposito de que se forme causa, sin haber hasta ahora
personas señaladas contra quienes pueda verificarse el
juzgamiento, à pesar de que el sr. cónsul no puede nom-
brar á persona alguna comprendida en el delito de que
se queja, por que para ello seria, preciso presentar prue-
bas que justificasen la acusación—En el mismo caso
se halla el infrascrito, y aunque como el mismo Sr. La-
valle asienta, este es un asunto delicado que él no se
éspondria à que mañana se le llamase impostor después
de declarado inocente un individuo ã quien él hubiese
acusado, sin ecsibir los datos competentes— el que sus-
cribe ha dispuesto se forme un sumario por el juez del
crimen Dr. Darcourt, ã fin de que ecsamine quienes son
los complices, á quienes señala la voz pública, como fa-
vorecedores de los chilenos fugados—El resultado hará
conocer entonces si ecsisten datos suficientes para des-
cubrir â los criminales, y si la voz pública que para
el infrascrito no es mas que un eco vago é indetermina-
do, basta para llenar los deseos del sr. cônsul, y las dis-
posiciones del gobierno peruano a castigar a los cul-
pados.
Esta deferencia del infrascrito a la formación del
sumario pedido por el sr. cônsul, le liara conocer que su
anterior negativa no ha sido sin fundamento, y que
ahora se resuelven adoptar la medida indicada, por
complacer al señor cônsul, y darle una prueba mas
de que el gobierno del infrascrito desea alejar hasta
la mas leve sospecha, de que estima en poco la tran-
quilidad de su hermana la república chilena.
En su primera comunicación manifestó el infrascrito
lo sensible que le fué esa noticia, y ahora le añade que
mucho mas le ha sido de que no se le hubiese participa-
do en tiempo por el señor cónsul, supuesto que no
la ignoraba, como categoricamente lo asienta en su
contestación del 12—Si entonces no hubiese si-
do atendido el señor Lavalle, justamente deberia decir,
que el gobierno del Perú no solo permanecia en inac-
ción, sino que desoía las justas pretenciones del represen-
tante de Chile; empero el señor Lavalle dejó pasar esa
oportunidad, en que el gobierno pudo emplear con
suceso sus nobles sentimientos para cortar prontamente
el mal en su principio, pues ahora cualquiera provi-
dencia lo correjirá, pero no lo embarazará.
Aqui debiera terminar el infrascrito su comunica-
ción, supuesto que como deja dicho, defiriendo â ios
deseos del señor cônsul ha mandado formar el sumario
para el debido esclarecimiento del hecho, que ha moti-
vado estas comunicaciones; pero como el señor cônsul
en su ultima nota se encarga también de hacer interpre-
taciones poco favorables al Perú, en la conducta que
observara en igual caso con Bolivia, ò algún otro pue-
blo, el infrascrito cree de su deber manifestar al se-
ñor consul, que su gobierno desde luego esta obligado
por derecho perfecto con las repúblicas con quienes
tiene tratados ecsistentes, y que no han puesto en
problema la autoridad de S. E. el presidente de la re-
pública à guardarles la reciprocidad necesaria, y á
corresponder los buenos oficios que han sabido emplear
en favor del Perú, en la malhadada época de Sala-
verry; pero esto no quiere decir, que se complazca en
que de su territorio se lleve la discordia á un estado,
con quien no tiene tan sagrados compromisos y de-
beres, ni que fuese capaz de desentenderse de em-
plear toda su enerjia, desbaratando el plan forjado por
los chilenos, si hubiese llegado a su noticia, cuando
pudo remediarlo satisfactoriamente.
El infrascrito repite nuevamente que ecsiste dife-
rencia entre el caso presente, y el del jeneral arjen-
tino Lopez—En un pais pequeño es fácil descubrir cual -
quiera plan ó combinaciones, pero no en una ciudad
populosa como lo es Lima, en donde ademas se en-
cuentran mil recursos para realizar proyectos, sin que
se trasciendan, como ha sucedido con el de que ahora
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haberse cometido cooperando à ella, sin haber franquea-
do elementos de guerra para su realización. El infras-
crito nunca ha podido querer, que se castigue á los co-
merciantes que inocentemente hayan vendido armas y
otros utensilios para la empresa. Lo que él ha pedido
y loque interesa â la delicadeza del gobierno peruano,
es que se indague quienes los han comprado y con que
dinero. Negarse a ello, es desconocer los medios por
los cuales el gobierno puede conseguir que los complices
sean descubiertos.
El infrascrito no comprende, como ha podido mi-
rar el señor jeneral Moran el caso presente, para que
comparándolo con el del jeneral arjentino, que el infras-
crito citó en su nota del 13, deduzca que no son igua-
les, y se niegue á observar la misma noble conducta,
que en la evasion de este jeneral, observó el gobierno
de Bolivia. "El largo tiempo que han tenido de residen-
cia en esta capital los emigrados chilenos; las relaciones
que han contraído en esta época; las oportunidades
y ventajas que disfruta el comercio, y la falta de noti-
cias que dejaron ignorante al que suscribe de los planes
de los chilenos residentes en Lima, hasta después que
habian salido del Callao," no tienen nada que hacer con
la diferencia õ semejanza de los dos casos. Bien com-
prende el infrascrito la diversidad que hay entre uno y
otro, pero ella en lugar de retraer al gobierno del Peru
de tomar una parte activa para buscar á los criminales,
debería estimular su celo para perseguirlos. La verda-
dera diferencia entre los dos casos, esta, en que el jene-
ral arjentino y los que lo siguieron, fueron mucho me-
nos delincuentes, que los chilenos que han salido del
Peru. Aquellos abandonaron el territorio de Bolivia
con solo sus personas; estos han salido del Perú con un
armamento completo. Aquellos faltaron a la ley que
les prohibía salir sin pasaporte del territorio en donde
estaban asilados: estos han agregado el crimen de enga-
ñar al gobierno que les había concedido hospitalidad, y
emplean los buques de la armada peruana en llevar á Chile
la guerra y la discordia. Allá el gobierno de Bolivia, que-
riendo castigar á los complices, espontaneamente, de mo-
tu propio, mando averiguar estrictamente quienes habian
contribuido á la clandestina espedicion de los arjentinos;
quienes resultaban cómplices, por ausilios suministrados,
por haberse ofrecido a un servicio personado porque, sa-
bedores de semejante marcha, no hubiesen dado el respecti-
vo conocimiento à la autoridad local. Aqui el gobierno del
Perú, no solo ha permanecido en inacción, sino que deso-
ye las justas pretensiones del representante de Chile, y
se niega à emplear su autoridad para ecsaminar el he-
cho, y perseguir à los que hubiesen coadyuvado á eje-
cutarlo. Estas son las diferencias que el infrascrito en-
cuentra entre el suceso de los arjentinos en Bolivia,
y el de los chilenos en el Perú.
El infrascrito se persuade que ecsaminada con mas
detención la cuestión presente por el señor jeneral jefe
superior del departamento, y dando á las observaciones
espuestas en esta nota el valor y la fuerza que tienen, se
servirá acceder à la solicitud del infrascrito mandando
levantar el sumario q' pidió en su comunicación del 13.
El infrascrito tiene la satisfacción de repetir al se-
ñor jeneral Moran, la cordial estimación y el respeto
con que se suscribe su muy obediente servidor—Ventu-
ra Lavalle.
Al señor jeneral D. Trinidad Moran jefe superior del
departamento de Lima, y encargado de las relaciones
esteriores.
........................................
Republica Peruana—Jefe superior mili¬
tar del departamnto—Lima á 18 de julio
de 1836.
Señor—El infrascrito jefe superior del departa-
mento ha recibido la apreciable comunicación que con
fecha de ayer se ha servido dirijirle el señor D. Ven-
tura Lavalle consul jeneral de Chile haciéndole re-
flecsiones sobre la que le escribió ú dia 14—relativa-
..................................................................................
mente á los chilenos fugados en los buques Monteagudo
y jeneral Orbegoso.
El sr. cônsul se empeña en su citada en esforzar su
proposito de que se forme causa, sin haber hasta ahora
personas señaladas contra quienes pueda verificarse el
juzgamiento, à pesar de que el sr. cónsul no puede nom-
brar á persona alguna comprendida en el delito de que
se queja, por que para ello seria, preciso presentar prue-
bas que justificasen la acusación—En el mismo caso
se halla el infrascrito, y aunque como el mismo Sr. La-
valle asienta, este es un asunto delicado que él no se
éspondria à que mañana se le llamase impostor después
de declarado inocente un individuo ã quien él hubiese
acusado, sin ecsibir los datos competentes— el que sus-
cribe ha dispuesto se forme un sumario por el juez del
crimen Dr. Darcourt, ã fin de que ecsamine quienes son
los complices, á quienes señala la voz pública, como fa-
vorecedores de los chilenos fugados—El resultado hará
conocer entonces si ecsisten datos suficientes para des-
cubrir â los criminales, y si la voz pública que para
el infrascrito no es mas que un eco vago é indetermina-
do, basta para llenar los deseos del sr. cônsul, y las dis-
posiciones del gobierno peruano a castigar a los cul-
pados.
Esta deferencia del infrascrito a la formación del
sumario pedido por el sr. cônsul, le liara conocer que su
anterior negativa no ha sido sin fundamento, y que
ahora se resuelven adoptar la medida indicada, por
complacer al señor cônsul, y darle una prueba mas
de que el gobierno del infrascrito desea alejar hasta
la mas leve sospecha, de que estima en poco la tran-
quilidad de su hermana la república chilena.
En su primera comunicación manifestó el infrascrito
lo sensible que le fué esa noticia, y ahora le añade que
mucho mas le ha sido de que no se le hubiese participa-
do en tiempo por el señor cónsul, supuesto que no
la ignoraba, como categoricamente lo asienta en su
contestación del 12—Si entonces no hubiese si-
do atendido el señor Lavalle, justamente deberia decir,
que el gobierno del Perú no solo permanecia en inac-
ción, sino que desoía las justas pretenciones del represen-
tante de Chile; empero el señor Lavalle dejó pasar esa
oportunidad, en que el gobierno pudo emplear con
suceso sus nobles sentimientos para cortar prontamente
el mal en su principio, pues ahora cualquiera provi-
dencia lo correjirá, pero no lo embarazará.
Aqui debiera terminar el infrascrito su comunica-
ción, supuesto que como deja dicho, defiriendo â ios
deseos del señor cônsul ha mandado formar el sumario
para el debido esclarecimiento del hecho, que ha moti-
vado estas comunicaciones; pero como el señor cônsul
en su ultima nota se encarga también de hacer interpre-
taciones poco favorables al Perú, en la conducta que
observara en igual caso con Bolivia, ò algún otro pue-
blo, el infrascrito cree de su deber manifestar al se-
ñor consul, que su gobierno desde luego esta obligado
por derecho perfecto con las repúblicas con quienes
tiene tratados ecsistentes, y que no han puesto en
problema la autoridad de S. E. el presidente de la re-
pública à guardarles la reciprocidad necesaria, y á
corresponder los buenos oficios que han sabido emplear
en favor del Perú, en la malhadada época de Sala-
verry; pero esto no quiere decir, que se complazca en
que de su territorio se lleve la discordia á un estado,
con quien no tiene tan sagrados compromisos y de-
beres, ni que fuese capaz de desentenderse de em-
plear toda su enerjia, desbaratando el plan forjado por
los chilenos, si hubiese llegado a su noticia, cuando
pudo remediarlo satisfactoriamente.
El infrascrito repite nuevamente que ecsiste dife-
rencia entre el caso presente, y el del jeneral arjen-
tino Lopez—En un pais pequeño es fácil descubrir cual -
quiera plan ó combinaciones, pero no en una ciudad
populosa como lo es Lima, en donde ademas se en-
cuentran mil recursos para realizar proyectos, sin que
se trasciendan, como ha sucedido con el de que ahora
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