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En los paises donde se ha adoptado el sis-
tema unitario se ha debido seguir el mismo or-
den progresivo para la organizacion de los gran-
des Estados. Mas cuando estos se han disuelto
en todo o en parte, se ha debido empezar otra
vez siguiendo aquel mismo orden. Las pe-
queñas republicas de Norte-America formaban
parte integrante, todas juntas, del Imperio Bri-
tanico. ¿Era esta una razon para construir-
se bajo el sistema unitario, despues de su In-
dependencia, como algunos de sus politicos,
desde luego, sostuvieron deberse hacer? Es pre-
ciso ecsaminar las cuestiones de un modo di-
recto: mostrar las ventajas e inconvenientes de
cada cosa; y discurrir no por lo que se ha
hecho antes, sino por lo que es util que se ha-
ga en lo sucesivo.

La fuerza se aumenta por la union; es
cierto. Mas, ¿que union podra haber nunca
en cuerpos, cuyas partes no estan todavia por
si mismas organizadas? Cada una de las flechas
que formaban la haz que el padre de la fa-
bula presento a sus hijos, tenia una contestu-
ra propia y una fuerza individual, antes de reu-
nirse a las demas para formar con todas ellas
un cuerpo incapaz de ser quebrado. Es, pues,
indispensable empezar por la federacion para
llegar a la unidad. ¿No ves tu, querido Phi-
lalethes, que tus mismos ejemplos pueden ser-
vir para confutarte?

No creas, por lo tanto, que en mi con-
cepto la Federacion pueda convenir a todos los
pueblos indistintamente. Te he indicado algu-
nas de las circunstancias de Mejico y Buenos-
Aires que hacen alli preferible, en mi modo de
ver, a todo otro sistema, aquel de que nos es-
tamos ocupando; de lo que pudiera darte tam-
bien otra prueba de hecho muy convincente en
el modo honroso con que esta sosteniendo la
lucha con la Francia la Federacion Arjentina;
demostrando asi con evidencia q' las flechas de su
haz no dejan de estar tan compactas como pudie-
ra desearse; mientras salta a los ojos de cualquiera
la debilidad que ha mostrado Mejico en un em-
peño parecido; aquella por haber adoptado defini-
tivamente el rejimen politicoo que mas le con-
viene, este por estar todavia incierto acerca del
que debe adoptar. En cuanto a los demas pue-
blos de Sud-America, hubiera muchisimo que
decir, relativamente al mismo objeto; mas no
seria de este lugar. Lo unico que ahora quiero
hacerte presente es, que tu pasas muy por en-
cima sobre las cuestiones que te propones tratar;
y que no todo lo esplicas; ni a nadie seria posible
esplicarlo del mismo modo; con el principio dema-
siado jeneral, y en gran parte controvertible, de
la maldad de los hombres. Por malos q' los supon-
gas, o Philalethes, su mismo interes, y el de los
infinitos que rodean a cada uno de ellos en la
vida social, les obliga frecuentemente a ser bue-
nos. ¿Como seria posible leer en el libro del
mundo, viendolo tan ennergrecido, como tu lo ves,
en todos sus puntos?

La Francia no hizo una Federacion, es ver-
dad, en el tiempo en que se llamo Republico. Mas,
¿fue verdaderamente una republica, aquel estado
que organizo la victoria, o el mas terrible de los
despotismos bajo aquel nombre? No dire que
algun dia la Francia no llegue a formar una
democracia; los tiempos lo diran; y diran tam-

bien de que modo; mas entre tanto no debe
hablarse de ella, y sacar consecuencias de lo
que ella ha hecho, sino hablandose de anarquia,
o de un despotismo mas o menos distante del
gobierno popular al que ella aspira. En todo otro
caso, seria dejarse engañar por las apariencias
de los hechos, e incurrir en los errores que
suelen ser el efecto del abuso de las palabras,
el querer aplicar los principios que en las varias
epocas de su historia la han guiado en su conducta.

Tu estrañas que un solo cuerpo social so-
berano e independiente, pueda pretender hacerse
mas fuerte, mas poderoso y respetable, dividien-
dose en pequeños estados. Tienes razon; y la
aplicacion de esta reflecsion a la Francia es
muy ecsacta. Mas, ¿pudiera aplicarse aquella
descripcion a Mejico o a Buenos-Ayres, antes
de organizarse? O diras que la fuerza, inde-
pendencia y soberania de la epoca de su co-
loniaje no han cesado nunca de ecsistir en ellos;
y que debieran absolutamente hacer uso de aque-
llos grandes bienes, que son la herencia que
les dejo su madre España, formando grandes
potencias unas e independientes, para consti-
tuirse en su nuevo estado? ¿Como no ves que
es preciso haber formado antes un todo cual-
quiera, para que se pueda decir de alguna cosa
que se divide en varias partes? ¿Que todo formaba
en America cada uno de los escombros de la anti-
gua monarquia Española, despues de derribado,
para que vengas a hablarme de lo que pudiera
perderse reduciendolos a pedazos?

En tu concepto, los pequeños estados que
se han confederado entre si, se han hallado siem-
pre en el pleno goce de su independencia y so-
berania. No es asi Philalethes; en los mas ca-
sos se han confederado para adquirirlas. Las
ciudades de Lombardia, ¿po que se confedera-
ron contra el gran Federico Barbaroja? las de
Suiza contra la casa de Austra? las de los
Paises-Bajos contra Felipa II.*? las de Norte
America contra la Inglaterra? las nuestras con-
tra la España? ¿Fue otro el objeto de todas es-
tas ligas, que el de adquirir la soberania y la in-
dependencia? Sin embargo, queriendo ser mas
ecsacto, es preciso decir, que todos estos pue-
blos confederandose con el objeto de adquirir
la independencia, y habiendola realmente con-
quistado con su valentia y amor a la libertad,
no se han hallado de un solo tiro libres y cons-
tituidos. Despues de haberse hecho independien-
tes, han debido ocuparse del modo de gober-
narse; lo que han hecho siempre sujetandose
al influjo de las circunstancias. Para in-
vestigar, pues, la norma que deben seguir los que
todavia no han logrado aquella ultima ventaja,
es indispensable ecsaminar estas circunstancias.
Mal pueden juzgarse los varios ensayos que
suelen preceder al orden de las cosas ultimo y de-
finitivo, haciendolo de un modo abstracto y dema-
siado jeneral. Cortando el nudo, como tu lo haces
en lugar de resolverlo, debe serte imposible
alcanzar la evidencia de las cosas, y sr justo
para con todos.

Te he seguido, Philalethes, en la digresion en
que me has empeñado acerca del sistema federa-
tivo. Como que se que me quieres escribir al-
guna otra vez, me reservo decirte mas de lo que
te he dicho, cuando conteste tus otras cartas.--
Adios---DEMOPHILO.

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