3

OverviewTranscribeVersionsHelp

Here you can see all page revisions and compare the changes have been made in each revision. Left column shows the page title and transcription in the selected revision, right column shows what have been changed. Unchanged text is highlighted in white, deleted text is highlighted in red, and inserted text is highlighted in green color.

2 revisions
Digitizing Peru's Print Revolution at Jul 22, 2022 08:08 PM

3

ro secretario de lagacion es amigo o enemigo
de los amigos del hombre ilustre a quien adu
la e insulta al mismo tiempo en su cuaderno:
si es peruano o ingles; restaurador, confederado
o imparcial; blanco o negro; amigo del orden
o del desorden; rana, pajaro o murcielago. Les
ha querido el pobrecito hacer la forzosa; pe-
dirles la limosna con la pistola en la mano. A-
demas ha querido tambien adquirir un nom-
bre:

Sunt qui cupiunt magnis inimicitiis inclarescere:

una reputacion europea; prepararse los titulos
de honor, y la recomendaciones con que Lord
Palmerston tendra la honra de presentarle a la
Reina Victoria.

UU. diran, señores Editores, que somos
quizá demasiado chocarreros. Mas ¿qué quie-
ren UU.? Para justificarnos, diremos como aquel
poeta frances: ¿Será permitido ser ridiculo, y
se nos querrá prohibir el ridiculizar a quien lo es?

Sera-t-on-ridicule, et je puis pas rire?

El estudiantillo dice, que en el Perú no
hay libertad de imprenta sino para dar respiro *
a mezquinas pasiones. Gracias, por el cum-
plimiento. Mas, ¿por que no dijo tambien: pa-
ra dar paso al suspiro y a las aspiraciones de
los estudiantillos?

Dice tambien, que no hay entre nosotros
libertad de imprenta sino para incesar al ele-
vado, y cebarse en el caido; (¡pobre muchacho!)
como si el mal consistiese en el simple hecho
de que se trata, independientemente de sus
circunstancias; como si no fuese justo incen-
sar a Dios y cebarse en el demonio; y como
si su ejemplo mismo aunque mal escojido, no
desmintiese el torpe sentido de su sátira.

Aqui desgracia y tambien crimen es el caer.
A quienes hace U. alusion, señor secretario de
embajada? Acaso a los dos personajes que se
dejaron caer de los altos del palacio de Lima,
al malecon de Guayaquil?

U. se llama estraño a todos los partidos;
y despues no hesita en hablar de su amar-
gura que rebosa en su alma (lo que sale afue-
ra ya no lo siente el alma, y no puede ser
amargura) contemplando enseñas desconocidas, y
la suerte que se muestra esquiva al pabellon
nacional, y el desorden y la arbitrariedad y
todo lo demas de su pasaje paj. 4a hasta las
palabras correjir la inesperencia (correjir lo que
es negativo) y aun despues, y en todo el cua-
derno; sin reflecsionar que no hay en él una so-
la palabra que no demuestre la tendencia, las
afecciones y los deseos de quien lo ha escri-
to. Hablamos aqui de sus deseos relativamen-
te al Perú, y no de aquellos que se refieren
a su legacion en Inglaterra.

Sentimos mucho, señores Editores, que UU.
se hayan desdeñado indicar todas las contra-
dicciones que acabamos de observar en el di-
choso cuadernito de las observaciones, y muchas
otras mas, que en nuestro juicio, pudieran ser-
vir para completar el cuadro del mérito lite-

* Respiro. El rato que se da para descansar
de la fatiga, y volver a ella con nuevo aliento.
Diccion. de la Academ.

rio-politico de nuestro gran publicista. Por
ejemplo, cuando dice, paj. 6, que la natura-
lizaccion puede verificarse, o ipso factu, por ha-
ber nacido en el seno de un pais, o median-
te ciertas formalidades, o llenando ciertas con-
diciones; ¿como no vio que entre estas condi-
ciones se halla inclusa la del casamiento, y que
él mismo demuestra por este modo de mirar
la cuestion, que sus adversarios dicen bien, y
que la razon no está de parte de él. Lo sabe-
mos, no teniendo nada mas que decir, dirá que
es imposible que un ministro tenga razon; y
que los que piensan como el ministro son hom-
bres venales, aunque demuestren la justeza,
ecsactitud y utilidad de sus opiniones; y que
el unico que puede tener razon es él . . . . el
hombre que no pertenece á partido alguno . . . .
el que rebosó de amargura . . . . el que no tiene
miras ocultas . . . . el futuro secretario de la
embajada de Inglaterra.

No queremos, SS. EE. estendernos en este re-
mitido hasta la cuestion principal, que UU. han
tratado ya con un écsito demasiado feliz, para
que juzguemos necesario reunir nuestros traba-
jos con los suyos. Es verdad que UU. no pue-
den contar, como el estudiantillo, con el pa-
recer unanime y la aprobacion lisonjera de nu-
merosos, intelijentes y verdaderos amigos, unida
a la de varios sujetos, acerca del mérito lite-
rario de sus produccionés. (V. el Comercio nume-
ro 378) Sin embargo, podemos asegurarles que
a pesar de las impertinencias del estudiante,
no faltan hombres de talento que les hacen
justicia, y verdaderos patriotas que les queden
agradecidos. Asi es que nada tenemos que aña-
dir sobre este punto. Concluiremos felicitando
al estudiantillo por la admirable idea que tu-
vo de aprovechar la ocasion que le ofrecio el
oficio del ministro, a fin de hacer brillar de-
lante de sus numerosos é ilustrados amigos y
varios otros su jenio y su arte de escribir: me-
ter ruido en nuestra república literaria con la
aparición de su cuadernillo; y adquirir mérito
a los ojos del hombre ilustre, haciendole entender
lo mucho que él es capaz de hacerse terrible, des-
pues de haberse hecho . . . . tan ridículo.

Otros Peruanos.

VARIEDADES.

ALCORAN.
o mas bien el KORAN.

Este libro gobierna despóticamente toda la
Africa septentrional desde el monte Atlas hasta
el desierto de Barca, todo el Ejipto, las costas del
Occeano Etiope en el espacio de seiscientas le-
guas, la Siria, la Asia menor, todos los paises que
rodean el mar Negro, y el mar Caspio, escepto el
reíno de Astracan, todo el imperio del Indostan,
toda la Persia, una gran parte de la Tartaria y
en nuestra Europa la Tracia, la Macedonia, la
Bulgaria, la Servia, la Bosnia, toda la Grecia, el
Epiro y casi todas las islas hasta el estrecho de
Otrante donde concluyen todas estas inmensas
posesíones.

3

ro secretario de lagacion es amigo o enemigo
de los amigos del hombre ilustre a quien adu
la e insulta al mismo tiempo en su cuaderno:
si es peruano o ingles; restaurador, confederado
o imparcial; blanco o negro; amigo del orden
o del desorden; rana, pajaro o murcielago. Les
ha querido el pobrecito hacer la forzosa; pe-
dirles la limosna con la pistola en la mano. A-
demas ha querido tambien adquirir un nom-
bre:

Sunt qui cupiunt magnis inimicitiis inclarescere:

una reputacion europea; prepararse los titulos
de honor, y la recomendaciones con que Lord
Palmerston tendra la honra de presentarle a la
Reina Victoria.

UU. diran, señores Editores, que somos
quizá demasiado chocarreros. Mas ¿qué quie-
ren UU.? Para justificarnos, diremos como aquel
poeta frances: ¿Será permitido ser ridiculo, y
se nos querrá prohibir el ridiculizar a quien lo es?

Sera-t-on-ridicule, et je puis pas rire?

El estudiantillo dice, que en el Perú no
hay libertad de imprenta sino para dar respiro *
a mezquinas pasiones. Gracias, por el cum-
plimiento. Mas, ¿por que no dijo tambien: pa-
ra dar paso al suspiro y a las aspiraciones de
los estudiantillos?

Dice tambien, que no hay entre nosotros
libertad de imprenta sino para incesar al ele-
vado, y cebarse en el caido; (¡pobre muchacho!)
como si el mal consistiese en el simple hecho
de que se trata, independientemente de sus
circunstancias; como si no fuese justo incen-
sar a Dios y cebarse en el demonio; y como
si su ejemplo mismo aunque mal escojido, no
desmintiese el torpe sentido de su sátira.

Aqui desgracia y tambien crimen es el caer.
A quienes hace U. alusion, señor secretario de
embajada? Acaso a los dos personajes que se
dejaron caer de los altos del palacio de Lima,
al malecon de Guayaquil?

U. se llama estraño a todos los partidos;
y despues no hesita en hablar de su amar-
gura que rebosa en su alma (lo que sale afue-
ra ya no lo siente el alma, y no puede ser
amargura) contemplando enseñas desconocidas, y
la suerte que se muestra esquiva al pabellon
nacional, y el desorden y la arbitrariedad y
todo lo demas de su pasaje paj. 4a hasta las
palabras correjir la inesperencia (correjir lo que
es negativo) y aun despues, y en todo el cua-
derno; sin reflecsionar que no hay en él una so-
la palabra que no demuestre la tendencia, las
afecciones y los deseos de quien lo ha escri-
to. Hablamos aqui de sus deseos relativamen-
te al Perú, y no de aquellos que se refieren
a su legacion en Inglaterra.

Sentimos mucho, señores Editores, que UU.
se hayan desdeñado indicar todas las contra-
dicciones que acabamos de observar en el di-
choso cuadernito de las observaciones, y muchas
otras mas, que en nuestro juicio, pudieran ser-
vir para completar el cuadro del mérito lite-

* Respiro. El rato que se da para descansar
de la fatiga, y volver a ella con nuevo aliento.
Diccion. de la Academ.

rio-politico de nuestro gran publicista. Por
ejemplo, cuando dice, paj. 6, que la natura-
lizaccion puede verificarse, o ipso factu, por ha-
ber nacido en el seno de un pais, o median-
te ciertas formalidades, o llenando ciertas con-
diciones; ¿como no vio que entre estas condi-
ciones se halla inclusa la del casamiento, y que
él mismo demuestra por este modo de mirar
la cuestion, que sus adversarios dicen bien, y
que la razon no está de parte de él. Lo sabe-
mos, no teniendo nada mas que decir, dirá que
es imposible que un ministro tenga razon; y
que los que piensan como el ministro son hom-
bres venales, aunque demuestren la justeza,
ecsactitud y utilidad de sus opiniones; y que
el unico que puede tener razon es él . . . . el
hombre que no pertenece á partido alguno . . . .
el que rebosó de amargura . . . . el que no tiene
miras ocultas . . . . el futuro secretario de la
embajada de Inglaterra.

No queremos, SS. EE. estendernos en este re-
mitido hasta la cuestion principal, que UU. han
tratado ya con un écsito demasiado feliz, para
que juzguemos necesario reunir nuestros traba-
jos con los suyos. Es verdad que UU. no pue-
den contar, como el estudiantillo, con el pa-
recer unanime y la aprobacion lisonjera de nu-
merosos, intelijentes y verdaderos amigos, unida
a la de varios sujetos, acerca del mérito lite-
rario de sus produccionés. (V. el Comercio nume-
ro 378) Sin embargo, podemos asegurarles que
a pesar de las impertinencias del estudiante,
no faltan hombres de talento que les hacen
justicia, y verdaderos patriotas que les queden
agradecidos. Asi es que nada tenemos que aña-
dir sobre este punto. Concluiremos felicitando
al estudiantillo por la admirable idea que tu-
vo de aprovechar la ocasion que le ofrecio el
oficio del ministro, a fin de hacer brillar de-
lante de sus numerosos é ilustrados amigos y
varios otros su jenio y su arte de escribir: me-
ter ruido en nuestra república literaria con la
aparición de su cuadernillo; y adquirir mérito
a los ojos del hombre ilustre, haciendole entender
lo mucho que él es capaz de hacerse terrible, des-
pues de haberse hecho . . . . tan ridículo.

Otros Peruanos.

VARIEDADES.

ALCORAN.
o mas bien el KORAN.

Este libro gobierna despóticamente toda la
Africa septentrional desde el monte Atlas hasta
el desierto de Barca, todo el Ejipto, las costas del
Occeano Etiope en el espacio de seiscientas le-
guas, la Siria, la Asia menor, todos los paises que
rodean el mar Negro, y el mar Caspio, escepto el
reíno de Astracan, todo el imperio del Indostan,
toda la Persia, una gran parte de la Tartaria y
en nuestra Europa la Tracia, la Macedonia, la
Bulgaria, la Servia, la Bosnia, toda la Grecia, el
Epiro y casi todas las islas hasta el estrecho de
Otrante donde concluyen todas estas inmensas
posesíones.