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nal y de todos los criminales ni uno solo
que no sea absuelto- Lo indudable es,
que seria infinitamente mejor un pequeño
reglamento de imprenta, q ue la con0
servase saludable, que un cùmulo de
inutiles medicinas despues de la enfer-
medad- Esto es, la institucion de la jun-
tas censorias, que no importan sino un
juri antecedente ā la publicacion de los
escritos, mas circunspecto y provechoso,
que el baturillo que con este nombre se
reune, prévia la acusacion y despues de
impresos los manuscritos- Los engaña-
dos amantes de la perniciosa licencia de
la imprenta, se empeñan en pintarla como
el verdadero vehiculo de la ilustracion-
No tiene duda, que el buen uso de la
prensa es el final de la civilzacion; pero
nos alumbró á nosotros? Un enjambre de
comunicados, ecsajerando la joroba de
Juan, el coto de Antonio y las narices de
Agapito; un tropel de articulitos desco-
nociendo las cortinas de los lechos de los
casados, habriendonos las celdas de los
relijiosos, satirizando el andar de un peti-
metre, riendo de la mueca de Fulanita y
sacando á luz ocultas debilidades propias
de la miseria humana, pueden llamarse
modelos de ilustracion? - ¿Qué obras en
politica, en artes ó ciencias ù oficios he-
mos visto salir de nuestras prensas?- El
arte de la intriga, la cienca de la rebelion.
Concluyamos con asegurar, que el escri-
tor que sinceramente trabaja para ilustrar
lejos de incomodarse con las trabas, que
llaman los detractores, los anarquistas,
esperimentan con una junta censoria, la
satisfaccion de ver aprobada su obra por
una corporacion respetable, como ensayo
feliz de la aprobacion pùblica.
A LA USENCIA.
SONETO.
Jimo en la ausencia lejos de tu cielo,
Pero me acerca ā ti el entendimiento,
Porque no hay mas alla del pensamiento
Distancia que no venza amor de un vuelo.
Tu auscencia, Delia, cuesta ā mi desvelo
Cuanto es capáz de dar el sentimiento,
Unas veces vestida de tormento,
Otras de una memoria najo el velo.
Tu vives en el alma con mi pena,
Pena que al corazon lleva sus tiros;
Tu imajen y el dolor la tienen llena
Yo no sé como caben mis suspiros.
Y por ti veo ya dulce homicida,
Que la muerte es principio de la vida
F.M. de M.
Imp. de Eusebio Aranda.