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los hechos que todos los están viendo con sus
propios ojos toman á su cargo este oficio. Nos
contraeremos sin embargo a decir algo sobre
dos pensamientos orijinales que hemos hallado
en dichos periódicos, los cuales nos parecen
dignos de algunas observaciones. El primero
es que el Protector de la Confederación Perú-
Boliviana, esta dictando en los Estados del
Perú decretos sobre todos los ramos de la ad-
ministración, sin proponerse consultar en ellos
el acierto, y si ostentar que su atención y
cuidado se estiende á todos ellos. El otro es
parecido á los quiméricos vencimientos,
que el héroe de la Mancha se imajinaba en su
caletre, todas veces que le apretaba á salir
por los campos su ardiente deceo de endere-
zar tuertos, y desfacer agrabios. Dice asi—un
empuje por el norte, otro por el sud, y unas
ráfagas de mar, daran en tierra con el edificio
que ha lebantado el Protector.
Ningún hombre de juicio puede negar
á vista de los trabajos del Gobierno Protec¬
toral, que en los Estados del Perú todos los
de la administración, han recibido refor¬
mas útiles y mejoras importantes. La hacien¬
da se ha regularizado. Hay fidelidad en las
recaudaciones, economía y pureza en las in¬
verciones. La administración de justicia tiene
ya reglas claras de proceder y leyes penales
o civiles à que sujetar sus fallos: el ejército no
es una manga de pretorianos prontos à empu¬
ñar las armas al arvitrio de sus inmediatos je
fes; es una reunion de ciudadanos que obede¬
cen á la autoridad legal, y hacen respetar las
leyes y los majistrados: el ciudadano goza de
su propiedad, y cuenta con la seguridad de su
persona, mientras no obra en sentido contra¬
rio á la ley: se han desostruído los manan¬
tiales de la riqueza pública, que ya empieza a
prosperar. ¿Quién ha obrado estos prodijios,
quien ha producido estos bienes que son el
único fin à que aspiran las sociedades? Sin du
da han sido los decretos y actos del Gobierno
Protectoral, en los cuales se ve consultado el
acierto con la mejor previsión y sagacidad: y
¿dónde es que ellos han surtido tan admirables
efectos? Precisamente ha sido en los estados
del Perú donde la anarquia todo lo destruyó,
donde ella habia sembrado los odios y la des¬
confianza: donde en fin ella habia relajado to¬
dos los resortes de la moral pública. Es pre¬
ciso traer a la memoria el estado político an¬
terior del Perú, y compararlo con el presente
para valorar con exactitud la importancia y
utilidad de los trabajos administrativos del Pro¬
tectorado. Suponen los editores del mercurio
que el actual orden de los Estados del Perú,
se conserva unicamente à merced de las ba¬
yonetas que cubren aquel pais en número tri¬
ple del que el Virrey Lacerna tenia el año 24;
mas esta supocisión la han tomado ellos de los
emigrados del Perú aterrados todavia con los
rayos de Yanacocha y Socabaya, y los cuales
se empeñan en hacer creer que en Chile que el
pueblo Peruano participa de sus opiniones.
La mayor parte del ejército confederado que
existe los estados peruanos, es peruano. Los
pueblos que se mantienen pacíficos y obedien¬
tes á las autoridades constituidas. Esos pue¬
blos que en otro tiempo se lebantaron en ma¬
sa contra la rebelión de Gamarra y Salaverri
son peruanos, y nadie mejor que ellos puede
desmentir a los emigrados. Esos pueblos ma¬
nifiestan muy à las claras con su fidelidad à
las leyes, con su invencible resistencia à las
sujestiones del Gobierno de Chile y de los
emigrados, que su voluntad, que sus votos es¬
tan adheridos con su propia conveniencia al Go¬
bierno protectoral, ¿y quién ha arrancado esta
confianza, esta lealtad acia al Gobierno, sino
es la misma política del Gobierno cuyos actos
van marcados con el sello de la justicia y de
la conveniencia pública? Los editores del mer¬
curio saben que en Chile van las cosas de un
modo enteramente distinto. Continuos amagos
de revolución: proscripciones repetidas: des¬
contento y murmullo contra la administración,
¿cuál es la idea que estos sintomas funestos nos
pueden hacer formar del Gobierno actual de
esa República? Es sin duda que el Ministe¬
rio no ha sabido trabajar por la dicha públi¬
ca; así como ha trabajado en el Perú el Go¬
bierno Protectoral, atrayéndose el voto públi¬
co con esa constancia y tino, que los editores
del mercurio, llaman mania de lejislar.
Una de las causas y tal vez la mas po¬
derosa de las revoluciones del Perú, ha sido la
manía de que se apoderaron los aspirantes, de
hacerce órganos de la voluntad del pueblo. Ellos
al tremolar el pendón de la anarquia, gritaban
de voz en cuello, que el Perú no estaba con¬
tento con el Gobierno. Entre tanto fuese asi
ó no, que era lo más regular, estos rebolto¬
sos lograban su fín que era el apoderarse del
mando y oprimir al pueblo. Las lecciones de
la esperiencia no han correjido a estos mania¬
ticos, y arrojados del Perú á Chile quieren
sostener allí su pretendida misión de inter¬
pretes de la voluntad del pueblo. ¡Miserables!
¿hasta cuando durará su alucinamiento? Los pue¬
blos no tienen interés alguno en que esos po¬
cos emigrados dispongan de los destinos. Son
por eso muy diferentes las opiniones de los unos
y de los otros. Los decretos del Pratector han
contenido ek desenfreno de los demagogos:
han atado las manos de los estafadores públi¬
cos: han asegurado al labrador, al comercian¬
te, al artezano, el fruto de su industria. ¡Sa¬
ludables decretos esclaman estas claces labo¬
riosas que son las que forman el pueblo, pues
que à su abrigo gozamos, y recojemos los pro¬
vechos de nuestro trabajo, y nos saboreamos
con los dones de la paz y seguridad!
Que los emigrados en Chile griten y cla¬
men contra el Protectorado: que entonen can¬
ticos fúnebres sobre la tumba de la anarquia,
que fue su bien andanza, puede ser pasable;
porque, a algún consuelo han de apelar en su de¬
sesperación. Lo estraño es que los escritores
Chilenos [si son chilenos] se hagan tutores de
los emigrados, olvidando los intereses de Chi¬
le, que únicamente devieran animarlos. Pocas
veces hemos visto que ningún Gobierno se
deje arrastrar pur las sujeciones de extranje¬

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