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Cecilia at Aug 20, 2022 03:08 PM

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quiri, ut tí etiam qui bellum ambitiosé aut avare aliis
inferunt, ac prainde injustam, iidem praemtextum tamen
sui coepti justum captent aliquem, nimirum suam utilita¬
tem desinientes esse justitiam (Herodoto).

Entre dos naciones que se creen iguales é inde¬
pendientes, como Chile y el Perú por ejemplo, y que
hasta aquí se han respetado mutuamente como tales, ha
existido y debe existir una justicia soberana, imparcial.
Sin derechos respectivos han sido los mismos que los
que cada hombre tiene para su conservación, seguridad
y definida sus propiedades. Asi como la justicia es¬
ta en posesión de los tribunales peculiares y adecuados
para reprimir los atentados de aquellos que transtornan
el orden natural, igualmente la justicia de las naciones
posee un tribunal universal para juzgar de la condicia
de los pueblos y de los gobernantes; sin esto, el géne¬
ro humano llegaría á ser la victima del vandalage y de
la licencia.
Advertir á las naciones, suminístrales los medios
de resguardarse contra las arterias de la ambición y del
egoismo, descubrir el motivo, objeto y fin de tales in¬
vaciones, es un deber que nos prescribe e1 cargo que
nos hemos impuesto; y la caridad nos aconseja velar
con prudencia en el ínteres común. Confederarse ó unir¬
se, formar alianzas con el laudable fin de castigar y ven¬
gar los atentados de la codicia, es defender la causa
de las leyes y de la humanidad, esto es la causa sacre¬
santa de la justicia. Luego nadie nos podrá echar en
cara, nadie será tan osado que repruebe por criminal
contemplación, por motivos personales ô pseudo-politicos,
empleemos la fuerza, usemos de los recursos naturales,
y pongamos en movimiento toda la maquinaria guerre¬
ra, vapor y pólvora fulminante, contra aquellos que se
declaran nuestros enemigos alevosos; que para con no¬
sotros violan las leyes de la sociabilidad; que no quie¬
ren concedernos lo que nos pertenece; que se apoderan,
ó quieren aposesionarse de cuanto nos está reservado
en el patrimonio común de la naturaleza; que ponen los
medios, y preparan todo jénero de trampas para robar¬
nos nuestras propias ventajas, y destruirlas para siem¬
pre. De consiguiente, podemos concluir, aunque se sin
forma silogística ó escolástica, que por derecho y por
deber las naciones se arman contra la opresión gene¬
ral, para sacudir y romper el yugo de aquel tirano, por
ejemplo nuestro D. Dieguito, que pretende encadenar el
mar Pacifico, el comercio y la industria del Perú, sin
más razón, sin más justicia que el monopolio que se ha
propuesto hacer con los depósitos y mercados de Val¬
paraiso. Nuestro famoso Contrabandista, sepa U. que
la justicia tiene sus derechos, y también la opresión
tiene sus límites: nos han herido U. en lo más sagrado;
ha violado se señoría nuestros imprescriptibles derechos,
ha vulnerado el honor nacional, y la opresión ha llega¬
do a su colmo: es preciso destruirla, precipitarla, y cree¬
mos que no es obra de Romanos. Demasiado modera¬
da y prudente ha sido hasta aquí la conducta del Pro¬
tector Supremo; en su política generosa se ha acorda¬
do de los Chilenos que ama como hombre y como po¬
lítico; pero las ofensas de Portales han sido de tal mag¬
nitud, las cosas han llegado á un punto tal que los in¬
tereses del pueblo peruano y los de la administración,
que los dirije y representa, se han concentrado; la vin¬
dicta pública pide el desagravio. El partido está toma¬
do de parecer ó triunfar: esta decisión es la que en la
guerra, cuando es justa, da buenos resultados; la que
da energía heroíca, cuando se emprende por razones jus¬
tas. No debemos ya vacilar, á la vista de tanta perfi¬
dia, ni dudar acerca de la resolución que debemos to¬
mar. La incertidumbre es un tercer camino entre la
derrota y la victoria, pero tampoco es el del recurso.
Lopes y Atacama fueron caminos que trillaron los Es¬
pañoles de la Conquista. Nosotros no somos de peores
piernas, ni menos esforzados y sufridos. ¿Por qué no
emprenderiamos este paseo militar hasta Cojumbo, don¬
de después de un descanso, vendrían los Chilenos á
aclamarnos por sus libertadores? Vaya este aviso como
de paso para quíen no necesita de grandes derroteros,
ni mapas para guiarnos á la victoria. Los que han su¬
perado cumbres nevadas, lluvias, cordilleras, hambres,
privaciones de todo género, para alcanzar laureles en
Yanacocha y Socabaya, sabrán pisar la blanda arena en
un clima templado y suave.
Nosotros opinamos que para acabar con esta guer¬
ra sorda, para espantar al audaz Contrabandista y a sus
satélites, y libertar á los desgraciados Chilenos, nues¬
tros hermanos, no hai que perder mas tiempo, no hai
porque contemporizar: unamonos y vamos al hermoso Chi¬
le á hacer volar mas que de prisa al Señor D. Diego,
y restituyamos aquellos habitantes al sosiego y al orden
que les ha robado un infame revolucionario. Nos sobran
motivos poderosos, razones justificativas para concluir la
guerra actual, de nueva invención, de ceremonia, susci¬
tada por un usurpador, siempre agresor sin causa justa
y suficiente, tan perjudicial á Chile como al Perú. Ani¬
bal decía que solo en Roma se vencía á los Romanos;
y si no hubiese sufrido el yugo de Anibal. Lo mismo
decimos nosotros: solo en Valparaíso se vence a D.
Dieguito, es necesario irlo a buscar en sus almacenes,
en el teatro de su monopolio, de lo contrario no se ti¬
rará un tiro y la guerra seguirá al comercio Chileno-
Peruano. Ya que la injusticia es de tanto tamaño, ya
que ofende á dos naciones unidas en intereses y seti¬
mientos, tan patente a los ojos de todos ¿quién echara
pie atras, cuando el ofensor común nos llama contra
él? Este paso interesa á Chilenos y Peruano, es del
interes de ambos contra los atentados de Portales. Es
menester encadenarlo como tigre, humillarlo ó que se
vaya al otro mundo; pues que la lei de la humanidad
pone restricciones al derecho estricto de la guerra. Va¬
mos, corramos al socorro de nuestros hermanos de Chi¬
le, ellos nos recibiran con los brazos abiertos; regene¬
remos aquella República por medio del amor al orden
y de la moderación, que siempre ha sido la divisa del
Ejército Unido y de su ínclito Capitán. Pongamos al
hermoso Chile bajo la protección de las leyes de la so¬
ciedad Americana.
Los Perú-Bolivianos, armados para vengar las in¬
fracciones solemnes, las guerras de los pirtas portali¬
nos
los atentados a sus propiedades, los insultos hechos
al territorio, y al Gobierno paternal del Protectorado,
llevan todos por uniforme el de la razón y la equidad; y
la sabiduría, el talisman de su amado Santa-Cruz, ha
sabido conciliar los planes mas acertados, la rapidez y
magnitud de los movimientos, con la facilidad de la eje¬
cución y con el secreto, que es el alma de la victoria.
El cielo que ordenala justicia, lo ha declarado el Pro¬
tector de la justa causa. La equidad es un baluarte,
un alcazar inexpugnable; la naturaleza entera caera an¬
tes que un trono que tiene por cimiento a esta deidad.
El interés universal de todos los Reyes y de todos los
Pueblos es sostenerla. Santa-Cruz, que es sostenido por
la justicia y la equidad; para quien el orden es su es¬
trella polar, de la voz de ataque. Todo los pechos que
le son deudores del Protectorado, le responderán: mue¬
ra el que despreciando el derecho de gentes, la fe de
los tratados, ultraja el honor nacional, y nos quiere des¬
porjar de nuestras propiedades. Chilenos y Peruanos: la
unidad de interes nos llama á unir nuestros votos y
esfuerzos; una venganza común debe inspirar a Porta¬
les y a su gobierno una consternación que lo haga ar¬
rrepentirse. Acabemos con esos enemigos de nuestro re¬
poso, llevando por divisa cerdad y razón.

Errata notable en el núm-
ero 5.to

Cuarta columna linea 34 dice -coloca
lease soloza.

Imprenta del Colejio ed Artes

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quiri, ut tí etiam qui bellum ambitiosé aut avare aliis
inferunt, ac prainde injustam, iidem praemtextum tamen
sui coepti justum captent aliquem, nimirum suam utilita¬
tem desinientes esse justitiam (Herodoto).

Entre dos naciones que se creen iguales é inde¬
pendientes, como Chile y el Perú por ejemplo, y que
hasta aquí se han respetado mutuamente como tales, ha
existido y debe existir una justicia soberana, imparcial.
Sin derechos respectivos han sido los mismos que los
que cada hombre tiene para su conservación, seguridad
y definida sus propiedades. Asi como la justicia es¬
ta en posesión de los tribunales peculiares y adecuados
para reprimir los atentados de aquellos que transtornan
el orden natural, igualmente la justicia de las naciones
posee un tribunal universal para juzgar de la condicia
de los pueblos y de los gobernantes; sin esto, el géne¬
ro humano llegaría á ser la victima del vandalage y de
la licencia.
Advertir á las naciones, suminístrales los medios
de resguardarse contra las arterias de la ambición y del
egoismo, descubrir el motivo, objeto y fin de tales in¬
vaciones, es un deber que nos prescribe e1 cargo que
nos hemos impuesto; y la caridad nos aconseja velar
con prudencia en el ínteres común. Confederarse ó unir¬
se, formar alianzas con el laudable fin de castigar y ven¬
gar los atentados de la codicia, es defender la causa
de las leyes y de la humanidad, esto es la causa sacre¬
santa de la justicia. Luego nadie nos podrá echar en
cara, nadie será tan osado que repruebe por criminal
contemplación, por motivos personales ô pseudo-politicos,
empleemos la fuerza, usemos de los recursos naturales,
y pongamos en movimiento toda la maquinaria guerre¬
ra, vapor y pólvora fulminante, contra aquellos que se
declaran nuestros enemigos alevosos; que para con no¬
sotros violan las leyes de la sociabilidad; que no quie¬
ren concedernos lo que nos pertenece; que se apoderan,
ó quieren aposesionarse de cuanto nos está reservado
en el patrimonio común de la naturaleza; que ponen los
medios, y preparan todo jénero de trampas para robar¬
nos nuestras propias ventajas, y destruirlas para siem¬
pre. De consiguiente, podemos concluir, aunque se sin
forma silogística ó escolástica, que por derecho y por
deber las naciones se arman contra la opresión gene¬
ral, para sacudir y romper el yugo de aquel tirano, por
ejemplo nuestro D. Dieguito, que pretende encadenar el
mar Pacifico, el comercio y la industria del Perú, sin
más razón, sin más justicia que el monopolio que se ha
propuesto hacer con los depósitos y mercados de Val¬
paraiso. Nuestro famoso Contrabandista, sepa U. que
la justicia tiene sus derechos, y también la opresión
tiene sus límites: nos han herido U. en lo más sagrado;
ha violado se señoría nuestros imprescriptibles derechos,
ha vulnerado el honor nacional, y la opresión ha llega¬
do a su colmo: es preciso destruirla, precipitarla, y cree¬
mos que no es obra de Romanos. Demasiado modera¬
da y prudente ha sido hasta aquí la conducta del Pro¬
tector Supremo; en su política generosa se ha acorda¬
do de los Chilenos que ama como hombre y como po¬
lítico; pero las ofensas de Portales han sido de tal mag¬
nitud, las cosas han llegado á un punto tal que los in¬
tereses del pueblo peruano y los de la administración,
que los dirije y representa, se han concentrado; la vin¬
dicta pública pide el desagravio. El partido está toma¬
do de parecer ó triunfar: esta decisión es la que en la
guerra, cuando es justa, da buenos resultados; la que
da energía heroíca, cuando se emprende por razones jus¬
tas. No debemos ya vacilar, á la vista de tanta perfi¬
dia, ni dudar acerca de la resolución que debemos to¬
mar. La incertidumbre es un tercer camino entre la
derrota y la victoria, pero tampoco es el del recurso.
Lopes y Atacama fueron caminos que trillaron los Es¬
pañoles de la Conquista. Nosotros no somos de peores
piernas, ni menos esforzados y sufridos. ¿Por qué no
emprenderiamos este paseo militar hasta Cojumbo, don¬
de después de un descanso, vendrían los Chilenos á
aclamarnos por sus libertadores? Vaya este aviso como
de paso para quíen no necesita de grandes derroteros,
ni mapas para guiarnos á la victoria. Los que han su¬
perado cumbres nevadas, lluvias, cordilleras, hambres,
privaciones de todo género, para alcanzar laureles en
Yanacocha y Socabaya, sabrán pisar la blanda arena en
un clima templado y suave.
Nosotros opinamos que para acabar con esta guer¬
ra sorda, para espantar al audaz Contrabandista y a sus
satélites, y libertar á los desgraciados Chilenos, nues¬
tros hermanos, no hai que perder mas tiempo, no hai
porque contemporizar: unamonos y vamos al hermoso Chi¬
le á hacer volar mas que de prisa al Señor D. Diego,
y restituyamos aquellos habitantes al sosiego y al orden
que les ha robado un infame revolucionario. Nos sobran
motivos poderosos, razones justificativas para concluir la
guerra actual, de nueva invención, de ceremonia, susci¬
tada por un usurpador, siempre agresor sin causa justa
y suficiente, tan perjudicial á Chile como al Perú. Ani¬
bal decía que solo en Roma se vencía á los Romanos;
y si no hubiese sufrido el yugo de Anibal. Lo mismo
decimos nosotros: solo en Valparaíso se vence a D.
Dieguito, es necesario irlo a buscar en sus almacenes,
en el teatro de su monopolio, de lo contrario no se ti¬
rará un tiro y la guerra seguirá al comercio Chileno-
Peruano. Ya que la injusticia es de tanto tamaño, ya
que ofende á dos naciones unidas en intereses y seti¬
mientos, tan patente a los ojos de todos ¿quién echara
pie atras, cuando el ofensor común nos llama contra
él? Este paso interesa á Chilenos y Peruano, es del
interes de ambos contra los atentados de Portales. Es
menester encadenarlo como tigre, humillarlo ó que se
vaya al otro mundo; pues que la lei de la humanidad
pone restricciones al derecho estricto de la guerra. Va¬
mos, corramos al socorro de nuestros hermanos de Chi¬
le, ellos nos recibiran con los brazos abiertos; regene¬
remos aquella República por medio del amor al orden
y de la moderación, que siempre ha sido la divisa del
Ejército Unido y de su ínclito Capitán. Pongamos al
hermoso Chile bajo la protección de las leyes de la so¬
ciedad Americana.
Los Perú-Bolivianos, armados para vengar las in¬
fracciones solemnes, las guerras de los pirtas portali¬
nos
los atentados a sus propiedades, los insultos hechos
al territorio, y al Gobierno paternal del Protectorado,
llevan todos por uniforme el de la razón y la equidad; y
la sabiduría, el talisman de su amado Santa-Cruz, ha
sabido conciliar los planes mas acertados, la rapidez y
magnitud de los movimientos, con la facilidad de la eje¬
cución y con el secreto, que es el alma de la victoria.
El cielo que ordenala justicia, lo ha declarado el Pro¬
tector de la justa causa. La equidad es un baluarte,
un alcazar inexpugnable; la naturaleza entera caera an¬
tes que un trono que tiene por cimiento a esta deidad.
El interés universal de todos los Reyes y de todos los
Pueblos es sostenerla. Santa-Cruz, que es sostenido por
la justicia y la equidad; para quien el orden es su es¬
trella polar, de la voz de ataque. Todo los pechos que
le son deudores del Protectorado, le responderán: mue¬
ra el que despreciando el derecho de gentes, la fe de
los tratados, ultraja el honor nacional, y nos quiere des¬
porjar de nuestras propiedades. Chilenos y Peruanos: la
unidad de interes nos llama á unir nuestros votos y
esfuerzos; una venganza común debe inspirar a Porta¬
les y a su gobierno una consternación que lo haga ar¬
rrepentirse. Acabemos con esos enemigos de nuestro re¬
poso, llevando por divisa cerdad y razón.

Errata notable en el núm-
ero 5.to

Cuarta columna linea 34 dice -coloca
lease soloza.

Imprenta del Colejio ed Artes