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EL COMANDANTE JENERAL
Y PREFECTO
A SUS HABITANTES.

Compatriotas: al encargarme del mando político de este Departamento en la
crisis fatal que amaga al pais, he querido dar un testimonio auténtico de mi pa¬
triotismo. Me honro de presidir un pueblo, que conoce sus mas caros intere¬
ses, que respira nacionalismo y que con entusiasmo ardoroso trata de conservar la inde¬
pendencia è integridad de la República: y que vengará con su sangre la pérdida del
hijo predilecto del suelo de los Incas y de todos los peruanos que denodados han de¬
rramado su sangre en el campo funesto de Incavi.

Conciudadanos: el Jeneralísimo Presidente Gamarra no existe: quedó cadáver en
el campo del honor á merced de la barbárie de los esbirros del proscripto Ballivian,
del enemigo constante de su patria, del traidor, del asesino de Blanco. Ved que alar¬
ga su mano fria y os pide venganza. ¿Desoiréis el clamor del que nos ha enseña¬
do la senda de la libertad, del que á costa de su vida ha querido fijar la indepen¬
dencia gloriosa á esta Nación? No cuzqueños, á vosotros especialmente toca esta
noble venganza.

Amigos: la invasion boliviana es cierta. Los vandalos, que han pisado nuestro
suelo, incendian los hogares, talan los campos y cuales fieras rabiosas desplegan to¬
do jénero de atrocidades, nos humillan como conquistadores, y estentan cobardes, per¬
seguir indefensos. He aqui la época grandiosa para el pais, sacrificando ante las a¬
ras de la patria todas las disenciones domesticas, relegando al olvido todos los estra¬
vios pasados: unidos haremos una resistencia enerjica y reduciremos á la nada esa
borda de bandidos: desapareceremos ese pueblo ingrato a los beneficios que ha reci¬
bido de nosotros, à ese pueblo perjuro à sus compromisos, à ese pueblo que siempre
ha querido llenar de oprobio à esta Nación à quien debe su ser.

Cuzqueños: marchemos à vanguardia de los demás departamentos, hagamos la
guerra por cuantos medios nos inspire el honor envilecido y que conozcan las provin¬
cias apóstatas del Rio de la Plata que no son seres tan degradados los que com¬
ponen la nación Peruana. En vuestra cooperación, apoyo tan halagüeñas esperanzas
y juro por el Dios que me oye que no abandonaré la sacrosanta causa de los pue¬
blos hasta que haya desaparecido del número de los vivientes ó hayamos estermina¬
do esa raza infame. Aun quedan valientes, que están encargados de esta empresa.

Cuzco 10 de Diciembre de 1841.

JOSE ANTONIO MERINO.

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