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Digitizing Peru's Print Revolution at Jul 22, 2022 07:06 PM

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ner un auto cabeza de proceso, de tomar una declaracion,
de poner un auto de fé de entrega de derechos, de hacer
una cruz con la mano derecha para hacer un juramento.
¡Ah! Mercado el Grande! ¡ya vuestro nombre es igual, sino
mayor que el de Pedro el Grande, que como este enseñó à
los Rusos que no debian persignarse con el dedo índice, nos
habeis enseñado que debemos jurar haciendo la cruz no con
la mano izquierda, sino con la derecha!

La fuerza de espíritu del D. Huerta, no encontrando
ostáeulo alguna que pueda oponersele en toda la naturale-
za, y recorriendo la estension dei universo entero, no ha
querido detenerse en esta sola obra: ha querido recordar los
tiempos del feudalismo, é imitar el noble atrevimiento de los
caballeros andantes desfaciendo los agravios hechos á los habi-
tantes del Apurimac. Leia una noche las reverías de Rousseau:
se durmió y soñó que se le fué de su lado la hija de Ro-
lando furioso, ataviada de galas indianas y cargada de teso-
ros estraidos de los Andes: soñó tambien que la Corte
cometia muchas injusticias revocando sus autos y mul-
tadolo à veces en algunas pesetas, como cosa de 80 que
sin duda le hacian cosquilla à sus tripas dijestivas. Pen-
só desfacer tamañas injusticias y consiguiò dando à luz algunos
papeles volantes contra los SS. majistrados de la corte. En
ellos ha agotado toda la fuerza de la antigua elocuencia:
ni las oraciones contra Catilina y Verres son iguales à los
discursos que contienen: se ha mostrado con mas valor y
denuedo que el Demóstenes Frances, que por tanto tiempo
y con tanto gloria se sostubo contra todo el poder de Luis
XVI y la aristocracia Francesa: es el Mirabeau Americano;
ha combatido contra los Mujicas, los Gabanchos, los Calvos,
los Matos los Morales! ¿Que mas? enrristrando el baston y dan-
dose una palmada en su calva, en esa calva misteríosa fuente del
saber y de las luces, ha invocado el nombre de la dulcinea,
hija lejitima de Rolando furioso, y cual un D. Quijote de
la nueva Mancha, ha atacado à los mismos Leones à esos
Leones de la justicia, que á cualquiera que no fuese el ju-
rista calvo, habrian hecho temblar con la sola idea de
su rectitud! ¡O grande Mercado! ¡Feliz el siglo en que
habeis nacido!; pero doblemente Feliz el pueblo para

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ner un auto cabeza de preceso, de tomar una declaracion,
ce poner un auto de fé de entrega de derechos, de hacer
una cruz con la mano derecha para hacer un juramento.
¡Ah! Mercado el Grande! ¡ya vuestro nombre es igual, sino
mayor que el de Pedro el Grande, que como este enseñó à
los Rusos que no debian persignarse con el dedo índice, nos
habeis enseñado que debemos jurar haciendo la cruz no con
la mano izquierda, sino con la derecha!

La fuerza de espíritu del D. Huerta, no encontrando
ostáeulo alguna que pueda oponersele en toda la naturale-
za, y recorriendo la estension dei universo entero, no ha
querido detenerse en esta sola obra: ha querido recordar los
tiempos del feudalismo, é imitar el noble atrevimiento de los
caballeros andantes desfaciendo los agravios hechos á los habi-
tantes del Apurimac. Leia una noche las reverías de Rousseau:
se durmió y soñó que se le fué de su lado la hija de Ro-
lando furioso, ataviada de galas indianas y cargada de teso-
ros estraidos de los Andes: soñó tambien que la Corte
cometia muchas injusticias revocando sus autos y mul-
tadolo à veces en algunas pesetas, como cosa de 80 que
sin duda le hacian cosquilla à sus tripas dijestivas. Pen-
só desfacer tamañas injusticias y consiguiò dando à luz algunos
papeles volantes contra los SS. majistrados de la corte. En
ellos ha agotado toda la fuerza de la antigua elocuencia:
ni las oraciones contra Catilina y Verres son iguales à los
discursos que contienen: se ha mostrado con mas valor y
denuedo que el Demóstenes Frances, que por tanto tiempo
y con tanto gloria se sostubo contra todo el poder de Luis
XVI y la aristocracia Francesa: es el Mirabeau Americano;
ha combatido contra los Mujicas, los Gabanchos, los Calvos,
los Matos los Morales! ¿Que mas? enrristrando el baston y dan-
dose una palmada en su calva, en esa calva misteríosa fuente del
saber y de las luces, ha invocado el nombre de la dulcinea,
hija lejitima de Rolando furioso, y cual un D. Quijote de
la nueva Mancha, ha atacado à los mismos Leones à esos
Leones de la justicia, que á cualquiera que no fuese el ju-
rista calvo, habrian hecho temblar con la sola idea de
su rectitud! ¡O grande Mercado! ¡Feliz el siglo en que
habeis nacido!; pero doblemente Feliz el pueblo para