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concepto, por las inexpugnables posiciones e» que se
hallaba atrincherado el enemigo, no vacilè en ata-
carle con medios interiores, conociendo que todo lo
arrostrarìa el denuedo del valeroso Ejèrcito Unido
Restaurador. Al efecto ordenè que una compañìa
del Colchagua reforzase al batallón Aconcagua, y
aquel a las òrdenes de su Comandante el valiente Co-
ronel graduado D. Pedro Urriola, y Valdivia a las del
bravo Mayor Gomez, marchasen por el camino real,
y oblicuando a la izquierda, atacasen la derecha de los
enemigos, ligando esta operacion con la del Aconca-
gua, que debia circular a Pan de Azùcar, y que el
Portales a quien acompañaba el valiente Coronel
peruano Montoya, atacase por el mismo camino real.

Un fuego redoblado diò principio a esta escena
sangrienta, y el Portales que se empeñò con toda la
lìnea enemiga, embistiò contra sus parapetos con
una intrèpidez de que hai pocos ejemplos, despues
de haber arrolado al N.° 4 de Bolivia que estaba
avanzado de su lìnea. En tales circunstancias, dis-
puse que el batallon Cazadores del Perù al mando
de sus bravos Jefes Frisancho y Salaverry, y medio
batallon de Huaylas a las òrdenes de su esforzado
Coronel Destuart entrasen a la lìnea por nuestra iz-
quierda; que el Valparaiso sostuviese al Portales; y
que el Carampangue, Santiago, y el otro medio de
Huaylas, mandados por sus respectivos y denodados
jefes Mayor Zañartu, Coronel graduado Sessè, y Co-
ronel Vivero, atacando sobre la izquierda enemiga
con todo vigor, procurasen flanquearla. Para apoyar
este movimiento jeneral, ordenè que se situasen dos
piezas de artillerìa en el camino real y dos en el
contrafuerte del cerro Pan de Azùcar: que dos escua-
drones de Cazadores a caballo se colocasen sobre
dicho camino, y que el tercero del mismo rejimiento
con lost de Lanceros y Carabineros y una pieza de
artillerìa, siguiesen por nuestra derecha a las òrde-
nes del Jeneral Castilla, para sostener el esfuerzo
que debian hacer aquellos tres batallones. Inme-
diatamente, comenzò el fuego en toda la lìnea, ha-
cièndo se mas mortìfero a medida que nuestros sol-
dados, a cuerpo descubierto, ganaban terreno sobre
el campo enemigo. Los dos batallones Portales y
Valparaiso, a las òrdenes de sus dignos Comandantes
Garcìa y Vidaurre-leal, hacian prodijios de valor,
arrojàndose sobre los atrincheramientos y desprecian-
do una muerte cierta, mièntras que por nuestra de-
recha conservaba el fuego la mayor intensidad y
nuestras piezas jugaban con buen èxito. Los ene-
migos al ver tanto arrojo, y el ciego furor con que
por esta parte atacaba el batallon Carampangue, co-
nociendo al mismo tiempo que estas tropas pasaban
el gran barranco, que dividia las dos lìneas, y los al-
canzaban a la bayoneta, comenzaron a ceder abando-
nando sus posiciones y replegàndose sobre su derecha.

Mièntras esto sucedia, el Jeneral Cruz, Jefe del
E. M. J., dispuso que los escuadrones situados so-
bre el camino real, variasen de direccion a la dere-
cha, y se dejasen caer al sanjon por el flanco izquier-
do enemigo, venciendo un paso casi inaccesible pa-
ra caballerìa. El intrèpido Coronel del rejimiento
Cazadores a caballo, D. Fernando Baquedano, pues-
to a la cabeza del primero de los expresados escua-
drones, cargò con el mayor denuedo a la infanterìa
enemiga con las primeras mitades que pudo formar.
El vivo fuego de los contrarios y la escabrosidad
del terreno, lleno por todas partes de zanjas y cercas,
desordenaron este escuadron, que se viò obligado a
retirarse, porque tambien un escuadron enemigo acu0
diò en proteccion de su infenterìa. A este tiempo
el escuadron Lanceros Granaderos mandado por el
Capitan Palacios, habia logrado vencer el desfilade-
ro, y con este auxilio, el primer escuadron de Ca-
zadores se rehizo al momento, y àmbos cargaron al
enemigo, ponièndolo en fuga. Apoyado este por
una gruesa reserva de àmbas armas, obligaron a los
nuestros a replegarse sobre el flanco derecho del 2.°
escuadron de Cazadores, de Carabineros de la Fron-
tera mandado por su valeroso Comandante Garcìa, y
3.° de aquel rejimiento, que habian recibido tambien
la òrden de cargar y vencido ya el paso del sanjon.
La simultaneidad, prontitud y arrojo con que todos
estos cuerpos, puestos a la carga, ejecutaban sus mo-
vimientos en los instantes en que por todas partes se
esparcia la muerte, llenaron de espanto al enemigo.
El terror se apoderò enteramente de ellos, cuando
vieron atacada su reserva, y mezclada nuestra caba-
llerìa con sus tropas de àmbas armas. Entònces
nuestra infanterìa, que habia ya flanquado su izquier-
da redoblando sus esfuerzos, saltò por los atrinche-
ramientos enemigos, rompiò sus filas, y los puso ya
en completa y desordenada fuga, contribuyendo efi-
cazmente a este brillante triunfo el escuadron Gra-
naderos a caballo, al mando de su Comandante Jar-
pa, que habia quedado de reserva en la casa de Pun-
yan, y cargò oportunamente. La persecucion fuè tan
violenta, que la caballerìa enemiga entraba mezcla-
da con nuestros soldados por las calles de Yungay,
y en esta disposicion siguieron hasta tres leguas, que-
dando el campo por todas partes sembrado de ca-
dàveres contrarios.

Asì terminò una de las batallas mas encarniza-
das y sangrientas que jamas se han visto en Amèri-
ca: batalla que empezò a las 10 de la mañana y
concluyò a las 4 de la tarde. Los enemigos se han
defendido con una tenacidad extraordinaria; pero
nada ha bastado a resistir el vigoroso brazo de los
ìnclitos guerreros que componen el Ejèrcito Unido.
Ellos tienen la satisfaccion de anunciar al Perù, que
està mui cerca el dia en que, purgado completamente
su suelo de los soldados que condujo el conquistador
boliviano para oprimirlo, pueda presentarse ante el
mundo como una nacion independiente y dichosa.

El enemigo ha perdido en la gloriosa jornada
de ANCACH, dos jenerales y mas de mil cuatrocientos
soldados muertos, entre los cuales se cuenta un nùme-
ro considerable de oficiales; tres jenerales, nueve co-
roneles, ciento cincuenta y cinco oficiales de todas
graduaciones, y mil seiscientos soldados prisioneros, sin
contar con las partidas de dispersos que diariamente se
presentan: siete banderas; toda su artillerìa y parquel
dos mil quinientos fusiles; cajas de cuerpo, botiquines,
y todo el material de su ejèrcito; pudiendo asegurarse
que solo Santa-Cruz ha escapado con algunos jefes
bien montados, y ciento y tantos hombres de caba-
llerìa que fugaron en diferentes direcciones, la ma-
yor parte desarmados y heridos.

Nuestra pèrdida ha consistido en un jeneral, dos
jefes, once oficiales, y doscientos quince individuos de
tropa muertos; y 28 oficiales y 407 soldados heridos.

Posteriormente pasarè a V. E. un Estado por
cuerpos de los muertos y heridos. Entre tanto con-
sidero un deber mio recomendar a V. E. al Jeneral
Jefe de Estado Mayor Jeneral D. Josê Marìa de la Cruz,
quien con una serenidad imperturbable, ha dado co-
locacion a las fuerzas y continuado su activo servi-
cio durante toda la accion. Asì mismo exije la jus-
ticia que haga una particular mencion del mèrito
contraido en esta campaña, por el Coronel D. Anto-
nio PLasencia ayudante jeneral, comandante del E.
M. J., cuyos conocimientos y empeñosa contraccion
me han sido siempre de la mayor ùtilidad. Igual-
mente creo que debo hablar en este lugar de la
consideracion a que es acreedor el esforzado Coman-
dante del Portales, D. Manuel Garcìa, que condu-
jo su cuerpo al combate con una singular intrepidez
y bizarrìa, acompañado siempre en lo mas duro del
choque por el valiente Mayor Torres. Sèame por
ùltimo permitido pagar aquì un tributo de admira-
cion y respeto a la memoria del benemèrito y bravo

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