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(Núm. 69) MIERCOLES 21 DE NOVIEMBRE DE 1850. (Un real)
LA REVISTA.

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DIARIO DE POLITICA ECONOMICA, CIENCIAS, LITERATURA, RELIGION, ARTES, etc.

LA REVISTA.
LIMA, NOVIEMBRE 27 DE 1850.

pecto, y no se hace constar en el proceso el modo ni la
persona que entregó al juzgado el mencionado pañuelo.
6.° Que sin embargo de haberse procedido al reconoci¬ El ciudadano Ramon Castilla, Presidente de la
Repú¬
Lima, Noviembre 27 de 4850.
miento de la ropa de los peones enjuiciados, Vimbela y
blica, áa.
En nuestro número 65 publicamos la defensa qneel lluiz, al siguiente dia de haberse cometido los crímenes,
Considerando:
Sr. Heros habia pronunciado en favor del preso Vimbe- esto es el 16 de Octubre, según manifiesta ia providenI. Que están cumplidas las disposiciones de la ley de
la, acusado de ser uno de los asesinos de la Señora Le¬ ! cia de fojas 24 vuelta, cuaderno 1.° y dihjencia subsi- 29 de noviembre de 18^9, en cuanto á la revision y exádos.
El dia siguiente en que fué vista la causa por la i guíente, no se cuidó el hacer constar en ese dia si las men de los proyectos de Códigos civil y de procedimien¬
Corte Suprema de Justicia debieron haber votado los jue¬ I manchas de sangre que se notaron en la camisa de Vim- tos civiles;
ces la sentencia que sobre dicho
II. Que al dar cuenta de sus operaciones la comisioñ
acusado recayó en la. I bela denotaban ser del día anterior ó de fecha mas atra¬
y 2a. instancia, y pocos dudaban que teniendo presente sada, ni se ha practicado dilijeñcia alguna para averi¬ revisora, manifestó las dificultades que se presentaban
fas palabras del Fiscal no fuese ratificada aquella sen¬ guar del Sr. Intendente si el pedazo que conservaba en para la observancia de los Códigos, si no se llenaban las
tencia. Sin embargo, las razones del Sr. Heros han pe¬ su poder de la camisa tie Vimbela, cortado por el alcai¬ faltas que habían notado ellos; por cuya razón se vió
sado tanto en el ánimo de los jueces, que ayer han con¬ de de orden suya, daba indicios ti - ser recientes las man¬ obligada á hacer modificaciones, agregaciones y correc¬
chas que contenia y las (lernas circunstancias conducen- ciones indispensables como parle
venido en la resolución .«¡guíenle:
integrante del plan de
Ies.-7.° Que reconocidas químicamente las manchas de sus trabajos, exponiendo en su informe los motivos que
Lima, Noviembre 26 de 1850.
sangre y demás contenidas en la ^camisa y pedazos el 24 para ello tuvo;
Vistos: con lo expuesto por el Sr. Fiscal á la vista de
III. Que esas mismas dificultades y embarazos, que
Octubre, es decir á los nueve dias de perpetrados los
de la causa y resultando de autos: 1.° que D. Antonio crímenes en fuerza de lo mandado en la
providencia del desde luego tocó el Gobierno, aunque por otra parte urLedos al tiempo de reconocer un pañuelo que se le pre¬ dia 20 á
foja 87 cuaderno 1.° los químicos nombrados jido por la ley para la publicación de los Códigos, lo de¬
sentó y que dijo fué el mismo que encontró en la sala y I).
Felipe Lovarello y 1). Pedro Ravenna en las dilijen- cidieron á oir el dictamen del Consejo de Estado;
entregó al hijo de la tambera, habla también de un pon¬ cias de foj. 4 cuaderno 2.° tampoco se han contraído á
IV. Que sin embargo de estos inconvenientes y gra¬
cho que recojió el Sr. Intendente y entregó á sil orde¬
expresar algo á este respecto, y considerando que pen¬ ves dudas, y sea cual fuere la fuerza de las razones que
nanza sin expresar claramente el dicho de Ledos en qué
dientes estos y otros esclarecimientos sustanciales rela¬ el Gobierno tuvo presentes, y que encontraron coinci¬
lugar de la casa y á qué hora se encontró el tal poncho tivos á la fractura de la puerta principal de la casa, á dencia
y apoyo en la opinion y juicio del Consejo, son
ó de dónde lo recojió el Sr. Intendente, según es de ver¬ las
ligaduras de los peones y sus mngeres y contradic¬ muy expresos y precisos los términos del artículo 3.°
se en la declaración del
LA REVISTA.

mencionado Ledos corriente á ciones que resultan en algunos de los testigos, no ha de la mencionada ley qiie exije la inmediata promulga¬
que remitido el poncho por el debido procederse á sentenciar la causa
y que á tenor ción de los Códigos, y fija término para que se pongan
Señor Intendente con la nota de fojas 92 á consecuencia del artículo 13 de la
ley de procedimientos en juicios en observancia;
dela providencia de fojas 88, ño se expresa tampoco el
V. Que habiendo sancionado el Gobierno dicha ley,
criminales, la Corte Superior ha debido hacer subsanar
lugar donde lo recojió, ó la persona que se lo entregó, con la brevedad posible los enunciados defectos encar¬ no está ya en su arbitrio retardar su cumplimiento, que
según se ve por la citada nota.—3.° que aunque por la gando al juez la ekactid
y contradicción tan necesarias él mismo ha decretado, ni está en sus facultades suspen¬
dihjencia de fojas 93 consta que este poncho síe manifes¬ en la prosecución de los juicios de esta naturaleza y el derla ni reservarla para otra época;
to al encausado Francisco Vimhela y que declaró que
examen del proceso para hacer á los enjuiciados las pre¬
VI. Que cuando empiecen á rejir los Códigos será
era suyo,
agregando que se hallaba esa ñoche en su guntas y cargos que exija su mé ito á fin de descubrir precisamente en los dias inmediatos á la reunion de las
cuarto, no se ha practicado dilijència alguna para escla¬ los criminales con la evidencia
que requiere la ley: por Cámaras Lejislativas, á quienes compete resolver acer¬
ya

fojas 86 cuaderno 1.®—2.°

,

importante hecho ni las circunstancias que exijesu naturaleza para hacer al dueño del poncho los car¬
gos correspondientes, y para adquirir la prueba clara que
la ley requiere, por cuya falta sin duda no se ha hecho
cargo algmio á Vimbela por el dicho poncho en su con ¬
fesión de fojas 6, cuadei no 2.°—4.® Que examinado á fo¬
jas 52 vuelta del mismo cuaderno José Maria Cavero el
hijo del tambero de la casa huerta donde se cometieron
recer

este

los crimines maleria de este pre eso, y habiéndosele
puesto a la vista para su reconocimiento el pañuelo que
D. Antonio Ledos encontró en la sala y que dijo le en¬
tregó al hijo del tambero, contestó este que no ha sido á
él á quien se le ha entregado.—5.° Que sin embargo de
esto y siendo necesario verificar la identidad de la perso¬
na que recibió de manos de D. Antonio Ledos el pañuelo
dichò, no se ha practicado ninguna dilijeñcia á este res-

estos fundamentos declararon nula la

sentencia de 3.a

instancia

blezca ó declare principios ó reglas, cada vez que las
publicaron el auto anterior i Cortes
superiores ó los juzgados necesiten ocurrirá ella
en el dia de su fecha, los Señe
Presidente y Vocales !
consultando sobre las dudas v erñbára703 eme se snscide este Supremo Tribunal que ¡oaTisci iben, arreglándose ¡
ten en el seguimiento de los pleitos;
á To presenpto por el artículo 125 de ,1a Constitución de ¡
Decreto.
la República.
El vo o del Sr. Tudela fué que lío hay nu¬
Art. 1.° En cumplimiento del artículo 3.a de la ley
lidad; siendo testigos el relator, procuradores y porteros
de dicho Supremo Tribunal; de que certifico—JuanRon- de 29 de diciembre de 1849, se promulgan los Códigos
Civil y de procedimientos civiles, de que se encarga la
don, Secretario.
misma ley, y en los términos que en ella se expresan.

Proveyeron, firmaron

y

V

como en ios primeros tiempos de mi cautiverio;
entonces yo me desesperaba, prorrumpía en gritos frenéti¬

—Pues el infame, Gonzalo dijo á la sazón, aprovechan¬
do la pausa que hizo aquí el anciano, el infame tuvo arte
para ocultar á todo el mundo su iniquidad. Cien rumores
habrán llegado de niño á mis oidos acerca de vuestra su¬

el que corria por mas autorizado, era
aquella misma noche salisteis armado de vuestro mas
precioso arnés, en compañía de Ataúlfo, á recibir á los
puesta muerte; pero

que

normandos. Como brdlaba

vuestra

armadura

mas

que

ninguna otra, los piratas cargaron sobre Vos y os hicie¬
ron prisionero.
—¡A mí! ¡á mí prisionero unos salteadores de caminos!
esclamó Bermudo con el acento y el orgullo de su juven¬
tud. ¡Y se ha dado crédito á tan absurda fábula.
-r-Por eso anadian otros, que los normandos os
cogieron
muerto, y se retiraron á sus barcos con vuestro cadáver,
y
dando á entender que erais vivo, pidieron por vos un
gran rescate que se negó á pagar Ataúlfo, dicen unos por
tener noticia de la superchería de los piratas, y según
otros porque le tenia mejor cuenta que os tirasen al mar,

£

.

corriente del arroyuelo y ensanchando el canal. Allí
estaba mi mayor peligro y allí mi salvación. Si el con¬
ducto se cerraba, el agua iria cayendo, cayendo de los fo¬
a

llamaba á mi mujer, á mi hijo, á mis deúdos y ami¬
gos, levantaba mi frente contra Dios, con la soberbia de sos y deteniéndose aquí y llenando poco á poco el subter¬
"Satanás, hasta que al fin ese Dios, de quien blasfemaba, ráneo: si lograba á fuerza de paciencia ensanchar el de¬
se
compadeció de mí, puso en mis ojos lágrimas, suspiros saguadero, de manera que por él cupiese mi cuerpo,
en mi pecho, oraciones en mis labios, arrepentimiento en
puesto que arrastrado como una culebra, lograría salir, no
mi corazón: ofrecí al Señor todos mis dolores en satisfac¬ al tránsito de la torre, no al patio del alcázar, sino al cam¬
ción de todas mis culpas, y tal horror tuve de ellas, que po, al aire libre....
las privaciones que sufría me parecieron pocas, y volunta¬
—Sí, sí, eàclamó Gonzalo; á una de las vertientes de la
riamente las aumentaba. Entonces, hijo mio, sentí con¬ colina, á una roca casi oculta entre zarzas y maleza.
—Justamente. Pero ¿cómo has caido tu en la cuenta?
suelos que nunca habia tenido, probé dulzores que jamás
habia saboreado: la religion convirtió para mí este infier¬
—Ayer me detuve en ese mismo sitio; estando en éi
recibí la carta de la Reina; en él dejé á Pelayo, cón harta
no en
paraíso; mas ahora, cuando veo á un hijo partici¬
par de nii suerte, cada instante que aquí pasa nie parece precipitación, lo confieso, y me llamó la atención que el
un
siglo; cada privación que sientes, un tormento mas agua brotase türbia, cuando en los fosos parece tan man i
cruel que todos los que he pasado; cada latido de tu in¬ sa y cristalina.
—¡Turbia! dijo Bermudo con inquietud. Pues yo pro¬
quieto córazon es una puñalada para el mio.
—No os apureis, padre; Dios me dará conformidad co¬ curo siempre no alterarla, para que nadie infiera que estoy
cas,

MEMORIAS DE IBES CANONIGOS,

reforma, examinando los trabajos de su co¬

pronunciada por la tilma. Corte Superior de
esta capital en 18 de noviembre de este año, corriente á
j VIL Que entre tanto el mismo cuerpo Lejislativo, en
foj. 76 cuaderno 2.°; y los devolvieron para los fines los artículos 7.° 8.° y 9.® de la ley, ha provisto de reme¬
del citado artículo 13 de la ley de 26 de Mayo de 1831. dio para los casos de insuficiencia ú obscuridad de la
Señores Lazo.—Alvarez.—Tüdda.—Leon.—Estenos ¡ Códigos, autorizando á la Corte Suprema para que esta¬

portable

DO NA URRACA DE CASTILLA.

de su
misión ;

ca

mo

á

vos.

trabajando en el canal. Me descuidé sin duda.
—¡Ah! ¡Con que erais vos, padre mio, que estabais á
pocas varas de mí!
¡A pocas varas! Eres joven, y la menor palabra es
una esperanza que brota en tú corazón. Lo que sé decir¬
te es, que ha cerca de veinte años que no ceso de traba¬
jar; que aun en los tiempos de mi mayor resignación á la
voluntad de Dios, he empleado muchas horas todos los
dias en esa ocupación; porque el Señor nos ha impuesto
el deber de hacer los mayores esfuerzos para la conser¬
vación de la vida, y sin embargo... *
—¿Qué?
—He taladrado veinte pies de cimiento:

—¡Y hasta entonces. .*«'.! esclamó el anciano: ¡no sa¬
años privado
los deseos de
gozar de aquellas cosas que, por sencillas y comunes, na¬
die repara en ellas! ¡No sabes lo que es recibir el alimen¬
to de manos de tu verdugo, cuyo olvido, cuyo capricho,
cuyo abandono te esponen á morir de hambre á cada mo¬
mento! No sabes t«i.... ¡Mas quisiera no haberte visto, que
'conocerte para saber que vas á sufrir la mitad de lo que
como lo hicieron.
yo he sufrido!
—Ataúlfo, sin duda para llevar adelante sus inicuos
—¿Pero en tantos años no habéis hecho alguña tentati¬
va
para escapar de aquí? ¿No habéis podido sorprender
planes, hizo vestir mi armadura á uno de sus criados,
—¡Cielos! esclámó el paje con júbilo.
cómplice suyo, que, como siempre sucede, fué la prime¬ al carcelero cuando viene á traeros alimento?
ra víctima. ¿Pero el soldado se distingue acaso por sus
—No, no te alegres hijo mio, porque aunque después he
—Siempre me lo arroja por ahí arriba; respondió Ber¬
abierto
Veinte varas mas de terreno arcilloso y fuerte,
arreos? ¿Es posible que Bermudo de Moscoso vencedor mudo,; por esa trampa que ves en la clave de la bóveda.
—Allí observo también una pequeña claraboya, que
en cien combates, fuese sustituido .por el
—¡Veinte varas!
primer bribón
fie tropezado, al fin, dijo el anciano Con desesperaaunqúe muy alta....
que se dirfrazó con sus armas?
—Tiene diez y ocho pies de ancho la pared eh que es¬ cion, he tropezado con una roca de granito, para romper
—Por eso dicen que Ataúlfo no se apartaba de vueest rolado.
tá abierta, y seis robustas rejas de hierro, de vara en va¬ la cual se necesitan acaso otros veinte años de paciencia
—¿Y Pelayo, mi fiel escudero, que tantas veces me ha¬ ra: cae á un tránsito de esta misma torre, la cual, como y de continuo trabajo.
bia visto pelear contra los infieles.....?
tu sabes, comunica con el patio del alcázar y á las habi¬
—¡Oh!
Ven, ven, Gonzalo, añadió Bermudo asiéndolo del
—¡Pelayo! esclamó Ramiro. ¡Oh! ese es el único que taciones de Ataúlfo.
debió conocer el engaño. Me lo da el corazón. ¡Por eso
Gonzalo, que miraba á todos lados en busca de salida, brazo y llevándolo por ia negra márgen del canal; verás
de lo que es capaz la constancia del hombre.
el bárbaro le arrancó la lengua: por eso anda mudo, para insistió todavía:
El arroyuelo, después de atravesar á lo largo toda la
—Petó esta agua, que se filtra sin duda de los fosos,
que nunca pueda dar testimonio contra Ataúlfo! Mas....
mazmorra,
sepultábase eií una pared de sillería por un
¡Oh, Providencia....! el obispo de Santiago que me cria¬ tendrá alguh conducto para huirse de aquí.
ba para la iglesia, me enseñó á escribir en la escuela de
agujero
de
cuatro
pulgadas de diámetro.
—Sí, hijó mio, y si ese conducto se cierra, y al mismo
—Yo no veo, dijo el mancebo, que por aquí pueda ca¬
los canónigos: yo, vecino de Pelayo, le fui trasmitiendo tiempo se levanta la compuerta que sirve para desaguar
ber el brazo de una persona robusta, cuanto mas el cuer¬
una por una mis lecciones, y él, á
pesar de ser mendigo los fosos, toda el agua entra aquí, inúndase esta mazmor¬
po de un hombre que tiene que revolverse para trabajar.
y villano, aprendió el arte con el mayor afan, con animo ra, y los pobres cautivos tienen que perecer ahogados.
sin duda de vengaros algún dia, publicando su secreto.
—¿Tu no ves, eh? respondió el preso sonriéndose con
—¡Oh!
esa satisfacción tan propia del que está seguro del efecto
—Por
—¿De qué servirá? repuso tristemente el legítimo se¬
eso, còntinuó el éeñór de Altamira, por eso me
ñor de Altamira. Esta prisión comienza á serme tan inso¬ fijé siempre en abrirmo carñino por esa parte, siguiendo que hari de producir sus palabras. Sin embargo, repara
bes tú qué cosa tan terrible es estar tantos
de libertad! ¡No sabes cuán vehementes son

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