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EL CIUDADANO ANTONIO GUTIERREZ DE LA-FUENTE A LOS HABITANTES DE LA REPUBLICA.

PERUANOS! Una serie no interrumpida de desastres, debidos á la impericia y á la intriga, ha colocado á la Republica al borde del precipicio. La faccion que ha rodeado exclusivamente á los encargados del ejercicio del Poder Ejecutivo, no solo ha cometido el crimen de hacer infructuosas sus rectas intenciones, sino que los ha arrastrado á imprudencias y desaciertos que altamente han comprometido el honor y la seguridad de nuestra Patria—Una guerra insensata y fratricida provocada artificiosamente con depravados designios; una invasion del territorio estrangero ejecutada con la mas insigne indiscrecion; la campaña, que dirijida por las macsimas mas obvias del arte militar, hubiera debido producir laureles á nuestros bravos guerreros, terminada con desdichas é inmerecido oprovio; los valientes salvados de las consecuencias primeras de la ineptitud condenados despues á perecer lastimosamente en un suelo mortifero; el nombre peruano, sin mancilla en medio de los antiguos reveses de la fortuna, ahora pronunciado con desprecio por las naciones, y con baldon por un pueblo hermano; la Constitucion y las Leyes holladas por satisfacer privados é innobles resentimientos, ó para arrancar á la indijencia contribuciones onerosas destinadas á alimentar la funesta lucha; los campos yermos, las familias desoladas, cegados todos los manantiales de la prosperidad publica . . . . he aqui en bosquejo el triste, el espantoso cuadro que presenta el Perú, cuando debia yá saborear en paz y alegria los goces de la abundancia y de la dicha social. Pocos individuos, obsecados por ruines pasiones, han bastado para hacer esteriles tantos sacrificios, tanta sangre vertida por un pueblo digno de mejor suerte, digno de la libertad por la cual ha combatido denodado!

CONCIUDADANOS ! He escuchado vuestros gemidos y mi corazon ha sido traspasado por el dolor; he oido vuestras quejas, y me he sentido penetrado de indignacion: he visto el peligro y la ignominia de nuestra comun Madre, y he volado á salvarla, aun á costa de mi reputacion, el bien mas preciso del hombre en sociedad. Los votos de un sin numero de ciudadanos honrados, de varios departamentos y de la capital, me han llamado á ocupar provisionalmente el arduo cargo de primer Majistrado: y la renuncia hecha por quien le ejercia, despues de haberse convencido de la inutilidad de sus loables esfuerzos para romper las redes en que le habia envuelto la malignidad, me ha constituido en la obligacion de inmolarme por el bien publico en circunstancias tan criticas como singulares é imprevistas. ¿ Podia yo permanecer sordo á los dictados de mi conciencia y á los preceptos, dolorosos pero irresistibles, de la patria espirante? No, conciudadanos!—Perezca el egoista que calcula friamente sus intereses y sus riesgos; perezca el apatico que tiembla ante el espectaculo de grandes compromisos: he visto la inmensa responsabilidad que iba á gravitar sobre mi cabeza . . . . y no he vacilado en arrostrarla, por llenar los deberes austeros que me imponen los graves peligros que amenazan á la Republica.

Compatriotas ! Dos objetos primordiales van á ocupar con preferencia la atencion del Gobierno provisorio: la pronta instalacion del Congreso Constitucional de quien debemos esperar el remedio eficaz á nuestros males; y la celebracion de un convenio que suspenda las hostilidades que estan causando el escandalo de la America. ¡Ojala que la suspension de armas que vá á consolar á los púeblos, sea el preludio de una paz honrosa, y necesaria! ¡ Ojala que no se repita nunca en este suelo emancipado de la tirania europea el horrible ejemplo que hemos tomado de los furores que en aquel emisferio conducen á las naciones á destrozarse mutuamente !

Conciudadanos ! Mientras se logran estos bienes, vivid en union y concordia bajo la egide de un gobierno zeloso por la conservacion de vuestros derechos, y protector de vuestra tranquilidad. Pasada la tormenta, el Perú disfrutará infaliblemente de los dones con que le brinda naturaleza, y se elevará á destinos de gloria, de reposo, y de prosperidad.

Lima 6 de Junio de 1829.

Antonio Gutierrez de La-Fuente.

REIMPRESO EN AREQUIPA.

Imprenta del Gobierno: administrada por Pedro Benavides.

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