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y el orden de arreglar y organizar las colecciones sale por la ventana. Si bien los sistemas de catalogación siempre han tenido que lidiar con ideas sobre el "orden de estantería" y la disposición y descripción del archivo, se ha centrado durante mucho tiempo en que el "orden original" es el principio, pero estas ideas son, en un nivel básico, funcionalmente inapropiadas para trabajar con objetos digitales. Si bien siempre es cierto que en algunos medios subyacentes hay una secuencia lineal de bits que constituye cualquier objeto dado, nuestras interacciones con esos objetos operan a través de una serie de abstracciones.

Los bibliotecarios, los archiveros y los profesionales de los museos aún no se han dado cuenta del potencial que esto les brinda. De manera predeterminada, podemos comenzar asumiendo que hay una multiplicidad de órdenes y posibles órdenes disponibles para nosotros y nuestros usuarios. De la misma manera que se puede recurrir a todos los archivos y carpetas del escritorio en cualquier momento en función de cualquier campo de metadatos (alfabético, cronológico, tamaño de archivo, etc.) podemos trabajar para asegurar que las herramientas y sistemas que desarrollamos para organizar y proporcionar acceso a las colecciones preserve esa capacidad de manipulación. Esto subraya la resonancia que existe entre las posibilidades de los medios digitales y los objetivos de un enfoque MPLP para la organización y la descripción. Hay que tomar lo dado en el orden en que viene, después se podrán crear cualquier tipo de transformaciones y reordenamientos sin mover los datos subyacentes o el flujo de bits.

La diversidad de formas en las que se puede manipular el contenido digital es liberadora. Hasta cierto punto, podemos dejar que los usuarios finales ordenen y filtren colecciones como más sentido tenga para ellos. Sin embargo, significa que las decisiones sobre cómo agrupar y organizar el contenido en conjuntos de información razonables y coherentes son importantes. Volviendo a nuestros ejemplos de Twitter, si se desarrolla una estrategia para recopilar fragmentos de tweets con base en un periodo de tiempo y se almacenan en esos paquetes temporales, también será la manera sugerida y privilegiada de trabajar con ellos. Si por el contrario, se decide recopilar todos los tweets de un solo usuario a lo largo del tiempo y almacenarlos como una colección, se privilegiaría esa forma centrada en el usuario de empacar las cosas. En cualquier caso, cualquier persona que esté usando la colección es libre de clasificarla según la cronología, filtrar por palabra clave, o cualquier otro número de medios, pero la decisión de lo que está dentro o fuera de cualquier forma dada de empacar la información tendrá un impacto significativo sobre lo que alguien puede hacer con ello con facilidad. Es decir, se puede requerir que alguien extraiga algún subconjunto de datos de una serie de colecciones diferentes para luego juntarlos y así poder ver o interactuar con ellos de la manera en que lo desea. Esta multiplicidad de órdenes es poderosa, pero también crea nuevos desafíos para dar sentido y relacionar las variantes de objetos digitales que surgen de la forma en que los usuarios han utilizado las herramientas y sistemas digitales.

La distinción entre un original y una copia o entre un archivo maestro y las copias derivadas desempeña un papel central al pensar en la gestión de colecciones. Las distinciones entre estas relaciones generalmente están atadas a las diferencias entre las concepciones artefactuales e informativas de la identidad de los objetos descritos en el capítulo sobre linajes de preservación. Si bien existen esas distinciones, para muchos objetos analógicos todavía existe, en general, un conjunto relativamente sencillo de relaciones entre originales, variantes, derivados y copias. Este no es necesariamente el caso de las formas en que manejamos la información digital y tiene algunas implicaciones significativas sobre cómo abordamos la organización y descripción de los objetos digitales.

A través de una extensa investigación sobre cómo la gente común maneja su información digital personal, la investigadora Cathy Marshall ha demostrado cómo la facilidad de crear copias y derivados del contenido digital ha resultado en una proliferación masiva de variantes de objetos, de los que cada

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