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EL ATALAYA
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Al que sea virtuoso (El simbolo) Al que mal obrare y abuse
mi dedo señalará del sol por siempre lo apuntará
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Este periódico se publicára una vez á la semana. Se venderá en la tienda de don Pedro Vargas, calle de la espaderia. Se insertarán en él remitidos,
proyectos, avisos &c. Todo papel se entregará al administrador de la imprenta
con el garantido correspondiente, pagando su justo valor al mismo.
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Numero 9.) CUZCO NOVIEMBRE 25 DE 1833. (Un real
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EL ATALAYA
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MEMORIAS PARA LA CONVENCION.
CONTINÜACION DEL NUMERO ANTERIOR.
Analogía de las costumbres con las leyes de la sociedad.
Si los ciudadanos han adquirido buenas cos-
tumbres por la virtud y la política bien usada,
serán buenas las leyes que acuerden cuando lle-
guen à ser lejisladores; y cuando después de sus
augustas tareas, bajen à ocupar un lugar parti-
ticular en el pueblo, las obedecerán y respeta-
rán. Instruidos todos en las bases de su Go-
bierno y la bondad de sus leyes, aspirarán à las
majistraturas para trabajar por la Patria. Cada
uno hará bien à ella cuando le llegue su tur-
no. No sucederia asi, si fuesen duraderos ò vi-
talicios esos destinos, porque para que el majis-
trado no se relaje en las funciones de su minis-
terio, es preciso que éste sea breve y transito-
rio. Si es vitalicio, lo ejercerá con descuido, lo
mirará como un bien que le es propio, y tra-
bajará mas en aumentar sus particulares dere
chos, que la felicidad pública.
Una lejislacion hábil se contrae à arrancar
de raiz un abuso: lo corta y queda restablecido
el orden por una sola ley; mas, si ella se des-
cuida en prever los medios necesarios, dejando
subsistente la causa de los vicios porque destru-
ye solo sus efectos, jamas se corrije el Estado,
y los ánimos de los Ciudadanos se hacen à mi-
rar con desprecio las leyes, ya por su ninguna
analogía con su genio y costumbres y ya por
la multitud de ellas, por cuya causa se confun-
den en una absoluta ignorancia. Hemos tocado
palpablemente ésta verdad.
Cuando una ley ha caido en olvido y se
renueva, cuando una deroga otra, y otra revali-
da à aquella, parece las mas veces, que no es
sino por capricho, y nunca se toman las medi-
das necesarias para impedir una segunda des-
gracia. No por esto nos apartamos deí estudio
práctico que debemos hacer de las leyes, para
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adoptar las que vengamos à conocer por bue-
nas; pero ésta observación no debemos hacer con
la multitud de ellas. Es desdicha cuando se en-
cuentran en tanto número, que costando mucho
el instruirse en ellas, son ignoradas aun por la
mayor parte de aquellos mismos que hacen es-
tudio del derecho público, y de la jurispruden-
cia de una nación. Entonces la costumbre, es
sola la que rige y usurpa los derechos de la
autoridad que pertenece à las leyes, y no tenien-
do la costumbre principio fijo, abre la puerta à
las injusticias mas temibles.
Un medico hábil no aplica à todos los ma-
les un mismo remedio. El piloto de una nave
desplega ò recoje sus velas cuando conviene:
aqui echa la áncora, y alli camina con sonda en
la mano, y on otra parte se abandona à los
vientos. Del mismo modo un cuerpo lejislador,
debe conformar su conducta à la diferencia de
las situaciones en que se halla; sondear los ter-
ritorios de la República atento à los síntomas
de cada enfermedad, que à los accidentes mas ó
menos violentos que produce; calcular la osten-
cion de los poderes en sus facultades, pera pro-
porcionando siempre la respetabilidad.
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REMITIDOS.
Señores editores. Sírvanse UU, publicar en
Atalaya el siguieute diálogo, que oí entre una
Educanda y un Colegial del de Ciencias y Artes.
Colegial. (A la Educanda) Supongo que
estará U. muy adelantada en música, particular-
mente en el piano, pues el nuevo maestro don
Felipe Aguilar, me dicen que toca muy bien és-
te instrumento ¿ó sigue U. aprendiendo la vihuela?
Educanda. Ni uno ni otro, ni yo, ni las
otras educandas: piano, porque no tenemos pro-
porción para comprarlo, ni menos clavicordios ò
monacordios. El que hay en el Colegio obse-
quiado por el señor Prefecto don Juan Anjel
Bujanda, no es posible sirva à todas, mucho mas
cuando el maestro se ha dedicado à enseñar en
él, solo à mis señoritas Errasquin y Perez, à
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