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WriteonDude at Jul 26, 2023 12:59 AM

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po en su disciplina militar. Cuando en el cor-
to intervalo de dos meses se ha presentado evo-
lucionando, tan bien, como el mejor cuerpo del
ejército, no podemos sino aplaudir la contrac-
ción de jefes y oficiales y su asiduo empeño.
Mueve aun à mayor admiración, cuando consta
al público, que en dichos dos meses, se ha or-
ganizado el cuerpo à pesar de no tener com-
pletas sus plazas, porque los reclutas se han ido
remitiendo de las provincias, por pequeñas par-
tidas.
Deseamos que el mismo adelantamiento pro-
gresivo que reciba en disciplina, tenga en mo-
ral. Asi no se quejará el pueblo; y la Pá-
tria contará con tan buena porción de fuer-
za, que formará el honor nacional en union con
las demás.
Esperad ¡compatriotas paysanos! igual union
con los cuerpos presentes, que la que tuvisteis
con Ayacucho y Cuzco; contad con la armonía
de vuestros amigos; vivid satisfechos de su mo-
ral y política. No temais ya, que vuestros cria-
dos sean aprehendidos arbitrariamente para re-
clutas; que vuestras bestias sean tomadas, sin
vuestra voluntad, y orden superior. No vereis
ya, sacar artesanos de sus talleres, después de
maltratarlos, y conducirlos en clase de reclutas;
no presenciareis, arrastrar à los miserables in-
díjenas como à perros, de las plazas, haciéndo-
les abandonar y perder los efectos de su co-
mercio, porque carguen agua para el rancho y
limpien las ietrinas; no os quejareis de que sal-
gan à los caminos à quitar con bayoneta en ma-
no, los víveres y combustibles que traen para
el consumo de vuestras casas; no sufriréis que
un miserable soldado os insulte, y pierda el res-
peto, y tal vez os estropee ò asesine. Voso-
tros tampoco negueis los auxilios que os pidan
con moderación y urbanidad, si sois bien paga-
dos de sus precios. ¡Union! ¡Union! ! Union !!!
........................................................................
VARIEDADES.
..........................................................................
ANÉCDOTAS.
Habia un soldado en un cuerpo del ejér-
cito, à quien todos los dias se le veía humar
sigarros largos habanos, en un lugar donde valían
mucho. El comandante notó este lujo, consi-
derando, que ni todo el sueldo alcanzase al sol-
dado para solo éste gasto. Lo llamó una vez
y le preguntó ¿de donde tenia fondos para tan-
to sigarro habano? El soldado le contestó: (ha-
ciendo con la mano derecha el saludo de orde-
nanza, y arañando con los dedos.) De las ajen,
cias militares mi comandante.
OTRA.
Un colegial iba de fuga por un camino des-
poblado. Acosado del hambre se acercó à una
choza à pedir algún alimento pof su dinero,
La muger que en olla liabitaba, lo negó, (có-
mo tienen de costumbre las indias) ponderado
le su pobreza estremada y el ningún recurso
que tenia para conseguir comestibles. El cole-
gial le preguntó, ¿si no se encontrarían siquie-
........................................................................
ra piedras? — Aun éstas so hallan muy lejos-
Pues ahora me verás (dijo el primero) hacer un
chupe excelente de piedras: corre al rio, esco-
je las pequeñas y las mas bonitas, lávalas y pre-
para una olla con agua. Hizolo asi la muger
admirando, como coceria piedras su huésped;
pero creyendo que bien podría suceder, entró en
grande ansia de ver hacer la vianda. El cami-
nante le hizo presente, que no era posible se
cociesen las piedras , si no se les mezclase otros
condimentos. Pidió unas cuantas papas, sacolas
la muger; pidió asi mismo un refazo de carne,
un poco de sal y un par de ajies; y lo brindó
también.
La india atizaba el fuego y cocinaba con
empeño deseosa de comer el ponderando chupe.
Cocióse al fin, y el colegial comenzó à engullir
las tronchas de carne y las papas, hasta dar fin
con todo; y à la muger le dejó las piedras, di-
ciendole. "Aun en lugar donde nada se en
"cuentra, como éste, come el hombre industrio-
"so; ved este gran almuerzo; come lo que te
"resta; aprende otra vez à ser jenerosa, y to-
"ma esta pezeta." [De la colecc. de los EE.]
........................................................................
REMITIDOS.
.........................................................................
SEÑORES EDITORES.
No hay periódico, en que no se haya escri-
to algo, sobre el estado lamentable en que se
halla la policia de ésta ciudad. Esto acredita
que se reconoce jeneralmente tan pernicioso de-
fecto, que causa y ha de causar perniciosos ma-
les. ¿Será posible que la capital del imperio
de los antiguos incas del Perú, sea vista con
tanta indiferiencia en el ramo esencial de su sa-
lubridad? Creo que estamos en Constantinopla,
donde por un principio supersticioso, se respeta
la muchedumbre de perros, aunque sea perjudi-
cial à la salud del pueblo. No hay casa, ni
tienda de donde no salgan una cuadrilla de per-
ros à invadir improvisamente al pacífico tran-
seuníe, que se queda, ya sin una media capa,
ya sin una inedia pantorrilla, y à veces sin una
media nalga, quedando inutilizado eternamente.
De un caso de estos, se hace una queja ante un
juez de paz. Este llama al dueño de la mana-
da de perros, si es individuo del último orden;
que siendo alguno de esos pulpçros vigotudos de
voz bronca &c. también se omite; pero el mas
favorable resultado para el ofendido, es que se
ordena la muerte del perro, que se elude con
ocultarlo; quedando de ésta manera cancelada
una cuestión que en cualquier lugar se resolve-
ria imponiendo una multa al amo del perro, y
la indemnización de daños y perjuicios del ofen-
dido. Veanse las plazas y calles del centro de
la misma ciudad desde las siete de la noche, y
se encontrarán completas manadas de estos ani-
males molestos, que no permiten con su bullisio,
ni las distribuciones domésticas, ni el descanz'o
del sueño à las familias.
El alumbrado de las noches obscuras, ya
no se conoce en muchas calles de la población,
y de ésta falta resultan las continuas agresiones
que se hacen sobre los indefensos transeuntes.
La inmundicia que se encuentra por todos
............................................................................

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po en su disciplina militar. Cuando en el cor-
to intervalo de dos meses se ha presentado evo-
lucionando, tan bien, como el mejor cuerpo del
ejército, no podemos sino aplaudir la contrac-
ción de jefes y oficiales y su asiduo empeño.
Mueve aun à mayor admiración, cuando consta
al público, que en dichos dos meses, se ha or-
ganizado el cuerpo à pesar de no tener com-
pletas sus plazas, porque los reclutas se han ido
remitiendo de las provincias, por pequeñas par-
tidas.
Deseamos que el mismo adelantamiento pro-
gresivo que reciba en disciplina, tenga en mo-
ral. Asi no se quejará el pueblo; y la Pá-
tria contará con tan buena porción de fuer-
za, que formará el honor nacional en union con
las demás.
Esperad ¡compatriotas paysanos! igual union
con los cuerpos presentes, que la que tuvisteis
con Ayacucho y Cuzco; contad con la armonía
de vuestros amigos; vivid satisfechos de su mo-
ral y política. No temais ya, que vuestros cria-
dos sean aprehendidos arbitrariamente para re-
clutas; que vuestras bestias sean tomadas, sin
vuestra voluntad, y orden superior. No vereis
ya, sacar artesanos de sus talleres, después de
maltratarlos, y conducirlos en clase de reclutas;
no presenciareis, arrastrar à los miserables in-
díjenas como à perros, de las plazas, haciéndo-
les abandonar y perder los efectos de su co-
mercio, porque carguen agua para el rancho y
limpien las ietrinas; no os quejareis de que sal-
gan à los caminos à quitar con bayoneta en ma-
no, los víveres y combustibles que traen para
el consumo de vuestras casas; no sufriréis que
un miserable soldado os insulte, y pierda el res-
peto, y tal vez os estropee ò asesine. Voso-
tros tampoco negueis los auxilios que os pidan
con moderación y urbanidad, si sois bien paga-
dos de sus precios. ¡Union! ¡Union! ! Union !!!
........................................................................
VARIEDADES.
..........................................................................
ANÉCDOTAS.
Habia un soldado en un cuerpo del ejér-
cito, à quien todos los dias se le veía humar
sigarros largos habanos, en un lugar donde valían
mucho. El comandante notó este lujo, consi-
derando, que ni todo el sueldo alcanzase al sol-
dado para solo éste gasto. Lo llamó una vez
y le preguntó ¿de donde tenia fondos para tan-
to sigarro habano? El soldado le contestó: (ha-
ciendo con la mano derecha el saludo de orde-
nanza, y arañando con los dedos.) De las ajen,
cias militares mi comandante.
OTRA.
Un colegial iba de fuga por un camino des-
poblado. Acosado del hambre se acercó à una
choza à pedir algún alimento pof su dinero,
La muger que en olla liabitaba, lo negó, (có-
mo tienen de costumbre las indias) ponderado
le su pobreza estremada y el ningún recurso
que tenia para conseguir comestibles. El cole-
gial le preguntó, ¿si no se encontrarían siquie-
........................................................................
ra piedras? — Aun éstas so hallan muy lejos-
Pues ahora me verás (dijo el primero) hacer un
chupe excelente de piedras: corre al rio, esco-
je las pequeñas y las mas bonitas, lávalas y pre-
para una olla con agua. Hizolo asi la muger
admirando, como coceria piedras su huésped;
pero creyendo que bien podría suceder, entró en
grande ansia de ver hacer la vianda. El cami-
nante le hizo presente, que no era posible se
cociesen las piedras , si no se les mezclase otros
condimentos. Pidió unas cuantas papas, sacolas
la muger; pidió asi mismo un refazo de carne,
un poco de sal y un par de ajies; y lo brindó
también.
La india atizaba el fuego y cocinaba con
empeño deseosa de comer el ponderando chupe.
Cocióse al fin, y el colegial comenzó à engullir
las tronchas de carne y las papas, hasta dar fin
con todo; y à la muger le dejó las piedras, di-
ciendole. "Aun en lugar donde nada se en
"cuentra, como éste, come el hombre industrio-
"so; ved este gran almuerzo; come lo que te
"resta; aprende otra vez à ser jenerosa, y to-
"ma esta pezeta." [De la colecc. de los EE.]
........................................................................
REMITIDOS.
.........................................................................
SEÑORES EDITORES.
No hay periódico, en que no se haya escri-
to algo, sobre el estado lamentable en que se
halla la policia de ésta ciudad. Esto acredita
que se reconoce jeneralmente tan pernicioso de-
fecto, que causa y ha de causar perniciosos ma-
les. ¿Será posible que la capital del imperio
de los antiguos incas del Perú, sea vista con
tanta indiferiencia en el ramo esencial de su sa-
lubridad? Creo que estamos en Constantinopla,
donde por un principio supersticioso, se respeta
la muchedumbre de perros, aunque sea perjudi-
cial à la salud del pueblo. No hay casa, ni
tienda de donde no salgan una cuadrilla de per-
ros à invadir improvisamente al pacífico tran-
seuníe, que se queda, ya sin una media capa,
ya sin una inedia pantorrilla, y à veces sin una
media nalga, quedando inutilizado eternamente.
De un caso de estos, se hace una queja ante un
juez de paz. Este llama al dueño de la mana-
da de perros, si es individuo del último orden;
que siendo alguno de esos pulpçros vigotudos de
voz bronca &c. también se omite; pero el mas
favorable resultado para el ofendido, es que se
ordena la muerte del perro, que se elude con
ocultarlo; quedando de ésta manera cancelada
una cuestión que en cualquier lugar se resolve-
ria imponiendo una multa al amo del perro, y
la indemnización de daños y perjuicios del ofen-
dido. Veanse las plazas y calles del centro de
la misma ciudad desde las siete de la noche, y
se encontrarán completas manadas de estos ani-
males molestos, que no permiten con su bullisio,
ni las distribuciones domésticas, ni el descanz'o
del sueño à las familias.
El alumbrado de las noches obscuras, ya
no se conoce en muchas calles de la población,
y de ésta falta resultan las continuas agresiones
que se hacen sobre los indefensos transeuntes.
La inmundicia que se encuentra por todos
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