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ciada la independencia de las colonias Españolas; el
statuo quo fue y debió ser, en aquellos primeros momen¬
tos, la base de la distribución del territorio entre los
diversos estados que reasumieron la soberanía. Era im¬
posible discernir de pronto 1a conveniencia ó los errores
de la Geografía política, y mucho más lo era todavía
trazar, á los principios de un nuevo orden de cosas,
un sistema de límites en que se convinasen todos los
intereses, y en que todas las necesidades quedasen sa¬
tisfechas. Lo más cómodo, lo más fácil, lo más natu¬
ral era admitir una clasificación que tenía en su favor
la autoridad del tiempo, y que, á lo menos, ofrecía la
ventaja de presentar ya en movimiento todos los por¬
menores administrativos. Más esta consideración era
demasiado débil y transitoria para resistir a la voz irre¬
sistible del salus populi. Una experiencia feliz hizo ver
al mundo que podía inventarse una distribución algo
más favorable al bien público, que la que había sancio¬
nado el sistema colonial. Bolivia se formó de una frac¬
ción, y Bolivia es en el día lo que jamás hubiera si¬
do, como parte del todo á que antes pertenecía. El
tiempo, con su lenta pero infalible operación, es el
grande y poderoso ajente que ha de señalar a cada es¬
tado la esfera de su individualidad. Él es quien ha de
preparar las circunstancias en que deban separarse las
partes incompatibles, y congregarse las que armonizan
entre sí.

Parece indudable que el Sur del Perú ha llega¬
do ya al periodo en que debe verificarse una crisis de
tanta magnitud. Ya está enerjicamente arraigado en
aquellas rejiones el íntimo convencimiento de una vita¬
lidad peculiar è independiente, que les suministra todo
lo que es necesario para la formación y estabilidad de
un cuerpo político: así como la más dolorosa de las ex¬
periencias, les ha demostrado en rasgos indelebles, los
males que les ha comunicado la sociedad en que has¬
ta ahora han vivido. ,.¿Qué especie de contrato, dicen
ellos, es el que nos liga con la estatua de que somos
pedestal; con el astro de que somos satélites? ¿Qué comu¬
nidad en nuestros intereses? ¿Qué es lo que percibi¬
mos en cambio de lo mucho que damos? Nuestras con¬
tribuciones desaparecen sin dejar en pos el menor ves¬
tijio de su tránsito, la cosa pública se administra entre
nosotros por hombres que nos son desconocidos; las con¬
veniencias de una metrópoli remota son las que arreglan
nuestra lejislación mercantil, y si para todo lo que es
ventajoso, un muro diamantino nos separa de los que
nos dominan, sus males por el contrario, sus desven¬
turas y sus turbulencias, producen en nuestros límites
los mismos efectos que los de un rápido y devorador
contajio. Si sus pasiones se exaltan, es forzoso que
las nuestras se exalten del mismo modo; si allá se pe¬
lea por el mando, es preciso que también nosotros pe¬
leemos. Víctimas inmoladas a una divinidad lejana, par¬
ticipamos incesantemente de sus furores, sin haber sa¬
boreado una sola vez sus beneficios."

Basta echar una ojeda en el mapa, para hacer
justicia a estos clamores, y para ver en ellos la expre¬
sión de la verdad. El mapa nos representa, es cierto,
una contigüidad de territorio: pero una contigüidad que
es en sí misma una verdadera dislocación, ora se consi¬
deren las distancias que separan unas partes de otras,
era los obstáculos locales que interceptan las comuni¬
caciones, y alejan a los hombres en sí, mucho más que
la distancia misma. La contigüidad por si sola no es
un título de unidad, ni bastó ella sola a que conserva¬
sen el caracter francés Génova, Florencia, Holanda y
Hamburgo. Los lazos morales, la identidad de intere¬
ses, la reciprocidad de necesidades, las simpatías que
de todas estas circunstancias resultan: tales son las ba¬
ses de una división territorial que pueda resistir al tiem¬
po y a las revoluciones.

Todas ellas parecen felizmente convinadas en los
cuatro departamentos Sur-Peruanos: así es que, cedien¬
do a estos irresistibles impulsos, sus habitantes, como
si un solo resorte los moviera, han estallado uniforme¬
mente en el mismo grito, expresión de un deseo justo,
a cuva realización consagrarán los mayores esfuerzos.
Bolivia, cuya política sensata y jenerosa sale por prime¬
ra vez de su concentración, con el esclusivo objeto de
apoyar la voluntad de los pueblos que le han invocado;
Bolivia que ha resistido largo tiempo a estas reiteradas
invocaciones, hasta cerciorarse de su sinceridad y de
su justicia, Bolivia aumentará sus derechos a la admi¬
ración del Nuevo Mundo, cooperando a la gran obra
que se alza bajo tan felices auspicios.

Remitido.

Señores Editores.

Por el correo último de Chuquisaca hemos reci¬
do bajo de cubierta, un manifesto impreso, sobre un asun¬
to particular. Puede ser que se nos haya remitido
con la dañada intención de pegarnos un chasco. Pero
como tenemos motivos para sospechar que él que nos ha
favorecido con esta pieza, es algun zamucuco que igno¬
ra las órdenes relativas a porte de impresos, nos pa¬
rece oportuno recomendarle por medio del apreciable pe¬
riódico de UU., la lectura de la suprema circular de 25
de octubre de 1825 inserta en el tomo 1.o de la Co¬
lección oficial n.o 4.o páj. 13. Y si el remitente es¬
tá interesado en ganar la opinión a favor de la causa
que refiere el impreso, sepa que ha escojido el peor me¬
dio; pues en nosotros no ha exitado otro deseo que el
de darle motivos para publicar otro manifesto seme¬
jante.

Dígnense UU. SS. EE. dar un lugar a este pe¬
queño artículo aceptando las consideraciones de sus muy
afectos servidores

Los favorecidos.

Invitación.

Antonio de Meucci pintor y retratista natural de
la Ciudad de Roma, tiene el honor de poner en noti¬
cia del respetable público, que acaba de llegar a esta
Capital con el objeto de dedicarse a las tareas del ar¬
te que profesa, y que ha desempeñado en las cortes
de Europa. Las personas que gusten hacerse retratar
o ver una Colección de retratos hechos por su mano,
tendrán la bondad de ocurrir á la Calle de Maypú, Ca¬
sa del Sr. Salmon al lado de la del Dr. Cordon.—Ade¬
más él se propone también establecer una Academia de
Dibujo y Pintura, donde tendrá el placer de enseñar su
profesión a las personas que quieran dedicarse, previa
estipulación de precio.

Despedida.

El Coronel Herboso, por la premura con que mar¬
cha para Puno, se priva de la honrosa satisfacción de
corresponder a todos los Señores que han tenido la dig¬
nación de visitarle: obligado pues por la deferencia que
ha merecido siempre de todas las clases, espera que si
sus comedimientos pueden emplearse en su obsequio y
será contento en prestar pruebas inequívocas a que se
halla ligado por deber y gratitud.

Aviso.

De orden de S. S. el Cancelario de esta Uni¬
versidad se da principio al examen de Geometría el día
13 del actual.—Paz Julio 2 de 1835.

Paz: Imprenta del Colejio de Artes, administrada por el U. Bernardino Palacies.

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