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hojas se deben dejar solamente dos plantas, y cuan
do estas tienen diez pulgadas se deben reducir á
una sola, y quitarle el cogollo con los dedos.—
Cuando llega á la altura de tres pies, es necesario
volver á quitar el cogollo con un machete. Si la
mata es muy viciosa, se debe siempre preferir el
machete á los dedos para esta operación"
"Es necesario mucho esmero en los desyer¬
vos cuando la plantación está pequeña y entonces
se podrá esperar una buena cosecha á los seis me¬
ses de hecha la siembra."
"Si la tierra es estéril, se debe sembrar á cua
tro pies en cuadro, y si es buena de cuatro á cinco"
Los árboles deben podarse después de cose¬
chados cinco meses antes del tiempo en que se cal
cula debe empezar la cosecha, según las estacio¬
nes de cada país, y si se pone atención en resem¬
brar las fallas, las matas durarán seis años sin ne¬
cesidad de nueva plantación."
"El método de podar es el siguiente: los dos
individuos ocupados en esta operación deben te¬
ner una vara de cuatro pies para arreglar la altu¬
ra del tronco que ha de quedar y un machete muy
afilado para reducirlo á este tamaño: se deben qui
tar todos los chupones que salgan hasta la altura
de diez pies de la tierra."
"En Surinam se podan las matas en mayo y
junio, que es el tiempo de las fuertes lluvias, y las
cosechas se cojen desde el mes de agosto hasta fi¬
nes de octubre."—[Noticias sobre el cultivo del al¬
godón por un agricultor de Surinam comunicadas en
20 de mayo de 1834.
)
Cojida.—Hemos observado que entre el algo
don q' se desmota en Caracas hay alguno un poco
sucio á causa de que al tiempo deccjerlo las per¬
sonas empleadas en este trabajo no tienen bastante
cuidado para que la mota quede sin los pedazos
de hojas secas que suelen pegárseles, y aunque es
ta es una suciedad muy pequeña, seria muy conve
niente poner el mayor esmero en la cojida para
evirtarla.
Limpia. —Anteriormente se limpiaba ó se des
pepitaba el algodón con las máquinas conocidas
con el nombre de cilindros, en las cuales rendía el
trabajo dedos peones una arroba en limpio todos los
los días. El algodón quedaba sucio, por que algu
nas semillas, que pasaban por los cilindros se des
hacían, y sus partículas quedaban adheridas á la
seda del algodón, sucediendo también algunas ve¬
ces que las semillas trituradas contenían en el in¬
terior alguna humedad, la cual diseminada en la se
da, le daba un color amarillo á la parte en que se
diseminaba. También sucedia que el algodón des
pepitado así no quedaba desmontado y que la can¬
tidad perteneciente á cada capullo quedaba tan ad
herida la una á la otra, que presentaba dificultades
á las máquinas de hilar que debían ser empleadas
para este objeto. La suciedad del algodón así des
pepitado no tiene un grado cierto que pueda pro¬
ducir un precio fijo, pues el comprador en la du¬
da del grado de suciedad que puede tener en el in
terior, siempre fija el precio como si el fruto estu¬
viese en el peor grado de calidad de que es suscep¬
tible.
Las máquinas de sierras que están ya hacien
do el servicio en todas partes de Venezuela son de
agua y de sangre: entre las últimas hay de bestias,
y hay de hombres. Las de hombres son las que
más nos convienen por ahora, jeneralmente ha¬
blando: ellas son de quince y de diez y ocho sier¬
ras: tienen dos cigüeñas y ordinariamente ocupan
dos hombres en el principio hasta que el trabajo
las pone más suaves y quedan solo la necesi¬
dad de uno para desmontar desde 120 hasta 160 li¬
bras en limpio todos los días, según la robustez y
costumbre del hombre que sirve de ajente. La
máquina es muy pequeña y portatíl: tendrá de cua
tro á seis cuartas de largo, seis de alto y ménos de
cuatro de ancho; su peso como de cinco á seis ar¬
robas: cuestan en los Estados Unidos como 75 pe
sos fuertes, pudiendo estimarse que puestas en la
Guayra ó Puerto Cabello tendrán un costo de 130
á 180 pesos sencillos, inclusa la utilidad del comer
ciante que la haga venir. Es trasportable de unos
lugares á otros cuando tenga que servir para el al
godón de plantaciones distantes. La limpieza del
algodón beneficiado con esta máquina, lo hace va¬
ler siempre más que el beneficiado en cilindros,—
La máquina de empacar costará otro tanto, y dos
hombres empacan de seis á quince quintales por
día.
Embalaje.—Se recomienda mucho la buena
fee que debe observarse en este acto para evitar el
descrédito del agricultor, en cuyas pacas se encon
trasen pepas, piedras, ó cualquiera otra especie
ménos estimable que la que se ofrece en venta.
Observaciones jenerales.—No hay agricultor
ni campesino alguno tan pobre, que no pueda cul
tivar una área de tierra que le produzca en algo¬
dón lo necesario para cubrir sus necesidades. Es
te fruto tiene muchas ventajas que lo hacen prefe
rible entre nosotros á todos los demás: la primera
es que exije muy poco capital para su cultivo: la
segunda que este cultivo se hace en compañía de
otros frutos de los llamados menores, los cuales
por sí solo bastan á dar los pequeños gastos que oca¬
sionan las plantaciones, aunque el algodón llegue á
perderse, lo cual será difícil en las provincias que
no son azotadas de los nortes: la tercera es que á
los seis meses de sembrado está ya cosechado, fue
ra de otras varias circunstancias peculiares al fru¬
to y al país que nos convidan à sembrar algodón.
Las provincias mas à propósito para algodón, se¬
gún se nos ha informado, son las de Barcelona y
Coro, y parece que el de Píritu es el mejor de to¬
dos. Ya Barcelona tiene gran número de semen¬
teras, y en Coro se empezará este año á sembrar
con abundancia. Si hay ánimo para emprender
y constancia para continuar las empresas, la rique
za nacional ganará mucho en esta época de la al¬
za del algodón.— A. [Del Liberal núm. 7.]

EL TELEGRAFO
PRIETO
PRESIDENTE DE LA RÉPUBLICA DE CHILE.
Este jefe de la cuál la administración de Chi¬
le, que por la reprobada escala de la revolución su
bió á la presidencia de aquel estado, es hoy el par
tidario de la guerra contra los Estados Perú-Boli¬
vianos. Encadenado á los sendos caprichos de in
vadir, sin causa alguna, las pacificas playas de
otra nación, no pierde instante para reparar los
elementos agresores que el estallido revoluciona¬
rio de Quillota destrozó en la quebrada le Barbón.
Afrontado este incapaz mandatario con la nulidad
de recursos para la realización de una empresa, ver
daderamente grave, pretende aún soñar con llevar
adelante la consumación de un atentado, odiado
por los pueblos pacíficos y por sus mismos subdi¬
tos. Cualquiera que hubiese sido envuelto en una
crisis como la que se ha desarrollado últimamente
en los asuntos domésticos de Chile, hubiera de¬
puesto todas las miras obstinadas para atender los

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