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EL ECO DE SACABAYA

¿Que triunfos negará, pues, la fortuna
A quien glorias le diera hasta en la Luna?

Este papel es eventual; no tiene otro periodo
en su aparición que la voluntad de sus editores.

NUMERO 2o.] CUZCO NOVIEMBRE 10 DE 1837 [UN REAL

EL ECO.

[Columna izquierda]

No hay empresa, en lo jeneral, que no
tenga sus probabilidades fundadas en mas
o menos esperanzas, por unos o por otros
calculos: porque nadie emprende sin pro-
meterse un éxito feliz en la aventura, por
muchos que sean los inconvenientes que hu-
biese que vencer—Permítasenos preguntar,
con que probabilidades, sobre que esperan-
zas, porque cálculos lia podido -el Gobier-
no de Chile comprometer su honor, sus ar-
mas y su Escuadra en la celebre interven¬
ción contra las Republicas Confederadas?
Repetiremos que las probabilidades están
en las esperanzas, y estas nacen de los cal-
culos—Los emigrados del Peru, y muy prin-
cipalmente La-Fuente, han tenido un inte-
res tan verdadero como criminal en pisar
el pais de donde los arrojaran sus delitos,
y no tendrían reparo alguno en su concien-
cia politica en admitir el favor y alianza
del Gran Turco para llegar a su objeto,
asi como los torrentes de sangre y los gri-
tos de desolación y muerte de todo el pais
bastarian obligarlos a desistir de su
quimérico plan de dominación; quieren man¬
dar y les es indiferente que el solio se le
vante sobre paz, gloria y prosperidad, que
sobre volcanes, baldon y ruina; empero el
Gabinete Chileno, ha podido concebir por
un momento que el miserable sequito de
La-Fuente sea el iman de la opinion de los
pueblos, y que los Peruanos esten dispues-
tos a sacrificar los bienes reales de que ya
han empezado a gozar y su dignidad na-
cional, por solo poner un termino a las a-
venturas de cuatro peregrinos de sus com-
patriotas proscriptos por el sagrado grito
de un opinion tan jeneral como fundada,
anatematizados por la razon y detestados
por su constante espiritu de traicion y de

[right column
afrenta? ¿Ha podido la administracion Chi-
lena, por imitar al heroico hidalgo de Cer-
vantes aventurar tanto por solo desfacer
los soñados tuertos que les han contado sus
asilados? ¿Ha podido creer esa gran fa-
cilidad con que podían apoderarse -de tres
Republicas, según las relaciones y patrañas
de La-Fuente y su corteio?— No hacemos
tan necio al Gobierno de Chile, asi como
no le negaremos los títulos de engañado
en los principios de su politica, de viola-
dor del derecho de las naciones, de Pirata
en mar y tierra, y de ridiculo y escanda-
loso a la faz de las naciones y ante el
recto juicio de los sanos políticos. El Go-
bierno de Chile se burla altamente de la
situación de La-Fuente y su comparsa; na-
da le importan sus deseos ni jamas ha
pensado en alargarles una mano que los
ayude a subir a su pretendido imperio; y
la misma expedición en que vienen los Pe-
ruanos, como los gallardetes de los buques,
rie a espaldas de ellos y les presenta una
indiferencia muy parecida al desprecio. La
administración de Chile trabaja exclusiva-
mente por si: los puertos del Callao y Ari-
ca, victoriosos émulos de Valparaiso, son la
causa de la guerra, y las falsas pinturas
que los emigrados del Peru han hecho del
estado de la opinion de los pueblos, los mo-
tivos que han decidido a la invasion, las
probabilidades de la empresa, sus esperan-
zas y sus cálculos. Pero-como persuadirse
encontrar el Peru preparando himnos con
que recibir a sus invasores, y a esos po-
cos Peruanos que ha conocido siempre en
las variadas escenas del teatro de la trai-
cion y del crimen jugando los primeros y
mas detestables papeles? Para decidir a
las grandes masas en favor de tal o tal sis-
tema, es indispensable presentarles, cuando
menos, un prospero lisonjero que les haga
ver aunque de lejor la imajen de la feli-