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ra que tantos este Codigo Sacrosanto, fruto de
trabajos, tantos ensayos, tantas
victimas de ilustres
que
nar
descendieron
con
s«s
a
patriotas y heroes
la tumba para abo¬
cenizas la tierra donde lva-
bia de Crecer y fecundarse el árbol de
la libertad, para que este codigo torna¬
se a la
luz de las tinieblas de un in¬
juriosa olvido a que habia sido -conde¬
nado por el poder mas absoluto, fue
necesario que la cuna de los Incas hu¬
biese ofrecido a los ojos de la Ameri¬
ca otra Semana
Magna y que la plaza
de las lagrimas (1) hubiese sido rega¬
da con sangre Peruana. Apenas la nue¬
va de la inmortal
victoria de Yungay
llega en
de la tama a las orillas
del rio sagrado que baña la antigua Cor¬
te del imperio destruido, cuando de alli
vuela veloz a enceder el fuego del en¬
tusiasmo patrio en los pechos de los
Cuzqucños. La capital alza el grito;
su
eco
majestuoso lleva a las provincias
el acento del valor y del poder de un
pueblo rey, y todos responden a una
identificando sus sentimientos y procla¬
mando el reinado de la Independencia.
¡Que empresa tan vana es la de opo¬
nerse a la tendencia
prepotente del es¬
píritu humano en cada periodo parti¬
cular de su ecsistencia.
Al amanecer del memorable 15 de
Febrero, se ve en las plazas, en los por¬
tales, en las calles grupos de hombres
que se felicitan por el triunfo del ejer¬
cito restaurador y se combinan en el
modo de hacer el cambiamiento y des¬
baratar los medios de que se volviera
a
rehacer el ejercito de la confedera-
cion-p—A ias 10 del dia la plaza del re¬
gocijo (2) se ha llenado de un inmenso
jentio de todas las clases, en el espacio¬
so s#bn
del estínguido colegio de San
Bernardo,
se
han
reunido
los vecinos
principales de la ciudad, quienes, des¬
pués de algunas deliberaciones, envían
una
diputación al jeneral Tristan inti¬
mándole que dejase el mando, pues que
el pueblo habia reasumido su soberania.
Este se niega a cumplir con la in¬
timación, y creyendo que el pueblo Cuzquefio era capaz de intimidarse a la
vista de las bayonetas manda fuerza
m
1
■
(1) En tiempo de los Incas se Uamaha Huaccay-pata.
(2) En el mismo tiempo se llamaba
Cusí-pata,
imprenta de la Beneficencia
armada
la cabeza del intendente
de
Agustin 1 rujillo, con orden de
a
poiicia,
retirarlo y de decirle ¿con
que orden se
habia reunido? La fuerza armada
y la
vista de
Trujillo, hombre que, cual po¬
cos, habia hecho sentir el
peso de su
despotismo sultánico, solo sirvieron pa¬
ra ecsitar la
indignación del pueblo. Un
joven intrépido y de una de las familias
principales le dio un tiro de pistola que
por un misterio de la Providencia, no
prendió la ceba—Al orden—Al orden—•
gritaba ei intendente pero estos no e*
ran
ya sino los acentos cortados de un
alma aterrada por el aspecto
imponen¬
te de un pueblo numeroso
que se ase¬
mejaba a un mar procsirno a levantar¬
se
en
bas,
su
borrasca. Le temblaban las bar¬
semblante estaba cubierto de una
palidez mortal,
de
vas, como
saba
miradas
sus
hombre que
un
el momento
fujitisolo pen¬
eran
fatal; parece
las intenciones
en
habia penetrado en
la misma
tropa tenia
primer alarma, de
asesinos de
su causa
a
que
que
de abandonarlo al
no
ser
nunca
los
hermanos, y de abrazar
sus
todo trance.
Unsarjentode
los jendarmas que habia ido al salon de
la reunion y que se hallaba a sus
espal¬
das, lo manifesto claramente con un jesto
y un movimiento de cabeza con que res¬
pondió ironicamente al tercer al orden.
Entre tanto el Jeneral Tristan, a-
compafiado de solos dos de sus ayudan¬
tes y guarnecido de unos cincuenta sol¬
dados de infantería, permanecia encas¬
tillado en su palacio, cuyas puertas es¬
taban ya cerradas. El pueblo Cuzqueño,
cuyos nobles sentimientos han sobresa¬
lido siempre, quiso volver a tentar los
medios de verificar el cambiamiento sin
ningún desorden
y
sin ninguna de
aque¬
llas conmociones violentas que en casos
semejantes han tenido lugar en otras par¬
tes.
Ai efecto volvio a mandar otra
comisión en la que fue nombrado el
actual Señor Prefecto del Departamen¬
to, quien le hablo al jeneral Tristan
con toda
la enerjia de un ciudadano
ilustrado que conoce todos los vaiores
de la libertad. (*)
'
AVISO.
Todos los ciudadanos que
hayan cooperado al pronun¬
ciamiento de esta .Capital y à los denodados esfuerzos de¬
la Columna Restauradora al mando del Coronel IÇ Pascual
servirán manifestar sus servicios à la Coman¬
jeneral del Departamento, para que sus nombres
inscriptos en eí detall ò manifiesto que se trata de
Arabena,
se
dancia
sean
dar
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(*)
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el indicado
objeto.
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La letra en que si?
de acentos, por esto se
triñen su falta.
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ha escrito este u¡se.urso ca¬
advierte á los lectores no es¬
1\ Evaristo Gonzalez.
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