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Núm. 21) MARTES l.° DE OCTUBRE DE 1850. (Un real.
LA REVISTA.
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EN EL PERU Y EN EL ESTRANGERO.
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Este Periódico sale á luz todos los dias por la ma-
ñana; escepto los Domingos.

Se encuentra de venta en la tienda del Señor Do-
rado, calle de Judios, y solo se admiten suscricio-
nes en esta Imprenta, calle de la Pescadería, 127.

Todo anuncio que no esceda de diez lineas, pagará
4 reales por la primera vez y 2 reales por cada una
de las subsecuentes,

Los precios de los anuncios mas estensos y de los
remitidos, serán convencionales.

DIARIO DE POLITICA ECONOMICA, CIENCIAS, LITERATURA, RELIGION, ARTES, etc.

LA REVISTA.

Lima, 30 DE SETIEMBRE DE 1850.

Correos.
Poco tiempo hace, el 20 de este mes, publicó el Co-
mercio de esta ciudad un largo estado, en que se da-
ba razón de las naciones extranjeras y los puntos de las
colonias británicas á donde se pueden dirijir las cartas
desde el Perú, evitando la necesidad que hasta ahora ha
habido de remitir la correspondencia á una persona de
Lóndres, para que desde allí la encaminase al punto de
su destino. Este nuevo sistema es sumamente ventajo-
so, tanto para los negocios de comercio, como para las
comunicaciones particulares, pues con una pequeña dife-
rencia en los portes que en la actualidad se pagan, puede
haber seguridad de que la carta no sufra interrupcion de
ninguna especie

La forma particular del estado ó tarifa dada á luz
por el citado periódico, la falta que en él se nota de la
debida firma ó autorizacion del Sr. Cónsul inglés, ó del
Sr. agente de los vapores ó de alguna otra persona com-
petente, y la circunstancia de no haberse expresado des-
de cuándo ó como empezará á rejir este nuevo sistema,
ha dado lugar á dudas sobre las cuales necesita alguna
aclaracion el público, con tanta mas urjencia cuanto que
estando próxima la llegada del primer vapor del Norte,
habria quien quisiese aprovechar la primera ocasion pa-
ra escribir á algunos de los puntos indicados. De la mis-
ma manera, y al propio tiempo que se hiciese esta acla-
racion, sería muy oportuno expresar el valor de los portes
de las cartas en moneda peruana, puesto que aquí es
donde deben pagarse y donde no es posible hacerlo en
shelines y peniques.

Prescindiendo de los paises extranjeros con los cua-
les no es tan frecuente ni tan importante la comunica-
cion con el Perú, como son Egipto, Cabo de Buena Es-
peranza &. &. y fijándose solo en dos ó tres de ellos, se
ve por las observaciones que acompañan al documento
citado, que una carta sencilla de menos de un cuarto de


onza de peso que se dirija, por ejemplo, á Portugal, pue-
te, pagando en Lima tres shelines y nueve peniques, que
vienen á ser siete reales de nuestra moneda próxima-
mente, ó bien dirijiéndose por la via de Francia, dejando
satisfecho un porte de 5 rs. Con respecto á España, pue-
den ir las cartas sencillas del peso antes expresado á
cualquier punto de la Península por la via de Francia,
sin sufrir retardo en Inglaterra pagando sobre cinco rea-
les; pero si van por Paquete á Vigo ó á Cadiz y no exce-
den de media onza de peso, pagarán en Lima cuatro she-
lines y dos peniques que no llegan á nueve reales. Esto es
lo que se deja colejir ó lo que nosotros hemos podido en-
tender del documento en cuestion.

Sóbre la correspondencia con España hay una cir-
cunstancia que queremos hacer notar. Hace cinco me-
ses que el Cónsul inglés de Islay publicó una disposicion

FOLLETIN.

DOÑA URRACA DE CASTILLA.
MEMORIAS DE TRES CANONIGOS

—Àquí tiene V. A. al reo cogido en fragante delito de
rebelion contra su Reina y natural señora. No debe olvi-
dar que si habeis mandado suspender la cuestion de tor-
mento, podeis ordenar también que de nuevo comience, ó
que sin mas formalidades, convicto como está de su crí-
men, sufra la última pena.

—Hablais de crímenes, don Gutierre; pero mi concien-
cia no me remuerde en esta ocasion de una falta siquiera.

—¡Lo veis, señora, cuán obstinado y endurecido está,
despues de las bondades que V. A. le ha dispensado....!

—Esas las agradezco yo en el alma, contestó Ramiro
con sinceridad; y si V. A. me permite, me postraré á sus
pies para mostrar mi profunda gratitud; pero en libertarme
del tormento no he recibido favor, sino justicia; justicia se-
ñora, que no será completa, mientras no se me deje en li-
bertad para volver al lado de mi madre.

—Blasfemando está, señora, bien lo veis, todo es inútil;
y con permiso de V. A. voy á mandar al sayón que dis-
ponga las cuerdas, y elija el árbol ó la almena de donde
ha de ser colgado este mancebo.

—Señora, ¿cuál es mi delito? preguntó el paje, procu-
rando conmover á la Reina con su acento.
—¡Tu delito! ¿Por tu delito preguntas, desdichad
o, que
andas llevando y trayendo mensajes de los enemigos de
S. A….?

—Señora, ¿qué necesidad tengo yo de saber si son ene-
migos vuestros el obispo de Santiago y el príncipe don
Alfonso, vuestro hijo? Solo sé que el primero es mi señor
natural y mi segundo padre, y que por ambos títulos cie-
gamente debo obedecerle.

Persuadido el paje de que su salvacion pendia tan so-
lo de la Reina, y que nada podia esperar del inflexible juez,
dirigíase á ella, aun cuando contestase á las razones de

de la administracion de correos en Lóndres, para el trans-
porte de la correspondencia entre el Perú España. He-
mos preguntado si en Lima ó en el Callao existe alguna
órden ó disposicion semejante, y se nos ha contestado
negativamente; si es así, no acertamos la razon de ha-
ber adoptado una medida para un puerto de la Repúbli-
ca solamente y no para todos ó para el principal de ellos.
No podemos asegurar que no se haya hecho extensiva la
medida al Callao, ni tampoco que se haya omitido su pu-
blicacion, porque no hemos tenido tiempo de rejistrar la
coleccion de periódicos desde aquella fecha; pero por si
no llegado á noticia de alguno de nuestros lectores el
sistema adoptado para el puerto de Islay, lo copiamos á
continuacion. Dice así:

«Por disposicion de la Administracion general de
correos de S. M. B. en Londres, se previene, que desde
el dia 6 del corriente, se recibirá en esta «Agencia de
Correos Británica», toda la correspondencia dirijida pa-
ra los «Reinos de España,» que irá en derechura por la
vía de PANAMA, sin necesidad de ponerla (como antes)
bajo la cubierta de alguna casa de comercio de Lóndres.
Es preciso franquear en esta Agencia, al tiempo de la
entrega, el porte de las cartas ó paquetes que se envien;
advirtiendo en los sobres, si deben ir por la via de «Sou-
thampton» en los Paquetes de Vapor, ó por la mala de
Francia. La primera ruta es la mas corta, y todas las
cartas que no lleven en el sobre, por la vía de «Southamp-
ton,» caminarán por Francia.

Consulado Británico en Islay á 1.° de Abril de
de 1850—Tomas Crompton—Vice-Cónsul y Agente de
Correos de S. M. B.
TARIFA de los precios fijados por la Administracion
General de Correos, para la correspondencia direc-
ta del PERU á ESPAÑA.

Por la vía de Southampton.
Una carta sencilla cuyo peso no exceda de
media onza… Ps. 1. 2rs.
y la onza…Ps. 2. 4.

Por la via de Francia.
Carta sencilla cuyo peso no exceda de media
onza…Ps. 1.
y la onza…Ps. 2.

Ahora bien; como no se sabe, ó por lo menos, no se ha
publicado la fecha en que empezará á rejir el documento
inserto en el Comercio, y como existen dudas, segun pa-
rece, sobre la existencia de una disposicion como la an-
terior en Lima, no se sabe si la tarifa publicada en 20
del corriente destruirá en toda la República ó en los pun-
tos donde existan, las disposiciones de época anterior que
están en vigor, ó si estas disposiciones, como la de Islay,
serán mas modernas y por consiguiente harán nulo el
trabajo del Comercio. En cualquier caso sería sumamen-
te oportuno aclarar estas dudas, y que el público supiera
cual es el medio que se le ofrece mas expedito y mas se-
guro para sus correspondencias con las naciones de Eu-
ropa, cuyo comercio y trato le son de grande importan-
cia.

este; mas como viese á doña Urraca inmóvil y silenciosa,
fijos en él los ojos, y la mano siempre en la mejilla, co-
menzó á creer que el movimiento de piedad á que debia la
suspension del tormento, habia sido un afecto pasajero, 6
tal vez un plan calculado con frialdad, para hacerle mas
sensibles los ulteriores castigos y prolongar su martirio y
agonía.

—Señora, prosiguió Ramiro, apoyándose en el respal-
do de un sitial, por no descansar en el brazo de su verdu-
go: señora, haced presto justicia conmigo, según la enten-
deis vos, ó como yo la entiendo.

—¿No puedes tenerte en pie? preguntóle por fin doña
Urraca con blando y compasivo acento, dando al parecer
mas importancia á su incomodidad que á sus penas.

¡Ah! sí, señora, y pido perdón á V. A. por nú falta de
respeto; respondió el peregrino, apartándose del sitial.

Y viendo que la Reina volvia á su inmovilidad y si-
lencio, continúo:

—Me averguenzo de mi debilidad, pero hasta la sazon
no he sufrido dolor ninguno: he vivido feliz, sin duelos ni
pesares, ahora es cuando empiezo á padecer.

—Acércate, le dijo doña Urraca.

El joven peregrino dio algunos pasos adelante.

—Siéntate, tornó á decirle la Princesa.

—¡Jamás, señora, jamás delante de V. A....!

—Siéntate; yo te lo mando.

El paje obedeció, ocupando el sillón mas apartado, to
mando el aire respetuoso, compatible con su dolor y con
aquella postura; y doña Urraca, llamando con un imper-
ceptible ademan á don Gutierre, le dijo en voz baja cuan-
do le tuvo cerca de sí:

¡Don Gutierre, es casi un niño....!

—Pues qué, ¿creia V. A. que se trataba de algún Ho-
lofernes? ¡Cuando digo á V. A. que con media vuelta mas
de aquel torno sacaverdades todo estaba concluido....!

—¡Es tan niño! repitió doña Urraca, volviendo á mirar-
le con particular atencion.

—¡Pero un niño muy perjudicial, se me figura! dijo el
conde de los Notarios, procurando que la Reina compren-
diese el doble sentido de aquellas palabras.

—Tentaciones me dan de entragaros otra vez al reo, re-

Al hablar de reorganizacion que los Lores del
Almirantazgo inglés han hecho últimamente para el ser-
vicio de Correos entre Inglaterra, las Antillas y Centro-
América, de que creemos que ya se ha dado cuenta al
público, un periódico inglés de 6 de julio último, se ex-
presa en los términos siguientes con respecto á la cor-
respondencia de los puertos del Pacífico.

« Las balijas del Pacífico para los puertos de Nueva
Granada, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, creemos que
se cerraran y se despacharan en Lóndres para el vapor
que sale el dia 17 de cada mes. Las balijas para Val-
paraiso se entregaran en aquel puerto á los 58 dias en
lugar de los 66 que en la actualidad se invierten; y la
correspondencia del Pacificó se recibirá, en Southamp-
ton por los vapores del 19 de cada mes. La travesía del
istmo se calcula en seis ó siete dias; pero dentro de poco,
cuando se haya terminado el ferro-carril, se efectuará
en mucho menos tiempo, y sobre todo, cuando empiecen
á navegar los grandes vapores Atlánticos, el viaje des-
de Southampton á Valparaíso se reducirá á 48 dias. Sen-
timos mucho decir que no se ha hecho arreglo alguno
para aumentar la comunicacion con los puertos del Sur
del Pacífico por medio de la correspondencia semi-men-
sual que ha de existir entre Inglaterra y el Istmo de
Panamá; pues con aquellos puertos solo habrá un cor-
reo mensual. Como no se abra muy pronto una comu-
nicacion frecuente entre Valparaiso y Panamá, no hay
duda de que los anglo-americanos establecerán una lí-
nea de vapores que absorverá un inmenso comercio y
servicio de Correos. Todos los comerciantes que tienen
negocios con la costa Oeste de Sud América, han hecho
frecuentes representaciones sobre este punto, y confia-
mos en que muy pronto se establecerá una comunicacion
quincenal de y para los puertos Chilenos y Peruanos. »

En efecto, todo el mundo espera que esta comuni-
cacion bimensual se establecerá cuanto antes, y aun se
cree que de aquí al 2 de Agosto próximo en que se ponga
en ejercicio el arreglo para las Antillas y Centro Améri-
ca, se hará extensiva igual medida á la costa del Pacífico.

Para cuando llegue este caso, que en nuestra opi-
nion, bien sea por empresas inglesas ó angloamericanas,
ha de tener efecto muy pronto, y aun cuando tal caso no
llegara, creemos que podria acomodar que se introduje-
ra alguna reforma en la administracion de Correos de
Lima. Varias veces hemos tenido intento de hablar so-
bre este particular, pero nos parece que debemos apro-
vechar ahora la ocasion para emitir nuestro juicio acer-
ca de algunos puntos esenciales del servicio.

En primer lugar, nos parece que no hay proporcion
entre lo que paga una carta sencilla que llega al Callao,
de un punto cualquiera y lo que paga desde el Callao
hasta Lima. El porte de una carta, que se recibe en el
Callao es un real y por traer esta misma carta hasta á
Lima se paga otro; de manera que una carta sencilla
cuesta en Lima dos reales y si es doble, medio peso; ver-
dad es que los paquetes, que pasan de 4 onzas pagan solo
un peso, pero esto es solo ventajoso para las fuertes casas
que reciben una correspondencia voluminosa; las perso-
nas que tienen que recibir pocas cartas ó que no las re-

puso doña Urraca sin darse por entendida: pero es un mu-
chacho tan....

—¡Tan perjudicial, señora, que es preciso acabar con él
de una vez! repitó el de Castro con una severidad, que se
aumentaba conforme crecia el interés con que la Reina ob-
servaba á Ramiro.

—¡Acabar con él! esclamó esta inmutándose.

—Es la única manera de salvar la corona de V. A. que
ese niño tiene en sus manos, y puede romper como un ju-
guete.

—Está bien, don Gutierre: vos teneis vuestros medios
de sacar verdades, y yo los mios: por de pronto se ha pro-
bado ya la ineficacia de vuestros recursos; veremos si
prueban tan mal los que yo ponga en juego. Don Gutier-
re, habeis interesado mi amor propio; voy á sostener una
lucha contra vos, y no he menester en ella de ningun auxi-
lio: podeis retiraros.

Alteróse un poco Fernandez de Castro al oir las últi-
mas palabras de aquella muger dominante, mas dispuesta
á sufrir contradiccion en sus grandes intereses, que en sus
menores caprichos. Su primer movimiento fué el de incli-
nar la cabeza para despedirse con el respeto de juez y de
vasallo: de repente mudó de opinion, y acercándose mas á
la Reina, le dijo con el tono firme y resuelto, ante el cual
ella solia retroceder:

—Precióme, señora, de ser vuestro mas fiel servidor: si
vacilais, mi brazo es el primero que hallais para apoyaros;
si os veis amenazada, mi brazo es el primero en defende-
ros, y cuando voy á la guerra, no torno, como alguno de
vuestros próceres, á daros el primero la noticia de la der-
rota: mayordomo mayor he sido por el Rey don Alfonso
de Aragon, vuestro esposo, y despreciando sus honores y
dignidades, en la separacion de vuestro matrimonio, con
vos vine y todos mis vasallos os traje. Pues bien; con es-
tos títulos de leal, me atrevo á repetiros que en el juego
que habeis empezado, vais á perder seguramente la co-
rona.

—Gracias por el advertimiento, don Gutierre, contestó
la Reina con mas valor y entereza que se esperaba el con-
de: pero os advierto que mas en peligro que mi corona
puede estar la cabeza de alguno de mis vasallos.

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