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(Núm. 82) VIERNES 13 DE DICIEMBRE DE 1850. (Un real)
LA REVISTA.

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EN EL PERU Y EN EL ESTRANGERO. PS. RS.
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rado, calle de Judios, y solo se admiten suscricio-
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pagará 4 reales por la primera vez y 2 reales por cada una
de las subsecuentes,

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remitidos, serán convencionales.

DIARIO DE POLITICA ECONOMICA, CIENCIAS, LITERATURA, RELIGION, ARTES, etc.

PARTE AEKTAI..
MINISTERIO DE GOBIERNO,
PÚBLICA

INSTRUCCION

Y BENEFICENCIA.

del Colejio Electoral
la^época en que deben

A consecuencia de la consulta

de la provincia de Arequipa, sobre
hacerse las elecciones para Presidente dela
el Gobierno, oido el dictamen del Consejo de

República;
Estado, ha

expedido la resolución que sigue:
Lima á iO de Diciembre de 1850.
Vista la consulta elevada por

el Presidente del Co¬

ción expresada por sus representantes, únicos intérpre¬ «moneda
legal Peruana por su valor representativo: detes de la Constitución, puede disipar tantas dudas, cal¬
«posítense en la tesorería departamental el dinero y efec mar las pasiones que ajitan los ánimos y precaver las ca¬
«tos pertenecientes á la testamentaría del finado Alvano,
lamidades y desastres que pueden amagar al pais; se re¬
«que vienen á cargo del comandante del bergantín de
suelve: 1.° que se lleve á debido efecto el decreto de 25 «guerra ALMIRANTE
GUISSE, mientras se presentan
de Octubre último, ordenando que los Colejios Electo¬ «á reclamarlos
legalmente sus herederos por sí ó por me~
rales procedan el 20 del presente Diciembre á la elección «dio de
apoderado.»
de Presidente de la República. 2.° Solicítese el acuerdo
El que trascribe á US. para su conocimiento y sa¬
del Consejo de Estado para convocar á Congreso extraor¬ tisfacción.
dinario á fin de que resuelva las cuestiones que con mo¬
Dios guarde á US.~Mantiel Ferrcyros.
tivo de la misma elección se han suscitado y proclame ó
nombre al Presidente elejido por los pueblos, conforme
LA RKWISTA.
al artículo 71 y siguientes de la Constitución. Comuni¬

lejio Electoral de la provincia de Arequipa, sobre la épo¬ qúese.—Rúbrica de S. E.—Mar.
que deben hacerse las elecciones de Presidente de
la República, y de lo dictaminado por el Consejo de Es¬
MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
tado; y teniendo en consideración: l.°que el Gobierno
ca en

su decreto de 25 de Octubre del presente año
convocando á los Colejios Electorales, estimulado por el
anhelo de rechazarla imputación de que propendia á re¬
tener indefinidamente el mando, y confiado en que se
convocaria al Congreso para proclamar ó nombrar el
Presidente elejido por los pueblos , mas bien que con¬
vencido de que el 20 de Diciembre fuese el dia designa¬
do por la ley para la elección: 2.° que aunque el Gobier¬
no, no obstante lo dictaminado por el Consejo de Estado,
reputa grave las razones expuestas y los casos prácticos
citados por el Colejio de Arequipa en apoyo de su opinion,
«o por eso se cree autorizado para suspender las elec¬
ciones: 3.° que no estando previsto por ia Constitución
el caso próximo, ni designada la persona que en 20 de
Abril de 1851 deba hacerse cargo del mando supremo, el
Presidente se encontraria en el mas grave conflicto, no
teniendo á quien entregarlo, ni queriendo conservarlo:
4.° que en la situación excepcional en que se halla el Go¬

JUSTICIA Y NEGOCIOS ECLESIASTICOS.

expidió

bierno, semejante incertidumbre aumentaría sus emba¬
dando, tal vez, por resultado la anarquia y la guer¬
ra civil: 5.° que aunque el Presidente se resolviese á sa¬
crificar su propia reputación, no podría ni debería expo¬

razos,

la tranquilidad y el orden público, cuya
ción le está encomendada, y que felizmente
ner

hasta

boy conservar: 6.° que solo la

conserva¬

ha logrado

voluntad de la na¬

dona urraca de castilla.
MEMORIAS BE TRES CANONIGOS.

Lima: Diciembre 15 de 1850.
Por el último correo de Chile liemos recibido el
Mercantile Reporter de Valparaiso, periódico, que por
la sensatez que en general se nota en sus artículos y por
interesantes datos y noticias mercantiles nos ha me¬
recido siempre el mejor concepto.
Esta circunstancia
nos ha movido à leer con alguna detención su número
sus

Lima, á 6 de Diciembre de 1850.
Sr. D. D. Felipe Barriga Alva rez, Encargado de Negocios

Nicaragua.
correspondiente al 25 de Noviembre último,y no sin sor¬
El Gobierno, en vis!a de la comunicación de US. de presa hemos visto que en la reseña que hace de los su¬
30 de Agosto último, en que dá una razón circunstancia¬ cesos políticos de aquella república, de que tenemos da¬
da del feliz éxito de los encargos que se le hicieron ceroa da extensa cuenta á nuestros lectores, al ocuparse ene!
del Gobierno de Nicaragua, y de los documentos que término de su breve bosquejo de la situación mercantil
de Chile,lleve,aunque lijeramente,sus observaciones has¬
acompaña US. á dicha comunicación con fecha 3 del
ta
poder influir en el extranjero de un modo desfavora¬
corriente ha expedido el decreto que sigue:
"Habiendo llenado sus instrucciones el Dr. D. Fe- ble para las demás repúblicas del Pacífico y sobre todo
«lipe Barriga Alvarez, y desempeñado cumplidamente la para el Perú. Desde luego creemos que para la cues¬
«misión de que estuvo encargado cerca del Gobierno de tión de que vamos á hacernos cargo, hay en Lima plu¬
«Nicaragua en Centro América, el Gobierno aprueba sus mas superiores á la nuestra, que con mayor acopio de
«procedimientos y queda satisfecho del servicio que ha conocimientos prácticos pudieran hacer ver al Reporter
«prestado en pró de los intereses y del honor de la Re- el error en que, según nuestro parecer,haincurrido; pe¬
«pública; y en cuanto á las declarators que acompaña, ro no dejaremos por eso de consignar las ideas que nos
«firmada la una por él mismo, y la otra por el comisio- han inspirado sus palabras, siquiera no tengan otro re¬
«nado que con amplios poderes autorizó el espresado sultado que el de llamar la atención de mejor informa¬
«Gobierno para las convenientes negociaciones y arre- dos escritores acerca de un asunto que juzgamos de al¬
«glos, téngase presente para promover oportunamente !a guna importancia.
Antes de procederá otras consideraciones, traduci¬
«celebración de tratados de comercio con Nicaragua: pu«blíquense para conocimiento del comercio, los decretos remos los párrafos del periódico de Valparaiso, sobre los
Después de comparar
«de aquel Gobierno sobre la circulación en ese pais de la cuales hemos fijado la atención.
cerca

del Gobierno del Estado de

'

■■«■.Mi.-iLfi'iltJiMiHiwtiiui.JiiiwMmilf.Bi tmmuftP, iw.n.w»

nada hacia recordar que una hora anby. aquellos parajes del canónigo y de Pelayo.
Pero IT.miro, acordándose de
eran teatro de matanza y desolación.
un cierto mancebo de atiplada voz, que les hablaba por el
\
Bermudo de Moscoso no percibía r la sazón todas es- conducto del subtérráneo,anduvo buscándolo,y creyéndolo
¿as bfclk.o.us que para óLde.U?.?. toser <v- negrito iqesplica- mas suelto de lengua que el mudó, y aun que Gerardo, lle¬
ble.
A la salida de la cueva abrió y cerró los ojos en un vóle aparte y le dijo:
—Si mal no me acuerdo, tu eres aprendiz de maese Sis.
punto, y deslumbrado con el resplandeciente azul del fir¬

guardaba escondida en su pecho aquella vision,
aquel rayo celestial que debia bastarle para la felicidad de
mamento,

—¡Padre niio! esclamó el paje, teneis razón; pero al
mi madre sigue aun en las garras del Lo¬ toda su vida.
Desprendido de los brazos del leal escudero, cayó de
bo, espuesta á su capricho, á su venganza; ¡al considerar
rodillas y se prosternó delante del sol, como un sacerdote
que Ataúlfo acaso querrá desquitarse en ella de la mala
del Oriente, y aunque siempre mantenía cerrados los ojos,
suerte que va á tener con nosotros....!
—Ten confianza, hijo mio, en aquel que se ha consti¬ gozaba nuevos placeres que inundaban de júbilo su corazón.
tuido en nuestra guia y amparo. Elvira es inocente y se El sentimiento religioso y el sentimiento de libertad, que
salvará también.
penetran hasta la medula de nuestros huesos, las caricias
—Sí, padre mio, repuso Gonzalo con tierno entusiasmo: del aura, la blandura del esponjoso césped, cubierto de ro¬
es inocente, es digna de vos, lo habéis dicho, y esa pala¬
cío, y ese murmullo indefinible de la naturaleza, armóni¬
bra me consuela y tranquiliza. Ahora vamos á continuar co agregado de mil voces distintas, todas sonoras y tem¬
pladas por la distancia de donde llegan, y por la inmensi¬
trabajando.
dad
del espacioenquese pierden, tenían como arrobado al
Dirigiéronse al estremo opuesto de la mina, que ha¬
bían prolongado hacia la superficie de la roca.
pobre cautivo, que en aquel instante se consideraba indem¬
nizado
de todos sus padecimientos.
Por fin, después de
—¡Ola! ¡Eh! señores cautivos, dijo una persona de voz
alegre y atiplada asomándose á la boca del conducto: ¿Hay largo rato, abrió los ojos debajo del toldo de los arboles, y
ánimo? Vamos, que no falta tanto como al principio. ¡Me¬ apenas podia sufrir aquella dulce claridad.
A su lado es¬
taba
Gonzalo*,
el
hijo
de
su
amor,
á
quien
abrazó
entonces
jor estais ahí que afuera....! Sabed que ha comenzado
con
la
misma
el ataque, y silvan las flechas y bodoques, como el viento
alegria que si lo viese por vez primera. To¬
dos los demás, incluso Pelayo, por un sentimiento delica¬
en los pinares. ¡A Dios, á Dios, que vuelvo á mi trabajo...!
—A prisa, á prisa, padre mio,esclamó Gonzalo con im¬ do y generoso, se habían escondido para no profanar con
paciencia juvenil: yo quiero salir á tomar parte en la glo¬ su presencia aquel espectáculo casi religioso.
Pero el corazón del hombre no se ha hecho para go¬
riosa empresa de rescatar á mi madre y de vengar vues¬
zar
mucho
tros agravios.
tiempo de una dicha tan pura: Bermudo, ago¡Oh! yo quiero asaltar esas murallas, en¬
viado porel placer, perdióla casi imperceptible tinta de
trar ó sangre y fuego, y....
—¡Gonzalo, Gonzalo! respondió Bermudo, calla por carmín que arrebolaba susblancas mejillas, y con hondos
Dios: no acabes de traspasar mi corazón con tus palabras. jemidos cayó cadavérico sobre el mullido césped, pronun¬
Yo me separé del mundo y dejé al hombre combatiendo ciando el nombre de su hijo.
La felicidad tiene también
su asfixia como las flores.
con el hombre, y torno al mundo en medio de un combate.
Entonces salió un grito de entre los árboles, y apare¬
¡Y eso te escita el entusiasmo, eso te exalta y te vuelve el
juicio
! A prisa, á prisa, digo yo también: ¡á vei si lle¬ ció una mujer cubierta de negro manto y seguida de Pela¬
gamos á tiempo de impedir que se derrame una gota mas yo y de algunos criados del obispo, los cuales cogieron al
venerable anciano,y conducidos por la enlutada, llegaron á
de sangre! El combate empero habia cesado, cuando dentro de una choza, situada detras de la colina del Oriente, que la
la cueva que Pelayo y los trabajadores abrieron aquella defendia hasta de las torres mas ele\adas de Altamira.
Era la cabaña de pobre y miserable aspecto, pero
noche detras de la roca, resonó un clamor vivo y profundo
dentro
habían cuantas comodidades podían apetecerse en
de alegría, y poco después el mudo salió lanzando gritos
frenéticos con el anciano venerable en los hombios, y to¬ aquella situación.
Bermudo fué depositado en blando y
mando el cauce abajo, no paro hasta llegai á la barranca, aseado lecho, á cuya cabecera estaba esperando un clérigo
docto en las ciencias entonces conocidas, y no estraño en
y allí en el suelo depositó su dulce carga.
el
arte de curar.
Ramiro al punto le conoció: era el ca¬
No habia un sitio mas delicioso en las cercanías.
Blando césped de menuda yerba, matizada de blancas nónigo Gerardo, autor de las Memorias del obispo.
Pero la mujer no se habia limitado á tener prevenidos
margaritas, cubría la angosta pradera, que partida poi un
la cama y médico, sino las medicinas y los alimentos de
arroyuelo, se estendia á lo largo de dos colinas, en la mas
alta y prolongada de las cuales descollaba el alcázai cana¬ que principalmente se debían sentir necesitados los cauti¬
do ya por la rosada luz del sol naciente, y medio cubierto vos. Como unq madre tierna y cariñosa todo lo preveía,
por el sombrío peñasco: las hayas, los robles y los olmos y no estaba satisfecha si no lo preparaba todo con sus
ruanos.
quebraban los rayos luminosos con su vicioso ramaje, co¬
No es nuestro ánimo referir los medios de que ella y
ronado delas tiernas hojas de primavera, de un verde sua¬
el
sábio
canónigo se valieron para volverá la vida al débil
ve
y lozano.
A lo largo de la cañada y por la parte del
mediodía, descubríase un horizonte lejano, un campo dila¬ y desmayado rico hombre, ni su prudencia y solicitud pa¬
tado y ameno, donde la luz desplegaba toda la variedad y ra que la transición se verificara suaVe y apaciblemente,
de manera
ya no fuesen temibles nuevos desmayos;
magnificencia de sus cambiantes y matices: el aura de la dirémos tan que
solamente
que tanto el anciano como el joven
mañana recogía en sus alas el hálito de los ríos, el humo
Moscoso
hicieron
varias
preguntas acerca de aquella mu¬
de las cabanas y del campamento, y agitaba con dulce su¬
jer
misteriosa,
sin
obtener
ninguna respuesta satisfactoria
surro la hojarasca y los pendones y cimera de los soldados:
considerar que

en la tienda del Señor Day solo se admiten s user ¡(io¬

nando.
—Para serviros, señor; he venido aquí enviado por mi
maestro como auxiliar del mudo, y he puesto en la empre¬
sa mis brazos y mis herramientas.
—Y también tu lengua; porque has tenido buen cuida¬
do de ir dando noticias de todo, de manera que yo juzgué
que servias de intérprete á Pelayo. No tengo
sueldo con que recompensar tu triple servicio;

ahora ni un

pero dime
como tu maes¬

entretanto, así Dios te haga tan buen alarife
tro, ¿quien es esta mujer que parece dueña de la cabaña,
y que para morar en cabañas se me figura de modales un
poco imperiosos y arrogantes?
—Eso es lo que no puedo deciros, señor caballero paje;

preguntádselo al canónigo, pues que con él apareció.
—¡Hum!
—Y al mudo, única persona á quien dirije la palabra.
—¡A Pelayo!
—Escepto á mí, que apenas me ha dejado trabajar en
Sí, señor; dos ó tres horas antes de ama¬
necer, cuando os sentimos en el agujero, el mudo fué en
busca de trabajadores, pues los dos solos no éramos sufi¬
cientes para abriros paso: vinieron cuantos fueron menester, y mucho mas por cierto, y los sobrantes se situaron
toda la mañana.

cerca

de nosotros para

defendernos

en caso

de que los

ene

migos hiciesen alguna salida, y á poco llegó esta mujer
cubierta así como veis, y se acercó á mí; mandándome que
os habíase, que os dijese tal y cual cosa....
—¿Qué cosas?
—Esas vos las recordaréis: á mí se me han olvidado.
Por mis labios ella os decia todo cuanto pasaba.
¡ Ay, se¬

paje! digo, señor caballero, ¡ese es mi sino! Yo pue¬
mucho; pero hablo siempre por boca de ganso:
siempre digo cosas que para otros deben ser de mucha mi¬
ga, y de las cuales me quedo en ayunas.
No hace dos
semanas que con ciertas Ave marias....
—Pero-en fin, esa mujer....
—Esa mujer no se apartó de ahí en toda la mañana, y
de la cabaña á la roca, y de la roca á la cabaña, andaba
sin cesar disponiéndolo todo, y así temia á las flechas y
pelotas del castillo, como si fuesen copos de nieve; y eso
que trajo una vez dos saetas, nada menos, clavadas en el
ñor

do hablar

manto.

—Ya sé

quien

es,

dijo Ramiro alejándose.

—Pues, señor, está visto, se quedó murmurando el
aprendiz; mis palabras son siempre sustanciosas y signifi¬
cativas. ¡Si entendiese yo siquiera la mitad de lo que di¬
go, era mas sabio que Salomon!
Ramiro andaba poco después buscando por
mujer enlutada, y vio que acompañada del
desaparecia por entre los árboles: corrió hacia
diéndola los brazos y esclamando:
á la

la choza

canónigo
ella ten¬

—¡Ah! señora, os he conocido al fin: no os libraréis de
agradecimiento....
—Silencio, contestó la mujer; vuelve atras, y si algo
tienes que agradecerme, por única recompensa te pido que
nuestro eterno

nunca reveles mi nombre á Bermudo de Moscoso.
debe saber que lo ha visto la Reina de Castilla.

Jamás

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