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(Núm. 95.) LUNES 30 DE DICIEMBRE DE 1850. (Un real)
LA REVISTA.

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EN EL PERU Y EN EL ESTRANGERO. PS. RS.
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Este Periódico sale á luz todos los dias por la ma-
ñana; escepto los Domingos.

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rado, calle de Judios, y solo se admiten suscricio-
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pagará 4 reales por la primera vez y 2 reales por cada una
de las subsecuentes,

Los precios de los anuncios mas estensos y de los
remitidos, serán convencionales.

DIARIO DE POLITICA ECONOMICA, CIENCIAS, LITERATURA, RELIGION, ARTES, etc.

Segun parece, á consecuencia de las noticias de
Panamá, de donde han venido algunos enfermos en los
El Peruano del Sábado publica una nota pasada por vapores anteriores, y de algunos casos de naturaleza du¬
dosa acaecidos en Lima, se ha impuesto una cuarentena
el Sr. Secretario del Consejo de Estado al Sr. Ministro
de observación de tres dias à los vapores que hayan te¬
de Gobierno, manifestando que á consecuencia de la
nido ó traigan algún enfermo á borde procedentes de
consulta dirijida al Supremo Gobierno por el Presidente
del Colejio provincial del cercado de Arequipa, sobre aquel punto; esta medida nos parece muy acertada, pues
asi como en todo puerto comercial acarrea graves per¬
dualidad devotos en la elección del Presidente de la Re¬
pública, y que el Gobierno pasó al Consejo en 29 de No¬ juicios una cuarentena demasiado larga, asi creemos in¬
viembre último esta corporación es de sentir, que el dispensable someter á una breve observación á los bu¬
Ejecutivo conteste al Colejio de Arequipa: "que en la ques que puedan considerarse sospechosos.
Con respecto á cuarentenas y medidas sanitarias
elección del Presidente de la República, el voto de los
electores sea singular, conforme á la ley y arreglado á lo puede decirse que desde la primera visita del cólera á
practicado en los colejios anteriores, cuyas actas han si¬ los paises europeos, por los años de 1831 y 32, la opi¬
nion de las facultades de medicina acevca de la rapidez
do examinadas y aprobadas por los Congresos."
Este dictámen ha sido aprobado por el Ejesutivo y é intensidad del contagio ha variado en gran manera.
trascrito en contestación al Presidente del Colejio elec¬ Creíase en aquel tiempo que el medio mas eficaz para
contener los progresos del mal era evitar de un modo
toral de Arequipa.
Contiene ademas el Peruano dos disposiciones: la absolüto todo contacto con los paises donde reinaba la
primera nombrando administrador interino de la aduana epidemia, y asi es que en Rusia y otras naciones que
de Islay á D. Mariano Basagoitia, y otra nombrando pa¬ cuentan suficiente fuerza militar dispuso el gobierno el
ra su empleo igual en la aduana de Arica áD. Cipriano establecimiento de cordones sanitarios que cercasen los
Coronel Zegarra.
puntos apestados y al mismo tiempo cerraron hermíticamente los puertos á la introducción de todo buque
sospechoso. El resultado de estas rigorosas medidas
LA REVISTA.
no correspondió en modo alguno al objeto con' que se
habian dictado, según los apuntes de los facultativos y
Lima Diciembre 30 de 1850.
La próxima llegada del vapor del Norte nos mueve las noticias estadísticas que diariamente se tomaban; y
á tratar de un asunto á que ya otras veces nos hemos sucedia ademas, que privados, por ejemplo, los pasaje¬
ros de un buque de la asistencia y recursos necesarios,
referido, pero sobre el cual creemos de nuestro deber in¬
sistir, a riesgo de separarnos de la opinion de muchos obligados á permanecer por largo número de dias en un
que en materia de epidemias quisieran no mencionar si¬ buque donde habia entrado el contajio ó en un lazareto
quiera la posibilidad de su existencia. Sin embargo, que adolecía de los mismos inconvenientes, se cebaba

de citar un con mas fuerza la enfermedad y destruía muchas exis¬
hecho positivo que demuestre la prevalência en Lima tencias que de otro modo hubieran podido salvarse.
El sistema que se observaba en el interior de las
del terrible azote que tantos estragos acaba de hacer en
ciudades no era por cierto menos fatal para los habitan¬
Méjico, nuestras reflexiones irán encaminadas á saber
tes.
A la alarma que naturalmente producía la noticia
que es lo que ha sucedido en algunas otras partes, cua¬
les medidas se han tomado, qué efectos han tenido y de repetidos casos con los síntomas de que ya la prensa
habia tenido cuidado de enterar al público, se seguíala
que debería hacerse en el Perú, por de pronto, para ale¬
alteración completa de sistema de vida, los cambios re¬
jar toda probabilidad de que nos cupiese en suerte la
pentinos de métodos dietéticos y otras precauciones tan
visita del cólera.
felizmente

hallamos

no nos

en

el

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FOLLETI
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m

ir'J

w

caso

' de las

y

PARTE OFICI A!..

como

inadecuadas para salvarse del mal que se temia, como
propias quizá para motivar el mismo ú otro jénero de enfer¬
medades. No bien se esparcía el rumor de la llegada del
temido huésped, cuando se erijian hospitales para colé¬

ricos, casas y departamentos separados, con lo cual se
aumentaba el terror del enfermo; los ricos se veian aban¬
donados hasta de sus parientes y entregados á la asisten¬
cia de sus criados desde que se declaraban en él los pri¬
meros

síntomas, al paso que á los pobres se

les conducía

les colocaba en medio de otros
pacientes en los hospitales, cuyas puertas hubieran po¬
dido ostentar la inscripción que imaginó Dante para la

en carros

infestados y se

del Infiernos
uLasciate

ocjni sjteranza, voi che éntrate.»
Según esto, no era nada extraño que la persona que
se sentia atacada con los primeros síntomas, guardase
un profundo silencio, hasta que siendo ya imposible la
reserva, venían á confesarse enfermos cuando los recur¬
de la medicina se habian hecho inútiles.
Estas pruebas añadidas á otra porción de observa¬
ciones sobre la mortandad en el espacio de tres años,
convencieron al público de que cuando se acude con
sos

tiempo á los primeros ataques del cólera, es

susceptible

cualquiera otra enfermedad; se vió
que las medidas sanitarias con respecto ála limpieza, á
la ventilación y al especial cuidado de la salubridad pú¬
blica, eran infinitamente mas eficaces que los reglamen¬
tos de cordones y cuarentenas, y así es, que cuando en
este último año volvió la epidemia á visitar por segunda
vez la Europa, no so reprodujo la primitiva alarma ni so
perjudicó al comercio y trato de los pueblos con rigoroso
alejamiento, sin que por esto la plaga se desarrollase con
mas intension; antes bien desapareció después de haber
hecho menos estragos que anteriormente habia produci¬
do, gracias á las prudentes medidas que la experien¬
cia habia dictado en las poblaciones atacadas.
En vista de las razones que preceden parece inútil
exponer los medios que en todo caso evitarían la propa¬
gación del cólera asiático en el Perú; pues en nuestro
concepto se reducen á bien corto número. Ademas de
enviar un médico á bordo en el momento de la llegada de
cada vapor, ó bien una persona intelijente en el tratade curación

como

>1

Ai

...-rv

~

UN MISTERIO.

Blanca bajó al taller,
tivo, es evidente que nada debe haber gur dado para sí y en¬
-El casero, dijo Mariana á su ama, me ha encargado deciros
tonces es un verdadero fraude para el T ¡Mulo convidado!
•'V - J. p * iJL * •
JhcrôSi iUG; UÍ úaivío Lirot L-T..','.' vovt'Ioiu
que ventila o„ia ítoeiit;
os ruege- quo ic espereis, jorque ;e pre¬
cisa hablaros.
ver á enviar este impostor al vulgar estóAiagó de Mariana para
Este fué otro golpe para la pobre viuda. El propietario du¬
pasar nosotros al capon.
ro y sin piedad, regularmente no soportaba ningún retardo en
¡Pero ay! el capon no existia!
,

v

El crédito de la marquesa hallábase agotado, el trimestre de
no habia bastado ni aun para los gastos diarios. Blanca,

el pago

de los alquileres.
le debia tres plazos, y temblaba de antemano
que á los ojos del caballero aprendia á fabricar flores artificiales solo á la idea de la humillante escena que le esperaba con aquel
solo por distracción, y como una diversion de muchacha, Blanca hombre ordinario, tendero enriquecido á duras penas, que pro¬
POR 11. DE SAINT-GÊORGE5,
trabajaba'cn realidad muchas horas al dia y con frecuencia de fesaba público horror á todos los que él llamaba señorones.
Así pues, no es decible la angustia con que madama de
noche por un módico salario; y no sin desesperación profunda
Autor del Espía del Gran Mundo.
madama de Montaran habia consentido en aquel sacrificio de su Montaran oyó llamar á la puerta dos horas después de haberle
Su convidado, naturalotey alegre, muy tragón, gran be- hija; pero las dificultades se aumentaban por momentos y el ca¬ dado el recado Mariana.
Volvió á parecer el caballero de Saint-Laurent.
1 edor, y maravillosamente conocedor en vinos, poseía, conres- sero se habia presentado muchas veces, sin que se le hubiera re¬
Su empolvado cabello parecia descompuesto de resultas de
pecto á la mesa, tanta delicadeza que inspiraba el mas vivo ter¬ cibido, para reclamar el pago de los tres últimos plazos ya
una rápida caminata, sus facciones manifestabafi&ierta emoción
vencidos.
ror á todos los cocineros de-Sus amigos.
Un consejo privado se habia tenido por la mañana entre Blan¬ que en vano trataba de disimular; pero que la vis.ta débil de la
El caballero, aventajando á Brillat-Savarin en su admi¬
rable tratado ó arte de cocina, habia inventado principos, for¬ ca y su madre para determinar la comida que habian de presentar marquesa no alcanzó á advertir.
*;
Sentóse, ó mas bien se dejó caer en el viejo sdillfi.o la sala,
mulado preceptos gastronómicos, asegurando que separándose al caballero.
de ellos no podia haber comida buena.
Mariana, como ministro de hacienda, habia declarado que quejándose del gran calor de aquella tarde, eseqs
Sus viajes á paises estrangeros, favorecían sus indaga¬ la adquisición del capon y de las perdices que sele habian encar¬ simil à la verdad, porque el tiempo estaba estrei;
ciones; su repertorio de boca se habia aumentado con las com¬ gado escedoria de todos sus recursos, y que lo mas que podrían luego añadió:
real
—Y además, como he venido muy aprisa desdé la
binaciones mas sustanciosas de Alemania é Italia.
permitirse seria una buena pierna de carnero asada, que debe¬
Era pues Mr. de Saint-Laurent temible inteligente para ría aun á la confianza y á los afectuosos sentimientos que le hasta aquí; la noche se acercaba, y sin armas es una u
cia andar tan tarde por las calles con una cantidad
la escogida mesa de un millonario, y con mucha mas razón para profesaba el abastecedor ordinario de la señora marquesa.
la común y humilde de su antigua amiga.
Flié, pues, la pierna de carnero asada, lo que el caballero bastante considerable!
Madama de Montaran le miraba con sorpresa.
Y no es que no supiera contentarse con los sencillos yió comparecer á la mesa en yez del capon esperado con tanta
—Y sobre todo, repuso el caballero; cuando el dinero *es
manjares que se le servían en la calle de Santa Catalina, sino impaciencia.
v
t
Imposible seria pintar el estupor del gastrónomo. Un ar¬ otro.
que el delicado cariño que le profesaba la marquesa, mimando
el paladar del caballero, le habia acostumbrado á mil requisi¬ ranque del malhumor sucedió luego á su admiración.
—¿Qué decís? preguntó la buena señora.
—Os preparaba una sorpresa, continuó el caballero; os llega
tos demasiado costosos para la pobre señora.
—¡Mariana está loca! esclamó.* una pierna da carnero en
una entradita de fondos, inútil sin duda; porque teneis mas di¬
esta
estación!
es
una
falta
garrafal,
un
barbarismo
en
materia
Llegó el jueves, la mesa estaba puesta; la comida se ha¬
bia encargado con anticipación á la vieja y buena Mariana, es- de cocina! El carnero es de suyo, duro como el cuero, indigesto y nero del que necesitáis; pero es preciso que os resigneis á ate¬
celente muger, pero detestable cocinera, a quien los consejos por otra parte, ese asado puede soportarse únicamente después sorar....y además, nuestra querida Blanca se comprará algún
de larga preparación.
del gastrónomo jubilado jamás habian podido instruir.
traje nuevo; en una palabra, se trata de una restitución.. „Mil
A las cuatro en punto se presentó el caballero, besó la
El caballero iba ó continuar sus fulminantes reconven¬ doscientos francos que el conde de Prosny, antiguo compañero
ciones contra Mariana y su asado, cuando al volverse hádala de mi querido Montaran, le debia hacia doce años....le encontré
mano de la marquesa, sentóse junto á ella con aquel aire cor¬
tesano que jamás le abandonaba, y le chocó el ver que aun no marquesa como para reclamar su aprobación acerca de sus jus¬ la semana pasada, me rogó entregaros el dinero y os le traigo.
A medida que iba hablando, el caballero^ alineaba delante
habia llegado Blanca, que todavía estaba en el taller del cuar¬ tas razones, vióla pálida, abatida, bajos los ojos, de los cuales
de madama de Montaran, que no sabia lo que le estaba pasando,
to principal donde la detenia el encargo del anciano que he¬ se desprendían dos lágrimas de vergüenza y de dolor.
mos citado en el capitulo anterior.
—¿Qué es eso? esclamó cambiando de tono, y pasando de doce cartuchos que sacaba de todos los bolsillos de su inmen¬
—Blanca no llega, dijo el caballero, y el capon que el jue¬ la cólera á la inquietud mas penetrante; decidme....¿qué es sa casaca.
eso?....de dónde nace vuestra aflicción, señora marquesa? Lo
ves pasado encargué á Mariana que no le dejara cocer mas que
—¡Mil doscientos francos!....esclamó la marquesa.
-—Mil doscientos francos, contestó afectando frialdad el ca¬
dos horas en su propio jugo, estará achicharrado cuando nos comprendo....mi ridicula viveza.... ¡lo que es la gula! un peca¬
do feo que siempre me arrastra á un esceso.... Pero ¿he podido ballero; en cuanto á los intereses, he creído deberlos rehusar—
le sirva!
Esta frase tan sencilla, casi aterró á madama de Mon¬ ofenderos hasta el punto de afligiros, de haceros derramar lágri¬ vuestro esposo no los hubiera querido....los préstamos de amis¬
yY desesperado el pobre hombre, tomó la mano de la tad no son negocios.
taran; pero su agitación aumentóse aun mas cuando el caba¬ mas de
Madama

Montaran
estrechó
la
mano
del
caballero
cogt>
llero añadió:
marquesa y la besó con espresion de humilde y profundo ar¬
muda espresion de felicidad, porque ninguna palabra encor.-*
—Lo mismo sucederá con las perdices, las comeremos di¬ repentimiento.
—No
es
de
vos
de
secadas!
la pobre criada ha contado con que comeríamos á
quien me quejo, mi buen amigo, repuso para espresarle su sorpresa y su gozo por un socorro
la marquesa; sino de mí, ó mas bien de nuestra triste situación previsto; pero mentalmente dirigió al cielo una ferv .
las cuatro, y pronto dará la media para las cinco!...
La marquesa buscaba una contestación y una escusa pa¬ que no me permite tener un cocinero digno de ,un convidado cion en acción de gracias.
como vos; pero Mariana habrá desconfiado de sí misma para lo
—¿Y ahora, preguntó el caballero; no haremos
ra Mariana, que ála verdad lo la necesitaba con respecto al ca¬
dita de naipes? me debeis el desquite de ayer n* *
que
le
habíais
encargado,
y
sin
mas
ni
mas
habrá
preparado
una
pon y á las perdices, cuando Blanca compareció!
Corrió al
—Gracias, dijo lo marquesa temiendo qqs
encuentro de su viejo amigo, le abrazó tiernamente, y recibió á pobre comida fácil y sencilla y al alcance de su escasa inteli¬
contrase con la visita que esperaba: mesiei
gencia.
*
quemarropa una descarga de consejos relativos á la exactitud ne¬
cesaria para encontrar siempre la comida á punto.
—¡Escelente! ¡escelente! apresuróse á contestar el caballero, por otra parte se hace tarde y necesito de1
—Aun nq son las ocho, repuso el cabo El buen caballero esforzándose en disimulár su secreta golo¬ que queria ó todo trance espiar su insulto; he despreciado el asa¬
—Deben ser ya las nueve, contestó la 7
sina bajo el manto del interés que le inspiraba la salud de sus do de Mariana, y es perfecto, muy tierno, cocido primoro¬
lo en vuestro hermoso reloj guarnecido '
samente!....
dos amigas, añadia:
Y
—Es cuestión capital de higiéne
por prueba de lo que dccia, aserró mas bien que cortó, tais tan prendado y con el cual arreglai- •'
Un esceso de cocción, absorviendo el jugo de los alimentos, les priva de sus nutritivas una enorme tajada del carnero mas duro que en su vida habia mesa.
—Mi reloj....tartamudeó el caballero;
virtudes y les hace indigestos y perjudiciales para los estóma¬ visto, y la hizo desaparecer de su plato sin lomarse la ¡tena de
Pero
me retiro y deseo que paséis una i* *
mascarla, á lo cual, sin duda, sus dientes sexagenarios se hu¬
gos delicados.
—Así lo espero, amigo mio, díjole afe ./
Diciendo esto, ofreció el brazo á la marquesa, y pasaron bieran negado completamente.
al comedor.
Blanca habia presenciado esta escena con dolorosa emo¬ sa; porque me dormiré pensando en vos.
Veinte años antes, tal espresion huí
La fragancia de una sopa sabrosa volvió á Mr. de Sain-Lau- ción; preveía que tarde ó temprano seria preciso enterar al buen
rent todo su buen hpmor.
caballero de sus penas secretas, y la pobre niña temia esta con¬ cido al pobre caballero....Aquella noche* •
Desde aquel dia, Mr. de Saint-Laur,s
Un pedazo formidable de carne cocida, puesto con cierto fianza, aun mas por él que por ella.
el reloj de su amiga por el suyo guarneci
La comida acabó mas tristemente que otras veces. Mr. de
abandono sobre su lecho de peregil, siguió á la buena sopa, y el
caballero se permitió criticar aquel plato demasiado vulgar.
Saint-Laurent salió para dar su paseo acostumbrado, y tan se pagó el alquiler de la marquesa!.... • •
—No se crea que no le conceda yo cierto mérito, dijo, pero so¬ pronto como madre é hija se vieron sojas, se arrojaron la una en
lo con una condición, y es que él caldo ha de ser detestable; los brazos de la otra, y confundieron en aquel doloroso abrazo
porque si le ha dado toda su sustancia, todo su principio nutri¬ sus inquietudes y desgarradores pensamientos....
novela tiistoriga.

la renta

La marquesa

i

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