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miento

del cólera, debería establecerse cerca de cada

puerto de la Republica un lazareto, cómodo, perfecta¬

dio del temor, ya por medio de un entusiasmo egoísta, partidarios. Apareció en fin la obra maestra. Predicaba
sobre un número imperceptible de pobres ilusos, que ar¬ en ella la abolición del metálico, vía creación del papel
rastraría hacia un cataclismo general si fuese posible que moneda. Su sistema alucinó tanto que hubo pobres tra¬

ventilado y en lugar salubre para sacar de á bordo
en el momento mismo de la llegada de un barco sospe¬
bajadores que quisieron pasar á la América á probar, pol¬
llegase á triunfar alguna vez.
La otra, conocida bajo el nombre de oposición con¬ los hechos, que (da abolición de este infame dinero noes
choso, todos sus pasageros. Pongámonos por un instan¬
te en lugar del pasagero que durante el viaje ha perdido servadora, se compone de hombres de orden, que de¬ una locura ni una cosa imposible.»
Estos desventura¬
dos
fueron
los
sean
el
bien, pero que, arrastrados por un puritanismo
precursores de los Icarios.
algún compañero, ó que trae algún colérico ó paciente
Uno de los jefes de la jóven Alemania, que merece
de otra dolencia epidémica; si al llegar á un puerto se le extraviado, que cree que un pueblo debe ser gobernado
obliga á permanecer en el buque infestado, solo por una matemáticamente, sin consideración á las debilidades ó mencionarse, es Doeleke. Lo que era antes de lanzarse

mente

hora, la aprehensión y la ansiedad serán suficientes causas pasiones humanas,

de cabeza

los'dias de observación que
la ciudad, ¿cualserá su suerte?
¿Qué abundancia de médicos, boticas ó recursos presen¬
tan los puertos de Paita. Huanchaco, Pacasmayo etc?

donde permanecer .durante
no le es permitido entrar en

Los barcos que se dirijenal Callao, tienen, por lo menos,
la isla de S. Lorenzo donde, estableciendo buenas y bien
\ entiladas barracas, pueden sulrir la cuarentena con me¬

trabajo á pesar de la falta absoluta de agria y víveres
que(han de llevarle del Callao; pero no todos los buques
vienen al Callao, a no ser que se les impusiese esta durí¬
nos

sima condición.

En cuanto á las medidas sanitarias en el interior de
ia ciudad creemos del mismo modo ocioso indicar lo que
las autoridades y

el vecindario saben perfectamente. La
limpieza de las calles, en ninguna de las cuales debe ver¬
se nunca el agua estancada; la orden terminante de
se¬
pultar ó quemar á una distancia de la ciudad todos los
animales muertos; un exquisito cuidado en el aseo de las
acequias y depósitos delas casas, cuyas exhalaciones son
á veces irresistibles; una rígida inspección diaria del
mercado para que las carnes, ya que según parece no se
pueden tener mas ventiladas,esten por lo menos limpias,
y para que los vegetales se vendan en buen estado; la
inmediata visita y el examen detenido por los facultati¬
vos de los casos
sospechosos del cólera, son los medios
á nuestro juicio mas oportunos para evitar
que se repitan
los ejemplos en caso de que se diese alguno.
Por lo de
mas, como hemos dicho al principio, 110 estamos feliz¬
mente en el caso de pensaren otras medidas
que dicta la
presencia positiva del cólera en una ciudad, y por lo tan
to no

extendemos estas observaciones.

Como

una

prueba

mas

fijar los extranjeros

mos

de elecciones.
Las Cortes últimas

cumplieron noblemente el papel

que las circunstancias le señalaron. Sosteniendo á un
ministerio t%n sábio en sus planes corno enérgico en sin,
actos, han proporcionado al pais el tiempo necesario pa¬

reconocerlo, apreciar las causas del mal y ver con
claridad la linea de conducta
que debe seguir para el
desarrollo progresivo de sus.recursos
y de su bienestar
ra

nacional.

Al terminar

en

en

este

de la atención que empiezan
en las cosas políticas de España,
vamos á reproducir un artículo
que inserta Le Pays de
Paris del 6 de Setiembre, con
respecto á los diferentes
partidos que ajilan á la Península. Dice así:
«La España se halla en estos momentos en una de
esas crisis en
que la impaciencia de unos y la resistencia
meticulosa de otros, falta de razón,
por lo común, tanto
la una como la otra,
perderían á un pais, si el buen sen¬
tido del mayor número no
reprimiera la impresión de los
primeros y estimulára la prudencia, á veces intempesti¬
va, de los segundos.
Ya se habrá conocido que habla¬
á

la

propaganda revolucionaria, es fácil verlo
fragmento de su correspondencia; «Tú sabes
que tuve en otro tiempo un hijo, y que 110 amé jama5? á
délos votos una perturbación, cuyo menor efecto sería su madre; era una furia á que yo me habia unido.
trastornar la marcha regular de las instituciones, y de¬ perseguia. Puedo decir que la desmoralicé. De entoi,
acá murió el chico.»
tener el vuelo de la confianza pública.
Doeleke continuaba su obra de desmoralización <*n
Esta es, en resumen, la posición de los partidos en
tre
los
obreros, gloriándose de predicar la desesperai i< 1
España. Veamos ahora cual es la influencia probable
que estos diferentes elementos podrán ejercer en las ¡ y devaneando acerca de una crisis poderosa. Poco escr.i
elecciones que se preparan.
puloso en la elección de los medios, fabricaba pasaporte*
Durante la guerra, y algo después, el partido pro¬ falsos para el uso de los miembros de la Joven Alemagresista tenia mucho influjo, porque en los tiempos de nía. Hé aquí como escribe uno los cómplices de este fal¬
revolución la fiebre de libertad absorve el buen sentido sificador: «Acabo de recibir tu segunda carta: te prome¬
delas masas.
Por otra parte, en aquella época, los je¬ to la libreta que me pides. Dibujaré exactamente el se¬
fes, unidos en sus deseos de alcanzar el poder, no habían llo. Entonces un armero podrá calcarlo con una aguja
tenido que explicarse todavia entre sí sobre el desarro¬ embotada, y pintarlo de un modo algo confuso con negro
llo de sus ideas.
Las palabras libertad, economia, es¬ de aceite de lámparas. Cabalmente me hace falta este
taban escritas er> su bandera; este es el principio de to¬ ingrediente. Pero, Doeleke; cuidado con Blumhardt, 110
dos los partidos políticos, que 110 consideran que la apli¬ vaya á comprometerme. Si la cosa viniese á parar en lo
cación de ese principio, que todos se atribuyen exclusi¬ del pasaporte!»
Resta dar á conocer á Guillermo Marr, que se jacta
vamente, es el escollo ordinario en que casi todos se es¬
en
sus
escritos de haber sido el primero que ha enseña¬
trellan.
Cuando la tranquilidad restablecida permitió á
do
los espíritus deliberar, los jefes progresistas conocieron
y puesto en obra el ateísmo práctico. El esciama en
su diario: «Ahí
bien pronto que sil armonía era muy efímera.
llegue el dia en que yo vea grandes Vi¬
Hablan
marchado unidos por el camino revolucionario en que cios, crímenes sangrientos, colosales, en vez de esa vir¬
solo se trataba de destruir, pero no se entendieron cuan¬ tud que causa tedio, y esa moral de todos los días.»
Guillermo Marr se condecoraba en los clubs con el
do, colocados por los sucesos al frente del gobierno, tu¬
nombre de Robespierre, pero en verdad no merecía el
vieron que pensaren reconstruir.
El apoyo que recibieron de parte de los demagogos sobrenombre de incorruptible, á juzgar por su corres¬
contribuyó á dividirlos. Los unos, ardientes, impetuo¬ pondencia.
sos, acogieron este apoyo como un aumento de fuerza;
«Aguardo» dice «con terror una respuesta acerca
los otros, menos imprudentes, empezaron á comprender del empleo que he solicit ado. Pero si no tengo sobre qué
que no debían ir mas allá.
Temerosos de los males que caerme muerto, palabra de honor, me pongo ea camino
podían atraer sobre el pais los actos irreflexivos de una para la Aljeria. Desentiérrame un empleo en La Chauxlibertad desenfrenada, pero fieles á principios que les ha¬ de-Fonds. Eu menos de año atrapo una niña que tenga
bían valido â algunos el destierro, continuaron siendo algunos escudos. Entónces establecemos una prensa, fun¬
progresistas, pero se separaron insensiblemente de aque¬ damos un diario, y te prometo que me granjearé un nomllos amigos cuyo ciego ardor no pudieron modificar. De ¡ bre que brillará sobre todos los libros negros de toda la
aquí nació la desconfianza de! partido respecto de sus je¬ I Confederación Jermánica. Mira, no se' yo ser mártir Je
fes, la falta de fé en el porvenir, y esa anarquía intestina valde. Es menester que arreglemos una propaganda
i mejor organizada. Empujemos un poco á los cómunisque parece tenerle hoy herido de muerte.
Eu vano los puritanos de ia oposición conservadora I tas. En queriendo poner sus teorias en práctica, traba¬
se ofrecieron á los progresistas.
La coalición que fué jan para nosotros, y ponen ei cuerpo social en traspira¬
propuesta se ha realizado en algunos distritos en que la ción.» Esta es la idea fija de Guillermo Marr.
«Mi divisa en lo tocante á nuestros clubs es: Aut
opinion progresista equilibraba a la de los moderados;
pero en casi todos los distritos ha sido rechazada, de lo Caesar, aut nihil. Si no tenemos la buena suerte de ha¬
cer volar la mina en este
verano, me retiro: por ahora,
que Madrid y Valencia han sido notables ejemplos.
Los conservadores por el contrario, firmes en sus 100,000 francos, una mugercita, y seré feliz.»
«Trata de buscarme un acomodo en alguna casa
principios, convencidos de que solo un poder fuerte pue¬
de preservar al pais de la repetición de los pasados des- donde haya alguna niña bonita que tenga pesetas. Ten¬
órderiest se htrh^P^upado mas que nunca al rededor de go una afición exíffmadtt al matrimonio.»
Esos dignos apóstoles del socialismo
la valiente espada álqúe debe ya la España la aurora del
pusieron mano
renacimiento del antiguo esplendor nacional. Poco apoco á la obra: no les bastaba una revolución política; queese partido, ó mas bien, esta
expresión del buen sentido rian la destrucción dela sociedad. Aniquilación do la
de la inmensa mayoría popular, se ha fortificado con el propiedad, establecimiento del comunismo, tal era su
número de los indecisos y de aquellos que ligados por in¬ objeto declarado; y para lograrlo multiplicaban ios clubs,
tereses nuevos á la propiedad, á la industria y al comer¬ arma favorita de los demagogos, á
pretesto de escuelas
cio, se persuadieron por fin de que la prosperidad je- de canto y tertulias literarias. Sus predicaciones dieron
neral era incompatible con una instabilidad en que la frutos.
existencia del dia siguiente era siempre una cuestión de
Él gran Consejo del pais de Vaud tuvo que delibe¬
cada dia. También se aumentó con la parte prudente del rar sobre una petición en que se reclamaba la creación,
carlismo, que, sacrificando con patriotismo al bien del de talleres nacionales establecidos por el Estado y ali¬
pais el amor que tenia á una dinastía, acudió para ayu¬ mentados por un impuesto progresivo sobre las fortunas.
dar á reconstruir, á consolidar una sociedad trastornada Esto era anticipar felizmente las teorías del
Luxemburgo.
No reinaba la mejor armonía entre los adeptos dela
por sofismas, cuyo peligro no lia desaparecido aun en
muchos puntos de Europa.
Jóven Alemania y los comunietas. Odios mutuos, dis—
El partido conservador, cuya creación honra á la I putas, celos, exactamente como entre nosotros,
bajo di
regencia de la reina Maria Cristina, y que tiene un apo¬ i título de fraternidad. Por lo demás encuéntrase en Suiyo tan oportuno en la actual administración, es indispu¬ ; za la mayor parte de los tristes delirios que vemos bro¬

han separado decididamente de la
para que su salud se altere y probablemente se inficione; mayoría parlamentaria.
Este tiers-parti, sin importan¬
sise desembarca y no halla un lugar cómodo y saludable cia propia, puede, sin embargo, producir en la balanza
se

guerra fratricida, había en España
partidos distintos. El carlismo, planta vigorosa to¬
davia por la adhesion de muchos á las costumbres anti¬
guas, y por un resto de espíritu caballeresco que no ha¬
bía podido
desarraigar del todo el torrente de las ideas
nuevas; el partido llamado progresista, vivo, ardiente,
generoso en su origen, pero peligroso por su impetuosi¬
dad, que se abria una senda de destrucción para llegar á
su objeto,
y lo sacrificaba todo al deseo de alcanzarlo;
finalmente, el partido conservador, partidario de institu¬
una

tres

'

ciones sabias y templadas, no menos
generoso que sus
adversarios, pero mas prudente en los trámites, que con¬
fiaba al tiempo y á
mejoras sucesivas el cuidado de estender y de consolidar la emancipación
que á la muerte tablemente el mas ilustrado, el mas fuerte, el mas nu¬ tar á nuestra vista.
de Fernando VII habia
inaugurado la ilustrada intelijen- meroso de España. Sus mismos adversarios lo saben
¿Queréis la doctrina de M. Proudhon sobre la reha¬
t ia de su
tan perfectamente,
bilitación
délos delincuentes? Abrid los estatutos de la
augusta viuda.
que en muchos colejios electorales se
Reacciones frecuentes, sacudimientos deplorables, han retirado delante de él sin querer intentar una lucha i Union Comunista, y allí aprenderéis
que no se debe des
-

producidos por las ambiciones personales, mucho mas cuyo éxito no era dudoso. Así que, en donde haya lu¬
que por las necesidades reales de la época, habían tenido cha sera viva, aun prescindiendo de la fuerza respectiva j
alejada de los negocios á la última fracción del pais, la de los partidos. Todos comprenden que la cuestiones
mas poderosa
por su número, sus luces y sus riquezas. grande, y que el resultado será definitivo.
Los progre¬
El advenimiento del ministerio Narvaez
sistas
conocen
consagró su
que si no logran reconquistar el terreno !
triunfo, y lo puso en situación de asentar los verdade¬ que han perdido para volver á apoderarse del poder, su
ros fundamentos de la
I
libertad, tan deseada y tan fe¬ poder ha concluido para siempre.
'
cunda, que hacia diez años buscaba.
Los conservadores por su parte, preveen, que si no
Apenas se arraigó el sistema moderado, el pais en¬ consiguen la victoria, todos sus trabajos serán inútiles, y
tero conoció las
ventajas que podia sacar de él: renació volverá á empezar el periodo revolucionario. Este peli¬ :
la confianza, creció la
industria, se aumentó el comer¬ gro no los puede inquietar si continúan unidos; si, cer¬
cio, prosperó la marina, se organizó la hacienda, y si rándolos oidosá las ambiciones, á las rivalidades perso¬
boy 110 ha alcanzado aun españa el grado de prosperidad nales, dan sus votos á los mas dignos; sobre todo bastan¬
que tendría derecho á
esperar, á lo menos hay que con¬ te abnegación para retirarse á tiempo de una lucha en
fesar que ha entrado en una senda de
progreso en que que su presencia puede comprometer los intereses del
X^olo podrían detenerla, lo que Dios no permita, nuevas partido, diseminando sus fuerzas y abriendo así paso á
las del enemigo. Tienen, pues, su suerte en sus manos.»
•poluciones.

preciar á los hombres que han sufrido los golpes de la
justicia penal. «Abrid los presidios y las cárceles,» es¬
clama Weitling, en su libro de las Garantias, «Allí es
donde encontraréis hombres de b;en.» Weitling "es tambien el inventor del plan atribuido á M. Llanqui, Oidle:
«Es preciso predicar una moral que nadie se ha
atrevido á predicar hasta hoy, y que imposibilite todo
gobierno egoísta; una moral que convierta el sangriento
combate de las calles en que el pueblo es vencido siémpre, en una guerra continua de guerrillas que acabe con
las especulaciones del rico sobre las fuerzas del pobre,
y
que ni la fuerza de los jendarmes ó de la policía puedan
contener. Se predicará una moral que nos traerá 1
ejiones
de combatientes, cuya cooperación detestaríamos ahora;
una mora! que no deje á nuestros adversarios mas tabl.i
de salud que la de nuestro principio, y que acarreara
consigo la disolución del reinado de los intereses persona¬
les.
Esta moral no puede predicarse con fruto sino á las
grandes masas de que están enjambradas las grandes ciu¬
PARTIDO DEMAGOJICO EN SUIZA.
dades, abrumadas de miseria y desesperación. Una vez
(Del Constitutionnel.J
que se pronuncíela palabra, será la señal de una táctica
nueva, contraía cual no podrán nunca prevalecer nues¬
(conclusion.)
El iluminado Albrecht contrasta con Becker. Él tros enemigos.
Cuando se tira el resorte al estremo, es
fué 11110 de los apóstoles del comunismo en Suiza. Des¬ I nuestro deber hacerlo saltar, aun que cueste un desórden
naturalizando la Biblia para hacerla concordar con sus j de veinte años.«
Hállanse ademas en Suiza, desde está época, esta¬
teorías, materialista grosero bajo una apariencia de miticismo, predicando la comunidad de las mugeres como blecimientos parecidos á los restaurantes de los cocinela condición indispensable de ia felicidad en la tierra, I ros reunidos. Para completar la semejanza, la
mayor
recorre la Suiza
para consagrar hermanos, y para ha¬ parte de ellos terminan en dolorosas catástrofes. Aqui
cer propaganda,
según decia, en el recuerdo femenino. J el director desaparece, llevándose la caja; allá estalla
Jorge Kelman, su discípulo y su enemigo, caminaba con j una banca-rota; acullá rencillas, injurias, golpes, proce¬
igual perseverancia a! mismo fin. Su larga barba, su sos escandalosos. Lo mismo que en Paris.
El comunismo, espresion última délas doctrinas 30
chaqueta negra de alamares, sus actitudes de profeta,
su palabra enfática, hicieron
estragos entre los obreros. ciales, dominaba en los clubs y sociedades secretas do
Compuso un libro intitulado, Nuevo Mundo, y para pu¬ la Suiza desde 18V0. Los esfuerzos de Doeleke. y sobre
blicarlo colectó un diezmo entre el entusiasmo de sus todo de Guillermo Marr, hicieron prevalecer de allí a po¡

'

s^s.últimas Cortes,
>

""siente

como

he dicho,T contribuyeron
V

a este estado de cosas.

Compuestas de

\iiio de la nación, de personas eminentes en
Qs, han dejado á sus sucesores una tarea
han restablecido el orden, tanto tiempo
a civil
y los esfuerzos de las facciovcórtes no tendrán que hacer mas
"

i

tan

eer

felizmente comenzada. Y hasque

ibargo,

será así.
para ser

fieles historiado-

dos fracciones, cuya existentemores, es un triste síntoma de

3 esas

s,

indefinidas,

ido

que

asaltan hoy á las

progresista extremo, que usur-

Damarémos con mas
Compuesto de ambicio•gullosas incapacidades, este par;i
algunas localidades, ya por me¬
erata, y que
nagogo.

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