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ra él, otro lo reporte mañana por otra; se ven¬
gue, se despique uno, cuando se le ofresca, de
un enemigo, y adquiera estotro lo que no le
pertenece, cuando una ley hecha solo para aquel
caso se lo puede dar? ¿No quedan así todos
contentos, los que disfrutan el beneficio, y los
que mediante el nuevo sistema lo pueden dis¬
frutar? ¿Puede ser la voluntad jeneral más so¬
lemnemente pronunciada, que en los casos en
que todos y cada uno de los ciudadanos logra
o puede lograrlo que quiere y como se le antoja?

Es claro, pues, que las leyes deben ser he¬
chas en los casos singulares que ocurran, y que
los jueces solos que pueden calcular la nece¬
cidad, las deben hacer y aplicar. Así se hace
con fruto en Marruecos, en Turquía, en la India,
entre los patagones, y en todos los países ci¬
vilizados en que no se han impuesto una ne¬
cesidad de dar cierto charol de principios y de
derechos al sistema. Por este órden se deben
haber formado entre nosotros los que en dos
mil tomos en fólio han mamado las leyes es¬
plicadas así por Bártulo, del otro modo por Man¬
teca, de esotro por Baldo, y la infinidad de
lejisladores que han rejido hasta ahora en nues¬
tros tribunales, decidiendo de los bienes y de
las vidas de los peruanos. Una ley para cada
caso, y está demás esa multitud de autores le¬
jislativos, sabiendo desde entonces el ciudada¬
no a que se ha de atener, y como se ha de
conducir. En este caso, tiene un sistema que lo
quie, y no que en el de las dos lejislaciones que
nos gobiernan, va a buscar en un tribunal la
aplicación de una de las leyes escritas, y se ha¬
lla con que le fabrican allí sobre la marcha,
otra nueva con que no pudo ni debió contar.

Simplifiquese pues, el lejislación, y sépase de
una vez que un ladrón, un asesino, un emplea¬
do dilapidador &c. deben ser juzgados precisa¬
mente por la opinión de los jueces, y no por
ley alguna de nuestros códigos. Que deben ser
absueltos ó condenados según que ellos ó sus
connotados puedan inclinar ó no el ánimo del
juez a hacer de golpe una ley contraria o fa¬
vorable, y que todo, todo debe ceder al influ¬
jo, el favor, la sorpresa, o a la inclinación de
los que juzguen. No hay que embarazarse en
si entonces tienen o no tienen las leyes efec¬
tos retroactivos: ese, cuando más, es un defec¬
to en las leyes escritas; pero no en nuestro nue¬
vo sistema practico en que la retroacción es
todo el fondo y base del proyecto. Una ley pa¬
ra cada hombre, una para toda acción, una pa¬
ra cada juicio, y la voluntad jeneral queda satis¬
fecha; la practica queda consagrada, y desecho
absolutamente el escandalo de dos lejislaciones
que se contradicen y desmienten.

DOCUMENTOS RELATIVOS
a la caida del jeneral La-Fuente.
CONTESTACIÓN

República peruano—Lima abril 17 de 1831

Sr. Prefecto—Para proceder a consecuen¬
cia de la apreciable nota de V.S. fecha de
ayer a tomar la resolución que fuese más con¬
forme a la constitución y al órden público, tube
por oportuno consultar al consejo sobre el par¬
ticular. Esta respetable corporación habiendo
meditado la materia, con el tino y circunspec¬

ción que acostumbra, y firmemente convenci¬
da, que el caso presente no está espresamente
decidido en la constitución, y que la represen¬
tación nacional está en posibilidad de abrir sus
sesiones, cuando más tarde, el día de mañana,
no atreviendose a deliberar en asunto de esta
clase; ha sido de dictamen se espere su reunión,
u que ella resuelva lo conveniente sobre la ma¬
teria, para que así la deliberación tome la respe¬
tabilidad y seguridadd que corresponde.

En esta virtud se lo comunico a V. S. en
contestación a sus dos apreciables del 16 y 17,
suplicandole entre tanto por mi parte, a que en
virtud del cargo que ejerce espida las órdenes
convenientes a conservar el órden y tranquilidad
de este recomendable vecindario, según espera
su atento obsecuente servidor. —Andres Reyes.
Sr. jeneral prefecto de este departamento D. J.
B. Eléspuru.

Prefectura del departamento—Lima 17 de abril
de 1831:—Al Excmo. Sr. presidente del congreso.

Excmo. Sr.—Anoche he comunicado a V.
E. oficialmente la acefalia en que se hallaba la
República por la fuga del jeneral vice-presiden¬
te, de las furias de un pueblo tumultuado. Dije
a V. E. y repito, que la arbitrariedad de sus
órdenes habia sin duda agotado el sufrimiento
del jénio Peruano; más no habiendo permitido
la premura del tiempo darle una razón circus¬
tanciada de tan fatal ocurrencia, me apresuro a
pasarle este detall, que le instruirá por menor
del suceso, y del orijen de mis providencias.

Me hallaba en mis casa a las 8 de la noche
con la salud algo quebrantada, cuando recibí
varios avisos de que por las calles andaban pe¬
lotones de jente disfrazada y amotinada pidien¬
do la cabeza del sr. jeneral La-Fuente. Creí
de mi deber, salir a ver si podia evitar tan es¬
candaloso desorden, y antes de haber andado
mucho me encontré con un pelotón que en efec¬
to venía aclamando el esterminio del sr. jene¬
ral La-Fuente, improperando su conducta pú¬
blica con espresiones y apodos denigrantes que
manifestaban su despecho.

Yo les dirijí la palabra y les dije: que si no
consistia su sociego, sino en que dejase el man¬
do aquel sr. yo les ofrecía hacerlo salir del país
con la calidad de que no molestasen el vecin¬
daria y se retirasen pacificamente a sus casas.
Me contestaron que los engañaba, y que estaban
resueltos a sacrificar a este enemigo del jeneral
Riva-Aguero, y a este tirano que desaparecía
a los ciudadanos sin juzgarlos, añadiendo otras
mil invectivas que son de calcular en tales lan¬
ces. Entonces les aseguré que no los engañaba,
y que desde allí pasaba al cuartel del batallón
Zepita a disponer con aquella fuerza dejase el
sr. jeneral La-Fuente su azaroso destino. Así
lo verifiqué, y valiendome parar con la tropa de
las espresiones que me parecieron más a pro¬
pósito para reducirla a mis órdenes pasé a su pa¬
bellón donde puse la nota que orijinal incluyó
a V. E. por que el conductor de ella que lo era
también de la compania que marchó a su casa a
escoltarlo no tubo tiempo para entregarsela por
la confusión en que se puso toda la familia, y por
la prisa con que fugó S. E. el Vice-Presidente
al ver el aparato de tropa a sus inmediaciones.

IMP. RERP. DE CONCHA. [Continuará.]

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