El Pacificador del Peru

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Cuando la guerra solo se emprende para vengar las injurias recibidas de un poder extraño, la alternativa de las desgracias modifica luego en encono, y las primera victimas bastan para expiar los agravios que se reclaman. Pero cuando los insultos se unen à los ùltrages que hàa provocado á tomar las armas, la sangre y los estragos, los triunfos y las vicisitades encienden cada vez mas el animo de los que en su propia estimacion se consideran degradados por el desprecio. Entonces no hay mas compensacion de los pasado, que la seguridad de un porvenir diverso; y los treguas momentaneas de las pasiones ó de los esfuerzos que ellas inspiran, son como el reposo de la naturaleza en la vispera de una explosion terrible.

ESTA es una hisoria practica de la guerra que existe diez años hà entre la Peninsula de España y el continente de la América del Sud: acaso no habriamos tomado todavia las armas, y nuestra paciencia se abria sostenido por el habito de sufrif, si no la hubiesen apurado los insultos que recibimos en el eoca, que menos debiamos esperarlo. Pero no era, ni es natural que sin un entero cambiamento de nuestra forma social, sostenido con vigor y justificado por el suceso, mudasen los Españoles de opinion, despues de estar acostumbrados por tres siglos à creer que tentan el derecho y la necesidad de envilecernos para valer algo á nuestras expensas, y gozar de nuestra miseria, como goza el labrador, cuando ve llegar á su sazon el fruto de las plantas, que abonò n tiempo con el sudor de su rostro.

DE aqui há nacido el caracter atroz {e implacable de la actual contienda, por que el exterminio ès el ỳnico medio que la queda al que quiere apagar el resentimiento, á fuerza de renovar las causas que lo hàn producido, y el despecho es el ùltimo recurso del que no encuentra á quien apelar de las injurias è insultos que re-cibe, sino á la victoria ò á la muerte.

EN vano los Americanos haciendo un esfuerzo que solo es propio de la natural suavidad de su caracter, han tenido varias veces el corage de convidar con la pàz á los Españoles: ella nunca ha sido aceptada, sino con la fiereza de un amo, que ofrece perdonar á un vil esclavo los crimenes en que hà inccurrido, con tal que vuelva á inclinar el cuello à su antiguo yugo, aunque decontado le prometa aliviar su miseria para seducir de nuevo su confianza.

ASI es que el furor de ambos combatientes animandose reciprocamente cada vez maz, ha cubierto el pais de horrores y de sangre, sin que hasta aqui haya bastado el poder de la experiencia para persuadir á los autores de tanto desastre, que la desolacion no es el medio de serenar la colera d eun pueblo justamente irritatado.

¿PERO al fin, no tendrá tèrmino la obstinacion, y no recibirá algun dia la humanidad el consuelo de saber, que los Españoles y los Americanos han encontrado el medio de existir sin aborrecerse y de ser felices los unos, sin que los otros sean precisamente desgraciados? ... Si la consagracion à la Patria es un deber, no los es menos el dedicar cada uno sus ùltimos esfuerzos para inclinar los animos á una transacion definitiva, que no produzga el efecto del dique que se levanta para detener un gran torrente, cuando su solidez no basta sino para retardar los estragos que ultimamente causa su impetuosidad, aumentada por la resistencia.

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NOSOTROS vamos á investigar en este periódico con todo el ínteres propio del que defiende los derechos del país en , que lia nacido, y con todo el candor que corresponde al que contempla las relaciones que unen ai genero humano, los medios de resolver el gran problema de que penden nuestro honor y la suerte de la misma Espana. Para ello emplearemos el razonamiento y las pruebas que sugiérela expe riencia de diez años de estudio practico sobre el origen y progresos de esta celebre revolución, cuyo influjo en los negocios del mundo, aun no se há desplegado ni calculado bastantemente. Jamas usarèmos el lenguage de los que para escribir con vehemencia, suplen con la grosería y ios insultos lo que les falta de razón. Noso- tros no necesitamos ofender el decoro publico para combatir á los enemigos de la justicia: si ellos abusan de la Prensa en Lima, si en sus escritos predomina el caracter de la frivolidad, de la intemperancia y da la inverosimilitud, nuestra conducta mostrarà la diferencia de la causa que defendemos, y nos degradariamos en embidiar el triunfo que puedan obtener por aquellos medios.

NO se crea por esto, que nuestro animo és dejar impunes las hostilidades de la Prensa: las retaliarémos sin lenidad, pero nunca con abuso: silos editores de Lima fulminan rayos contra la causa de los patriotas, guárdense de que ellos caigan sobre sus mismas cabezas, y que cuando en su despecho apelan à las mismas armas que nosotros para inclinar á su favor la opinion pública, el efecto sea diámetralmente opuesto à sus miras; por que ya no es tiempo de persuadir á los Americanos, que la sumisión á la España es su única bienaventuranza y que no pueden existir fuera de su dependencia.

ESTE periodico se publicarà el 10, 20 y 30 de cada mes en un pliego entero con el título de El Pacificador del Perú. Todos los hombres ilustrados del terrítorio que se halla bajo la proteccion del Ejercito, podrán remitir libres de porte al Administrador de la Ympienta los artículos comunicados que quieran hacer el Editor, lo que se publicarán oportunamente, cuando no haya alguna razon que lo impida. Para que se distingran los atículos del Editor de los demas con que sea favorecido, tendrán siempre al pie la palabra mas llena de sentido que hay en el Diccionario de la lengua humana. LIBERTAD

SE insertarán en este periodico no solo los artículos de política relativos á las actuals circunstancias, sino todos los que tengan conexion con las artes y ciencias y particularmente con la Estadistica del pais. El precio de cada numero será el de real y medio: las subscripciones se admitirán por trimestres, entregandose el importe al hacerlas, en las Administraciones de correos de Truxillo, Tarma y Huaylas para los pueblos de aquellos Departamentos, y en la Administracion de la Ymprenta, para los de la Costa: los subscriptores recibirán por el Correo el periodico libre de porte.

EL primer numero saldrá los 10 del que rige y le dará una idea de nuestro plan: si la causa de la razon triunfa y si tenemos alguna paste en la victoria, esta será la mejor recompensa de nuestro zelo. Pero si contra le espíritu del siglo y contra toda esperanza prevalece, aunque sea momentaneamente, al sistema de decidir por las armas, si los pueblos de América tienen ó no los mismos derechos que los de España, lamentaremos las desgracias públicas y la nuestra, con el doble sentimiento de tener que dar entonces la señal de alarma y despertar la indignacion nacional n el pecho de cuantos respiran en América.

Imprenta del Ejercito Libertador

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EL PACIFICADOR DEL PERU.

Huaura, Abril 10 de 1821.

acquiesce in the necessity, which denounces separation, and hold them, as we hold the rest of

We must acquiesce in necessity, which denounces our separation, and hold them, as we hold the rest of mankin—enemies in war—in peace, friends.

Debemos someternos á la necesidad que exige nuestra separacion, y reputarlos como al resto de genero humano—enemigos en la guerra—amigos en la páz. Declar. de la Yud. de los E. U.

Cuando estalló en el año diez la memorable revolucion de Sud-America, nadie podia esperar que ella subsistiese largo tiempo, si solo consideraba los elementos que se combinaron entonces para realizarla. Un corto numero de hombres de genio movió la multitud en los pueblos donde primero se abrió la escena, mas bien por via de experimento, que por una fundada confianza del suceso. Desde aquel tiempo existia ya en la naturaleza de las cosas la sanción de la oportunidad de esta empresa; pero nadie había consultado el oráculo dela experiencia, y eran muy pocos lo que enfuerza de la elevación desús ideas alcanzaban á descubrir, que el impulso dado tendría por termino la convulsion de medio mundo.

HASTA entonces podían los Españoles acusarnos de rebeldes, por que el sentido practico de esta voz, aunque impropiamente, no es otro que el de pretender la libertad, sin tener los medios de aquirirla. Asi es que en los primeros años sufrimos mas injurias é insultos, que antes; y uniendo los Españoles el desprecio à la crueldad, aumentaron los prosélitos de la revolución, y generalizaron el espíritu de resistencia, difundiendo el terror, ó exaltando la ira de los pueblos.

EL pais se cubrió bien presto de Ejércitos valientes, de patriotas zelozos, y de hombres en fin que promovían la causa de la revolución, la mayor parte sin sistema, pero todos con entusiasmo. Era natural que los sucesos rectificasen y aumentasen las ideas, y que á la vuelta de algún tiempo, todo mudase de forma con ventaja nuestra. Los Españoles empezaron á encontrar soldados que les disputaban la victoria, y que se la arrebataban muchas veces, y la administración interior tomó insensiblemente un caracter de regularidad, compatible con el trastorno que tenia por mira.

LA América llegó en fin à adquirir el sentimiento de sus propias fuerzas : el imperio de la opinion se estableció rapidamente, sirviendo de resorte, en unos las pasiones, en otros el desengaño y en algunos la misma novedad. Los habitantes del pais descubriéron el gran secreto, por el cual había logrado la Espatia perpetuar su usurpación: la idea del derecho que tenia á mandar, desapareció junto con e! prestigio de su poder para oprimir. Los sucesos públicos avisaron que la revolución era ya general, y que participaban de su espíritu, aun las mismas provincias que permanecían bajo del y ligo; por que todo pueblo que piensa en sus desgracias, y tiene cerca de si un ejemplo de los medios que han empleado oíros para evitarlas, ya es- ta en revolucion

LOS Españoles siguieron sin embargo la guerra con obstinación, y con toda

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la ferocidad de su caracter: el temor de las continuas retaliaciones les hacia algunas veces renunciar al placer , que encuentran en la crueldad. Pero su sistema era el mismo invariablemente: restablecer ei dominio absoluto y ser siempre tiranos en la paz ó verdugos en la guerra: he aqui el desideratum dela nación mas esclava, en medio de su tirania hácia nosotros.

EN la última época de la revolución, han cambiado en algún modo sus ideas: el desengaño de sús recursos les ha sugerido la insidiosa y quimérica manía de invitarnos à adoptar una constitución, que formaron la Cortes de Cadiz en los dias de su frenesí polític, sin intervencion ni aun consentimiento tácito de nuestra parte. Se han hecho proposiciones á la América, pero todas han tenido por vase el juramento de la constitucion Gaditana; y como si hubiesemos tomado las armas solo para probar, que teniendo el poder de ser libres, nuestra voluntad era ser esclavos, se ha insultado nuestra razon, queriendo persuadirnos, que podemos ser felices, adoptando un projecto, que va á hacer desgraciada á la misma Espana, pues respecto de ella peca tanto por exceso de liberalidad, como abunda en restricciones hácia nosotos.

ES un error criminal, por lo mismo que no puede ser ya involuntario, el creer que la América adopte la constitución de Cadiz, sea de grado ó por fuerza: jamas será la voluntad del pais el pertenecer á la Espana, sea cual fuere su regimen de Gobierno ; y si este se empeña en exigirlo, no hará sino prolongar una guerra cuyo influjo sobre sus rentas, sobre su credito, sobre su poblacion, sobre su dignidad nacional, sobre sus relaciones diplomaticas y aun sobre su moral, será cada dia mas funesto y peligroso.

UN solo medio señalan la razón y el ínteres de ambos para pacificar el Perú y tranquilizar toda la América: RECONOCER SU INDEPENDÈNCIA, y adquirir por premio de este generoso sacrificio de las antiguas preocupaciones, las ventajas comercíales y las preferencias reciprocas que seria tan fácil cimentar entre dos pueblos, que hablan un misino idioma, que están habituados á los mismos consumos y que abundan en producciones, cuyo sobrante les proporcionaría un cambio lucrativo. La demostración de esta verdad, mirada en todos los puntos de vista que ella ofrece, es el principal objeto que nos proponemos en el Pacificador del Perú. Si en un tiempo en que los principios liberales prevalecen, y en que se han generalizado las ideas económicas sóbre la verdadera riqueza de las naciones, no basta el convencimiento para despeitar en los Españoles la magnánima generosidad que desplegaron en sus días heroycos; maldita sea mil veces su obstinación, pues ella será la causa de sus desgracias y las nuestras!!! LIBERTAD

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Huara Abril 7 de 1821 Sor. Editor del Pacificador.

SIRVASE V. insertar en su periódico este articulo, si lo cree conveniente. ACABA de llegar á mis manos una carta de Lima, fecha 27 del pasado, en la que se hace una pintura muy triste del estado de aquella Capital. Dice asi uno de sus capítulos. "La Serna tiene ya sofocados á estes habitantes con la tirania que ejerce, y las contribuíciones. Ya no hay valor para resistir tanta persecución, para soportar las ejecuciones clandestinas y arbitrarias, para sufrir la carestia de viveres. El arroz esta à 12 pesos botija, y el mais á 10 pesos fanega: la libra de frijoles vale 2 reales; las papas medianas 1, y las chicas 1 y medio cada una. El pan de 3 onzas se vende á real, y muchas veces no se encuentra. La arroba de chocolate cuesta 10 pesos, la de azúcar 5; y aun las yucas y camotes están por un sentido. De carne no se hable. Semejante estado me hace temer que si no hay alguna variación dentro de un mes, perece la mitad de esta población. Ya hán echado mano de la plata labrada de los templos : y han puesto en contribución general á todas las clases, sin perdonar hasta los puestos de frutas."

EL corazón se estremece, y asuman á los ojos lágrimas ardientes de lastima y de indignación, al contemplar los males horrendos que sufren 100000 almas, por su propia apatía, y por el obstinado capricho de algunos centenares de Españoles.

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Que un pueblo sufra todos los horrores de la guerra, del hambre, y la murte misma, por defender sus derechos é intereses, su honor y su existencia nacional, es un heroismo sublime; pero que desfallezca á impulsos de la tiranía, y se vea despojar tranquilamente de sus propiedades; que consienta que sus ciudadanos sean arbitrariamente inmolados, y perezca él mismo entre las agonías de la inanicion, por no tener valor para alzarse contra los que usurpan sus derechos y contrarian sus intetere, contra los que atropellan su honor y quieren privarle del rango á que es llamado entre las naciones libres... es una infraccion de las leyes e la naturaleza, y un baldon eterno.

AL ver caer sobre vosotros tal diluyio de desgracias y de afrenta, ¿no abriréis aun vuestro corazon, habitantes de Lima, al amor de vosotros mismos, de la Patria, de la gloria ? Comparad por un solo momento vuestra fuerza y la de vuestros opresores; y esta sola comparación os volverá à la vida, y os dará la libertad. Considerad que al paso que sois loa primeros instrumentos, también sois las primeras victimas de vuestra propia esclavitud; puesto que mientras yacéis en los brazos de la desesperación y en el lecho de la muerte, los Españoles viven en la abundany á costa de vuestras vidas prolongan el reinado de su despotismo. Ya que los Peninsulares no quieten oir la voz de la justicia y cíela humanidad, tomad una resolución enérgica, que os liberte de una vez de tamaño» tríales, y de oprobio tanto. Alzaos; y sereis libres: ó si acaso se malograse vuestra empresa, morid al menos el campo del heroísmo, y no como viles y tímidos esclavos.

ES de V. Sor. Editor, su apasiondo servidor

Julian Rico Agreda.

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Sor. Editor del Pacificador

MUY Señor mio: como supongo que en el peridico de V, se pueden insertar todos los artículos que sean de alguna utilidad, aunque tengan por objeto censurar las operaciones del General en Gefe, me tomo la libertad de dirigirle este en forma de carta, para que se sirva darlo à luz y proporcionar á mis sentimientos este desahogo, á que creo tengo derecho. MUCHO antes que Vstedes llegasen á las costas del Perú, yo había manifestado mi patriotismo; y á fè mia que algm os sacrificios me ha costado la imprudencia de mi zelo. Luego que el Ejercito desembarcó en Huacho y vi por mis propios ojos la fuerza de que se componia, me di los parabienes, y pedi que se cuando hubiese de obrar sobre el algunas armas al pueblo en que resido, decidido á seguir la suerte del Ejercito, enuncio hubiese de obrar sobre el enemigo. Hasta aqui solo re nos han ciado 30 ò 40 carabinas, y nuestra petición ha tenido el m.smo electo, que la de los pueblos ele la Sierra, que claman de todas partes por armamento. Este es un misterio que no entiendo: venir á libertar el Peru, encontrarnos empi nados en sostener su indepen¬ dencia y tener encajonados en los buques mas de 4000 fusiles que no hacen sino en¬

las

operaciones del General en

ma

mandan á la Sierra y se caigan sobre los Españo¬ les, y los despedazen, asi como ellos lo han hecho tantas veces con ios infelices indios? Confieso cpie me exalto, Señor Editor, cuando hablo de Chapetones, por que quisiera que no quedase uno vivo en mi tierra, si es para oprimirla. Y o respe¬ to las medidas de nuestro General, y si está en sus planes el no armar la colera ele los Peruanos, siento no haber evitado la visita que hice à Supe el mes pasado, cuando descargaron todcs los trasportes para limpiarlos , y estivar mejor su carga; pues hoy me sucede lo que á Tántalo que se murió de sed en medio de las aguas: y venios los inmensos repuestos que se han traído, y sin embargo permanece¬ desarmados y sin los medios ele desahogar nuestra indignación contra los atro¬ enemigos de nuestro suelo. Soy un oficial Peruano, y como tal doblemente in¬ teresado la redención de mi Patria: prescindo de mis propiedades, que no son de poco valor, con concepto á lo que era permitido posees a los Americanos, to¬ ei» estoy dispuesto á sacrificarlo en odio de los Españoles, cuyo exterminio deseo cois

mohecerse, son cosas incomprensibles. ¿ Por que arman á todos los naturales, para que levantados en

veo

mos ces

en

no se masa

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