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la ferocidad de su caracter: el temor de las continuas retaliaciones les hacia algu-
nas veces renunciar al placer , que encuentran en la crueldad. Pero su sistema era
el mismo invariablemente: restablecer ei dominio absoluto y ser siempre tiranos en
la paz ó verdugos en la guerra: he aqui el desideratum dela nación mas esclava, en
medio de su tirania hácia nosotros.

EN la última época de la revolución, han cambiado en algún modo sus ideas:
el desengaño de sús recursos les ha sugerido la insidiosa y quimérica manía de in-
vitarnos à adoptar una constitución, que formaron la Cortes de Cadiz en los dias
de su frenesí polític, sin intervencion ni aun consentimiento tácito de nuestra par-
te. Se han hecho proposiciones á la América, pero todas han tenido por vase el
juramento de la constitucion Gaditana; y como si hubiesemos tomado las armas
solo para probar, que teniendo el poder de ser libres, nuestra voluntad era ser escla-
vos, se ha insultado nuestra razon, queriendo persuadirnos, que podemos ser felices,
adoptando un projecto, que va á hacer desgraciada á la misma Espana, pues res-
pecto de ella peca tanto por exceso de liberalidad, como abunda en restricciones
hácia nosotos.

ES un error criminal, por lo mismo que no puede ser ya involuntario, el creer
que la América adopte la constitución de Cadiz, sea de grado ó por fuerza: jamas
será la voluntad del pais el pertenecer á la Espana, sea cual fuere su regimen de
Gobierno ; y si este se empeña en exigirlo, no hará sino prolongar una guerra cuyo influjo sobre sus rentas, sobre su credito, sobre su poblacion, sobre su dignidad
nacional, sobre sus relaciones diplomaticas y aun sobre su moral, será cada dia mas
funesto y peligroso.

UN solo medio señalan la razón y el ínteres de ambos para pacificar
el Perú y tranquilizar toda la América: RECONOCER SU INDEPENDÈNCIA,
y adquirir por premio de este generoso sacrificio de las antiguas preocupaciones, las
ventajas comercíales y las preferencias reciprocas que seria tan fácil cimentar entre dos
pueblos, que hablan un misino idioma, que están habituados á los mismos consumos
y que abundan en producciones, cuyo sobrante les proporcionaría un cambio lucra-
tivo. La demostración de esta verdad, mirada en todos los puntos de vista que ella
ofrece, es el principal objeto que nos proponemos en el Pacificador del Perú. Si
en un tiempo en que los principios liberales prevalecen, y en que se han generali-
zado las ideas económicas sóbre la verdadera riqueza de las naciones, no basta el
convencimiento para despeitar en los Españoles la magnánima generosidad que des-
plegaron en sus días heroycos; maldita sea mil veces su obstinación, pues ella será la
causa de sus desgracias y las nuestras!!!
LIBERTAD

{

Huara Abril 7 de 1821
Sor. Editor del Pacificador.

SIRVASE V. insertar en su periódico este articulo, si lo cree conveniente.
ACABA de llegar á mis manos una carta de Lima, fecha 27 del pasado, en
la que se hace una pintura muy triste del estado de aquella Capital. Dice asi uno
de sus capítulos. "La Serna tiene ya sofocados á estes habitantes con la tirania
que ejerce, y las contribuíciones. Ya no hay valor para resistir tanta persecución,
para soportar las ejecuciones clandestinas y arbitrarias, para sufrir la carestia de
viveres. El arroz esta à 12 pesos botija, y el mais á 10 pesos fanega: la libra de
frijoles vale 2 reales; las papas medianas 1, y las chicas 1 y medio cada una. El
pan de 3 onzas se vende á real, y muchas veces no se encuentra. La arroba de cho-
colate cuesta 10 pesos, la de azúcar 5; y aun las yucas y camotes están por un sen-
tido. De carne no se hable. Semejante estado me hace temer que si no hay algu-
na variación dentro de un mes, perece la mitad de esta población. Ya hán echado
mano de la plata labrada de los templos : y han puesto en contribución general á to-
das las clases, sin perdonar hasta los puestos de frutas."

EL corazón se estremece, y asuman á los ojos lágrimas ardientes de lastima y
de indignación, al contemplar los males horrendos que sufren 100000 almas, por
su propia apatía, y por el obstinado capricho de algunos centenares de Españoles.

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