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EL PACIFICADOR DEL PERU.

Huaura, Abril 10 de 1821.

acquiesce in the necessity, which denounces
separation, and hold them, as we hold the rest of

We must acquiesce in necessity, which denounces
our separation, and hold them, as we hold the rest of
mankin—enemies in war—in peace, friends.

Debemos someternos á la necesidad que exige nues-
tra separacion, y reputarlos como al resto de genero
humano—enemigos en la guerra—amigos en la páz.
Declar. de la Yud. de los E. U.

Cuando estalló en el año diez la memorable revolucion de Sud-Ame-
rica, nadie podia esperar que ella subsistiese largo tiempo, si solo consideraba
los elementos que se combinaron entonces para realizarla. Un corto numero de hom-
bres de genio movió la multitud en los pueblos donde primero se abrió la escena, mas
bien por via de experimento, que por una fundada confianza del suceso. Desde
aquel tiempo existia ya en la naturaleza de las cosas la sanción de la oportunidad
de esta empresa; pero nadie había consultado el oráculo dela experiencia, y eran
muy pocos lo que enfuerza de la elevación desús ideas alcanzaban á descubrir, que
el impulso dado tendría por termino la convulsion de medio mundo.

HASTA entonces podían los Españoles acusarnos de rebeldes, por que el sen-
tido practico de esta voz, aunque impropiamente, no es otro que el de pretender la
libertad, sin tener los medios de aquirirla. Asi es que en los primeros años sufri-
mos mas injurias é insultos, que antes; y uniendo los Españoles el desprecio à la
crueldad, aumentaron los prosélitos de la revolución, y generalizaron el espíritu de
resistencia, difundiendo el terror, ó exaltando la ira de los pueblos.

EL pais se cubrió bien presto de Ejércitos valientes, de patriotas zelozos, y
de hombres en fin que promovían la causa de la revolución, la mayor parte sin siste-
ma, pero todos con entusiasmo. Era natural que los sucesos rectificasen y aumen-
tasen las ideas, y que á la vuelta de algún tiempo, todo mudase de forma con
ventaja nuestra. Los Españoles empezaron á encontrar soldados que les disputa-
ban la victoria, y que se la arrebataban muchas veces, y la administración interior
tomó insensiblemente un caracter de regularidad, compatible con el trastorno que
tenia por mira.

LA América llegó en fin à adquirir el sentimiento de sus propias fuerzas : el im-
perio de la opinion se estableció rapidamente, sirviendo de resorte, en unos las pa-
siones, en otros el desengaño y en algunos la misma novedad. Los habitantes del
pais descubriéron el gran secreto, por el cual había logrado la Espatia perpetuar su
usurpación: la idea del derecho que tenia á mandar, desapareció junto con e! presti-
gio de su poder para oprimir. Los sucesos públicos avisaron que la revolución era
ya general, y que participaban de su espíritu, aun las mismas provincias que per-
manecían bajo del y ligo; por que todo pueblo que piensa en sus desgracias, y tiene
cerca de si un ejemplo de los medios que han empleado oíros para evitarlas, ya es-
ta en revolucion

LOS Españoles siguieron sin embargo la guerra con obstinación, y con toda

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