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No debe inferirse de esto que el Go¬
bierno abrigue sospechas de antipatías y reac¬
ciones. Al menos, osamos vaticinarlo, los pue¬
blos serán nuestros fieles amigos, nuestros ar¬
dientes cooperadores, y cualquier tentativa que
tuviese por objeto exitarlos a la enemistad y
a la desconfianza, no produciría sino confusión
y ruina a sus fautores imprudentes. Los pue¬
blos son los que nos han llamado; los que han
visto en la intervención de Bolivia el único
centro de sus esperanzas; los que, por un im¬
pulso irresistible como el que siempre comu¬
nican las necesidades imperiosas, trazaron un
plan de división política, más sólido en sus
principios que todos los que concibe la diplo¬
macia en sus difusos protocolos. Es menester
repetirlo: los pueblos del Sur del Perú quie¬
ren unanimemente separarse de su antigua aso¬
ciación; este deseo no es el entusiasmo pasa¬
jero que exitan las innovaciones cuando las
proclama un partido interesado en su adopción;
no es una rebeldia criminal contra la autori¬
dad lejítima; no es la aplicación temeraria y
prematura de doctrinas del voto público, fundado
en la lei más universal que reconocen los se¬
res humanos: el deseo del bienestar.

No estamos en el secreto de la orga¬
nización futura del nuevo estado, que debe
salir de la nada, a la sombra de nuestras ban¬
deras, ni aticipamos nuestra opinion, sobre to¬
dos los pormenores a que la voz Federación
puede dar lugar. Entre los homónimos y sinó¬
nimos de la nomenclatura política, no hai una
palabra más vaga, ni menos susceptible de una
definición precisa. Acudir a los Estados Uni¬
dos del Norte de América para buscar allí el
tipo de nuestras instituciones, sería uno de los
absurdos más funestos que podriamos cometer.
La Federación americana está mui lejos de sig¬
nificar una de aquellas formas de gobierno que
ha sancionado el uso de los siglos. Las vo¬
ces Despotismo pura, Monarquía constitucional,
Réjimen aristocrático, envuelven ideas fijas y
perfectamente definidas. Más ¿donde hallare¬
mos un modelo clásico de las asociaciones de
los pueblos libres? ¿En las montañas de Sui¬
za, en los pantanos de la Béljica, ó en las
costas del Adriático.

No nos inquietemos en busca de con¬
jeturas que los sucesos van a tijar para siem¬
pre. Tranquilícenos la seguridad inalterable,
de que en medio de todas las combinaciones
que puedan salir de las Asambleas Constitu¬
yentes del Sur del Perú, Bolivia conservará su
dignidad y su reposo, unidos con la más sin¬
cera gratitud al Jenio que la afianza estos bie¬
nes inefables.

EJÉRCITO BOLIVIANO.

En este momento, y después de armadas
las pájinas de este número, ha recibido el
Gobierno la siguiente comunicación.

República Boliviana—Ejército Nacional—

Estado Mayor jeneral—Cuartel jeneral en
Machacmarca a 10 de Agosto de 1835.—26.
Sección 1.a—N.o 30.

A S. G. el Ministro de Estado en el des¬
pacho de la Guerra.

Sor. Ministro.

En el último parte que tuve el ho¬
nor de dirijir a V. G. con fecha 2 del
presente mes, comuniqué el movimiento
jeneral que en ese día emprendió el Ejér¬
cito para hacer su marcha sobre la capi¬
tal del Cuzco, y en igual fecha participé
también a V. G. en nota n.o 29, que el
Sor. Jeneral O'conor quedaba en el de¬
partamento de Puno al mando de la Di¬
visión de reserva, y nombrado Comandan¬
te Jeneral de aquel departamento a fin
de simplificar y dar mayor acitividad a los
asuntos del servicio.

Por conducto de sete Jeneral he
dado aviso de la aprehension que el Es¬
cuadron del Sarjento mayor Irigoyen hizo
en Sicuani del Jeneral San Roman, Te¬
niente Coronel Ponze y Sarjento mayor
Efé, que se conservan en nuestro poder.
Desde entonces el Ejército ha continua¬
do sus marchas sin novedad, y anoche
campó en este punto, donde permanece¬
rá hoy a consecuencia de una nevada que
aunque no fuerte, le ha impedido conti¬
nuar su marcha por los altos para caer
sobre las fuerzas del Jeneral Gamarra, que
se hallan situadas entre Quiquijana y Ur¬
cos, con el objeto de resistirnos, según se
sabe por noticias que de diversos conduc¬
tos ha recibido S. E.—Mañana continua¬
rá el Ejército sus movimientos y dentro
de cinco días tendré el honor de partici¬
par a V. G. que ha ocupado la capital de
los Incas, donde cumpliendo con el sagra¬
do objeto de su misión, ofiecerá paz y
seguridad a toda clase de personas y tran¬
quilidad a los Pueblos.

S. E. ha tenido la satisfacción de
notar el buen sentido y entusiasmo que han
manifestado todos los Pueblos por donde
ha transitado el Ejército, quien en todos
ellos ha encontrado abundancia de recur¬
sos, que pagados a dinero de contado con
la relijiosidad que distingue la moral de
nuestras tropas, ha aumentado la desición
y entusiasmo que ya se tenía a favor de
nuestras armas.

Todos los anuncios son felices, y
nada hace temer ocurrencia alguna con¬
traria a la noble empresa quee nos ocupa.

Adjunto a V. G. cincuenta ejem¬
plares de las proclamas que S. E. ha di¬

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