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los primeros momentos, en que tampoco era fàcil ob-
tener los datos necesarios para hacerlo con exactitud.
V. E. ha tenido la gloria de ser testigo ocular y
actor celoso en el extraordinario acontecimiento, cu-
yos pormenores me cabe hoi la satisfaccion de ex-
poner a V. E., despues de haber adquirido los cono-
cimientos circunstanciados que para ello son precisos.

No ignora V. E. que reconcentrado el Ejèrcito
Unido en CARAZ, como el punto mas favorable pa-
ra aceptar una batalla con todas las probabilidades de
un èxito felix, aguardaba con ansiedad que apare-
ciese el ejèrcito boliviano y verificase el ataque que
todos los antecedentes non inducian a esperar; mas
en el espacio de 13 dias, mis deseos fuêron vanos,
porque el enemigo se limitò a posesionarse de YUN-
GAY y a conmover todo el pais circunvecino, para
quitarnos los recursos y nos consumiesen lenta-
mente las enfermedades endèmicas que, en la presen-
te estacion, reinan en este pais.

V. E. sabe que habiendo penetrado su intento,
resolvimos que el Ejèrcito UNido tomase la ofensi-
va sobre la posicion que el enemigo ocupaba en
YUNGAY, distante tres leguas de nuestro Cuartel Je-
neral, y el efecto se puso en marcha el 20 a las 5
de la mañana, en el òrden sigiuiente: =Cuatro com-
pañìas de cazadores a las ordenes del Comandante
Valenzuela, otras cuatro a las del Coronel Lopera del
ejèrcito peruano, y un escuadron de Cazadores a Ca-
ballo, componian la vanguardia bajo el mando inme-
diato del valiente Jeneral Torrico. Los batallones
Carampangue, Portales y Cazadores del Perù, con dos
piezas de artillerìa, formaban la primera division, a
las òrdenes del Sr. Jeneral de division del Perù D.
Juan Baustista Elèzpuru. Colchagua, Volparaiso,
Huaylas y seis piezas, componian la segunda, al
mando del distinguido Jeneral de dicho ejèrcito D.
Francisco Vidal; y Valdivia, Santiago y Aconcagua
hacian la tercera. La caballerìa formaba la cuarta al
mando del bravo y distinguido Jeneral de Brigada
del Perù D. Ramon Castilla.

En tal disposicion avanzò nuestro Ejèrcito, ha-
biendo hecho adelantar el batallon Aconcagua sobre
nuestro flanco izquierdo, con la òrden de que subie-
se a un cerro alto y escarpado, que dominaba el ca-
mino y principalmente la angostura que forma el
terreno como a dos leguas de distancia, estrechàn-
dose entre la montaña y el rio Santa. Este batallon
venciò el obstàculo en el mejor òrden y se reuniò
al Ejèrcito, que se hallaba ya situado fuera del des-
filadero sobre la hacienda de Punyan, sin contestar
al fuego que le hacian cinco compañìas de infante-
rìa boliviana situadas ventajosamente sobre la emi-
nencia que domina todo el perìmetro llamada Pan
de Azucar, cuya altura, de acceso casi perpendicular,
y aislada entre las tierras de dicha hacienda y una
cadena de montañas que se advierte al Este del
terreno que ocupabamos, se levanta a vanguardia
del punto de Ancach, y al flanco izquierdo del
camino. Entònces los enemigos cubrièndose por
la quebrada, que forma la serranìa y el carro aisla-
do ya mencionado, destacàron dos compañìas a to-
mar la altura por donde habia descendido el Acon-
cagua, para flanquear nuestra izquierda. Inmedia-
tamente dispuse que el Teniente Coronel graduado
Lopez con tres compañìas de los batallones Portales,
Valdivia y Huaylas, se apoderase de la eminencia y
batiese a los enemigos; y en seguida ordenè que la
columna de cazadores avanzase hasta la casa de Pun-
yan, sostenida por otras tres columnas paralelas que
se formaron de la primera division, con el objeto
de desalojar cualquiera fuerza enemiga que hubie-
se emboseada en sus inmediaciones, y particular-
mente para apoderarnos de una pequeña altura que
forma el contrafuerte del cerro elevado, en que, co-
mo queda dicho, se hallaban establecidas cinco com-
pañìas de cazadores enemigas, y desde el cual me
prometia reconocer bien la posicion que ocupaba el
ejèrcito boliviano. En efecto, una mitad de caballe-
rìa que estaba a nuestro frente, observando por al-
gun tiempo los movimientos del Ejèrcito, desapare-
ciò mediante dos tiros de cañon que se le dispara-
ron, y habiendo quedado todo el terreno hasta la
casa por nuesto, reconocì que a pocas cuadras de
distancia, se encontraba un barraneo profundo de
bordes mui escarpados, por cuyo cauce corre un pe-
queño rio que, bajando de la cordillera, corta perpen-
dicularmente el terreno y se precipita en el Santa:
que al otro lado de la barranca habian formado los
enemigos un parapeto de piedra de bastanta consis-
tencia, apoyando su derecha a una altura de segun-
do òrden contigua a la cordillera, y su izquierda al
rio Santa, cubriendo su centro un obus y dos piezas
colocadas sobre el desfiladero.

Desde luego conocì que su linea estaba bien es-
tablecida, y teniendo como tenian ocupada la altura
de Pan de Azùcar, la reputè como una plaza fuerte,
cuyo ataque debia comenzar por las obras exteriores.

Durante esta observacion, se me diò aviso de
que fuerzas superiores subian por la altura del Este,
sin duda con la intencion de incomodar nuestra re-
taguardia, las cuales fuèron obligadas a descender
precipitadamente por las fuerzas citadas que manda-
ba Lopez; y con el fin de cortales la retirada, or-
denè al Coronel graduado Comandante del Aconca-
gua D. Pablo Silva, marchase por la quebrada que
forman el cerro Pan de Azùcar y la montaña del
Este, yendo advertido de que tal vez tendria que ba-
tirse con fuerzas mayores. Este cuerpo se encon-
trò a corta distancia con tro enemigo, situado en la
falda de la montaña, que sostenia a la vez las com-
pañìas que habian subido por ella y las que esta-
ban sobre la cima de Pan de Azùcar. Un vivo fuego
se empeñò por ambas partes, y los enemigos, cerciora-
dos de que su resistencia era inùtil, empezàron a ceder
el terreno al bravo Aconcagua, que fuê dirijido con
intelijencia y acierto por su arrojado Comandante.
Conociendo que era llegado el momento de for-
zar la primera posicion, determinè que las compañìas
de cazadores del Valparaiso, Carampangue, Santia-
go y 6.ᵃ de cazadores del Perù, mandadas por el
Comandante Valenzuela, al cual acompañaba el bi-
zarro Coronel peruano Ugarteche, subiesen a la al-
tura y se dirijiesen por la izquierda, por el centro
y derecha. Los enemigos rompièron un fuego vivì-
simo sobre nuestros cazadores, los cuales contestaban
ganando siempre terreno hàcia arriba. Ni el nû-
mero de los enemigos, ni el cansancio que experi-
mentaban al trepar una elevacion tan pendiente, pu-
dieron entibiar su ardor. Ellos a costa fatigas y
de una audacia sin ejemplo, despreciando el fuego
de cañon que partia del campo enemigo, vencieron
con una resistencia heròica tamaños obstàculos, y lle-
gados a la cumbre, arrollàron a bayonetazos a ene-
migos tan encarnizados, que aumentaban su defensa
lanzando piedras sobre nuestros valientes con el fu-
ror de la desesperacion. Las cinco compañìas que
guarnecian la cima de Pan de Azùcar, perecièron to-
das, y con ellas el jeneral Quiros que la mandaba,
un Coronel y sus demas oficiales.

En posesion ya de este punto tan importante,
dirìjì mis miras al ataque de sus atrincheramientos,
defendidos por los batallones nûm. 1, 2 y 3 de Boli-
via, Pichincha, Ayacucho, Cazadores del Centro, Are-
quipa, cuatro piezas de cañon, el rejimiento Lance-
ros de Bolivia, y la escolta del jeneral Santa-Cruz,
cuyos dos cuerpos constaban de 650 caballos, as-
cendiendo el total de esta fuerza a mas de 5 500
hombres, de los cuales tres batallones y toda la ca-
ballerìa formaban su reserva.

Apesar de este nûmero, que se duplicaba, en mi

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