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LA REVISTA.

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Estudios científicos.--Una vela encen-
dida consume tanto aire como un hombre de buena sa-
lud: puede decirse lo mismo del gas, lámparas de aceite
que siguen la proporcion de la luz que emiten. Una
hora después que la ciudad de Lóndres ha estado ilumi-
nada por el gas, el aire ha sido disminuido de su oxíje-
no como si hubiesen agregado 500,000 hombres á su
población. Durante la combustion del aceite, sebo,
gas etc. hai producción de agua. En tiempo frio, la ve-
mos condensada en las vidrieras de los almacenes mal
ventilados. El acto de quemarse en Lóndres gas en
24 horas produce mas agua que laque consumiria un
buque cargado de emigrantes en todo su viaje de Lón-
dres á Adelaida.

Puente notable.—El Morning Herald refie-
re en los términos siguientes, los resultados del primer
pasaje esperimental que ha tenido lugar por el jigantes-
co tubo de hierro que atraviesa el estrecho de Menay,
y pone en comunicación la isla de Anglesea y la Costa
de Caernaroon (Gran Bretaña.)

''Esta mañana á las 6, se ha ejecutado por M. Ro-
berto Stepheson, con el major suceso, el primer pasaje
esperimental con el gran tubo que atraviesa el estrecho
de Menay. Un tren compuesto de tres máquinas loco-
motivas y 21 carruajes, que pesaban 300 toneladas
(6,000 quintales) penetró lentamente, y no hizo sufrir
al tubo sino una depresion de cuatro décimas de pulga-
da, mientras que la depresion puede ser sin riesgo hasta
de 7 pulgadas"

"Ahora que este puente estraordinarid, que ha exi-
jido cuatro años para su costruccion, está terminado, y
que dentro de pocos dias será abierto al público para
completar la línea de Chester y de Holyhead, debemos
recordar á nuestros lectores que pueden pasar por sobre
el estrecho, teniendo debajo de sus pies un navio de
guerra andando con todas sus velas."

PARTE RELIGIOSA.
Dia 18.=Santo Tomás de Villanueva. Tèmporas.

VARIEDADES.
CARACTERES DE LA ECONOMÍA SOCIAL
ARTÍCULO SÉPTIMO.
De la Division del Trabajo

No parecerá inoportuno investigar ahora algunos de
los medios por los cuales se hace mas productive la indus-
tria del hombre. Entre los primeros se cuenta la division
del trabajo. El aumento de aptitud, de destreza y de fa-
cultades creatríces que resulta de una aplicación cons
tante á una clase determinada de trabajo material ó inte-
lectual es cosa nue no necesita explicacion. Entre la nu-
merosa clase de productores de un pais, tómense solo
doce, por ejemplo: el labrador, el molinero, e! mecánico,
el carpintero, el tejero, el herrero, el vidriero, el cuchi-
llero, el zapatero, el sastre, el minero y el cirujano. Su-
pongamos que cada uno de estos despreciando los servi-
cios de los otros, dependiese exclusivamente de si mis-
mo para acudir á las necesidades y goces de su existen-
cia ¡qué estado de confusion no resultaria de aquí! ¡qué
espectáculo tan triste no ofrecería, comparado con el
que vemos ahora! ¡Qué campos tan nial cultivados, qué
caminos tan intransitables, qué máquinas tan ineficaces,
qué casas tan incómoda», qué instrumentos tan toscos,
qué muebles tan groseros, qué ausencia de todo goce y
qué sobra de obstáculos para el cultivo intelectual!

El gran elemento de la producción se desarrolla por
medio de la subdivision del trabajo aumentándose con-
tinuamente al paso que la civilizacion avanza. El tra-
bajo de distribuir lo que se ha producido es de suyo una
ocupacion bastante árdua y mas que suficiente para ab-
sorver la atencion exclusiva de una clase particular.

Entre los muchos errores que se han cometido en
otros tiempos, fue uno el suponer que algunas de estas di-
visiones del trabajo, ó empleos, eran menos útiles que
otros. La ocupacion del vendedor por menor, ó la del
tendero, por ejemplo, creían algunos que era compara-
tivamente improductiva á la sociedad. Para convencer-
nos de este error basta que nos figuremos por un ins-
tante cual sería nuestra situación, si, ocupados como
estamos cada cual en sus asuntos respectivos, en vez de
mandar á buscar una libra de carne o una pequeña por-
ción de verdura, tuviesemos que enviar á una hacienda
retirada, cuyo dueño ó arrendatario no quisiese vender-
nos menos de una vaca ò una carga entera de hortalizas.
Consideradas las partes que constituyen la sociedad,
pueden compararse en algún modo y con cierta exacti-
tud á un locomotor puesto en el ferro-carril; algunas de
sus piezas ocupan un lugar anterior con respecto á otras;
pero ¿quién se atreverá á decir que sin destruir ó pri-
var á la máquina de su ejercicio, podrá quitarle las rue-
das, ó los cilindros, ó los pistones, ó las tuercas, ó la
caldera, ó el combustible, ó el agua, ó el director? De la
misma manera, sería ocioso querer privar á la gran má-
quina social de cualquiera de sus partes componentes.
La sola remoción de la mas pequeña válvula la haria
detenerse ó la destruiria.

De las cualidades que constituyen el mérito de una muger.
(Continuación.)

Cuando acontece que una señorita se encuentra en
una sociedad en la cual abiertamente se murmura, no
debe tomar parteen la conversacion, sino con objeto de
hacerla cambiar de jiro; si las personas atacadas la son
enteramente desconocidas, suspenda su juicio v atribu-
ya mucha parte de lo que oye á la exajeracion, pues
nunca deja de mezclarse en tales conversaciones: pero
si está en el caso de probar su inocencia y desmentir su

culpabilidad, tiene obligacion de verificarlo sin temor
de esponerse á que se la contradiga. La justicia re-
clama el cumplimiento de este deber, ora se trate de un
amigo, ora sea de una persona indiferente y con mayor
razon si es sujeto con quien, tenga algún motivo de que-
ja. Esto hará que resalte mas la nobleza de su proce-
der, é impondrá cierto respeto á los demás. La moral
cristiana, no solo nos manda que nos abstengamos de
hacer á los otros lo que no quisiéramos que nos hicie-
sen, exije ademas que obremos con ellos como quisiéra-
ramos que ellos obrasen con nosotros.

Existen ciertas consideraciones sociales que nos
impiden romper abiertamente con las personas cuyo
trato adolece de estos ú otros defectos; pero es fácil evi-
tar su intimidad y dar la preferencia á aquellas cuyo ca-
rácter guarde mas analojia con el nuestro. En socie-
dad debemos preferir la conversación que instruye á la
par que agrada, ó por lo menos, aquella que entretiene
sin perjuicio de la sana moral.

Otro vicio no menos feo en la conversacion es la
mentira. Hay algunos que mienten solo por chiste; pe-
ro si alguna vez consiguen hacer gracia, concluyen
siempre por desacreditarse. Hay otras mentiras que
se prestan maravillosamente al ridículo, y el que las
oye y las conoce, se rie interiormente de quien las dice.
En toda ocasión se aviene mal la mentira y la exagera-
cion con la noble sencillez que debe distinguir á una se-
ñorita bien educada, y escusado nos parece insistir so-
bre esta materia.

Si la mentira y la murmuración son dos vicios, la
calumnia es un verdadero crimen. Puede encontrarse
alguna escusa en favor de un asesino ó de un ladron,
pero á favor de un calumniador jamas. La lengua del
maldiciente es mil veces peor que la de un áspid vene-
noso, y mas cuidado debe ponerse en huir de aquel, que
en evitar el contacto de este.

Una conducta irreprensible es el medio mas seguro
para librarse de la maledicencia. La muger honesta,
amable y sencilla, siempre encontrará quien la defienda,
si alguno osase hacerla objeto de la calumnia; esta por
sí misma se desvanece cuando absolutamente carece de
fundamento. La muger que reuna tales circunstancias,
podrá escitar la envidia de algunos, pero no por eso de-
jará de atraerse la estimacion jeneral, y cuando tal es-
timacion vá acompañada del íntimo convencimiento de
haberla merecido, adquiere un valor inestimable, viene
á ser una aureola de gloria, un suave perfume que se
difunde en torno suyo y la atrae la consideracion y el
afecto. Es un talisman que la preserva de los ataques
de la envidia, y los tiros de esta hieren de rechazo al
que los disparó, dejando intacta á la que se halla defen-
dida por aquel invisible escudo.

Terminaremos este artículo hablando del abuso de
las diversiones. Lo que dejamos dicho acerca de que
las cosas demasiado comunes pierden mucho de su pre-
cio, es aplicable a los placeres. Su esceso les quita
gran parte de su valor; en vez de distraernos nos ocu-
pan, y acaban pronto por fastidiarnos. Fijemos un mo-
mento la consideracion en aquellos que viven en medio
del gran mundo. Son por esto mas felices? No por
cierto. Bajo un esterior brillante ocultan las mas veces
el hastio que produce la disipacion. Preguntadles que
es lo que el mundo les ofrece, y os contestarán que ca-
si siempre el fastidio, alguna vez el placer, casi nunca
la felicidad. Esta reside en el fondo del corazon y no
viene de afuera.

Una muger verdaderamente honrada y sensible, no
puede encontrar complacencia en una vida disipada y bu-
lliciosa. Los grandes espectáculos, los bailes, las ter-
tulias. quizás logren distraerla alguna vez, pero nunca
la interesarán: su felicidad reside en mas limitada esfe-
ra. Mil veces feliz aquella que sabe encontrarla en la
tranquilidad de su conciencia; en los sentimientos que
inspiran la relijion y la naturaleza! La íntima sociedad
de su familia, el aprecio de sus amigos, el amor que ins-
pira, el respeto que impone, son los verdaderos goces de
su corazón. Si tiene la suerte de formar una union con-
sagrada por el amor, santificada por la relijion; si cono-
ce todo el valor de la simpatía que existe entre dos almas
que se comprenden, que se aman, que se profesan un
mútuo aprecio; si esperimenta la ternura inefable del
amor maternal; si en cualquiera ocasion puede contes-
tarse á si misma, he cumplido mi deber: esa mujer será
feliz, cualquiera que sea su condición y fortuna, porque
ha buscado la felicidad en el único manantial de donde
mana la de lo presente y la esperanza del porvenir.

CRITICA LITERARIA.

FABULAS EN VERSO CASTELLANO.

Entre todos los poetas del mundo que han consagra-
do su talento á la composición de fábulas, los alemanes
son los que mas han sobresalido en este género modes-
to é importante de poesía, por la gracia y vivacidad del
estilo, y por la moralidad de los pensamientos. La Ale-
mania, esa nacion pensadora por excelencia, nos presen-
ta en abundancia obras de este género, que al propio
tiempo que dan una idea de los progresos que han hecho
sus fabulistas, ofrecen enseñanzas que encierran la mas
sana moral bajo el velo de apólogos, en que domina un
injenio y una profundidad poco comunes en los escritos
de otros países.

El distinguido poeta D. Eugenio Hartzenbusch, se
ha encargado de hacer conocer á sus conciudadanos el
tesoro que en este género de literatura posee la Alema-
nia, publicando una coleccion de las mejores de aquellas
fábulas, que comprende tambien algunas de propia cose-
cha, enriquecidas unas y otras con una versificacion be-
llísima, que conserva á los mas profundos conceptos to-
do el aire de su oriunda orijinalidad. Como una muestra
de delicadeza de pensamiento y de finura en la espresion,
trasladamos la siguiente:

LA SARDINA Y LA OSTRA.
A la ostra le dijo la sardina:
¿Qué se hace usted, vecina?
Por mas que nado yo, por mas que miro,
este rincón alcanzo á verla,
¿En qué se ocupa usted en su retiro?
—En criar una perla.—
Esa perla eres tú, cándida Rosa,
Dichosa, tú, dichosa
La niña á quien instruya
Madre tan ejemplar como la tuya.

No es ménos bello el pensamiento que brilla en
la fábula que copiamos a continuación:

EL ESPEJO Y EL AGUA.

Disputaron el agua y el espejo,
Y fue la riña del tenor siguiente:
—El: yo de jénio duro, lo reflejo
Todo sin aprension exactamente.
—Ella: pues yo, con mi cáracter blando
Todo lo pinto á medias y jugando.
—El defecto menor, el mas pequeno
Tizne que manche un rostro, yo lo enseño.
—La mancha enseñarás, pero amiguito,
Hago yo mas qué tú, pues yo la quito.
Enoja la desnuda reprimenda;
Dulce amonestacion produce enmienda.

Estas lijeras muestras bastan para conocer el méri-
to de esta obra, á que ha consagrado el laborioso poéta
los escasísimos ratos de ocio que le deja la publicacion
de las obras dramáticas del inmortal Calderon, y cierta-
mente que pocos literatos podían desempeñar tan bien es-
ta tarea como el señor Hartzenbusch, inclinado por gus-
to y hasta por naturaleza al estudio dela literatura alema-
na, y que ademas reune las dotes de escritor concien-
zudo, de hombre pensador y de severa moralidad, que
tanto distinguen á los nacidos en aquel pais.

ADUANA.
BULTOS ENTREGADOS EN EL PUERTO
EL 17 DE SETIEMBRE DE 1850.

A B. R. Garzon.
Pita torcida 13 tercios con 1087 lbs á 38 ct. libra.
Id. floja 489 lbs. á 25 ct. lb.

A Viuda de Romero

Brochas 1 cajón con 26 docs. á 8 rs.—Silletas
de esterilla 4 id. 1 doc c. u. á 24 ps. doc. Ginebra
61 cajs. 1 doc. c. u. á 20 rs. doc. Tinta de es-
cribir 2 cajs. con 30 docs. á 38 ct, doc. 8 id. con
1/4 lib. cada tarrito, y 2 dcs. con 4 lb. id. á 2 rs.
lib. —Pintura preparada 138 barriles de 25 lbs.
c. u. á 10 ps. qql. —Flejes
58 qqls. á 4 ps. qql. —Loza surtida 20 javas á 8 rs.
pié cúbico--Carlancanes 1 cajon con 1512 yds. á
40 ct. vara—Género de hilo 1 tercio con 21 pzs.
y 496 yds á 32 ct. vara.—Sarazas 7 cajs. con 50
pzs. c. u. á 18 rs pza.—Gasas 4 id. con 1794 yds.
todo á 13 ct. vara.—Paño de verano 1 fardo con
352 yds, á 40 ct. vara.—Calzoncillos de algodon
1 cajón con 20 dcs. á 6 ps. doc.—Pañuelos de Le-
vantina 2 id. con 100 de 7 onzs. c. u. á 57 ct. on-
za, y 1 cajon motones, tablas de pino 6014 á 53
ct. c. u.--Remos 201 á 75 ct. c. u.—Jamones 170
de 10 lbs. c. u. á 16 ct. lb.

A G. Gibbs y Ca.
Paño de verano 5 fardos con 1772 yds. á 40 ct. va-
ra—Medias de seda 1 cajon con 25 docs. á 14 ps.
docena

A Betloc II. Sescan.
Pañuelitos de seda 1 bto. con 80 docs. á 4 ps. doc.
idem de Levantina 4 id. con 100 de 7 onzs. c. u.
á 57 ct. onza.

A J. F. Lembcke y Ca.
Paño 2 fdos. con 313 yds. á 2 ps. vara—Cintas blan-
cas 7 cajs. con 200 docs. de pzas. c. u. á 38 ct.
doc. —Cordoncitos surtidos 1 cajon con 500 pzas.
á 14 rs. lb.—Sobrecamas de algodón 6 btos. con
240 á 12 rs. c. u. —Servilletas de id. 4 cajon con
12 docs. á 6 ps. doc.

A M. Bland y Ca.
Artículos de talabartería 1 cajon en 20ps. —Género
blanco de algodón 28 fdos.

A S. Moquorris.
Medias medias de algodón 1 cajón con 80 docs á
12 rs. doc. —4 cajón con lo siguiente—Medias de
algodón 14 ds. á 20 rs. doc id. de seda 8 id. á
14 ps. doc.—Guantes de id 6 id. á 20 rs. doc—
Gorros de id. 10 id. á 4ps. dec. —Calzoncillos pa-
ra baños 11 id. á 3 ps. doc.—Olan de 2 1/2
pzas. á 17 ps. pza,

A José Canevaro.
Papel 13 fdos. con 16 resmas c. u. á 10rs. resma.

A F. H. Gruning y Ca.
Género blanco de algodón 6 fdos. con 7200 yds á
8 3/4 ct. vara.

A Rollin Thorne y Ca.
Vino 16 barriles con 58 docs. á 5 ps.doc.

A Lang y Ca.
Platillas de algodon 8 cajones con 24 pzs. de 35 yds.
c. u. á 8 1/2 ct. vara —Cristalería ordinaria 1 bto.
con 220lbs. á 7 ps. qql.

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