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Placencia. No señor, no señor, vamos al
Desaguardero.

Negron. Al Desaguadero.

Montoya. Al Desaguadero, al Desaguadero.

Todos menos Quiroga. Al Desaguadero, al
Desaguadero señor.

Aquí se alborotó el cotarre: todos se levanta¬
ron de sus asientos: la asamblea se volvió una me¬
rienda de negros y ya se daba por concluida la
sesión con gritos de viva el Jefe supremo, cuando
el Coronel Quiroga que había permanecido pensa¬
tivo y sañudo, levantandose de improviso reclamó
el orden y pidió la palabra, y habiendosea otor¬
gado dijo.

Quiroga. Exmo. señor ¿se puede hablar con franqueza!

Salaverri. ¿Pero qué hay que hablar, si
esto no tiene duda?

Quiroga. Señor....

Todos. Que hable señor, que hable a ver
si esto tiene vuelta.

Salaverri. Vaya: Diga U. señor Coronel,
diga U.

Quiroga. Hablaré señor, no sin temor: pe¬
ro lo hare por la amistad de V. E., por el in¬
terés de todos estos señores y por el mío. Re¬
pito que voy a hablar no sin temor, pero ya
no es tiempo de disimilar más, pues ya somos
la burla de todo el universo.

Salaverri. ¿Cómo es eso señor Coronel?

Quiroga. Sí señor: estamos jugando la far¬
sa más ridícula, pero no es eso lo peor, sino
que ya nuestra barba está en remojo.

Negron muy asustado y pasandose la mano
por el pescueso. ¿Qué es lo que dice U. señor?

Quiroga. Lo que han oido UU. señores,
parecemos unos locos, y todo el mundo nos tie¬
ne por tales. Exmo. señor: desde la venida del
ejército libertador debimos haber perdido toda
esperanza. ¿Cómo prometemos hacer frente a
un Jeneral hábil, valiente y de un inmenso pres¬
tijio? ¿Cómo contrarrestar a un ejército como
el mejor del mundo por su moral y disciplina?
Cómo competir con sus recursos inmensos? V.
E. debió buscar acomodamientos y no irritarlos
con esa declaración necia de guerra a muerte;
declaración que solo debió pesar sobre nuestras
cabezas sino hubiera sido la jenerosidad magna¬
nima de nuestro adversario. Señores: Ya no es
tiempo de rallar: pasan de cien oficiales nues¬
tros que están en poder del enemigo con más
de mil soldados; mientras nosotros no tenemos
ni uno solo. ¿Qué tales resultados los de la
guerra a muerte sino hubiera sido el jenerosidad

del enemigo? Nuestra fortuna ha sido que nos
miran como a unos niños aturdidos, y por eso
nos tratan con compasión.

Exelentisimo Señor, si V. E. quiere un dic¬
tamen acertado no debe ocultar a estos Señores
el estado de las cosas. Señores, Ya no hay Li¬
ma, allí está el Presidente de la República con
los Jenerales Vidal y Moran, y un cuerpo res¬
petable de ejército. Los Castillos.... quién sa¬
be de ellos.... La LIBERTAD se ha pronunciado
contra nosotros y ha engrosado las tropas del
ejército unido. Ayacucho fué testigo de nues¬
tra ignominia: allí disparó V. E. y allí rindió las
armas la división Porras. Ica y Pisco son los
lugares donde se hace más mofa de nosotros;
el Coronel Merino se plegó a las tropas del or¬
den, los oficiales que estaban con él fueron pre¬
sos y los soldados que allí dejamos solo sirvie¬
ron para engrosar las filas enemigas. Las fuer¬
zas que quedaron en Pasco se presentaron al
Jeneral Moran con una porción de Jefes y o¬
ficiales nuestros. La espedición mandada a Bo¬
livia ha sido deshecha y en vez de elevar es¬
tandartes hemos dejado presos muchos oficiales
y tropa y otros muchos se han pasado. Car¬
rillo ha sido destrosado y Plaza fué preso.

Negron. Señor: no vamos al Desaguadero.

Quiroga. Los buques de nuestra escuadra
están ya en muy mal estado y la jente muy
descontenta. Varios de ellos se han desertado y
sin duda se presentaron al enemigo.

Negron. Señor: no vamos al Desaguadero.

Quiroga. Muchos de nuestros coraceros es¬
tán en las filas enemigas y....

Negron. Señor: ¿Y todavía pensamos ir al
Desaguadero?

Quiroga. Los pueblos se ríen de nosotros
y de nuestros batallones que distinguen con los
nombres de batallón Mixturita, batallón Carame¬
los, cuando el enemigo tiene ONCE MIL HOM¬
BRES DE LINEA sin contar con el paisanaje ar¬
mado, ni con....

Negron. Señor: ¿Cómo se llamaba ese río?

Quiroga. Déjeme U hablar Señor Negron.

Negron solo y despacito. ¡El resbaladero....
El atoyadero.... El aguatero.... El Des....
el Des.... ah, si: el Desaguadero, el Desagua¬
dero.... ¡Caramba! si estubiéramos allá ¿cómo
nos desaguaríamos?

Quiroga. Señor: Digamoslo todo de una
vez. V. E. ha perdido todo el respeto que se
necesita para ser un Jeneral: a V. E. le llaman
Cadete, le dicen conejero, y le preparan el e¬
pitafio que dedicó Quevedo a su hermana don¬

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