| 6pesar de tantos defectos y la desaprobación
de muchos literatos de fama, los periódicos li-
terarios del siglo pasado ejercieron un grande
influjo en la civilización jeneral de las nacio-
nes europeas, y contribuyeron mucho á sus pos-
teriores progresos.
En cuanto á los diarios políticos, estos no
empezaron á adquirir la importancia que tie-
nen en el dia de hoy, sino después de la re-
volución francesa. Antes de esta época, se oyó,
una y otra vez, en algunos algunos de los estados eu-
ropeos, la charla insignificante de la parlera
y fastidiosa Gaceta que de todo hablaba sin sa-
ber nada, y siendo escrita por los layes no de-
bía interesar sino muy poco á los pueblos; mas
todavia no habia llegado el tiempo en que se
pudiese aplicar à los papeles públicos lo que
Raynal habia dicho de los escritores en jene-
ral: Todo escritor de injenio es magistrado na-
to de su patria; debe ilustrarla si es posible; le
dá derecho para esto su talento. Su tribuna es
la nación entera; su juez el público. Para que
asi fuese, era necesario que esta nación y es¬-
te público fuesen ellos mismos los primeros jue-
ces de un pais, ejerciendo en él, cuando no la
mas alta majistratura del poder, por lo menos
la de la opinion, mucho mas terrible; aunque á
veces fundada solo en el error y las ideas preo-
cupadas de las masas. Este nuevo poder de los
pueblos, y nuevo influjo de los papeles públi-
cos comenzó á desarrollarse y fué cobrando
siempre una importancia mas real y duradera,
en los años que siguieron á la horrenda crisis
de la revolución. En el dia de hoy se puede
decir, sin temor de exajerar, que los diarios han
llegado á formar una de las principales y mas
importantes palancas dela máquina del estado.
(Continuará)
-----------------
POLITICA
MONTESQUIEU y B. L.
Una de las fatalidades á las que están es-
puestas las obras de los hombres de grande in-
jenio, es que el vulgo, en lugar de sacar pro-
vecho de lo mejor y mas importante de ellas,
con una predileccion que hace verdaderamente
la sátira de la humana naturaleza, inclina siem-
pre á adoptar y fecundar, haciéndoselos pro-
pios, los errores que las manchan. ¿Qiuièn hu-
biera dicho que la teoria de Montesquieu acer-
ca de los resortes que hacen mover las tres
especies de Gobierno; despótico, monárquico y
republicano; á saber, el temor, el honor y la
virtud; teoria falsísima en si misma, que solo
debe considerarse como una division metódica,
ideada por aquel gran filosofo para coordinar
ciertos hechos, y que ha sido confutada ya tan-
tas veces después de su aparición; debiese vol-
ver á presentarse á los ilustrados Limeños co-
mo oro puro de filosofia política; y no solo se
quisiese perder el tiempo en desentrañar del ol-
vido ideas erróneas y añejas que no pueden te-
aplicación alguna, sino que se tuviese el
atrevimiento de atribuir á su autor errores que
nunca llegó á concebir, y á estender los que
fueron suyos hasta donde nunca lo habia ima¬
jinado?
Si no fuese por el temor de fastidiar á
[Columna derecha]
nuestros lectores, repitiéndoles lo que saben
piariamos aqui todas las objecciones de Vol-
taire, (*) Helvetius (†) y Filanjieri (‡) al sistema
de Montesquieu acerca de los varios principios
motores de los varios gobiernos. Si B. L. se obs-
tina en continuar la inutil esposicion de las ideas
inexactas de aquel autor sobre este argumen-
to, añadiendoles tambien las suyas, nos vere-
mos obligados á hacerlo. Entre tanto aprove-
chamos la ocasion para publicar algunas pocas
reflexiones sobre la misma materia, que no he-
mos encontrado en los escritores que la han
tratado.
hacer de esta pasión un principio
motor particular del Gobierno despótico,
fia
ley ¿es quizá menos terrible á los ojos del ver¬
dadero republicano que la voluntad del déspo¬
ta á los de su esclavo?
lectores, repitiéndoles lo que saben
piaríamos aqui todas las obiecciones Hp irC?"
taire^
(*)
ff] y Filanjieri [J] aj
de
Montesquieu
acerca délos
nuestros
Helvetius
ve-
u
hmi
debe reconocer á este honor como á uno
de los principales resortes de la
máquina social?
Y esto ¿por qué?
Porque el honor es tan
pro¬
pio de las sociedades republicanas, emanadas
de las monarquías que las habían
precedido, co¬
mo
lo fue de estas monarquias mismas cuan¬
do existieron, y lo es de otras
que no se han
mudado todavia en repúblicas:
porque el honor
es, como la relijion y la virtud, antes bien un
suplemento á la ley y al gobierno, que un re¬
sorte del gobierno:
porque el honor existe en
las costumbres, y las costumbres formadas por
la idea del honor pueden concillarse con la idea
de cualquier gobierno, y noescluyená
ninguno de
ellos.
Y no se
los honores.
diga que por honor se entienden
Porque en este supuesto ¿se aña¬
dirá acaso que los Romanos no los conocían,
y que no formaban uno de los resortes principa¬
les que hacían mover aquella República?; o que
no se conocen entre los
republicanos del dia, y
B. Ii.
forman también uno de los resortes que po¬
nen
en
movimiento las democracias de los mo¬
dernos?
El temor, por cierto, es un gran resorte en
todos los estados; mas no hay bastante tundano
á adoptar y fecundar, haciéndoselos pro¬
pios, los errores que las manchan. ¿Qiuién hu¬
biera dicho que la teoria de
Montesquieu acer¬
ca de
los resortes que hacen mover las tres
especies de Gobierno; despótico, monárquico y
republicano; á saber, el temor, el honor y la
virtud; teoria falsísima en si misma, que solo
debe considerarse como una division
metódica,
ideada por aquel gran filosofo para coordinar
ciertos hechos, y que ha sido confutada
ya tan¬
tas veces
después de su aparición; debiese vol¬
ver á presentarse á los ilustrados Limeños co¬
mo oro
puro de filosofia política; y no solo se
quisiese perder el tiempo en desentrañar del ol¬
pre
hacer de esta pasión un principio
motor particular del Gobierno despótico,
fia
ley ¿es quizá menos terrible á los ojos del ver¬
dadero republicano que la voluntad del déspo¬
ta á los de su esclavo?
¿Qué otros resortes
meato
existen
razón,
el
corazón
del hombre fuera del amor
hablando de las
antiguas repúblicas, cu-
autor errores que
ll
no
en
el temor? ¿O se dirá que un esclavo no ama el
placer, y no busca en él la felicidad? Cuando pro¬
cura
agradar á su,amo,¿este amor le mueve menos
que el temor de lo que le atraería el desagradarle.
Quid leges sine mor ib u si podia decire con
añejas que no pueden te¬
aplicación alguna, sino que se tuviese el
Si
para
y
vido ideas erróneas y
nunca
ca¬
se
es que el vulgo, en lugar de sacar pro¬
vecho de lo mejor y mas importante de ellas,
con una
predilección que hace verdaderamente
su
ideas
época del feudalismo. ¿De
qué modo, pues, hubiera podido este honor ser
el principio ó el resorte
que sostenia y ponia
en movimiento las
antiguas monarquias?
En nuestros tiempos ¿en qué
Republicano
jenio,
atrevimiento de atribuir á
modernos,
ballerescas de la
Una de las fatalidades á las que están es¬
puestas las obras de los hombres de grande in¬
ner
gobiernos anti¬
y por consiguiente se halla
desmentido mil y mil veces por la
historiado
todos los tiempos.
El honor, por ejemplo, es
una idea
moderna, que las naciones deben al
medio evo, y fué un resultado de las
guos V
imummñ.
Y
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Entré tanto
publicar algunas
chamos la ocasión para
p(lcas
reflexiones sobre la misma
materia, que no he¬
mos encontrado en
los escritores
que la
tratado.
El defecto principal del sistema del
autor
del espíritu de las leyes, es
que no puede apli.
carse
á todos los
ejemplos de
otra vez, en
MOXT£SQUIEU
obligados 6 hacerlo.
«.«
algunos de los estados eu¬
ropeos, la charla insignificante de la parlera
y fastidiosa Gaceta que de todo hablaba^ífi sa¬
ber nada, y siendo escrita por los ia/es 110 de¬
bía interesar sino muy poco á los pueblos; mas
todavia no habia llegado el tiempo en que se
pudiese aplicar à los papeles públicos lo que
Raynal habia dicho de los escritores en jene¬
ral:
Todo escritor de injenio es magistrado na¬
to de su
patria; debe ilustrarla si es posible; le
dá derecho para esto su talento.
Su tribuna es
la nación entera; su juez el
público. Para que
asi fuese, era necesario
que esta nación y es¬
te público fuesen ellos mismos los
primeros jue¬
ces1 de un pais, ejerciendo en él, cuando no la
mas alta
majistratura del poder, por lo menos
la de la opinion, mucho mas terrible; aunque á
veces fundada solo en el error
y las ideas preo¬
cupadas de las masas. Este nuevo poder de los
pueblos, y nuevo influjo de los papeles públi¬
cos comenzó á desarrollarse
y fué cobrando
siempre una importancia mas real y duradera,
en los años
que siguieron ii la horrenda crisis
de la revolución.
En el dia de hoy se puede
decir, sin temor de exajerar, que los diarios han
llegado á formar una de las principales y mas
importantes palancas dela máquina del estado.
{Continuará)
una
sisle°¡
varios princioi
motores de los varios
gobiernos. Si B. L Se
tina en continuar la inútil
esposicion de ías ideas
inexactas de aquel autor sobre
este
ar<nimento, añadiéndoles también las suyas, nos
~
fuese por el team de fastidiar á
(
Comment, à 1* Esprit des Loix.
De P horame. Ses IV. cap. 9.
Scienza de la legislazione. Introduzione.
Veanse también el Comentario de
Ias leyes, L* 3, cap, 1L
y
un
anónimo al Espío 11
las LecuQiie* de Comercio de
, | 6pesar de tantos defectos y la desaprobación
de muchos literatos de fama, los periódicos li-
terarios del siglo pasado ejercieron un grande
influjo en la civilización jeneral de las nacio-
nes europeas, y contribuyeron mucho á sus pos-
teriores progresos.
En cuanto á los diarios políticos, estos no
empezaron á adquirir la importancia que tie-
nen en el dia de hoy, sino después de la re-
volución francesa. Antes de esta época, se oyó,
una y otra vez, en algunos algunos de los estados eu-
ropeos, la charla insignificante de la parlera
y fastidiosa Gaceta que de todo hablaba sin sa-
ber nada, y siendo escrita por los layes no de-
bía interesar sino muy poco á los pueblos; mas
todavia no habia llegado el tiempo en que se
pudiese aplicar à los papeles públicos lo que
Raynal habia dicho de los escritores en jene-
ral: Todo escritor de injenio es magistrado na-
to de su patria; debe ilustrarla si es posible; le
dá derecho para esto su talento. Su tribuna es
la nación entera; su juez el público. Para que
asi fuese, era necesario que esta nación y es¬-
te público fuesen ellos mismos los primeros jue-
ces de un pais, ejerciendo en él, cuando no la
mas alta majistratura del poder, por lo menos
la de la opinion, mucho mas terrible; aunque á
veces fundada solo en el error y las ideas preo-
cupadas de las masas. Este nuevo poder de los
pueblos, y nuevo influjo de los papeles públi-
cos comenzó á desarrollarse y fué cobrando
siempre una importancia mas real y duradera,
en los años que siguieron á la horrenda crisis
de la revolución. En el dia de hoy se puede
decir, sin temor de exajerar, que los diarios han
llegado á formar una de las principales y mas
importantes palancas dela máquina del estado.
(Continuará)
-----------------
POLITICA
MONTESQUIEU y B. L.
Una de las fatalidades á las que están es-
puestas las obras de los hombres de grande in-
jenio, es que el vulgo, en lugar de sacar pro-
vecho de lo mejor y mas importante de ellas,
con una predileccion que hace verdaderamente
la sátira de la humana naturaleza, inclina siem-
pre á adoptar y fecundar, haciéndoselos pro-
pios, los errores que las manchan. ¿Qiuièn hu-
biera dicho que la teoria de Montesquieu acer-
ca de los resortes que hacen mover las tres
especies de Gobierno; despótico, monárquico y
republicano; á saber, el temor, el honor y la
virtud; teoria falsísima en si misma, que solo
debe considerarse como una division metódica,
ideada por aquel gran filosofo para coordinar
ciertos hechos, y que ha sido confutada ya tan-
tas veces después de su aparición; debiese vol-
ver á presentarse á los ilustrados Limeños co-
mo oro puro de filosofia política; y no solo se
quisiese perder el tiempo en desentrañar del ol-
vido ideas erróneas y añejas que no pueden te-
aplicación alguna, sino que se tuviese el
atrevimiento de atribuir á su autor errores que
nunca llegó á concebir, y á estender los que
fueron suyos hasta donde nunca lo habia ima¬
jinado?
hacer de esta pasión un principio
motor particular del Gobierno despótico,
fia
ley ¿es quizá menos terrible á los ojos del ver¬
dadero republicano que la voluntad del déspo¬
ta á los de su esclavo?
lectores, repitiéndoles lo que saben
piaríamos aqui todas las obiecciones Hp irC?"
taire^
(*)
ff] y Filanjieri [J] aj
de
Montesquieu
acerca délos
nuestros
Helvetius
ve-
u
hmi
debe reconocer á este honor como á uno
de los principales resortes de la
máquina social?
Y esto ¿por qué?
Porque el honor es tan
pro¬
pio de las sociedades republicanas, emanadas
de las monarquías que las habían
precedido, co¬
mo
lo fue de estas monarquias mismas cuan¬
do existieron, y lo es de otras
que no se han
mudado todavia en repúblicas:
porque el honor
es, como la relijion y la virtud, antes bien un
suplemento á la ley y al gobierno, que un re¬
sorte del gobierno:
porque el honor existe en
las costumbres, y las costumbres formadas por
la idea del honor pueden concillarse con la idea
de cualquier gobierno, y noescluyená
ninguno de
ellos.
Y no se
los honores.
diga que por honor se entienden
Porque en este supuesto ¿se aña¬
dirá acaso que los Romanos no los conocían,
y que no formaban uno de los resortes principa¬
les que hacían mover aquella República?; o que
no se conocen entre los
republicanos del dia, y
B. Ii.
forman también uno de los resortes que po¬
nen
en
movimiento las democracias de los mo¬
dernos?
El temor, por cierto, es un gran resorte en
todos los estados; mas no hay bastante tundano
á adoptar y fecundar, haciéndoselos pro¬
pios, los errores que las manchan. ¿Qiuién hu¬
biera dicho que la teoria de
Montesquieu acer¬
ca de
los resortes que hacen mover las tres
especies de Gobierno; despótico, monárquico y
republicano; á saber, el temor, el honor y la
virtud; teoria falsísima en si misma, que solo
debe considerarse como una division
metódica,
ideada por aquel gran filosofo para coordinar
ciertos hechos, y que ha sido confutada
ya tan¬
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después de su aparición; debiese vol¬
ver á presentarse á los ilustrados Limeños co¬
mo oro
puro de filosofia política; y no solo se
quisiese perder el tiempo en desentrañar del ol¬
pre
hacer de esta pasión un principio
motor particular del Gobierno despótico,
fia
ley ¿es quizá menos terrible á los ojos del ver¬
dadero republicano que la voluntad del déspo¬
ta á los de su esclavo?
¿Qué otros resortes
meato
existen
razón,
el
corazón
del hombre fuera del amor
hablando de las
antiguas repúblicas, cu-
autor errores que
ll
no
en
el temor? ¿O se dirá que un esclavo no ama el
placer, y no busca en él la felicidad? Cuando pro¬
cura
agradar á su,amo,¿este amor le mueve menos
que el temor de lo que le atraería el desagradarle.
Quid leges sine mor ib u si podia decire con
añejas que no pueden te¬
aplicación alguna, sino que se tuviese el
Si
para
y
vido ideas erróneas y
nunca
ca¬
se
es que el vulgo, en lugar de sacar pro¬
vecho de lo mejor y mas importante de ellas,
con una
predilección que hace verdaderamente
su
ideas
época del feudalismo. ¿De
qué modo, pues, hubiera podido este honor ser
el principio ó el resorte
que sostenia y ponia
en movimiento las
antiguas monarquias?
En nuestros tiempos ¿en qué
Republicano
jenio,
atrevimiento de atribuir á
modernos,
ballerescas de la
Una de las fatalidades á las que están es¬
puestas las obras de los hombres de grande in¬
ner
gobiernos anti¬
y por consiguiente se halla
desmentido mil y mil veces por la
historiado
todos los tiempos.
El honor, por ejemplo, es
una idea
moderna, que las naciones deben al
medio evo, y fué un resultado de las
guos V
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Y
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publicar algunas
chamos la ocasión para
p(lcas
reflexiones sobre la misma
materia, que no he¬
mos encontrado en
los escritores
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tratado.
El defecto principal del sistema del
autor
del espíritu de las leyes, es
que no puede apli.
carse
á todos los
ejemplos de
otra vez, en
MOXT£SQUIEU
obligados 6 hacerlo.
«.«
algunos de los estados eu¬
ropeos, la charla insignificante de la parlera
y fastidiosa Gaceta que de todo hablaba^ífi sa¬
ber nada, y siendo escrita por los ia/es 110 de¬
bía interesar sino muy poco á los pueblos; mas
todavia no habia llegado el tiempo en que se
pudiese aplicar à los papeles públicos lo que
Raynal habia dicho de los escritores en jene¬
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Todo escritor de injenio es magistrado na¬
to de su
patria; debe ilustrarla si es posible; le
dá derecho para esto su talento.
Su tribuna es
la nación entera; su juez el
público. Para que
asi fuese, era necesario
que esta nación y es¬
te público fuesen ellos mismos los
primeros jue¬
ces1 de un pais, ejerciendo en él, cuando no la
mas alta
majistratura del poder, por lo menos
la de la opinion, mucho mas terrible; aunque á
veces fundada solo en el error
y las ideas preo¬
cupadas de las masas. Este nuevo poder de los
pueblos, y nuevo influjo de los papeles públi¬
cos comenzó á desarrollarse
y fué cobrando
siempre una importancia mas real y duradera,
en los años
que siguieron ii la horrenda crisis
de la revolución.
En el dia de hoy se puede
decir, sin temor de exajerar, que los diarios han
llegado á formar una de las principales y mas
importantes palancas dela máquina del estado.
{Continuará)
una
sisle°¡
varios princioi
motores de los varios
gobiernos. Si B. L Se
tina en continuar la inútil
esposicion de ías ideas
inexactas de aquel autor sobre
este
ar<nimento, añadiéndoles también las suyas, nos
~
fuese por el team de fastidiar á
(
Comment, à 1* Esprit des Loix.
De P horame. Ses IV. cap. 9.
Scienza de la legislazione. Introduzione.
Veanse también el Comentario de
Ias leyes, L* 3, cap, 1L
y
un
anónimo al Espío 11
las LecuQiie* de Comercio de
, |