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Cecilia at Feb 20, 2022 06:27 PM

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do al nadar se deja uno arrastrár por la corriente
del rio, y tiene mucha mas fuerza cuando se quie-
re subir contra la corriente. En los baños de mar
es donde se esperimenta el mas alto grado, con
especialidad cuando están ajitadas las olas. Los
efectos del choque de los líquidos son con corta
diferencia los mismo que los hemos señalado al
hablar|de las vibraciones del aire y se pueden con-
siderar como tónicos. Unos sacudimientos fuertes
y repetidos de nuestros órganos no pueden sino
activar los movimientos, favorecer el curso y las
descomposiciones de los líquidos, y hacer mas agu-
das las enfermedades á que la excitación perjudi¬
ca. 7.° En fin por su temperatura. Los baños
obran en nosotros por su temperatura como lo ha-
ria otro medio cualquiera en el que estuviésemos
sumerjidos. Si el agua tiene una temperatura ma-
yor que la nuestra, nos dá calorico, y si la tiene
menor, nos quita; y lo mismo que la atmósfera,
nos parece fria, templada ó caliente, según que
ella nos quita mas ó menos, ó nos comunica el ca-
lor con mas ó menos abundancia.

Entre los efectos de los baños de agua y los
del aire caliente no hay mas que una diferencia de
intensidad. Es muy fácil de concebir que la adi-
ción y sustracción del calórico se deben hacer con
mas enerjía con los líquidos que por los fluidos
gaseosos, en razón de que aquellos tienen mucha
mas densidad, y presentan al contacto un número
mucho mayor de moléculas en un tiempo deter-
minado. Por esta razon, el agua nos hace siempre
experimentar una sensación de calor ó de frio mu-
cho mas considerable que la que nos haria pade-
cer el aire ó cualquiera otro gas de la misma tem-
peratura.

Las denominaciones de baños frios, calientes
templados no denotan el grados de calor del
mismo liquido, sino la impresión que hace sobre
la piel; por lo cual se debe considerar esta mem-
brana, como el termómetro mas á propósito para
medir el calor de los baños. Un baño habrá que
será frio para una persona, y caliente para otra;
no obstante, jeneralmente hablando, los baños son
frios, cuando bajan de 15° ó 20° del termómetro
de Rèaumur, y son calientes cuando suben de 25°
à 30°.
(Continuará)

POLITICA
DE LA "OPINION" DEL CORREO
(Continuacion.)

oian, no podia no excitar entre ellos un
eco,que fue
adquiriendo siempre mas fuerza y estension à me¬
dida q' se fue aumentandofel número de los
sábios*
filantropos y escritores populares que lo habian
despertado. Este eco empezó a ser la opinion
En

principio, esta voz y este eco no se
dirijieron mas que al corazón y á la buena vo¬
luntad de los jefes de las naciones. Todavia
no"
habia empezado aquella série de dramas tan funes¬
tos de mudanzas politicas violentas, de
que la
Francia dio el primer ejemplo, que la historia
señalará siempre como el mas terrible. Nadie
su

habia atrevido á provocar á los pueblos
à
la revuelta. Satisfechos de una forma de
go-

se

bierno, hecha

suave

pio

podia contestarse; su aplicación era fá¬
cil, no dependiendo mas quédela voluntad de
uno solo.
Aunque esta opinion de que esta¬
mos hablando no
hubiese llegado nunca
áejer¬
cer su influjo en el mayor número de los aso¬
ciados, sin embargo era fuerte y poderosa por
ella misma, y nadie se atrevia á contradecir¬
la.
Montesquieu en Francia, Beccaria y Filanjieri en Italia, Jovellanos en España fueron
sus
órganos mas elocuentes. ¡De cuantas mejo¬
ras, de cuantas ideas jenerosas, de cuantas be¬
llas instituciones no quedó deudora entonces la
sociedad à los trabajos de estos sábios, al influjo de esta opinion!
No sucedió lo mismo después del tiempo
en que el principio de utilidad pública procla¬
mado por la opinion, llevado adelante quizá con
demasiada prisa, y aplicado con demasiada jeneralidad, dió lugar á que se trastornase de un
todo el antiguo orden político, y se llamase al
pueblo al manejo de los negocios del estado.
Entonces aquel sacrosanto principio empezó á
recibir infinitas opuestas aplicaciones: la opinion
se despedazó en
mil fragmentos diferentes: ca¬
da pueblo, cada individuo formó y acarició su
opinion particular: el Ínteres privado, la ambi¬

( Continuación.)
nos

ha

parecido algo estrecho; y su modo de conce¬
bir ia opinion,
recojido de la calle sin discer¬
nimiento alguno. Para poner en evidencia la
materia de que se trata, es preciso subir has¬
ta el orijen
y la primera formación de la idea
de la opinion, en el sentido político.
Esta idea empezó á jerminar desde la épo¬
ca feliz en
que brotaron, entre un número de¬
masiado reducido de filósofos, las teorias
polí¬
ticas fundadas sobre sentimientos humanos
y jeen

que se comenzó á

hacer entender

que el verdadero objeto del gobierno no es el do¬
minio de los que
gobiernan, sino el bien-estar
.

la prosperidad de los gobernados; en que se
pudo hablar de la justicia y conveniencia que
hay en disponer que el mayor número de las
criaturas humanas pueda participar de la abundan¬
cia y de las demás
ventajasde la sociedad.Una voz
y

tan

agradable

y

lisonjera

paj a

parte

misma;masía

DE LA "OPINION" DEL CORREO.

nerosos:

activa en los
opiniones; la política dç
una

vaivenes de las varias
los verdaderos filósofos quedó la
de las varias secciones de los diferentes pue¬
blos adquirió mas formas que un Proteo: la opi¬
nion no fué mas en manos de los demagogos

POIjITICJI.

Correo

san-

no

ción, los ódios tomaron

El círculo de las ideas del

el largo hábito, y

por

tificada por la relijion, no deseaban sino sacar
de ella todo el bien posible.
Los Reyes no
fueron sordos a la voz de la filosofia
y la hu¬
manidad. La opinion se presentaba
segura an¬
te el trono, apoyándose en estas dos sólidas v
eternas columnas del bien publico.
El princi¬

ledos log que la

instrumento de revuelta: el pueblo em¬
pezó à desconfiar de la filosofia misma y de su
política: el trastorno material de las sociedades,
pasó á sus ideas; y á este respecto, elfiatlM
de la revolución francesa, en lugar de comply
tar el orden del mundo, reprodujo el caos.
Echemos una mirada sobre la Francia
desde la época de su revolución hasta el tiem¬
po de hoy. Se establece en ella la RePa 1

que

un

ca.

Por

un

momento

la

jeneralidad de ¡os ciso'

democracia; nias»^
muy pronto, en el mismo seno de este nue*
vo
gobierno, la opinion dominante enjendra mu
chas opiniones: los filósofos desaprueban la aP !
ciados

proclama

y

santifica la

ciega del principio de la igualdad, ^
verdaderos patriotas lloran por la suerte e
patria ¿Cual fué, pues, la verdadera oPml

cacion

la

época de la República?—Vino
Napoleon. Su tirania se disfrazó bajo e m

en

to do

la

gloria» La opinion paroció favors

2

do al nadar se deja uno arrastrár por la corriente
del rio, y tiene mucha mas fuerza cuando se quie-
re subir contra la corriente. En los baños de mar
es donde se esperimenta el mas alto grado, con
especialidad cuando están ajitadas las olas. Los
efectos del choque de los líquidos son con corta
diferencia los mismo que los hemos señalado al
hablar|de las vibraciones del aire y se pueden con-
siderar como tónicos. Unos sacudimientos fuertes
y repetidos de nuestros órganos no pueden sino
activar los movimientos, favorecer el curso y las
descomposiciones de los líquidos, y hacer mas agu-
das las enfermedades á que la excitación perjudi¬
ca. 7.° En fin por su temperatura. Los baños
obran en nosotros por su temperatura como lo ha-
ria otro medio cualquiera en el que estuviésemos
sumerjidos. Si el agua tiene una temperatura ma-
yor que la nuestra, nos dá calorico, y si la tiene
menor, nos quita; y lo mismo que la atmósfera,
nos parece fria, templada ó caliente, según que
ella nos quita mas ó menos, ó nos comunica el ca-
lor con mas ó menos abundancia.

Entre los efectos de los baños de agua y los
del aire caliente no hay mas que una diferencia de
intensidad. Es muy fácil de concebir que la adi-
ción y sustracción del calórico se deben hacer con
mas enerjía con los líquidos que por los fluidos
gaseosos, en razón de que aquellos tienen mucha
mas densidad, y presentan al contacto un número
mucho mayor de moléculas en un tiempo deter-
minado. Por esta razon, el agua nos hace siempre
experimentar una sensación de calor ó de frio mu-
cho mas considerable que la que nos haria pade-
cer el aire ó cualquiera otro gas de la misma tem-
peratura.

Las denominaciones de baños frios, calientes

templados no denotan el grados de calor del
mismo liquido, sino la impresión
que hace sobre
la piel; por lo cual se debe considerar esta mem¬
brana, como el termómetro mas á propósito para
y

medirei calor de los baños.
Un baño habrá que
será frio para una persona, y caliente
para otra;

obstante, jeneralmente hablando, los baños son
frios, cuando bajan de 15° ó 20° del termómetro
de Réaumur, y son calientes cuando suben de 25°
no

á 30°.

(Continuará)

oian, no podia no excitar entre ellos un
eco,que fue
adquiriendo siempre mas fuerza y estension à me¬
dida q' se fue aumentandofel número de los
sábios*
filantropos y escritores populares que lo habian
despertado. Este eco empezó a ser la opinion
En

principio, esta voz y este eco no se
dirijieron mas que al corazón y á la buena vo¬
luntad de los jefes de las naciones. Todavia
no"
habia empezado aquella série de dramas tan funes¬
tos de mudanzas politicas violentas, de
que la
Francia dio el primer ejemplo, que la historia
señalará siempre como el mas terrible. Nadie
su

habia atrevido á provocar á los pueblos
à
la revuelta. Satisfechos de una forma de
go-

se

bierno, hecha

suave

pio

podia contestarse; su aplicación era fá¬
cil, no dependiendo mas quédela voluntad de
uno solo.
Aunque esta opinion de que esta¬
mos hablando no
hubiese llegado nunca
áejer¬
cer su influjo en el mayor número de los aso¬
ciados, sin embargo era fuerte y poderosa por
ella misma, y nadie se atrevia á contradecir¬
la.
Montesquieu en Francia, Beccaria y Filanjieri en Italia, Jovellanos en España fueron
sus
órganos mas elocuentes. ¡De cuantas mejo¬
ras, de cuantas ideas jenerosas, de cuantas be¬
llas instituciones no quedó deudora entonces la
sociedad à los trabajos de estos sábios, al influjo de esta opinion!
No sucedió lo mismo después del tiempo
en que el principio de utilidad pública procla¬
mado por la opinion, llevado adelante quizá con
demasiada prisa, y aplicado con demasiada jeneralidad, dió lugar á que se trastornase de un
todo el antiguo orden político, y se llamase al
pueblo al manejo de los negocios del estado.
Entonces aquel sacrosanto principio empezó á
recibir infinitas opuestas aplicaciones: la opinion
se despedazó en
mil fragmentos diferentes: ca¬
da pueblo, cada individuo formó y acarició su
opinion particular: el Ínteres privado, la ambi¬

( Continuación.)
nos

ha

parecido algo estrecho; y su modo de conce¬
bir ia opinion,
recojido de la calle sin discer¬
nimiento alguno. Para poner en evidencia la
materia de que se trata, es preciso subir has¬
ta el orijen
y la primera formación de la idea
de la opinion, en el sentido político.
Esta idea empezó á jerminar desde la épo¬
ca feliz en
que brotaron, entre un número de¬
masiado reducido de filósofos, las teorias
polí¬
ticas fundadas sobre sentimientos humanos
y jeen

que se comenzó á

hacer entender

que el verdadero objeto del gobierno no es el do¬
minio de los que
gobiernan, sino el bien-estar
.

la prosperidad de los gobernados; en que se
pudo hablar de la justicia y conveniencia que
hay en disponer que el mayor número de las
criaturas humanas pueda participar de la abundan¬
cia y de las demás
ventajasde la sociedad.Una voz
y

tan

agradable

y

lisonjera

paj a

parte

misma;masía

DE LA "OPINION" DEL CORREO.

nerosos:

activa en los
opiniones; la política dç
una

vaivenes de las varias
los verdaderos filósofos quedó la
de las varias secciones de los diferentes pue¬
blos adquirió mas formas que un Proteo: la opi¬
nion no fué mas en manos de los demagogos

POIjITICJI.

Correo

san-

no

ción, los ódios tomaron

El círculo de las ideas del

el largo hábito, y

por

tificada por la relijion, no deseaban sino sacar
de ella todo el bien posible.
Los Reyes no
fueron sordos a la voz de la filosofia
y la hu¬
manidad. La opinion se presentaba
segura an¬
te el trono, apoyándose en estas dos sólidas v
eternas columnas del bien publico.
El princi¬

ledos log que la

instrumento de revuelta: el pueblo em¬
pezó à desconfiar de la filosofia misma y de su
política: el trastorno material de las sociedades,
pasó á sus ideas; y á este respecto, elfiatlM
de la revolución francesa, en lugar de comply
tar el orden del mundo, reprodujo el caos.
Echemos una mirada sobre la Francia
desde la época de su revolución hasta el tiem¬
po de hoy. Se establece en ella la RePa 1

que

un

ca.

Por

un

momento

la

jeneralidad de ¡os ciso'

democracia; nias»^
muy pronto, en el mismo seno de este nue*
vo
gobierno, la opinion dominante enjendra mu
chas opiniones: los filósofos desaprueban la aP !
ciados

proclama

y

santifica la

ciega del principio de la igualdad, ^
verdaderos patriotas lloran por la suerte e
patria ¿Cual fué, pues, la verdadera oPml

cacion

la

época de la República?—Vino
Napoleon. Su tirania se disfrazó bajo e m

en

to do

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gloria» La opinion paroció favors